Ninguno de los personajes conocidos que se mencionan son míos, sino de la autora J. K. Rowling.
Llevaban cinco días escondidos en un rincón frondoso del bosque oscuro tras destruir otro de los horrocruxes, ahora sólo faltaban dos: Nagini y uno que aún desconocían. Iban camino a Hogwarts para investigar e intentar echar a los mortífagos, que según habían escuchado habían entrado en el colegio y ahora se dedicaban a vete tú saber qué con los pobres alumnos.
Cinco días en alerta permanente, tres sin comida y dos sin agua. Lo único que podían hacer era dormir, tener pesadillas y sentir como la paranoia iba aumentando poco a poco.
Era bien entrada la noche y la única luz que les acompañaba era la de sus varitas. Ron y Harry estaban intentando distraerse con una partida de ajedrez mientras Hermione volvía a leer el libro de Dumbledore por quincuagésima vez.
- Chico, es tarde. Vamos a dormir, mañana tenemos que levantarnos pronto – anunció la chica.
Hermione se encargó de poner los hechizos de alerta, como hacia todas las noches, mientras Harry y Ron acomodaban la tienda. Una vez todos dentro, bien tapados y abrazados los unos a los otros (Hermione en medio) cayeron dormidos en segundos.
Un estruendoso ruido los despertó sobre la madrugada y los tres se levantaron con las varitas en alto aun sin estar despiertos del todo.
- ¿Qué ha sido eso? – Preguntó Ron en un susurro.
- Vayamos a mirar – pidió Harry.
Salieron poco a poco de la tienda, vigilando siempre lo que escuchaban y veían con sumo cuidado.
- Chicos – les llamó Hermione.
Ambos acudieron junto a ella de inmediato y se pusieron a observar lo que ella señalaba. A lo lejos, entre los árboles, se veían las luces de varias varitas.
- ¡No! – Exclamó Ron en voz baja - ¡No pueden habernos encontrado! ¡No pueden!
Harry y Hermione le obligaron a callar y observaron unos segundos más.
- ¡Buscadlos hasta debajo de las piedras! ¡El amo quiere que los encontremos ya! – Escucharon decir a una voz chillona que les puso a los tres la piel de gallina.
- Bellatrix… - susurró Hermione sintiendo como los recuerdos de su tortura llegaban a su cabeza.
Harry se acercó a la tienda y con un movimiento de varita lo metió todo en la mochilita de Hermione.
- Chicos, vamos, tenemos que largarnos – pidió cogiéndoles a ambos por los brazos.
Empezaron a correr procurando hacer el menor ruido posible. Llevaban ya cien metros recorridos cuando Ron tropezó y cayó de bruces, chillando al clavarse unas puntiagudas rocas en el costado.
- ¡Allí están! ¡Atrapadlos VIVOS! – Chilló un hombre.
Harry y Hermione ayudaron a Ron a levantarse y volvieron a correr, esta vez sin pensar en no hacer ruido pero vigilando siempre a sus espaldas. Las maldiciones y hechizos empezaron a volar por sus cabezas y se dividieron automáticamente: Hermione creaba escudos para protegerlos y desviar los ataques, Harry creaba ilusiones en las que copias de los tres se separaban hacia todas direcciones y Ron se giraba de cuando en cuando para lanzar ataques ofensivos. Varios hechizos les alcanzaron, pero ninguno dejó de correr.
Llegaron a un claro y se vieron obligados a parar ante el centenar de mortífagos que les rodeaban. Se colocaron los tres espalda contra espalda con las varitas en alto. Ninguno pensaba rendirse sin luchar.
- ¡Mira a quién tenemos aquí! – Exclamó Bellatrix mirándoles – si son Potter, el traidor y la sangresucia… - rio – no sabes las ganas que tenía de volver a verte, pequeña – añadió en tono oscuro.
- ¡Lo mismo digo, loca asesina! – Chilló Hermione intentando ignorar el pánico que la atenazaba.
- ¡Guarda respeto, maldita zorra sucia! – Intervino un hombre moreno.
El mortífago hizo una floritura con la varita y Hermione convocó de inmediato un Protego Máxima Multi, envolviéndola a ella y a sus amigos con un escudo de luz amarilla brillante. La castaña notó la invisible maldición chocar contra su escudo y desaparecer.
- Parece que la puta es lista… - rio perversamente el hombre.
- El amo llegará en unos momentos – sonrió Bellatrix – ya veremos que hacen cuando eso ocurra.
