Un Aviso legal que pocos quieren leer: Algunas reglas que a nadie les gusta ver al leer pero estoy obligado a escribirlas ¡Maldito sistema parlamentario!...
My little pony es propiedad de Hasbro studios y su creadora Lauren Faust. Únicamente se usan el nombre de sus personajes para entretenimiento y no con el fin monetario... como si fueran a pagarnos por hacer esto...
Este fic no fue escrito por mi persona, si no por CasayBronyFanfic. Puedes visitar su pagina en Youtube, podrán encontrar de todo en su página
El fic en lo personal me ha encantado mucho y tengo la oportunidad de traérselos a sus pantallas, no te diré más para que lo descubras por tí mismo, no quiero darles mucho spoiler del contenido...
Nota: El fic será actualizado conforme el escritor mencionado anteriormente me envié los capítulos, por lo que no será muy frecuente, ya eso dependerá de que tan rápido escriba... así que mejor dale un poco de tiempo si quieres otro capitulo... a menos que pasen varios meces sin actualizar, yo les ayudo a presionar al escritor ;)
El fic tiene una extensión bastante impredecible, algunos capítulos pueden ser de más de quince mil palabras, un rango que poco me he aventurado... bueno si vamos al fic. No olvides comentar si gustas... nadie te esta obligando hacerlo, pero te agradecería que lo hicieras, antes unas palabras del escritor:
Buenos días, tardes, noches, o cualquier hora que estén leyendo esto. Soy CasayBronyFanfics y estoy en la industria de subir fics y cómics relacionados a MLP. Me pueden encontrar en YouTube, ahí subo dicho material.
Antes de seguir con mi introducción, quisiera agradecer profundamente a mi buen amigo Isaac. C.B por hacerme el gran favor de subirlo por aquí. La verdad es que no tengo ni idea de cómo funciona Fanfiction. Apenas si leo como un simple usuario… Además, él con algunas de sus sugerencias me ayuda a mejorar, aunque de forma ligera el fic.
En fin, como ven, soy alguien nuevo en esto de escribir los fanfics. ¿Por qué? Pues hasta ahora no he escrito nada que esté organizado 100% por mí.
Lo único en lo que participé, compartiendo la escritura de una historia con alguien más, fueron un one-shot llamado "Un consuelo" con un queridísimo amigo que lo pueden encontrar también en YouTube como Astrobronie, y un fic llamado "La esperanza del amor" que terminó siendo cancelado a los 4 capítulos escrito con otro amigo que lo pueden encontrar como Dremetiun HD. Ambos con muy buen contenido…
Si gustan las buscan en YouTube. Las recomiendo… Al menos el one-shot eh xD
Por cierto "¿Por qué yo?"Apenas hace un año que lo he iniciado. Como lo vuelvo a repetir, un proyecto 100% escrito por mí. Cabe resaltar que los demás fanfics que he subido los elijo de diferentes autores a los cuales pido permiso y dejo sus respectivos créditos en la descripción de cada capítulo que publico.
El propósito de esto es también en parte dejar algo del viejo Casay para que recuerden lo que fue…
Como el resto del contenido, mi historia también va a estar en YouTube, así que si tienen paciencia podrán escucharlo en loquendo, con unas buenas músicas de fondo. Como normalmente hago.
Quisiera hacer que tengan la mejor precisión imaginando lo que pasa dentro del fic, por lo trataré de explicar las cosas lo más detalladas posibles.
¿En qué línea temporal va a estar situado esto? Justo luego de unos días pasada la derrota de Tirek. El muy cabrón dejó sus weas destructivas por el lugar. Pero al parecer no fue mucho problema para los ponis, pues estos ya tienen todo bajo control.
Para concluir esto, quisiera que sea de su conocimiento que si por alguna casualidad hay ideas parecidas a las de otros fics, quiero pedirles una disculpa de antemano, y justificarme diciendo que esto lo planeé hace un par de años. Y lo empecé a escribir hace uno como anteriormente he mencionado.
Si detecto que efectivamente hay algo que ya han usado en otro fic, trataré de cambiar un poco las cosas para que no parezca que esa idea ha sido copiada.
Un dato: He pensado en hacer al protagonista lo más parecido a mí (en cuanto a mi parte madura en los primeros capítulos) pero ya verán que se le zafará un tornillo de vez en cuando jaja. Y el apellido que llevará, es mi apellido REAL. Mucho respeto ah
En fin, no hago más relleno y prosigamos con el primer capítulo.
Capítulo 1: Un nuevo día:
Ya estaba atardeciendo. Regresaba antes de lo previsto. Caminaba lentamente hacia mi casa, estaba muy cansado, más de lo habitual, me dolía el cuerpo, sentía punzadas por la espalda, brazos, rodillas, me dolía la cara demasiado, sangraba levemente por la nariz y en resumen: estaba herido. Dejando eso aparte, no sé cómo decirle a mi madre que me suspendieron una semana.
Aunque al final yo salí perdiendo, no me arrepiento de nada. Y no es para menos. Puesto que en verdad debían ser detenidos, incluso si no recibía el apoyo de nadie. Dominaban a los demás mediante la fuerza y rudeza. Solo querían poder y más poder. Obligaban a otros a hacerlo, y si se negaban, serían castigados por esos tipejos.
