Disclaimer: Naruto no me pertenece, ni sus personajes. Son de Masashi Kishimoto.

Aviso: Este fic participa en el Reto especial: Regalos de San Valentín.

Quinientas palabras.


Las vendas que cubrían sus manos estaban manchadas de sangre y sudor, y contrastaban con las rosas silvestres que tomó del campo apenas unos minutos. Era un regalo tonto. Rock Lee no tenía mucho dinero, y el que ganaba en misiones lo usaba para sus gastos básicos y apenas y le quedaba para gastarlo en ocio. No notó el cambio progresivo de las calles de Konoha, quienes se vestían de globos y corazones conforme febrero pasaba. Un día alzó la mirada y se encontró con el rojo y el blanco inundando sus pupilas, con parejas paseando bajo el influjo de Eros y embriagados de chocolate. No era una fecha a la que le prestara atención. Vivía haciendo ejercicio, corriendo de un lado al otro, siendo tan risible y tan raro que apenas y ponía atención a los demás. Tampoco era un antisocial, pero sabía que era diferente.

Se había enamorado de pronto y sin aviso, como una lluvia de junio que empapa la tarde y se escurre toda la noche hasta escampar en la mañana. A veces se encontraba pensando en que le gustaría ser atractivo, y no un payaso que hacía reír con el grosor de sus cejas y su licra verde. Escuchaba los murmullos de las chicas y las ofensas de los hombres, y trataba de que no lo dañaran y de sonreír más para que su corazón no se manchara con otra herida. No le importaba que todas lo miraran, sólo quería que ella lo viera. Que se diera cuenta de que había algo más detrás de aquellos ojos de loco y esas poses ridículas que hacían que otras mujeres le tuvieran lástima y un poco de miedo. Tenía temor de decirle lo que sentía y que ella lo rechazara. Que marzo pasara corriendo bajo su ventana y a él no le diera tiempo de dejar de llorar. Que agosto regresara y él se sintiera más extraño y subnormal que nunca. Entonces —quizás— se despertaría a mitad de octubre con la frente manchada de sueño, con los cabellos pegados a la nuca y pensaría que hizo mal en declararse. Y no quería que eso pasara porque no deseaba arrepentirse de sentirse enamorado y enfermo de ternura, porque sentirse miserable con el amor haciendo corto circuito en el cerebro era la muerte más bella y más preciosa que alguien podría tener.

Caminó hacia ella, con las rosas temblándole en la mano, decidido a soportar el rechazo y sentirse feliz si al menos ella las aceptaba y las ponía en un jarrón en el comedor. Caminando hacia ella, de pronto se sentía como una pluma que cae al piso, con la sinfonía del aire sonando en los oídos sordos del recuerdo, tan simple y tan débil. Tan innecesario. Una pieza prescindible de la vida de ella y de los demás. Con las mejillas sonrojadas y al borde del colapso, le abrió el pecho soltando palabras nerviosas que rozaban en la ternura.

—Seguramente no soy tu tipo, pero me gustas.


Hola. Creo que esto me quedó raro. En fin. Espero sus comentarios si así lo desean, cualquier corrección o duda, háganmela saber. Ignoren el título xD que no se me ocurrió nada más.