Como siempre estos personajes pertenecen a kurumada: Advertencia si no te gusta el Yaoi, paso por alto esta historia, si no adelante y deja tu critica constructiva, son parte de cada historia y motivan su continuidad , muchas gracias...

"El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o simplemente sintiendo que comienzan a amarlos"

"Un claustro Obligado"

No era que Mu no le simpatizara, al contrario, eran muy buenos compañeros hasta donde se tenía entendido, con unas cuantas asperezas por limar pero lo suficiente para poder soportarse durante las reuniones y las misiones de dos, tres, hasta cuatro días a lo máximo, pero ¿casi un mes completo viendo el lemuriano revolotear en su casa, con su parsimonioso caminar y su silencio? lo tenían al borde de la locura y más, ligeramente confundido había comenzado a observar a su compañero con otro tipo de ojos, era raro pero le encontraba hasta cierta belleza, lo seguía con su mirada mientras preparaba su baño y algunas veces se atrevía inclusive a pedirle en son de broma, que se quedara con él en la habitación mientras dormía, argumentando que durante la noche el frio le hacía mella en su adolorida pierna, pero el primer guardián veía esa solicitud como algo ridículo, así que simple y sencillamente lo ignoraba. Pero al pasar los días, la situación se iba complicando para el gemelo menor y entre más cerca lo quería tener, parecía que este lo evadía, aun conviviendo en el mismo templo, el pelilila se escondía, lo rechazaba, y esas ideas en vez de disminuir, aumentaban.

… … … … …

Por otro lado, Mu era un hombre pacifico, tranquilo, casi invisible si se lo proponía, atendía obediente los mandatos más descabellados de su diosa y patriarca, aunque estos se tratasen de cuidar a ese gemelo extrovertido y manipulador, todo porque Saga se iría a una misión casi durante un mes y a este se le había ocurrido la genial idea de fracturarse la pierna en uno de los entrenamientos. Ya llevaban juntos casi tres semanas y el caballero de la primera casa contaba con ansias los días que faltaban para que Saga lo librase de aquella tortura, más cuando dos semanas atrás aproximadamente había notado a Kanon algo raro con él, lo observaba de una manera extraña, casi sentía que lo desnudaba en cada parpadeo mientras le curaba la pierna con su cosmos o también mientras preparaba alguna cosa en la cocina, con una agilidad increíble lo había acorralado en dos ocasiones, pero lo liberaba disculpándose casi de inmediato, cosa que lo hacía desear aún más salir corriendo de ahí pero las ordenes habían sido demasiado claras:

—Mu, no debes dejar a Kanon solo ni un momento, se levantará de su cama y se dañara más de la cuenta, por favor cuidalo—dictó Shion con una hermosa sonrisa mientras desaparecía por entre las puertas del templo junto a su diosa y el pequeño pelirrojo.

—Mu… ¡Mu! —esa ronca voz en su cabeza le crispaba la columna vertebral, dejó a un lado esos pensamientos y recuerdos raros y caminó hasta la habitación del gemelo arrastrando sus pies, antes de entrar suspiró profundo y cambió su estresado rostro.

— ¿Si Kanon?… ¿qué sucede ahora?—preguntó mientras abría la puerta y de segundo las cortinas de la habitación.

—Eso mismo… te levantaste y no me habías abierto las cortinas… tengo horas de estar despierto—dijo el peliazul mientras se sentaba recostado en el respaldar de la cama jalando su enyesada pierna—si tuviera tu grandioso poder de la telequinesis creeme que no estuvieras aquí conmigo tomándote la molestia de cuidarme.

Mu rodaba sus ojos con fastidio, Kanon parecía una mujer dramática, sufrida y quisquillosa como esas de la novela brasileña del medio día y ahora con esa pierna fracturada estaba peor.

—Te acabas de levantar…—dijo cruzando sus brazos—porque si de verdad te hubieras despertado hace HORAS como dijiste—replicó entrecerrando sus ojos— te hubieras dado cuenta que estuve revisando tu yeso y…

—Un momento ¿me revisaste mientas dormía?—interrumpió extrañado el peliazul— Mu ¿Por qué demonios no me hablaste?