Nadie hacía o decía nada en contra. El temor hacia ellos era muy grande por parte de los demás estudiantes de mi academia, el temor los controlaba, se dejaban vencer. Podían llegar a hacer lo que sea para conseguir sus malignos objetivos, con tal de satisfacer sus necesidades, no importaba el resto. ¿Cómo alguien podía llegar a casi matar a golpes a otra persona, sin ésta llegar a haberle hecho algo?
Los demás alumnos solo porque no les incumbía no hacían algo al respecto, mostraban indiferencia, no había unión, no había amistad verdadera, no había esperanza, no había nada especial en mí alrededor. Cada uno avanzaba por su cuenta o se unían en diminutos grupos para de igual forma obedecer órdenes de los causantes del terror.
Habían tres líderes, tres principales individuos que eran los peores de la escuela, preparatoria o llámenlo como gusten. Que estaban por encima de todo esto y gobernarían hasta que terminaran todos los años. Eso sí dejaban de repetir el mismo maldito año.
Nadie, ni los nuevos decían nada por ese mismo temor que sentía en su interior todo el mundo, divididos, tan solitarios, tan desconfiados unos con otros. La verdad era muy desalentador ver esa penosa situación. Así todos eran vulnerables. Todos los nuevos estudiantes no los recibían como en una escuela normal, donde los demás te brindaban su apoyo, amistad, y otra serie de cosas. Aquí no.
Aquí te recibían proporcionándote una cálida paliza de bienvenida como fue mi caso. Y digo cálida por lo caliente que te dejan la cara luego de tantos golpes. Pero no me iba a dejar y logré salir casi ileso del primer ataque, que afortunadamente no fueron Ralf y su pandilla.
O se traduciría a los tres principales que promovían la división y desconfianza además del miedo por toda la academia. Constantemente iban uno por uno tras los estudiantes, agarraban a los que estaban más solos. Eso fue el primer año, la verdad ahí fue cuando aprendí cómo sería el resto de mi estancia aquí. Nada sería agradable. El segundo claramente no iba a ser mejor. Y no decía nada a mi madre porque sentía que si me quedaba podría aprender a protegerme por mi cuenta en un futuro no muy lejano.
Debía conocer la crueldad del mundo desde temprana edad. Claro, solo me faltaban otros tres años para acabar, ingresé a los quince y ahora tengo ya diecisiete. Comencé a practicar ejercicios por mi cuenta, de vez en cuando, para no perder el ritmo y así no me agarrasen desprevenido. Debía saber pelear con las piernas también, o estaría en desventaja, si se trataban de estudiantes más altos que yo.
A principios de ese segundo año, un alumno nuevo ingresó junto con otros, se llamaba William. Pero este no era como esos otros. Era tímido, no se relacionaba con nadie, desde el primer día y hacía siempre las cosas por su cuenta, de cierta forma yo me identificaba con él en la parte donde no se relacionaba. Me empezó a agradar, y decidí hacerme su amigo.
Pero no pasó desapercibido, porque en seguida fueron a atacarlo a la hora de salida, él no tenía ni idea de lo que hacían en la escuela, rápidamente debía avisarle, pero era muy tarde. Fui rápidamente a su encuentro y vi cómo lo golpeaban. No tarde mucho en reaccionar, y entré a la acción y defendiéndolo exitosamente. Logré que nadie lo molestara de nuevo porque yo estaría para nuevamente apoyarlo, hasta entonces.
Me agradeció, yo le correspondí y desde ahí nos volvimos amigos. Me ayudaba con mi tarea, realmente a él sí se le podía llamar estudiante, era el mejor en clases, primer puesto. Aunque no participaba abiertamente, en los escritos y reportes se lucía, incluso sorprendía a los maestros. Era muy aplicado.
Ambos éramos únicos amigos, nos teníamos para apoyarnos, nos volvimos mejores amigos. En fin. Pero lo que pasó hoy. No lo iba a permitir, no iba a permitir que lo volvieran a lastimar. Incluso si eso significaba mi propia expulsión.
FLASHBACK:
Era el mismo día, por las dos de la tarde, estaba tranquilamente almorzando en el comedor junto con William, él estaba leyendo un libro que sacó prestado de la biblioteca. Yo sólo lo observaba curioso por saber que era lo que tanto llamaba su atención. No lo soporté más y me atreví a preguntar:
- ¿Qué tan interesante puede ser un libro? - Él solo cerró dicho libro, y tomó una cucharada de su comida.
- No, nada. Solo revisaba qué podría hacer en el próximo reporte de historia. – Contestó, con la mirada baja, y metiéndose la cuchara llena de comida a la boca.
- Vamos, no quiero que seas así, deberías relajarte, eso todavía viene en un mes. - Dije en un tono de leve molestia, aunque ya sabía qué tan en serio se tomaba los deberes. No por nada era el primero de la clase.
- Si no hago el reporte ¿cómo crees que podrás copiarte? Que yo mal no recuerde siempre me pides ayuda. - Dijo en tono burlón, aún mirando su plato, generalmente casi ni miraba a los ojos a nadie.
- No es mi culpa. El profesor no se deja entender, además de que habla muuuuuuuuuuuuuuuy lento. La verdad no sé cómo tú si le entiendes. – Protesté y puse una mueca de aburrimiento.
