Bajo el mismo techo

1: Los buenos momentos no son para siempre


Se podría decir que ella envidiaba demasiado la vida perfecta de su mejor amiga Hinata. Ella tenía el esposo perfecto, la casa perfecta, la mejor familia del mundo y ahora llegaría a su vida un pequeño regalo que le esperaba dentro de poco, una linda niña a la que nombrarían con el nombre de Himawari.

En cambio ella era una mujer soltera que vivía sus recién cumplidos 25, soltera, viviendo en una pequeña casa y sin muchas expectativas que la complementaran adecuadamente. Se dedicaba a trabajar en un local de repostería ya que su pasión eran los pasteles y tartas, ella aceptaba que el lugar tenía buena fama, gracias a ella.

Al salir del trabajo se encaminó apresuradamente a su automóvil con rumbo hacía su hogar, un poco molesta debido a que Hinata se había tomado la libertad de arreglarle una cita a ciegas con una persona, las insistencias de su mejor amiga por buscarle una pareja no cesaban.

Al llegar tuvo las enormes ganas de reclamarle a través del celular, pero se contuvo enormemente, se dirigió hacía su armario, poniéndose un vestido un tanto llamativo, que le llegaba hasta las rodillas y de tirantes, se veía hermosa. Adhirió unos toques de maquillaje a su rostro y se dedicó a esperar a su futura cita, pero pasaron más de 45 minutos, parecía que no iba a llegar.

Esperó enfadada hasta que se escuchó el timbre sonar.

Estaba nerviosa, según Hinata era alguien que ambas conocían ¿quién sería?

Trató de tranquilizarse, se detuvo frente a la puerta y sonrió ampliamente para después abrirla y encontrarse con…

Sasuke Uchiha.

Su sonrisa poco a poco se estaba borrando, ella a comparación de él estaba demasiado formal, ya que Sasuke simplemente vestía con una chaqueta oscura y unos pantalones, realmente no se veía para nada preparado.

Se llevó una ligera sorpresa al encontrarlo ahí, ¿él sería su cita? Estaba completamente segura de que así era. Sasuke se giró lentamente para observarla con sumo desinterés.

– Hey –saludó con sencillez y Sakura sintió que no debía mostrarse tan decepcionada.

– Hola, ¿nos vamos? –inquirió comenzándose a desesperar por la expresión del hombre que tenía frente a ella–. He reservado en un gran lugar que tal vez te guste.

– Si, está bien –respondió sin más.

– Bueno, hay que apresurarnos si no queremos perder la reservación –decía y añadió en un pequeño susurro–. Ya que has llegado tarde…

No se esperaba nada de esto, sus planes se estaban arruinando mucho más de lo que ella estaba imaginando, definitivamente iba a matar a Hinata cuando la viera, no podía ser posible que tratará de hacer que ella saliera con Sasuke, alguien que daba mucho de qué hablar siempre. A Sakura no le parecía nada agradable aquella idea.

Cuando salieron por el frente del jardín se entretuvieron de momento, Sasuke la había ido a traer, pero en moto, Sakura no podía subir a ella ya que llevaba un vestido puesto, incrementando su exasperación

– Mejor vamos en mi auto –propuso forzando una sonrisa mientras que Sasuke se encogía de hombros.

– Está bien.

Una vez dentro, ambos quedaron en completo silencio. En realidad era más incómodo de lo que imaginaba. Ella estaba a punto de decir algo pero el teléfono de Sasuke interrumpió de golpe, él la miro con una pequeña insistencia para que ella continuase.

– ¡Eh! Puedes contestar, no hay problema –decía mientras el teléfono seguía sonando.

La supuesta cita estaba comenzando de lo peor, pero ella esperaba a que todo cambiase aunque sea cuando llegaran al restaurante, pero si Sasuke se mantenía en ese plan de estupidez, tal vez todo cambiaría.

Sasuke respondió el teléfono esbozando una sonrisa.

– ¿Qué hay? –saludó con mucho más ánimo a la persona que estaba del otro lado del teléfono–. No, no estas molestando, dime.