—No quise molestarte, el maestro dijo que necesitabas reposo casi absoluto…

—Bien, bien como digas, pero… lo que necesito es un baño ¿no crees?—Mu abrió como plato sus ojos sin perderlo de vista—vamos Carnero no te estoy pidiendo que me restriegues la espalda—dijo Kanon con una ceja levantada— es solo últimamente no me has ayudado a bañarme… y pues creo que apesto—replicó mientras levantaba sus brazos y olfateaba de lejos sus axilas.

—Shion dijo que no podías moverte… quedate quieto y…

—Entonces traeme algo donde sentarme… es lo mínimo que puedes hacer ya que te niegas a ayudarme.

Mu suspiró— ¿no quería ayudarlo? ¿Pero cuantas veces lo había hecho entrar al baño para salir completamente remojado—pensó mientras salía por la puerta.

— ¿He, Mu? —Llamó el gemelo una vez más— ¿me traerás de desayunar ya o después del baño?

—Ya… Kanon—contestó dándole la espalda mientras salía de nuevo de la habitación.

—Gracias Aries…

Mu bufó, sentía que un tic que le hacía brincar su ojo estaba por reventarle la córnea, se volteó y de la forma más amable sonrió mientras el gemelo menor le brindaba una de sus encantadoras sonrisas… —¿encantadoras?—rápidamente sacudió su cabeza y salió de la habitación.

… … … …

Una vez servido el desayuno a su lisiado compañero, el pelilila se limitó a sentarse en uno de los sillones dentro de la habitación a leer uno de los libros que encontró en la biblioteca de los hermanos, repasaba una y otra vez cada página con delicadeza y elegancia esperando que el peliazul terminara para recoger los platos e irse de ahí y dejarlo solo para que se bañara.

En la cama Kanon pasaba unos huevos revueltos, tostadas y un café negro con dos cucharadas de azúcar, de repente reparó en su compañero, serio, silenciosos, amable y obediente, sus labios delgados y su perfil casi andrógeno, Mu era, ¿lindo? ¿Guapo?, simplemente sonrió ante tales pensamientos que lo rodeaban de días atrás y sacudió su cabeza.

— ¿Qué tanto me vez Kanon?—la voz suave del carnero dorado lo hizo respingar— ¿acaso tengo algo en mi cara?

— No, no nada… solo que… viéndote bien… no eres feo ¿sabes?…—hablo entre mordidas a su tostada.

Mu levantó su mirada y la clavó en la de kanon, por unos eternos minutos la sostuvieron hasta que el pelilila bajó su cabeza y se refugió tras el libro.

—Deja de decir tonterías o comenzaré a creer que lo que en verdad te fracturaste fue tu…

— ¿Entrepierna?—interrumpió socarrón mientras sonreía.

— ¿Sabes algo?—cerró de golpe el libro que tenía en sus manos y con furia lo lanzó al gemelo que lo esquivo con rapidez mientras se carcajeaba—el que debería estar acá es Milo… creo que le encontraría la parte chistosa a tus comentarios…—terminó mientras furioso salía de la habitación.

—Mu… hey ¡Mu!—le gritó mientras lo veía partir—¡no te enojes!… Mu… ¡carnero!… ¡era una broma!—una carcajada y las cortinas se cerraron de golpe—no te enfades, anda ven… no me dejes solo… le diré a Shion que tuve que levantarme porque tu no me cuidabas bien y…

—Has lo que quieras—dijo mientras aparecía de repente a la par de la ventana y lo hacía respingar—sabes que es mentira y…—se calló cuando la mano del gemelo le sujeto la muñeca— ¿Qué rayos te pasa?—dijo sonrojándose poco a poco al sentir la presión de su compañero.

—Lo siento… de verdad

—Suéltame…

—Perdoname…

— ¿Por qué todo tiene así contigo Kanon?...

—Porque tú así lo quieres…

Un rato de incomodo silencio y unas miradas cruzadas para que el lemuriano se soltara y se alejara rápidamente de su lado, era la treintava vez que kanon le decía cosas raras, y lo peor era que ya no estaba seguro en que momento dejaron de incomodarle, pero demostrárselo a su compañero sería literalmente echarse la soga al cuello.

—Lo siento de verdad… solo te molestaba.

—Y demasiado—recalcó el pelilila—ya regreso con un banco para que te bañes… y de paso iremos el medico… eso te venía a decir hasta que tu…

— ¿Te puse nervioso?—lo interrumpió mientras trataba de ponerse de pie.