Los tres amigos se miraron y asintieron. Acto seguido Hermione desvaneció el escudo y empezaron a convocar hechizos variados al ritmo que se abrían paso entre los mortífagos para huir.
Decenas de hechizos empezaron a volar por el claro por parte de ambos bandos: Bombardas Máximas, Confundus, Protegos, Depulsos, Crispis, Desmaius, Draconifors, Avadas, Crucios, Envertestatil, Expelliarmus, Flipendos, Glacius…
Tras cinco minutos de enfrentamiento una pequeña brecha se abrió en uno de los lados del círculo de mortífagos, brecha que el trío aprovechó para escapar.
Volvieron a la carrera, esta vez mucho más rápida y desesperadamente. ¿Bellatrix había dicho que el Lord iba a llegar? Eso era malo. Todavía tenían que destruir a Nagini y encontrar el último Horrocrux. Si Voldemort llegaba en ese momento y los atrapaba todos sus esfuerzos habrían sido en vano.
Llegaron a otro claro y frenaron en seco. Una especie de niebla verduzca los estaba rodeando y ninguno de los tres pensaba que fuera a ayudarles. La niebla cada vez estaba más y más cerca y por mucho que intentaban lanzarle ráfagas de aire para apartarla no servía.
Dos mortífagos llegaron hacia ellos y les miraron triunfantes, como si atraparlos fuese su regalo de navidad. Entonces la niebla les atrapó las piernas y ambos empezaron a chillar dolorosamente. El trío vio casi sin respirar como empezaban a salirles ampollas en la piel.
- ¡Niebla venenosa! – Gimió Hermione.
Recularon al máximo para evitar la niebla. La castaña había leído sobre ella, pero no se imaginaba que algo así estuviese en el bosque prohibido.
- ¡Ahí! – Chilló Ron señalándoles un pequeño trozo en el que la niebla ocupaba poco espacio – si saltamos podríamos pasarla…
Ninguno se lo pensó dos veces. Se lanzaron hacia la niebla y saltaron, cayendo al otro lado y viéndose abocados sin frenos por un pequeño terraplén. Golpes, rasguños, heridas punzantes… Cuando sus cuerpos dejaron de caer se dieron cuenta de que estaban en una especie de zona fangosa.
Harry comenzó a chillar mientras se agarraba la frente y sus dos amigos acudieron a él.
- ¡Harry! ¿¡Harry, qué te pasa!? – Le preguntaba Hermione intentando levantarle - ¡Harry, tenemos que salir de aquí!
- Harry, Harry… ¿Aún te sigue doliendo la cicatriz?
Los tres se quedaron congelados al escuchar la voz de Voldemort detrás de ellos. El moreno pudo al fin levantarse y junto con sus dos amigos enfrentó al que se había encargado de destruir sus vidas.
- ¿Acaso pensáis que podéis vencerme? ¿¡A MÍ!? – Exclamó con voz dura aquel demonio de ojos rojos.
- No te tenemos miedo – aseguró Hermione haciendo presente tu temple Gryffindor.
- Ah… La sangre sucia… He oído hablar muy bien de ti… - sonrió cínicamente Voldemort mientras les observaba sin dejar de acariciar su varita, que todos se sorprendieron al reconocer como la varita de sauco – me han comentado que eres poderosa… para ser lo que eres… ¿Sabes? Pensaré en dejarte con vida… si te unes a mí…
- ¡Jamás me uniría a un ser tan repulsivo y malvado como tú! – Exclamó la chica - ¡Nunca deberías haber nacido! ¡No deberías existir! ¡Debiste morir tú en vez de tu madre!
Con un mínimo movimiento de varita por parte de Voldemort la castaña salió volando por los aires hasta chocar violentamente contra uno de los arboles más robustos que les rodeaban. El familiar sonido de un "crack" le dijo que había vuelto a romperse el brazo y quizá varias costillas. Notó como su varita se desprendía de su mano y era lanzada lejos. Sollozó… No podía quedarse sin varita ahora, no después de lo que le costó recuperarla…
- Preciosa Nagini… Ahí tienes tu cena… - anuncio el demonio sonriendo con una mueca.
Ron intentó correr hacia ella pero el Lord le lanzó en dirección contraria contra otro árbol.