Sakura rodó los ojos, la voz de Sasuke había cambiado, seguramente se trataba de alguna de sus conquistas, se notaba más entretenido en el teléfono que en ella.

– ¿Qué hora te gustaría que fuera? –lo escuchó decir–. Puedo a las 10… o antes.

¿Había escuchado bien? Perfecto, era el colmo, Sasuke era de lo peor que había conocido. Cuando Sasuke terminó de hablar y colgar, volvió a sus expresiones indefinidas, tampoco se le veía convencido de salir con Sakura.

– ¿Y bien? –preguntaba ella.

– Podemos irnos, si quieres –dijo notándose demasiado ecuánime.

¿Pero qué clase de idiota era? Definitivamente ese hombre no estaba ni siquiera interesado en esa cita, mucho menos en ella.

– ¿Sabes qué? Esto no esta funcionando –decía Sakura explotando de una vez por todas–. Creo que esta cita no resultará en nada bueno.

– ¿Así? ¿Por qué piensas eso? –preguntó pero no por tener duda si no por decir algo.

Sakura le miró furiosa.

– Es obvio que no te agrada la idea, ni como a mi me gusta esto –decía con el mismo estado de ánimo–. Creo que tienes mejores planes.

– Tengo que ir a ver a alguien que esta enfermo –se excusó con hipocresía.

Eso ni quien lo creyera, ella dejó escapar un suspiro de frustración.

– Oh claro, seguramente la curaras con tu pene mágico –espetó sorprendiendo a Sasuke y comenzando a salir del auto.

Sasuke estaba sorprendido por el carácter de esa mujer, no se veía contenta con la idea de tener una cita con él, pero digamos que él tampoco se encontraba en las mismas condiciones. Su mejor amigo Naruto le había arreglado una salida con una mujer, pero no pensaba que se tratara de ella, tuvo que aceptar sin oponerse ya que Naruto le había hecho un favor hace unos días. De mala gana pero ahí estaba.

– ¡Sal de mi auto, descarado! –decía ella abriendo la puerta de Sasuke y prácticamente echándolo a patadas de ahí sin que éste dijera palabra alguna.

Esa había sido la peor salida de toda su vida, lo juraba ¿cómo se atrevía aquella pareja al tener semejante plan bajo sus manos? A Sakura nunca le había agradado Sasuke, ya que su personalidad era completamente diferente de la de ella, no entendía lo que pasaba por la mente del Uchiha y nunca lo haría, prefería pasar de él.

Sasuke no estaba para nada interesado en una mujer tan responsable y tan cerrada como Sakura, gracias a Naruto la había conocido y desde que eso había ocurrido no recordaba haberla visto con algún hombre o algo por el estilo. Para él Sakura era una persona aburrida y simplona.

Y esa noche fue la peor para ambos, Naruto y Hinata iban a pagar por ello.


Naruto y Hinata se habían casado no hace más de un año y tanto Sakura como Sasuke se llevaron una enorme sorpresa al saber que ella estaba embarazada y que tendrían una hermosa hija, se miraban constantemente ya que ellos eran sus mejores amigos, por consecuente también se encontraban entre ellos, despreciándose mutuamente.

Paso un año entero en agonía para ambos, mientras Sakura visitaba frecuentemente a la joven pareja, conocía y cuidaba a Himawari, una encantadora niña que en poco tiempo cumpliría un año y que poseía facciones muy parecidas a ambos padres, era hermosa como su madre y demasiado curiosa como su padre.

Cada vez que iba a la residencia Uzumaki, estaba Sasuke bebiendo una cerveza y armando un alboroto con alguna mujer. Sus modales le desagradaban, parecía no importarle nada. Sakura siempre le miraba con reproche y éste la molestaba cada vez que se presentaba la oportunidad perfecta.

En cualquier reunión familiar estaban ambos. Siempre.


Como se trataba del cumpleaños de Himawari, la Haruno había decidido auxiliarlos para preparar un delicioso pastel para la niña, sería su primer año de vida y estaba demasiado feliz por ella y por sus padres.