- La verdad tampoco es como si yo lo entendiera. Pero aunque sea así, uno nunca debe confiarse de las capacidades de una persona, Crístofer. Puede que aparente ser un mal docente, pero si le pone dedicación y ganas, te aseguro que sería el mejor profesor de la escuela. - Aclaró continuando con su almuerzo. Dudé un momento.
- Tal vez tengas razón, sino, ¿por qué estarías en primer puesto? - Concordé con él.
- Es por esas ganas y dedicación que le pongo a las cosas que hago. Es por eso que estoy aquí. Si no le pones ganas, entonces de nada sirve todo el conocimiento que tengas. Hazlo como si fuera algo que de verdad disfrutaras hacer, aunque así no lo sea. Con el tiempo llegas a acostumbrarte. –
William había dicho algo muy importante para mi mente, tenía razón, y mucha, me acababa de dar cuenta. Todo cobraba sentido ahora. De nada servía saberlo todo si no le ponías esfuerzo, no era lo mismo. Yo no le ponía eso a lo que hacía, al menos para los deberes. Lo siento, ¿sí? Lo que pasa es que me distraigo muy fácilmente. Pensé disculpándome dentro de mi propia cabeza, por lo que no logro hacer.
- Debió tomarte mucho, ¿verdad? - Pregunté con intriga.
- Si no encuentras nada más en que enfocarte, el tiempo es más corto que cuando tienes posibles distracciones. –
- A ver, tengo mis videojuegos, mi perro, series que aún no termino de ver, Y... – Corté mi respuesta, pues me hizo dar cuenta que no la tenía tan fácil. Antes de que me contestara me le adelanté, ya le había captado. Parecía que me iba a decir un: "¿Lo ves?"
- Creo que eso tardará todos los demás años que quedan de preparatoria jejeje. Emm, antes de que pasen, ¿me ayudarías? - Le pregunté haciendo una sonrisa nerviosa, como rogándole. Esta vez sí me miró, ya habiendo acabado su almuerzo.
- Claro, después de todo no tengo nada mejor que hacer. Podría enseñarte algún día. - Me dedicó una leve sonrisa burlona, a lo que yo también le dediqué una. Eso significaba un sí.
- Bueno, yo voy volviendo a la biblioteca a devolver este libro, ya sé de lo que voy a escribir. Te veo en el salón. - Inquirió él.
- Está bien, yo también mejor me apuro con esto, no quiero llegar tarde, como siempre. - Respondí haciendo una despedida de puños con mi amigo. Él solo asintió.
Recogió su bandeja, con el libro. Llevó la bandeja al mostrador de la cafetería, agradeció, y se retiró volteando un momento para hacer una despedida sacudiendo la mano a lo lejos. Le correspondí la segunda despedida y seguí con mi almuerzo, esta vez un poco más apurado por la falta de tiempo, pues supuse que ya iba a terminar el receso.
Pasaron unos minutos y por fin alcancé a terminar, justo antes que tocara la campana para hacer entender que todos debían regresar a sus aulas, solo me quedaban unos pocos minutos. Me levanté, realicé lo mismo que hizo mi amigo, y salí del comedor o cafetería, llámenlo como quieran.
Pero en ese momento, observé lo peor, lo que más me temía, los tres individuos que más detestaba, los que gobernaban mediante el mal en la escuela, estaban al lado de mi amigo, al parecer gritándole, empujándolo, y en una de esas empujadas, cayó al piso, le quitaron el libro y lo tiraron a la basura.
Poseído por la rabia, reaccioné y corrí a toda velocidad hacia esos malditos, con intenciones no muy buenas que digamos. Y con eso me refería a que quería golpearlos en la cara hasta que no los pudiera reconocer. Cuando estuve lo suficientemente cerca y con toda la velocidad que llevaba corriendo desde el comedor hasta el pasillo donde lo estaban agrediendo, sobre el que pateaba a mi amigo, tiré un puñetazo con tal fuerza que logré tirarlo al suelo. William seguía tirado, cubriéndose la cara y temblando.
Seguido de esto, sin dar oportunidad a que alguno de los dos restantes reaccionaran ante lo sucedido verbal o físicamente, le di un golpe con toda mi fuerza en el mentón al tipo de la izquierda derribándolo al instante, de hecho que no se lo esperaba. Seguido de una patada en el estómago desde el piso, haciendo que escupiera saliva y un poco de sangre desde el piso. Luego lo pateé en la cara. Se quedaron inmóviles por el dolor en el piso.
El último, sin que me diera cuenta, mientras golpeaba al segundo peor matón de la escuela, el tercero que todavía quedaba en pie me dio un letal golpe en la columna. Grité de dolor, pero por alguna extraña razón no escuchaba mi propia voz, se me fue el aire unos segundos, y para cuando apenas me recuperaba del estruendoso golpe, me dio un empujón para que me dé la vuelta, y me dio otro golpe pero en la cara.
Tal fue la fuerza que vi borroso y mis oídos no respondían por también varios segundos. Desde el golpe en la espalda ya no tuve oportunidad para defenderme a tiempo de la brutal paliza que ahora me daba el último peor matón en pie.
Cabe resaltar que ellos tienen mucha más experiencia peleando, puesto que eran los mejores para humillar al resto, y claro, eso no era nada admirable. Como sea, William seguía demasiado asustado como para reaccionar y ayudarme en algo, tenía miedo de lastimar, así que como los otros dos que derribé, se quedó en el piso con la única diferencia de que él tenía las manos sobre su rostro.
