Emmett pvo

Era sábado en la noche, tenía una cena para cerrar un acuerdo, aunque bueno no era un acuerdo cualquiera, era un acuerdo para conocer a la que sería mi futura esposa. Suspiré, en fin empezaré desde el principio.

Mi padre había fallecido hacía unos meses, y en su testamento había dejado la voluntad de que yo no heredaría la empresa y el legado familiar sin haber contraído matrimonio antes, tenía 1 año para hacerlo. No tenía intención de casarme, pero si era la única manera de hacerlo, no me quedaba de otra.

La reunión era porque supuestamente habían concertado mi matrimonio desde que era un niño, con Rosalie Hale, era la hija de uno de los socios de mi padre, el más cercano, había coincidido con ella un par de veces, pero hacía tanto que no la recordaba, era unos cuantos años menor que yo. Suspiré de nuevo y anudé mi corbata mientras me miraba al espejo.

-Déjame a mi, cielo.-Mi mamá hizo que me girara.-Y cambia esa cara, ¿si? No es como si una tragedia está a punto de suceder.-Puso los ojos.

-Madre...-Suspiré.- Voy a casarme.-Hice un gesto despectivo.-Y sabe Dios con quien.-Me quejé.

-Rosalie es una chica muy inteligente y guapa. ¿No la recuerdas?-Alzó una ceja.- Cuando estaban pequeños jugaban juntos.

-No má... O déjame ver...-Pensé.-¿Era rubia con frenos?

-Si.-Asintió.-¿Ves? cómo si la recuerdas.-Sonrió ella.

-¡Mamá! Era una niña horrible.-Me quejé.-Toda una cerebrito.-Recordé que era una enana rubia, flaca y llorona. Además de que usaba unas gafas espantosas.-No quiero hacer esto.-Supliqué.

-Si no lo haces... Tu tío se quedará con todo.-Me recriminó.-Además ella ha cambiado mucho. Seguro les saldrán unos bebés hermosos.-rió.

-¡Madre!-suspiré.-No sabemos si quiera si ella aceptará el trato...

-Tal vez sea difícil al principio.-pensó.-Pero seguro que acaba bien, Rosalie es una buena chica, no desobedecerá la voluntad de sus padres.-Yo suspiré de nuevo.-¡Vamos, hijo! Termina y vete, ya debe de estar llegando.

-Adiós, ma.-me despedí con un beso en la mejilla.

-Adiós, hijo.-sonrió.-Te esperaré despierta, quiero saberlo todo, aunque si no vas a llegar a casa tampoco pasa nada.-Río.

-Mamá por dios.-dije antes de cerrar la puerta y encaminarme al coche. Nuestros padres habían organizado la cita en un restaurante de la ciudad.

Llegue al restaurante, y pregunté por Rosalie Hale en la entrada, y vaya no esperaba lo que vi. Se veía bastante artificial, y no era que me quejara, había estado con varias mujeres así, pero no era como mi madre la había definido.

-¿Emmett?-me miró y me preguntó.

-¿Rosalie?-dije incrédulo.

-¡Oh Dios mío!-dijo levantándose.-¡Que ganas tenía de verte!

-¿Enserio?-alcé las cejas, confundido. Ella sonrió y se tiró a mis brazos, esto definitivamente era muy raro.

-¡Sí! ¡Estoy deseando empezar con los preparativos!

Decidí quedarme un rato más, nada me cuadraba, mamá decía que era muy inteligente y la Rosalie que tenía en frente era de todo menos eso. Suspiré, la cita fue un completo desastre. Ella se despidió prometiendo llamarme y yo rezando para que no lo hiciera.

No iba a irme a casa ahora, después de este desastre decidí ir a un bar a pensar que le diría a mi mamá.

Me senté en la barra y pedí un whisky doble.

Le di una rápida mirada al lugar. No vi nada interesante excepto por esa pareja de chicas que estaba unos metros atrás. Las dos eran rubias. Solo que una llevaba el pelo corto y la otra largo. Ésta última llevaba un vestido ajustado que marcaba muy bien sus curvas. Mientras que la otra chica tenía un look más tomboy. Quizás eran pareja porque se habían acercado un par de tipos y la rubia de cabello largo los había rechazado. Desde mi ángulo no podía ver su rostro. Decidí ignorarlas y pedí otro trago.