— Me distrajiste… con esas tonterías que…—de un salto finalmente kanon se levantó disminuyendo la distancia entre sus rostros—últimamente haces y dices…—terminó dando un paso atrás y sintiendo las manos de kanon en sus hombros.

—No te voy a comer—rio el gemelo—no sin tu permiso.

— ¡Basta!—dijo liberando sus hombros haciendo caer a Kanon al piso y arrepintiéndose en el momento—como lo siento… yo—pero de nuevo las agiles manos del peliazul sujetaron su cuello atrayéndolo más a él— ¿Qué… ha…ces?

Un momento de silencio se apoderó de la extraña situación, el gemelo menor en el piso y literalmente sobre el a punta de jalones el primer guardián acercándose cada vez más, sintiendo las manos fuertes del griego entre sus cabellos, en su nuca, luego en su espalda.

— ¿Chicos?—interrumpió el escorpión dorado levantando una ceja.

Aprovechando el momento Mu se zafó con rapidez y se levantó rumbo a la cocina, dio un par de miradas fulminantes a su compañero que aún estaba en el piso y se abrió paso al lado del escorpión—Que no se mueva Milo… —dijo casi en un susurro mientras salía.

—Milo…—llamó el gemelo—ven ayudame a levantarme…

— ¿Por qué estás en el suelo?—se carcajeó mientras lo ayudaba a sentarse en la cama de nuevo— ¿ejercicios de rehabilitación? …Dijo Mu que no te movieras

—Aun no me han quitado el yeso… y no pienso quedarme en el piso.

—Entiendo y ¿Qué le pasó a Mu?—preguntó al verlo salir con sus puntos casi haciendo uno en su frente—se veía algo enojado…

—Nada… está molesto por una broma que le hice…—dijo clavando sus esmeraldas en la puerta—ya sabes cómo es el Borrego de serio.

… … …. ….

En la cocina Mu respiraba agitado, enormemente confundido, ¿pero qué rayos había pasado ahí?... si Milo no hubiese llegado, ¿sería que él?, ¿llegaría a ese extremo de besar a…? sacudió su cabeza y cacheteó sus mejillas al mismo tiempo que habría el grifo para mojar su cara y bajar al calor que sentía sobre ellas.

Colocó una tetera en la cocina, mientras se tranquilizaba, apretó sus sienes con fuerza y se recostó sobre la mesa con sus brazos extendidos y su cabello desparramado.

… … … …

Luego de una larga conversación con Milo, este terminó por ayudarle a bañarse y ponerse algo decente, finalmente lo dejó recostado en la cama y salió sin hacer ruido al ver a Mu aun tirado sobre la mesa, sonrió de imaginar que frustrante debía ser para una persona tan tranquila como el caballero de Aries tratar con un desvergonzado como Kanon, no sabía qué tipo de broma sería la que el gemelo pudo hacerle pero… definitivamente y para sacar a Mu de sus casillas tenía que ser épica.

… … … …

En la habitación, Kanon aún estaba recostado sobre el respaldar, ya había pasado un buen rato y la tetera hacía ese ruido inconfundible, peor al no ver rastro de Mu por ningún lado, ni siquiera su cosmos se preocupó, tal vez no debería de hacerle caso a esas ideas raras, iría en ese mismo momento a disculparse con su compañero, así que a como pudo se levantó contra las indicaciones de medio mundo y a brincos llegó hasta la cocina donde lo encontró aún recostado sobre la mesa, se aproximó por su espalda y levantó unos mechones de su pálido rostro, revelando a su paso su delicado cuello, de nuevo su mente se turbio, entonces no eran solo ideas, su corazón comenzó a latir de una forma un poco acelerada y no pudo resistirse hasta acercarse lo suficiente para que su aliento hiciera cosquillas sobre su oreja, sonrió al verlo fruncir su ceño como si tuviera una pesadilla.

—Mu…—susurró tan cerca como para acariciar con sus labios la orilla de su oreja.

Al sentir las suaves caricias y escuchar su nombre a lo lejos, el ariano abrió sus ojos despacio, luego volteó su cabeza quedando peligrosamente cerca de un rostro que él perfectamente conocía, de un salto se levantó tirando a kanon contra el piso una vez más, pero esta vez tan fuerte como para hacer que el gemelo se desmayara del dolor, nervioso lo logró levantar y llevarlo hasta una clínica que su joven deidad había abierto en Rodorio.