El tipo me seguía dando golpe tras golpe ya hasta me salía sangre por la nariz, estaba muy aturdido comenzaba a ver más y más borroso, mis sentidos ya fallaban casi por completo, me tomó del brazo y me lanzó contra la pared. Caí al piso, de rodillas, muy adolorido, ya no había nada que hacer, no pararía hasta dejarme desmayado.
Definitivamente ya no podía reconocer si este tipejo era Ralf, Darío o Lex. Sí, así se llamaban estos tres malditos. Mi agresor solo se burlaba de mi estado, por lo raro que oía ya su voz.
Estaba a punto de tirarme otro golpe hasta que oí la voz de la directora. Casualmente pasaba por ahí, para chequear que nadie anduviera fuera de sus aulas, seguramente ya habría sonado la campana, pero no me di cuenta con todo lo que me estaba pasando. Al ver la pequeña guerra, se desesperó, por lo que pude escuchar en su voz.
- ¡¿Qué demonios estás haciendo Ralf?! ¡¿Por qué lo estás golpeando?! – Gritó con toda la fuerza que tenía.
El sujeto detuvo el próximo movimiento, algo asustado de que lo descubrieran, y no hizo nada más que alejarse de mí, con los ojos muy abiertos. Claramente, se le fue lo valiente.
Dibujé una pequeña sonrisa mirando al piso, tenía la cara roja de tantos golpes recibidos. Sangraba bastante por la nariz, creo que me dio una hemorragia. Pero todavía me mantenía sobrio, y consciente. Había llegado mi salvación, el sentirme triunfante en aquella situación era bastante agradable. Pero el sentimiento de que hice lo correcto era mucho más fuerte. Por más que me gustaría, no podía concentrarme del todo bien por culpa del dolor. Era insoportable.
La mirada enfadada e iracunda de la directora contra el alumno no se hizo de esperar, mis pensamientos se interrumpieron pues la directora volvió a gritar, de la misma forma en la que antes lo hizo, sólo que levemente más calmada, pues el bravucón la miraba asustado, y por supuesto ya había parado de realizar su cometido.
- Tú, bestia. – Le dirigió la palabra. No podía creer que lo había llamado así, incluso yo ya soltaba inaudibles carcajadas.
- Tienes diez minutos para abandonar esta academia. Aquí no formamos gente que sólo sabe hacer daño y más daño a los demás, odio ese tipo de actitud. No formamos monstruos. - El chico se sorprendió enormemente y quiso protestar, pero la vieja, sí, vieja, lo interrumpió abruptamente.
- No quiero escuchar tus niñerías. - Hizo una breve pausa, tomó aire y le volvió a gritar. – ¡Estás suspendidoooo! Ya hablaré con tus padres para decirles por cuánto tiempo, o incluso la expulsión de hecho. Creo que ya tienes la suficiente edad como para estar en una cárcel. - Dijo seguido de un tono severo.
Ahora se enfocó en mí. Dejé de sonreír y también me puse serio. Me miró a los ojos.
- Crístofer, por la agresión a tus compañeros, tu castigo será tan solo de una semana. Tendrás quince minutos para abandonar este lugar. Haz lo que tengas que hacer. Pasará ese tiempo y ya no deberías estar por estos alrededores. A menos que quieras caer en peligro de matrícula condicional. –
Me impactó lo que dijo. ¿En serio lo estaba diciendo! ¿Estaba saliendo de sus arrugados labios! ¿Una semana! Realmente pensé que estaba loca. Más que el tal Ralf que me golpeó que ahora si lo podía reconocer. Si decía eso de mí, entonces no sé por cuánto podría llegar a estar suspendido el otro, o como bien dijo, expulsión. Tal vez un mes. Eso equivaldría a perder automáticamente el año, otro más de los que ya perdió. En fin, volví a escuchar la voz de la anciana, pero felizmente no se dirigía a mí.
- Y tú, ahora mismo te me largas de aquí. No sin antes llevar a estos dos a la enfermería. Quiero hablar con ellos cuando estén conscientes de lo que pasa. – Ralf sólo asintió todavía asustado y ayudó a incorporarse a sus dos compañeros heridos. Para irse con los dos, cada uno apoyando un brazo en cada uno de los hombros del tipo. Y por lo visto, le resultaba un poco difícil.
Je, sí que debían pesar. ¿Al fin habían sido descubiertos? ¿Podrá ser que la tiranía que perduró por tanto tiempo llegue finalmente a su fin? Pensé fugazmente, esperanzado en la respuesta. Pero estaba seguro que se resistirían e idearían estrategias para seguir en el juego. ¿O no? ¿La directora será capaz de llegar al fondo de estas acciones con el interrogatorio que hará?
- Crístofer por lo menos dime qué fue lo que pasó aquí, antes que de igual forma te vayas. Así ya no habrá cargos sobre ti, estarás completamente justificado. Esa suspensión es principalmente para que descanses de lo herido que estás, ¡sólo mírate! - Agregó apaciguando su ira, ya en un tono sereno y tal vez hasta preocupado.
La miré, y desviando la vista para resumir los sucesos adecuadamente, la volví a mirar dispuesto a contestar.
- Yo sólo ayudaba a mi amigo a defenderse. - apunté a William, al cual ni le habíamos prestado atención desde que llegó ella. Se encontraba en la misma posición que antes.