Hermione enfocó con dificultad a Ron y Harry y luego miró a Voldemort. ¿Por qué tenía la varita de sauco? ¡No era lógico! La varita pertenecía a Draco Malfoy… ¿no? Un escalofrío la recorrió al pensar que quizá había matado al rubio para tomar el control de esta… Y para matar al rubio… tenía que haber matado a Severus Snape…
Miró a Voldemort, intentando pensar en alguna forma de sacar a sus amigos de allí, y frunció el ceño al ver que el hombre tenía su varita blanca de siempre en el bolsillo. ¿Por qué la conservaba? Recordó que Dumbledore les dijo que la varita acompañó a Tom Riddle desde que empezó en Hogwarts. ¿Quizá se había encariñado de ella?
- Harry, Harry… ¿Qué voy a hacer contigo? – Preguntó Voldemort para sí – si te rindes… consideraré el matarte a ti y a tus amigos… de forma rápida.
- ¡Nunca!
El moreno empezó a atacar al Lord mientras sus dos amigos luchaban por sus propias vidas.
Ron empezó a buscar su varita, la cual se había caído, a pesar de no ver nada por un ojo y tener el otro borroso. Ese golpe contra el árbol había sido bastante jodido…
Hermione por su parte empezó a lanzarle piedras a la serpiente que se acercaba peligrosamente a ella, pero ésta siempre las esquivaba. Finalmente pudo levantarse y consiguió darle al animal en un ojo.
- ¡Nagini! – Gimió Voldemort al ver a su Horrocrux en peligro.
- ¡Tú lucha es conmigo! – Exclamó Harry sin dejar de lanzarle hechizos, cosa que hizo que el Lord tuviera que poner toda su atención en él.
De pronto una especie de canto estridente se escuchó en los cielos y todos alzaron su vista sin poder evitarlo.
- ¡Fawkes! – Exclamó Ron al ver al fénix volando hacia ellos con una espada en las patas.
- ¡Hermione! – Chilló Harry.
La castaña no tuvo ni que pensar. Cogió en el aire la espada que el pájaro había dejado de ir y con un rápido giro y un impulso fuerte, aprovechando la distracción que tenían todos, le cortó la cabeza a la serpiente.
- ¡NOOOO! – Exclamó Voldemort mirándola con furia mientras alzaba su varita blanca contra ella sin dejar de repeler los ataques de Harry con la de sauco.
- ¡No la tocarás! – Chilló Ron corriendo hacia la chica e interponiéndose entre ella y el Lord justó cuando la maldición asesina abandonaba la varita blanca.
El rayo verde impacto en el pecho de Ron, tirándolo hacia el suelo justo en frente de Hermione, que miraba la escena horrorizada.
-¡No, Ron! – Gritó Hermione arrodillándose frente al inerte cuerpo de su amigo.
- ¡Pagarás por esto maldito! – Exclamó Harry aumentando la intensidad de sus ataques.
Hermione empezó a buscar su varita entre los arbustos. Se sentía desesperada y notaba la ira bullendo en ella. ¿¡Cómo había podido ese maldito matar a Ron!? ¡Lo iba a pagar! ¡Iba a matarlo!
- ¡Hermione, cuidado! – Escucho chillar a Harry.
Se dio la vuelta a tiempo de ver a su amigo corriendo hacia ella y al rayo de la nueva maldición que había lanzado Voldemort dándole en la espalda. El moreno cayó al lado de Ron como si hubiese sido algo planeado.
Hermione jadeó y ni siquiera pudo gritar. Ellos… Sus dos mejores amigos… Su familia ahora… ¡No! ¡Ellos no podían estar muertos! ¡No podían! ¡Esto tenía que ser una pesadilla! No, no, no…
- Pobre niña… - sonrió maliciosamente Voldemort al verla - ¿Qué se siente al quedarse sola?
La castaña miró al demonio a los ojos, aunque en su campo de visión entraba el bolsillo y la varita blanca, que volvía a estar en él. Notó la decisión y una repentina valentía apoderándose de ella.
Aprovechó su pequeñez y rapidez para zigzaguear hasta el demonio de ojos rojos, al que tomó totalmente por sorpresa, y se tiró contra él. Sin esperar momento alguno, y sin pensar siquiera en protegerse del posible hechizo que él le iba a lanzar, le sacó la varita blanca del bolsillo y se apartó de un salto. Notó la ira recorrerla, la boca se le abrió antes de que pudiera pensar y apuntó al asombrado mago que aún no reaccionaba del todo.
- ¡AVADA KADAVRA!