… … … … …

Ahí, sentado con sus manos presionando cada lado de la cabeza, Mu negaba y esperaba impaciente la salida del médico de la habitación donde Kanon estaba inconsciente, de repente la espera se acabó cuando una joven enfermera salió para llamarlo e invitarlo a pasar. Con una pena enmarcada en su rostro se abrió paso hasta la orilla de la camilla.

—Mira—dijo Kanon levantando la sabana—me quitaron el yeso… pero ahora no podré ni poner un dedo del pie en el suelo…

— ¿Mu, cierto?…—llamó el médico mientras el asentía en silencio— ¿Qué fue lo que paso?—preguntó mientras llenaba unas hojas sobre una mesita—me pareció aclararle al señor Shion y la señorita Saori que este joven no debía moverse de la cama, solo para bañarse y hacer sus necesidades básicas…

—Pero doctor yo…él… usted no tiene idea de…

— ¿Usted lo cuida?—Mu asintió casi con pesar, mientras Kanon sonreía— ¿y usted es…?

—Su compañero…

—Entiendo—dijo el joven médico sonriendo.

—No… espere no me mal interprete… es mi compañero de armas—dijo para golpearse la frente—no, es decir no es mi pareja… es como mi…

—No lo empeores Mu—interrumpió el peliazul—es mi amigo doctor… aunque algunas veces quiera matarme a golpes—dijo mientras bajaba la voz.

—Porque tú te lo buscas… tú eres el único que…

—Disculpen…—interrumpió el medico con una traviesa sonrisa—Kanon… te quite el yeso para que la inflamación por el resiente golpe no te dañe la piel—señaló el pequeño moretón que se asomaba—pero deberás prometerme que no te moverás, aun estas delicado y una mala fuerza puede torcer más tu rodilla, así que cero flexiones, cero arrodillarse, cero fuerza, nada de subir y bajar gradas, no alces nada pesado… ¿entendido? ¿Ambos?—los dos asintieron—debes salir en silla de ruedas, que tengan un lindo día caballeros—dijo el joven estrechando la mano de los dos y saliendo al instante de la habitación.

Una vez solo con la enfermera que le esperaba con la silla de ruedas, el silencio reino el lugar, un par de miradas y un suspiro por parte del gemelo rompió el incómodo momento.

— ¿Será que si me llevas no me tiraras por la rampa de salida?—preguntó el peliazul levantándose de la cama.

—Si no me provocas… pues puede ser que hasta te cargue—sonrió para luego oscurecer su rostro tras la mirada lasciva de su amigo—basta…solo termina de pasarte y vámonos de aquí.

Kanon arqueó una de sus cejas, levantó sus hombros y con ayuda de la enfermera se colocó de nuevo la camisa y un suave pantalón, para luego sentarse en la silla y ser guiado por su compañero.

Ya era un poco tarde, y unas nubes oscuras marcaban un mal presagio desde la ventana.

… … … … …

Esa tarde llovió tanto que la caminata hasta las gradas de Aries significó una remojada total, empapados de pies a cabeza y con cara de pocos amigos el gemelo solo negaba mientras el lemuriano colocaba una de sus manos en su hombro para desaparecer y reaparecer en la casa de géminis.

—Dime una cosa Mu—dijo kanon mientras se pasaba de la silla de ruedas a un sillón— ¿Por qué demonios no pudiste tele transportarnos hasta acá desde el Hospital? Pudiste evitarnos esta… remojada…—espeto mientras se sacaba la camisa y la retorcía.

—No lo sé…—fue la respuesta corta y seca—por un momento…no lo recordé—terminó por regañarse mentalmente ante tal error.

—De verdad que…estas…—pero enmudeció cuando observó al pelilila despojarse de su camisa remojada y meterse en la habitación de Saga solo con su pantalón, pasó sus manos sobre su cabellera húmeda y cerró sus ojos—Vamos Kanon—pensó para sí mismo— ¿que acaso este claustro te está jodiendo la cabeza?—de nuevo ladeó su cuerpo para poder ver hasta la puerta de la habitación de su hermano, un fuerte rayo lo hizo perder el equilibrio hasta quedar de nuevo en el suelo y con las luces ahora apagadas por la descarga de energía.