– ¡Se ve delicioso Sakura-chan! Espero que a mi hija le guste tanto como a mi me fascinan tus postres –exclamaba Naruto mientras ingresaba a la casa con muchos regalos en los brazos–. Creo que hoy será el mejor día de todos.

– Gracias, espero que le guste y que a los invitados también –respondió con una enorme sonrisa mientras se dedicaba a añadir los últimos detalles al pastel de colores–. ¿Dónde esta Hinata? Quiero que me ayude a cargar esto.

– Sakura –llamaba Ino desde el umbral de la puerta–. ¿Acaso Hinata no te dijo? Creo que esta buscando la próxima víctima para que sufra contigo en una cita.

Ante tal confesión, Sakura frunció el ceño disgustada por lo preocupaba que se sentía su Hinata al notar que su mejor amiga no tenía pareja desde hace mucho tiempo. Casi se ponía roja de la vergüenza al recordar que la última persona con la que había salido era el idiota cabeza hueca de Sasuke.

– ¡Le he dicho muchas veces que no deseo que arregle mis citas! –dijo haciendo un pequeño escandalo en la cocina, Naruto e Ino reían a carcajadas.

Cuando Hinata ingresó miró con los nervios de punta a Sakura, esbozó una ligera sonrisa mientras jugaba con sus dedos, no se atrevía a encarar a la Haruno, cuando ella estaba enfadada nadie podía hacerlo.

– ¿Mejor ayúdame quieres? Creo que ha llegado la hora de que festejemos como debe ser el cumpleaños de tu pequeña –dijo suavizando sus facciones, especulando que la Hyuga había escuchado la conversación.

Hinata asintió con los ánimos renovados mientras salían al patio comenzando a cantar, la pequeña Himawari les miraba con intriga y no perdía de vista el hermoso pastel que se acercaba a ella, todas las miradas de los familiares y amigos se posaban en la pequeña, todo mundo tomaba fotos y cantaban el primer aniversario de la niña.

– Vaya, hasta que veo que no estas enfadada, como siempre –decía Sasuke acercándose a Sakura y los demás, con una cerveza en mano, obviamente burlándose de ella.

Habían terminado de cantar y Sakura pareció ignorar el comentario del Uchiha.

– No pensé que llegarías, sueles ser demasiado irresponsable –comentaba mientras servía pastel a los invitados.

– Es un día especial, lo vale –respondió y se dirigió a Naruto–. ¿No vas a querer una cerveza, inútil?

– No me vendría nada mal ahora, estúpido –Naruto sonreía de oreja a oreja trayendo consigo una cámara carísima y de última tecnología–. Pero antes, quisiera tomarles a ambos una foto junto con Himawari.

Ambos jóvenes suspiraron disgustados por la petición de Naruto, pero sin más se acercaron, usaron la mejor cara que pudieron para la foto y junto con la pequeña se vislumbró un flash por parte de la cámara. Cuando terminaron volvieron a sus típicas facciones.

– Sakura, creo que te vez demasiado bien –decía Hinata con las mejillas sonrosadas–. Siempre sales hermosa en las fotos…

– Sólo en fotos no te emociones –intervino Sasuke comenzando a fastidiarla haciendo que la sonrisa que había dibujado Sakura se borrara inmediatamente.

– Nadie pregunto tu opinión –respondió comenzando así una pelea interminable.

La fiesta había sido justo como lo habían planeado, Himawari recibió un sinfín de regalos y se veía demasiado alegre jugando con todo lo que podía, por lo menos ella estaba disfrutando de su vida sin complicarse en ningún momento.


Los siguientes días transcurrieron como comúnmente solían hacerlo, todos y cada uno optaron por realizar sus actividades cotidianas, Sakura estaba animada mientras miraba embelesada a uno de sus clientes, un elegante pelirrojo que la visitaba por las mañanas, para pedir algún bocadillo.