- Oh, no me había percatado de su presencia. - Decía confundida. – Si te vas a despedir de él, hazlo rápido que te quedan aproximadamente trece minutos. - Se disponía a seguir su camino en otra dirección, pero su andar se detuvo, y se giró nuevamente.
- Hay dos cosas más que quería decirte. - En seguida sacó un bolígrafo negro, y una pequeña libreta, escribió un momento y luego arrancó la hoja donde escribía. ¿Qué querrá decir con eso? ¿Una pinche multa? Me acercó la hoja arrancada.
- Lo primero es que debes tener una justificación para salir antes de la hora normal de salida como lo vas a hacer ahora y para ahorrarte el viaje hasta mi oficina, te doy esto. – Me entregó el escrito, lo tomé dudoso.
- La segunda cosa es que me enorgullece que alguien luche, aunque sea una mala acción, con una intención tan noble como proteger a tus seres queridos de la gente mala. Eso dice mucho de ti.- Me hizo una mueca de satisfacción y con eso se fue. Vi cómo se alejaba, me quedé mirando en la dirección por donde se fue. Medité lo que me dijo unos instantes y recordé algo: William.
Claramente no la había pasado nada bien desde que llegaron esos tipos, por lo que decidí acercarme para verificar su estado, si no estaba tan lastimado. Con dificultad lo hice, aún me dolía todo.
- ¿Ya todo pasó? - Me preguntó con voz temerosa. Conservando su posición, y aún sus manos en su rostro.
- Sí, y no fuiste muy valiente que digamos. Ya todo está. - Me cortó las palabras, puesto que en un salto me dio un abrazo.
- Gracias. - Susurró, ahora ya muy cerca de mí. Rápidamente reaccioné. No quería que nos vieran así, aunque sé que por el momento no hay nadie, hay cámaras, y hasta tal vez haya alguno que otro profesor o profesora pasando, para ingresar a algún salón. Ya saben, cualquiera malinterpreta las cosas.
- Tranquilo, no es para que hagas eso. - Lo intenté separar, le daba pequeños empujones. No funcionaba, sólo conseguí que se apegara más. Me comencé a poner nervioso, ¿se estará volviendo gay o algo así? Me cuestionaba un poco angustiado por saber la respuesta.
- No, es que no lo entiendes. Nadie, nunca había sido así conmigo, jamás me han tratado como un verdadero amigo. - En ese momento por fin se separó comprendiendo la razón de las señales que le daba.
- Espera. Debí verme horrible haciendo eso, ¿verdad? Fue muy vergonzoso, hasta creerían que somos gays. - Empezó a ponerse nervioso también. Por la situación tan inadecuada.
- Y que lo digas, fue espantoso. - Mencioné dando un escalofrío. Y ese escalofrío era natural, ni me hacía a la idea de que un hombre estuviera enamorado de mí. Me parecía completamente asqueroso. Mejor me guardo mis pensamientos. – Me leíste la mente, y con lo anterior, te comprendo, y en cierta forma nos parecemos, como en la parte en que eres alejado de la sociedad. - Le dije eliminando mi incomodidad. Me levanté del suelo con algunos quejidos y le extendí mi mano.
Él me tomó del antebrazo y se incorporó también. Al analizar mi estado, y el esfuerzo que hice para levantarlo, se preocupó.
- ¿No te hicieron mucho daño verdad?-
- Nah, estaré bien por ahora, ya mañana dolerá un chingo, pero lo aguantaré. - Mencioné con pesimismo. - Igual paso por esto casi a diario, solo que antes no me habían lastimado tanto. –
- Supongo que sí. Tuviste suerte, yo fui útil como distracción, ¿no crees? - Dijo William tratando de hacerme sentir mejor. Aunque no sea la mejor forma, funcionó. Al menos ya sabía lo fuerte que yo golpeaba.
- Y lo siento si no te ayudé, estaba demasiado asustado. – Agregó apenado y desanimado. A lo que yo asentí con una sonrisa. Él se limitó a suspirar pesadamente y siguió. - Bueno Cris, nos vemos la semana que entra. Te cuidas. Espero y te recuperes pronto. - Me sonrió brevemente por última vez e hicimos una clásica despedida de puños.
Me dolió un poco eso, pero no le dije nada, para que de una vez se fuera. Mis nudillos estaban muy rojos, creo que incluso más que mi cara.
Me quedé parado unos instantes, vi cómo recogía su libro de la basura, lo sacudió un poco y siguió caminando sin darse la vuelta. De pronto, recordé que solo me quedaban aproximadamente unos 10 minutos, así que de forma apresurada, aunque de apresurada no tenía mucho, puesto que me dolían las rodillas, me encaminé por los pasillos, en busca de mi salón, que no estaba tan lejos afortunadamente. Por mis cosas, porque si no, a lo mejor las robaban.
Cuando llegué y entré al dichoso salón, el profesor de historia estaba dando clases. Estoy seguro que se sorprendió, pero no por lo tarde que llegaba, sino por las heridas que tenía en la cara, y alguna que otra parte desgarrada de mi camisa y alguna que otra apertura en mi pantalón de uniforme.
Los demás estudiantes se quedaron callados, no hubo risas, no murmullos, nada de eso. Ni comentarios breves, palabra alguna dirigida hacia mí. Los ignoré por completo, y antes de que el profesor comenzara a hacer preguntas manifestando su preocupación, lo cual agradecía, lo detuve y le mostré el papel que me había dado la directora, informando que me había suspendido y tenía un tiempo para que me fuera a casa, de justificación pelea.