— ¿kanon? ¿Estás bien?—pregunto el ariano saliendo de nuevo con ropa seca para el peliazul al escuchar el fuerte ruido.

—Sí, estoy en el… suelo, pero bien—habló empujándose con sus brazos hasta sentarse de nuevo en el sillón.

Mu se sentó a su lado, colocó dos velas en la mesa del centro, aunque aún era de tarde la lluvia había oscurecido casi por completo el firmamento, cuando terminó por encenderlas se levantó del lado del peliazlul y se refugió en el sillón sin perderlo un momento de vista.

—Si te quedas mojado te enfermaras…—dijo señalando las ropas secas que había dejado a la par.

— ¿No me ayudaras?

—Kanon…

—Bien… lo haré yo… gracias—dijo mientras con suavidad bajaba su pierna y se soltaba el pantalón—que bueno que el medico dijo que no debía moverme.

Mu retorció los ojos, se levantó y le ayudo a quitarse la camisa, luego el pantalón dejándolo en bóxer, pero algo no estaba bien, su corazón comenzó por darle una mala pasada, la cercanía de ese dragón marino lo comenzaba a poner nervioso.

—Toma—dijo lanzando la camisa sobre su pecho—creo que puedes solo con esto, prepararé la cena.

Aun con sus nervios crispados decidió entrar a la cocina llevando solo una vela como única luz, necesitaba alejarse de él, pensar con la mente en blanco, esa situación lo estaba comenzando a incomodar de una manera espeluznante.

… … … …

En el sillón kanon entrecerró sus ojos al verlo partir, ¿sería que sentiría lo mismo que él?, solo había una forma de saberlo y no perdería más tiempo con estúpidas bromas, no había mejor oportunidad que esa, así que sin pensarlo más se colocó el suave pantalón que el ariano le había traído y recostado en la pared, tratando de no recostar el peso en su pierna, se acercó a la cocina.

Cuando entreabrió la puerta lo encontró son sus manos sobre la mesa observando fijamente la luz de la vela, tratando de no hacer ruido se acercó a sus espaldas rodeándolo con sus brazos, lo sintió estremecer pero por alguna razón no se desvaneció como pensó que lo haría si lo sentía acercarse de esa forma.

— ¿Tú también lo sentiste verdad?—preguntó mientras recostaba su barbilla en su hombro.

— ¿Sentir? Yo… yo estoy confundido…

—Yo no Mu…ahora sé exactamente lo que quiero…

— ¿Y qué quieres?

—A ti…—dijo mientras lo giraba y atrapaba sus delgados labios con los suyos.

Por un momento se dejó llevar como si de eso dependiera su vida, la energía que lo recorría desde sus pies hasta el último de sus cabellos era extraña, diferente, fuerte, se soltó para recuperar el aliento y trató de empujar sin éxito al peliazul que lo mantenía entre la mesa y su cuerpo.

—Dejame…

—Si me dices que no sientes lo mismo lo haré—dijo el gemelo menor mientras acariciaba con delicadeza sus mejillas.

—No se… que es lo que siento—replico mientras apartaba su rostro y forcejeaba una vez más.

—Me gustas…—dijo besando su frente.

— ¡No es normal!—gritó exasperado al no poder liberarse de su prisión.

— ¿Qué es normal?

—No solo somos hombres…somos caballeros de Atena…yo…—pero un suave beso de parte del peliazul lo calló una vez más—Basta—dijo derramando un par de lágrimas en sus mejillas.

—No puedo detenerme Mu... puedes pedirme cualquier cosa, pero no que detenga, no ahora…

—Kanon…no… yo—dijo en un hilo de voz al sentir las manos del griego invadir bajo su camisa, sobre su torso, en su vientre, cada vez más abajo, cerró sus ojos y dejó escapar un gemido entre sus labios, se rindió, se aferró al peliazul como si quisiera fundir su cuerpo con el de él— ¿Por qué no puedo detenerlo? ¿Por qué no puedo simplemente… desaparecer?—tantas ideas en su cabeza sumadas a las caricias suaves de aquel hombre que lo besaba con devoción en su boca, en su cuello, dejando a su paso pequeñas marcas rojizas en su pálida piel. De nuevo sus labios se encontraron pero esta vez se separó al escuchar un quejido de parte del peliazul.