Al cabo de unos minutos una chica se sentó a mi lado de la barra. Decidí ignorarla hasta que escuché su voz cuando pidió un martini. Tenía una voz sensual y un marcado acento británico. Ya no pude más con mi curiosidad y decidí voltear a verla. Y fue ahí que me di cuenta que se trataba de la misma chica rubia de cabello largo que hace unos minutos se encontraba atrás. Me perdí en su belleza. Parecía una barbie, sus ojos celestes destacaban con su pálida piel, seguro que era suave, sus labios estaban pintados con un labial rojo, y daban ganas de besarlos, bajé un poco más y disimuladamente miré su escote,perfecto, justo después ella habló.

-¿Nos conocemos?-Preguntó curiosa mientras sonreía. Deslumbrándome aún más. Hasta ese momento no había sido consciente de que me había quedando viéndola embobado.

-Lo siento.-reí avergonzado, y bebí de mi trago. Ella rió restándole importancia.-Y no, si nos conociéramos no me habría olvidado de ti.-Ella sonrió. Tenía curiosidad por preguntarle por su amiga, si estaban juntas, aunque no lo parecía...si no, no estaría aquí coqueteando, porque lo estaba haciendo ¿no?-¿Cómo decías que te llamabas?-sonreí coqueto.

-No te lo había dicho.-sonrió.-Rachel.-dijo de repente, casi preguntándoselo.

-¿Segura?-pregunté divertido.

-Si.-dijo y rió.-Creo que he bebido demasiado.

Yo sonreí.-¿No eres de aquí verdad?

Ella negó.-Soy de Londres.

-Supuse que eres británica. ¿Y que te trae por aquí?

-Negocios y mi familia.-Respondió haciendo un mohín. Decidí no ser cotilla y omitir su reacción. Tal vez no se llevaba bien con ellos pero sería inapropiado preguntar.

-¿Osea que vas a quedarte un par de días?

-Algo así.

-¡Perfecto! Puedo mostrarte la ciudad.-Ofrecí.-Claro, si a tu "amiga" allá no le molesta.-Desvié mi mirada hacia la otra chica que nos veía mientras bebía de su cerveza.

-¿Qué estás insinuando?-Preguntó divertida.

-Nada... Es que por un momento creí que eran algo más... Pero no lo son ¿verdad?-Pregunté inseguro.

Ella se aguantó la risa.-Descuida, tenemos una relación abierta.-Sonrió pícara y acarició uno de mis brazos.

Eso me puso caliente.

-Perdón... No me he presentado soy...-Ella puso uno de sus dedos sobre mi boca.

-No es necesario que te presentes, me basta con lo que veo.-Sonrió satisfecha.-Así que dejemoslo así.

Esta mujer me estaba poniendo realmente caliente.

-¿Te apetece que nos vayamos de aquí, es un sitio bastante agobiante?-dijo mirándome divertida mientras acariciaba mi brazo. No pude contestar, simplemente me acerqué a ella y la besé, dándole a entender que me iría donde fuera con ella. Y Dios mío si pensarlo era delicioso, besarla realmente había sido sublime.

-¿Eso es un si?-dijo divertida al separarnos. Reí y asentí.

-¿Has venido en coche?-preguntó y yo asentí, miré hacia su amiga de nuevo. Ella rió.

-No va a molestarle.-rió, levantándose y tiró de mí hacia la salida. Momento que aproveché para ver mejor su cuerpo. Tenía un culo de 10 además de ese par de piernas largas esbeltas. Definitivamente esta noche la pasaría de lo lindo-¿A donde vamos?-preguntó sensual con ese jodido acento.

-¿Te parece un hotel?-dije rápidamente tras ayudarla a subir al coche. Asintió. Y así conduje hasta el hotel más cercano, porque mi erección estaba comenzando a crecer.

En el ascensor no pude resistir más y la acorralé, comencé a besarla y tocarla.

Ella rió ante mi impaciencia. En eso la puerta del ascensor se abrió y me las arreglé para cargarla en brazos ante su sorpresa y llevármela lo más rápido hacia la suite.

Una vez dentro la dejé sobre la cama y empecé a desnudarla mientras la besaba y seguía recorriendo su exquisito cuerpo. De repente ella cortó el beso y me apartó de su cuerpo. ¿Pero qué carajo...?

La vi sorprendido y esperando una explicación. Esta condenada mujer no podía dejarme así.