Se me quedó viendo extrañado y todavía más preocupado. Sólo me conocía por llegar tarde, era algo inquieto, sí, pero nada más. No al punto de que me suspendieran, hay cosas que no te las esperas de nadie, y sin embargo, pasan. Ya era obvio que su reacción fuera así. No le dije nada. Me acerqué a mi pupitre y guardé mis cosas en una mochila de color negro, con rayas verdes en todas partes, habiendo también puntos por doquier decorándola. Estos dos diseños diferentes eran pequeños y desiguales.
Un detalle bastante resaltante en ese momento, era que la carpeta de mi amigo estaba vacía. Se sentaba a mi izquierda. Supuse que había ido a la biblioteca, pero lo raro es que justo está en el piso en donde estudiamos, que es el segundo. Por lo que no debería de tardar tanto. Tal vez había ido a algún otro lugar. Espero que esté bien.
Ahora ya entiendo por qué había dicho: "Te veo la semana que entra". Porque definitivamente no lo vería hasta la próxima semana. Agarré con cuidado mi mochila, estaba debilitándome con cada esfuerzo que hacía, aunque llegaría al punto que me terminaría acostumbrando, llegando a ignorar el dolor, y ya no soltando quejidos.
Salí del salón. Al cerrar la puerta, pude escuchar la voz del profesor, diciendo mi nombre, preocupado. El resto no llegué a entender. Probablemente hablando de cómo habré podido acabar así. Espero haber enseñado algo a esos lornas acerca del autorrespeto y de la autoestima. No hay que dejarse maltratar, sino luchar.
Me quedaban hasta ese entonces más o menos 5 minutos o por ahí. Me dirigí hasta la entrada o salida principal de la academia, y le mostré al portero el papelito escrito y firmado por la vieja directora. Después de unos segundos, me dio luz verde, logré evacuar antes de que los 15 minutos hubieran culminado. Sentí un gran alivio.
FIN DEL FLASHBACK.
No puedo dejar de pensar en lo que pasó. La forma en la que actué. Ese no era yo. Era una parte desconocida de mí, la forma en que destruí a esos dos tipos sin compasión, a uno creo que casi lo dejé desmayado. Y al otro, lo dejé un poquito mejor que el anterior, pero igual. ¿Sería como de una especie de epidemia de agresividad que todo el mundo se contagiaría tarde o temprano? ¿Incluso la persona más tímida le tocaría padecerla? Pensé en William por un momento.
A él le podría dar el flechazo de un momento a otro. Y puede que sea peor que el que yo tuve, por lo que he escuchado las personas que nunca mostraron su ira, es muy probable que cuando lo hagan sean mucho peores que los que la demuestran casi a diario. Yo lo hice, exploté de la peor forma para proteger a alguien. La directora me lo dijo. Por más mal que me caiga tenía razón.
Al final todo fue por una buena causa. No como la de esos sujetos, los cuales lo hacían para seguir infundiendo el miedo, la manipulación, y otra serie de cosas tan desagradables sobre el resto de los estudiantes, mientras ellos indefensos solo les quedaba seguir sus repugnantes pasos. Muy detestables. ¿Pero no podrían haberse todos revelado juntos?
Es muy popular el dicho: La unión hace la fuerza. Pero claro, nadie confía en nadie, lo que lo hace prácticamente imposible. Yo peleé por bien, a veces las cosas simplemente no se pueden resolver de otro modo. Rayos, ya estoy pensando de más, nadie más que yo se acordará todo esto.
Creo que ya me desvié demasiado de lo que estaba pensando al principio. En fin, creo que ya llegué. La verdad que el tiempo pasa muy rápido cuando dejas volar tu imaginación. Ahora la pesada tarea de buscar las malditas llaves. Solo quiero entrar, lavarme las heridas o en el peor de los casos, aunque no me guste mucho, darme un baño, comer algo e irme a dormir.
De veras que con la tontería olvidé sacar dinero de mi casillero. Tuve que caminar como 2 horas o creo que hasta más para llegar aquí. Normalmente salgo a esta hora de la prepa, 5 de la tarde o hasta 6. Y con el dinero, hubiera podido comprar un pasaje para ir cómodamente sentado en un autobús. Para llegar aquí como a las tres o tres y media. Dejando eso de lado, debo pensar en algo para decirle a mi madre sobre lo de mi suspensión. ¿Por qué no me preocupa más en decirle a mi padre? Fácil, vive lejos y me ve muy poco.
Por lo que apenas se entera de lo que paso. Sin mencionar que él y mi mamá parecen estar enemistados. ¿Y saben qué? Está casado, con una hija, que se podría decir que es mi hermana. Tiene 15, su nombre es Kristi. Je, muy parecido al mío, Crístofer.
En lo que estaba: Ah, sí, las llaves.
Me acerqué a la puerta principal de mi casa, era una hermosa morada de dos pisos, tenía un pequeño jardín al frente de la misma, y un camino de cemento sin pintar en medio del mismo jardín, que conducía a la puerta. Me saqué de manera suave la mochila de mi adolorida espalda, aún por el mortal golpe que me dio ese desgraciado de Ralf. La pongo sobre el suelo, me arrodillo en frente de mi mochila soltando algunos quejidos, y me puse a buscar entre mis cosas, libros, bocadillos, lapiceros, cuadernos, block de notas, ya saben típicas cosas de estudiantes de preparatoria.