—Tu rodilla… te estas lastimando

—No me molesta—dijo mientras apartaba un mechón lila de su sonrojado rostro y besaba cada uno de sus puntos.

—Te pondrás peor…

—Si con eso consigo que tú me cuides… sería capaz de perder la pierna completa.

—No sabes lo que dices… —se soltó con suavidad del peliazul y colocó el brazo de este sobre sus hombro, despacio lo guio hasta la habitación y con delicadeza lo colocó en la cama.

Ambos guardaron silencio por un rato, uno de pie y el otro acostado, parecía que ese detalle se hacía costumbre después de cada uno de los extraños encuentros. El pelilila suspiró y se decidió a salir de la habitación pero las manos fuertes del griego le sujetaron la muñeca una vez más.

—No te vayas—dijo mientras tironeaba de su brazo y lo sentaba a su lado.

—P-p-pero… yo…—trató de hablar pero los labios del dragón marino callaron cada palabra.

Entre besos y caricias logró recostarlo y apoyar su peso contra el cuerpo del ariano que bajo la confusión y las tremendas sensaciones que el otro le promulgaba no podía hacer otra cosa más que dejarse hacer.

Con su ceño fruncido sintió las fuertes manos del marina introducirse bajo la tela suave de su camisa, abrir con rapidez cada botón que le impedía recorrer ese pecho forjado tras cada batalla, sus manos aun torpes al tacto atinaban a acariciar los forzudos brazos del peliazul que lo devoraba poco a poco, cerró sus ojos pero los abrió de golpe al sentirse invadido en la proximidad de su sexo.

—No… —logró decir entre jadeos mientras el pealiazul comenzó por desabotonar su pantalón—basta …—cuando paso su mano sobre su ya abultada entrepierna—no debe…—un beso para callarlo, otro para demostrarle que ningún ruego lo salvaría.

—Me gustas…—susurró en su oído mientras delineaba su torso con su boca—no sé porque aceptaste esta absurda idea de cuidarme—continuo mientras bajaba el zipper para dejar al descubierto su ropa interior—pero…eres… perfecto—termino mientras retiraba la última barrera y con su lengua acariciaba su delicado miembro a punto de explotar de excitación.

Mu sujetó con fuerza los pliegues de la cama hasta casi perder el sentido cuando el aliento caliente del griego absorbió con deseo cada centímetro, cada espacio, con delicadeza, luego con desespero, frunció el ceño de nuevo cuando sintió con una de sus manos rozó cerca de su intimidad.

— ¿Qué haces?—preguntó casi sin aliento mientras se sostenía en sus codos y observaba con sus esmeraldas ya acostumbradas a la oscuridad la sonrisa del peliazul.

—Tranquilo… solo relajate…

— ¿Acaso ya has hecho esto?

—Tal vez…

— Eres un…—dijo entre cortado mientras sentía uno de sus dedos estimularlo de una manera imposible de resistir—Ka…non…—gimió entre dolor y placer al sentir otro más.

—Te deseo… —exclamó mientras escalaba hacia su boca y se abría espacio entre sus piernas, sonrió al no obtener resistencia de parte del ariano, cerró sus ojos al entrar poco a poco a la estrecha cavidad que lo recibía, y de la misma forma invadió la pequeña boca del pelilila que dejaba escapar una par de lágrimas y se sujetaba con fuerza de su espalda.

¿Dolor?… no, no era dolor… ¿placer? , si pero un placer masoquista, un placer prohibido, ¿acaso vivir en ese claustro lo había hecho pecar de esa forma? ¿Amar? ¿Necesidad? ¿Cuál sería el verdadero detonante de ese comportamiento tan poco respetable? ¿Estocolmo? ¿Estaba certera la palabra?… diciendo que ¿pasar tanto tiempo encerrado con una persona en un lugar podía provocar ese tipo de sentimientos?, el pelilila cerró sus ojos bajo ese torbellino de emociones, no tardó en derramar su esencia sobre sus vientres bajo las agiles caricias del peliazul, un vaivén de caderas a un ritmo perfecto, un beso en su cuello que marcó el fin de aquella danza de placer bajo aquel aguacero, con la fuerza de los truenos permitiéndole gemir en cada estocada de aquel hombre que suspiraba en su oído con su ronca voz algunas palabras de cariño, o tal vez deseo, no sabía en realidad pero el timbre de su voz era suficiente para hacerlo sentir la sangre recorrer desde su corazón hasta la punta de su ya de por si excitado miembro, las gotas de sudor cubrían su frente obligando a su flequillo a pegarse de una manera dulce, casi inocente—lo siento—pensó por un momento mientras se perdía en las esmeraldas del griego que juntaba su frente con la suya para descansar de la dura faena— ¿pero porque lo siento?—pensó de nuevo— ¿por no poder hacerlo una vez más? o ¿por haber sido tan fácil?.