– Déjeme adivinar –interrumpió cuando lo vio llegar–. Desea un café expreso de vainilla y un bocadillo de canela.

El joven sonrió ante la inteligencia y buena memoria de la persona que tenía delante de ella.

– ¿Cómo lo sabía? –inquirió galante y una sonrisa serena–. ¿Tan predecible soy siempre?

Sakura se sonrojó sintiéndose levemente nerviosa, finalmente se había atrevido a hablarle.

– Por ser un cliente frecuente le obsequio un pequeño boleto para participar para un desayuno completo gratis–. Decía con las mejillas tibias y una hermosa sonrisa.

– Me parece muy bien ¿Sakura? –comentaba con un gesto encantador dejándola sin aliento, sabía su nombre por el gafete que portaba, sacando una pequeña tarjeta e ingresándola en el contenedor de papelillos para la premiación–. Mi nombre es Sasori, espero poder ganar o por lo menos eso quisiera.

Era obvio que estaba cotilleando con ella, dejando la impresión de que probablemente él le pedía que le llamara en cuanto encontrara su número, la excusa perfecta.

Sakura recibió el dinero entontecida, entregándole la compra al pelirrojo mientras él se despedía con un ligero gesto y agradecía por la constante atención de la Haruno.

Cuando ella lo perdió de vista, se dirigió rápidamente a la cajita de papeles donde Sasori había dejado su papelillo.

– Tranquila, tienes tiempo para buscarlo –decía una de sus ayudantes riendo por lo bajo–. No tienes de qué preocuparte.

– Necesito encontrarlo y llamarlo, es la oportunidad perfecta que no debo desaprovechar, ¿entiendes? Desde la primera vez que vino… él me ha llamado la atención demasiado.

– Pues entonces llévate los papelillos y busca el número del joven.

Exacto, era la mejor idea que le podían dar.

Esperó impaciente a que terminara su jornada, cuando llegó a su casa se despojó rápidamente de sus ropas, yendo directamente a la tina que le aguardaba una deliciosa y relajante ducha, acercó el teléfono y comenzó a teclear algunos números equivocándose constantemente.

– ¿Desde cuando hay tantos Sasoris en la ciudad? –se decía a sí misma lamentándose por todo.

No se dio por vencida hasta marcar el último número que estaba ahí, todo iba perfecto, hasta que respondió una voz del otro lado del teléfono.

– ¿Hola? Habla Sakura de la repostería, quería saber si eres el Sasori que atendí esta mañana porque he marcado todos los números y…

Otra llamada en la línea interrumpió sus labores.

– Espere un momento –dijo cuando transfirió la llamada.

– ¿Usted es un pariente cercano de Naruto Uzumaki y Hinata Hyuga? –decía una voz con seriedad y ella se extrañó por aquello.

– Si, ¿por qué?

Se escuchó un silencio sepulcral.

– Ellos han sufrido un accidente –dijo la voz de una mujer enmudeciendo a Sakura al instante–. usamos como referencia éste número ya que era el único que estaba en las identificaciones de ambos.

¿Un accidente? Muchas cosas horribles pasaron por su mente, entre ellas sus mejores amigos y… ¡un momento! Himawari iba con ellos.

– ¿Qué les ha ocurrido? –preguntó perdiendo los estribos.

– Ellos murieron.

Su corazón dio un vuelvo enorme, un cambio drástico de sus emociones.

– ¿Y… la bebe? ¡Ella iba con ellos! –exclamó totalmente preocupada.

– Afortunadamente ella esta bien y necesitamos que venga por ella, es necesario que lo haga.

Un inquietante alivio se apoderó de ella pero aún así se sentía devastada, las lágrimas de sus ojos comenzaron a caer precipitadamente, muchas cosas atravesaban su mente y la golpeaban fuertemente.

– Voy para allá.

Los padres de Himawari estaban muertos y ella… ¿qué sería de ella ahora que estaba huérfana? No quería saber qué es lo que le iba a ocurrir. Su vida había dado un giro totalmente inesperado y no sabía qué ocurriría, le aterraba saberlo.