La potencia con la que salió el grito la asustó incluso a ella y observó sin dejar de llorar como de la punta de la varita salía una enorme luz verde que se dirigió rápidamente contra Voldemort. El cuerpo inerte del mago oscuro cayó al suelo segundos después de que el rayo le chocase contra el pecho.
Hermione soltó la varita del mago de inmediato y se acercó a sus amigos. Entonces vio que su propia varita estaba entre sus cabezas. Sollozó mientras se la guardaba en la funda del brazo derecho y miraba a sus amigos.
- Ron… Harry… - lloró abrazándolos – hemos vencido… Está muerto… Ya no hará más daño a nadie…
Se quedó tumbada sobre sus amigos durante un rato, no supo si minutos u horas. Lo único que sabía es que cuando se dio cuenta ya estaba amaneciendo.
Los observó con dolor. ¿Por qué ambos tenían una expresión tan tranquila? Era como si estuviesen durmiendo simplemente…
Miró atrás y vio el cuerpo de Voldemort. ¿No era raro que no hubiese venido ningún mortífago? Quizá al notar la muerte de su señor todos habían huido como las ratas cobardes que eran…
Se acercó a donde estaba la varita blanca y la cogió. Caminó después hacia él y le quitó de sus frías manos la varita de sauco.
- ¿Y ahora qué? – Le preguntó al muerto - ¿de qué te ha servido tanto poder? ¿Alguna vez pensaste en este final? ¿Sopesaste alguna vez que podrías morir? ¿Sabes lo peor? Nadie va a llorar por ti… ¿No habrías sido más feliz siendo Tom Riddle? Quizá habrías conseguido una mujer, tendrías hijos, una vida feliz…
Le miró detenidamente y sintió un escalofrío. Era como si los ojos de ese maldito demonio la estuviesen mirando fijamente. Le cerró los ojos con un suspiro y miró las varitas.
- Me parece increíble que dos simples trozos de madera hayan provocado tanto daño… - aseguró.
Se levantó y observó a los tres cuerpos que la rodeaban. ¿Y ahora que iba a hacer ella? Estaba sola… Sus padres estaban muertos, sus dos mejores amigos también, el resto de Weasley's estaba demasiado ocupado intentando recomponer su familia, Neville estaba pendiente de abuela y Luna iba a seguir los pasos de su padre… ¿Dónde le dejaba eso a ella?
Miró las varitas que tenía en la mano y suspiró.
- Al menos me aseguraré de que ningún otro loco os use…
Y dicho esto las cogió por los extremos y las partió ayudándose con su rodilla.
Lo que Hermione no se esperaba es lo que iba a pasar a continuación. Una energía extraña empezó a surgir de ambas varitas, rodeándola y cegándola por la brillantez que destilaba. Cerró los ojos y se tapó la cara con los brazos para protegerse.
Notaba esa misma energía entrar en su cuerpo y por mucho que intentaba que su propia magia la expulsase no podía.
Sálvame…
Tras escuchar esa sedosa y masculina voz todo se volvió negro, aunque siguió sintiendo. Notaba como su cuerpo giraba y giraba, como una especie de agujero negro se la iba tragando empezando por su estómago… Sintió dolor, no tanto como con un crucio pero dolía… Era como estar bajo algo muy pesado que cada vez la apretaba más, provocando que se estuviese ahogando y le diese la sensación de ir a romperse en cualquier momento.
Y de repente todo desapareció y se vio sumida en la inconsciencia.
Bueno, pues aquí os presentó el primer capítulo de mi primer Tommione. Sí… Ya sé que Riddle y Granger es una mezcla rara, pero la idea surgió y bueno… cuando las musas hablan hay que obedecerlas.
Espero que os haya gustado este primer capítulo y no queráis matarme por los cambios respecto a la historia original :3
Espero vuestras reviews lanzándome crucios si pensáis que es mala historia o invitándome a cervezas de mantequilla si es buena ^^ (aunque si, ya sé que con un primer cap poco se puede ver).
En un principio intentaré actualizar todos los domingos (al igual que hago con mi Dramione y mi otro Sevmione), pero si las musas o el tiempo no acompañan pues… tendrá que ser actualización cada dos semanas ^^ Espero que no queráis matarme.
Tengo escrito otro Sevmione (el cual he empezado hoy también), así que si os gusta esa pareja… ya sabéis ^^
¡Saludos! ¡Espero vuestras reviews con ilusión!