Kanon se retiró y se recostó sobre su espalda dejando a un lemuriano muy confundido a su lado, trató de acariciar su rostro pero el pelilila simplemente le dio la espalda.

— ¿Qué pasa?—pregunto un poco contrariado por el reciente encuentro.

—Nada…—contesto entre lo que el griego pudo deducir como sollozos.

—No debes sentir pena… solo tú y yo…

—Solo… quiero dormir—dijo levantándose con torpeza y tomando entre penumbras su ropa para salir de esa habitación—no digas nada… olvidemos esto…—salió rápidamente en silencio dejando ahora a Kanon confundido.

"Lo hecho… hecho esta… no hay vuelta atrás. Ahora solo queda afrontar lo que viene… pero si estas a mi lado… todo será más fácil"

… … … …

Esa noche, ni el cansancio los hizo dormir, cada uno en una cama se daban vuelta , fijaban su vista a la ventana, movimientos sin querer simultáneos, una ducha, un par de lágrimas más, cerraron sus ojos sin querer que llegase el siguiente día para darse cuenta de la dura realidad, uno por que sentía que había cometido el peor de los pecados y el otro porque sus emociones le habían ganado a su sensatez y no sabía cuánto daño habría hecho a su compañero.

… …. … …

Los rayos del sol marcaban con delicadeza el comienzo del día, casi sin poder pegar un ojo el resto de la noche, el ariano había decidido quedarse un rato más en la dura cama del gemelo mayor, pero muy pronto una grata sorpresa lo haría salir de su refugio para afrontar la realidad.

— ¡Hola!

Esa voz…

— ¿Hay alguien en casa?

— ¡Hermano! Que sorpresa regresaste antes…

Esa otra voz…

—Saga… Kanon—musito mientras abría sus ojos, se incorporó para salir de la habitación pero antes de girar la manija de la puerta se recostó sobre esta, ¿Cómo haría para verle el rostro a Kanon? O peor aún ¿a Saga?, sentía que con solo un gesto este último sabría a la perfección lo que había ocurrido, suspiró, se llenó de valor, abrió la puerta.

… … … …

En la sala, Kanon escuchaba atento a su hermano mientras le explicaba cada detalle de la misión más tonta que Shion pudo haberle asignado junto a Aioros, de repente la puerta sonó, inmediatamente sus verdes orbes se dirigieron hacia el pelilila que caminaba cabizbajo hasta la sala.

— ¡Mu!—saludo Saga a su temporal inquilino—debes estar desesperado por irte—dijo mientras servía una taza de café a su compañero de la primera casa.

Estaba ahora no sé… —pensó—claro… no te lo imaginas—sonrió finalmente.

—Bueno, cuando gustes puedes regresar a tu templo… creo que puedo hacerme cargo de este cascarrabias—replico el gemelo mayor mientras daba unas suaves palmadas en el hombro a su compañero y se sentaba a su lado.

—Claro… solo recogeré mi equipaje y… me iré

—No te estoy echando Mu… pero es que te veo ojeroso y algo cansado.

—No he podido dormir en tu cama… es algo…dura

—Hubieras dormido con Kanon… es un lirón.

Inmediatamente un rosado se apoderó de sus mejillas mientras trataba sin éxito de refugiarse tras la taza de la que bebía, Kanon sonrió y le guiño el ojo sonrojándolo aún más si era posible.

—Debo irme…—susurró nervioso mientras entraba de nuevo al cuarto y empacaba lo que traía con él, se despidió de ambos con rapidez, un apretón de manos y un inexplicable dejo de nostalgia con el que se encaminó hasta su templo.

—Te quiero—escuchó en su cabeza una vez más antes de apurar su paso y dejar escapar una vez mas una delicada lagrima sobre su mejilla.

continuaraaa