- Maldición. Estoy seguro que las dejé por aquí. - Por obra del destino, me las había olvidado en el último momento o si no, ¿por qué otra razón no estaba en mi mochila? En eso encuentro una nota al fondo, que en todo el día no la había visto.
- Qué raro. No recuerdo haber visto esto antes. - Me dije confundido, la abro, y la empiezo a leer.
Nota:
Hola Crístofer, cariño, espero que no te moleste, pero tuve que tomar tus llaves. Lo siento, fue una emergencia. Y no te preocupes, que no es nada serio. Volveré por ahí de las 7, ¿creo que a esa hora llegas cierto? Bueno te cuidas, y te veo en la noche.
Mamá.
- No puede ser. - Dije fastidiado. Pero se me fue eso, con esa nota que me dio mi mamá, es probable que se sienta arrepentida de hacerme esperar tanto. Por lo que si le digo cuando vuelva, tal vez no se enoje demasiado. Pensé triunfante. De repente, nuevamente todo eso se me esfumó.
- A quién engaño. Me va a castigar de todas formas y no sé qué medidas vaya a tomar esta vez. Esto de por sí es grave. Si intento explicarle detalladamente los hechos puede que me entienda y me ponga un breve castigo. Espero que sea así. - Suspiré y volví a guardar la nota, pues no veía ningún tacho de basura cerca.
No soy de esas personas que arrojan basura al piso. Guardé las cosas que había sacado. En eso encuentro mi celular, con todo este asunto de la suspensión me había olvidado donde lo había dejado. Me animé un poco.
- Creo que tengo suficientes datos móviles para una partida. - Dije pensando claramente en mi juego favorito, pero primero debía ver la hora. No quería que ella me encontrara jugando cuando hice algo malo.
Por el cielo aún en un tono medio anaranjado por el atardecer, me di cuenta que mínimamente llegaría en una hora. Intenté prenderlo, presionando el botón de encendido y apagado al costado de mi celular con una sonrisa de oreja a oreja porque no estaría tan aburrido después de todo. Pero extrañamente no pasaba nada.
- ¿Qué? No me digas qué. - Mi desilusión crecía a cada momento, intenté manteniéndolo presionado por unos segundos pero tampoco servía. Estaba muerto.
- Diablos, ¿y ahora qué? Falta cargar la pinche batería. - Me resigné, y lo volví a guardar. Me volteé en cuclillas y me senté sobre el escalón que daba pase a la puerta de mi casa. Cerré la mochila, la puse a mi costado, y me relajé recostándome en dicha puerta mientras cerraba los ojos. No pasó mucho hasta que los abrí de golpe por las punzadas que sentía recorrer mi espalda.
- ¡Ayyyyyy! Mi espaldita… - Dije intentando sobarme la espalda, sin éxito. Otra opción tachada, no podía quedarme sentado, me dolía el cuerpo y más de lo que pensaba, si esto era así ahora, no sé cómo voy a estar mañana. Algo inesperado pasó: de pronto, un viento comenzó a soplar con bastante fuerza, y fue muy repentino.
En serio, normalmente primero hay corrientes más débiles y de a poco incrementan. Esto no, no era normal. Por un momento vi de dónde provenía el viento, confundido por la actitud de la naturaleza. Entrecerré los ojos, pues me costaba ver con claridad.
Se me ocurrió mirar en la dirección por donde el viento se dirigía, y me percaté de algo muy extraño, curiosamente el viento empujaba a una casa casi tan grande como la mía, con las diferencias de que no tenía dos pisos y parecía quemada porque los materiales que utilizaron para construirla se veían en descomposición.
Era como si la naturaleza me hiciera a una señal a mí, una indirecta. La única persona por la cuadra, para que fuera hacia ella y la explorara, ¿qué tan grande puede ser mi curiosidad? Pues fácil, igual que el tamaño de mi aburrimiento en ese momento. Decidí obedecer a la petición de la naturaleza. Aunque tal vez luego me iría a arrepentir, pero ya qué. Sólo porque yolo.
- Está un poco lejos, como a dos cuadras de aquí. En fin, al menos no quedé cojo. Solo espero que no haya nada o nadie por allí para impedírmelo. - Me incorporé, me puse nuevamente la mochila en la espalda y fui a un paso lento hacia tal extraña casa.
Cabe resaltar que aún me dolía todo. No tenía un aspecto que inspirara miedo, pero sí desconfianza. Algo me decía que sería peligroso, pero ignoré esas voces en mi cabeza. Y otra parte de mí decía que encontraría algo muy interesante. Supongo que era mi espíritu aventurero.
La única razón por la que iba en realidad era solo porque quería matar mi aburrimiento. Tal vez podría llegar a encontrar algo desagradable allí, mi sentido decía que me alejara, que no me arriesgue por algo tan tonto. Pero ya era demasiado tarde, no podía retroceder ahora.
Cada vez estaba más cerca y lograba visualizar mejor la casa, y efectivamente, tenía un aspecto bastante feo y corroboré esa hipótesis de que si la habían quemado. Estaba toda tostada.
Rancia, parecía que en cualquier momento se pudiera venir abajo, me parecía que estaba hecha con madera. Habían unas escaleras que guiaban hacia la entrada de la casa o la puerta. Parecían estar bastantes frágiles. Decidí verificar, entonces me agaché difícilmente con el peso de la mochila, y más el dolor que sentía, casi me caigo. Tambalee un poco pero logré estabilizarme de cuclillas otra vez.
Toqué el primer escalón, lo presioné un poco fuerte y la madera se rompió. Mi mano se hundió por el hueco que hice. Sentí un hincón, me asusté, la saqué rápidamente, pensando que habría sido un insecto o alguna alimaña que estaría viviendo debajo de la casa o por allí. En vez del insecto, sólo era una astilla que se había clavado en la palma de mi mano, parecía sangrar un poco, cuando la extraje, se puso temblorosa, y salió un poco más de sangre. Pero nada de qué preocuparse realmente.
- Este día no puede ponerse peor, ¿oh sí? - Me cuestioné en voz alta. Con una mueca incómoda por el dolor. Ya tenía suficiente por todo mi cuerpo, para soportar otro hincón más. En fin.
Convencido de que ya nada malo me esperaba dentro, subí cuidadosamente las escaleras restantes. No pasó nada, solo chirridos ensordecedores de parte de éstas. Hasta que llegué a la puerta. Estaba junta, casi cerrada, y por cierto, no había cerradura, lo que me ponía nervioso.
Reuní el valor para comenzar a abrirla más, seguido de irritantes chirridos casi iguales a los que daban las escaleras, por parte de la agonizante puerta. Los nervios me subían cada vez más, incluso comencé a sentir un líquido proveniente de mi frente y lentamente se deslizaba por mi cara: era mi sudor, producto del momento tan tenso.
La estaba pasando mal, pero como ya había dicho muy antes, era tarde para arrepentirse y ya no había marcha atrás, no iba a hacerme el miedoso, había pasado cosas peores ¿O no? Daba igual. El lugar me sorprendió un poco, aunque la verdad, de cierta forma ya me esperaba lo mal que se vería. Digo ¿Qué esperas de una casa que estuvo abandonada, por quién sabe cuánto tiempo?
Ya qué. Di un paso al frente, dudoso. La madera que era del piso chirrió un poco. Parecía algo inestable.
Se podía observar alrededor un mueble hundido, sin cojines, cubierto de; ¿polvo? Y las demás cosas también cubiertas de tan sucia sustancia. Menos mal no había ninguna alimaña rondando por ahí. También veía un refrigerador obviamente bastante sucio y bastante negro, lo que indicaba que no se había librado de ser quemado. Un estante también quemado, libros reducidos a cenizas, que rellenaban aquel estante. Eso confirmaba mis sospechas de que si habían quemado la casa. O tal vez habría sido por otra razón.
El escenario era horrible. Había a unos metros de mí, unas escaleras que al parecer conectaban a un posible sótano.
Me di cuenta que no había nada más que ver, solo un horrendo paisaje gris, por el polvo que yacía en toda la casa y algunas pequeñas montañas de cenizas, pero aún me mataba la curiosidad porque no sabía que había en el sótano. Seguía sudando, estaba tenso, decidí solo dar una ojeada, una pequeña revisión. Solo eso bastaba. Junté nuevamente todo el valor posible e inicié una exageradamente lenta caminata hacia aquellas escaleras, con cuidado de no rajar la madera.
- Por todo lo bueno del mundo, espero que no sea nada malo lo que encuentre allí. Nada peor me puede pasar por favor. La golpiza, la suspensión, esta herida en mi mano que como arde, los nervios atacándome constantemente. - Decía con voz temerosa, mientras más me acercaba.
De un momento a otro, cuando pisé el primer escalón que me dirigiría para abajo, algo inesperado pasó: Pude escuchar cómo el piso crujía de más debajo de mí. Y no pude evitar mirar.
- ¿Qué verga? - Dije un poco más alto para mi gusto. Me sorprendo, y de lo adolorido que me encontraba y lo frágil que debía estar el piso, no me muevo, para que no se agriete peor, pero era demasiado tarde. El piso se rajó completamente y se abrió por completo.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! - Solo pude llegar a decir mientras me caía.
Sentía que cada vez me alejaba más y más de la superficie, poco a poco todo se empezó a volver negro, parecía que no tenía fin. Se me hacía infinito. Cayendo más de 5 segundos, cuando solo debería ser un maldito piso. El único punto de luz se volvió el hueco de dónde provenía. Me di cuenta que ya llevaba demasiado tiempo cayendo. Me ponía más asustado a cada inquietante segundo que pasaba.
- ¿Qué está pasandooooooooooooooooo! ¿Dónde carajos está el sueloooooooooooo! - Grité lo más alto que pude. Mi vista se ponía borrosa. ¿Me estoy desmayando? Y efectivamente eso era exactamente lo que me ocurría. Nunca creí que llegaría a experimentar eso.
Lentamente me dejé llevar por la sensación de estar cayendo hacia un vacío sin fin.
Continuará…
Espero que te haya gustado el fic tanto como a me ha agradado traérselos, pueden dejar algún comentario, estoy más que seguro que el escritor le gustaría leer sus comentarios, tanto como a mi. ¿Que le sucederá a Crístofer? Pues lo sabrán en el próximo capitulo.
Gracias por leer y espero ver apoyo en este gran fic, saludos y les deseo éxito en este inicio año