-Tranquilo.-Se mofó ella de mí.-Tú aún tienes demasiada ropa.-Me reprochó cruzándose de brazos. Tenía razón, ella ya estaba en nada más y nada menos que unas bragas de encaje, mientras que yo, lo único que me había quitado, eran los zapatos.

Yo reí aliviado, así que me senté en la cama apresurado y me saqué los calcetines. Me deshice de la chaqueta y ella me quitó la corbata y empezó a desabotonar mi camisa. No pude evitar jugar con sus senos y sus pezones. Así que me dirigía a besarlos y saborearlos. Eran suaves y pequeños. Tal y como me gustaban.

Con lo que hacía la desconcentré un poco con su tarea. Momento que aproveché para nuevamente tumbarla contra el colchón y le saqué las bragas. Necesitaba hacerla mía ya. Con urgencia desabroché mis pantalones y los bajé con todo y mis bóxers, liberando por completo mi erección.

Ella jadeó y la sentí tensarse. Pero eso no me detuvo seguí besándola con pasión. Sin embargo, ella puso una de sus suaves manos contra mi pecho. Y sentí que me empujaba.

No, no otra vez no. No pararía.

-¡Oye tú!-Cortó el beso y sentí que me empujó, incluso sentí el roce de su rodilla contra mi entrepierna.

-¿Qué pasa ahora, muñeca?-Pregunté entre dientes pero sin moverme un solo milímetro sobre ella.

-Yo soy de las que disfruta el juego previo.

-Bien.-Me incorporé y bajé hacia sus muslos, abriéndole las piernas con brusquedad.

-No, pero no así.

-No sé cómo te lo hace tu novia pero yo así lo hago.-Me quejé.

Ella cerró las piernas y se sentó. Por todos los cielos, ésta mujer me iba a poner las pelotas azules.

-Mira amigo, ¿Cuál es tu prisa?-Se cruzó de brazos.-Siento que vas muy acelerado, es cómo si quieres acabar ya.

Yo la vi como algo obvio.-Pensé qué habíamos venido a lo mismo.

-Pues yo quiero un buen polvo o ¿acaso eres un precoz?

Yo la vi ofendido.-Por supuesto que no. -Seré el mejor amante que has tenido.-Aseguré con superioridad.

-Entonces demuéstramelo.-Dijo desafiante.-Compláceme.-Hizo que ahora yo me tumbara sobre el colchón y ella se colocó sobre mí. Dejando su vagina casi justo sobre mi cara. Tenía una excelente vista. No dude en rodear su trasero y sentí como ella se movía sobre mí, apoyándose en la cabecera de la cama. Puse a trabajar mi lengua en su entrada.

Besé, mordí y chupé hasta que ella se corrió. Sonreí,nos cambié de posición y la coloqué debajo de mí, besé y acaricié todo su cuerpo deteniéndome de nuevo en sus pechos y bajando una mano hacia su intimidad.

-¡Ah!-gimió besándome desesperada. Sonreí.

-¿Estoy cumpliendo con tus expectativas, preciosa?-dije divertido.

-¡Ah, Dios! Solo sigue.-arañó mi espalda.-¡No pares!-justo ahí volvió a correrse, se apretó en mis dedos, necesitaba sentir eso en mi polla. Busqué un condón y traté de intentarlo otra vez, esperando que no me parase de nuevo.

Solo que ahora antes de penetrarla, la cambié de posición. No me costó absolutamente nada hacerlo. La puse en cuatro. Abrí sus piernas con uno de mis muslos ¡Listo! ahora la tenía justo como quería. Con su perfecto trasero levantado hacia mí. Completamente a mi merced.

Rocé su entrada antes de empezar a empujar poco a poco hasta que estuve todo dentro. Ahí comencé a follarla lento al principio. Para luego incrementar el ritmo de mis embestidas, haciéndola gritar en el proceso.

Así seguí penetrándola, le di un par de nalgadas y la halé del cabello, mientras ella seguía gimiendo.

-¡No puedo más!-chilló.

-¡Yo también estoy apunto nena!-justo cuando dije eso, ella se corrió, y que sensación. Suspiré y me corrí tras ella. Presionando hasta el fondo, hasta que no pude más y me desplomé sobre ella.

Cuando recuperé la respiración me eché a un lado y acaricié su bello rostro ruborizado por todo lo que habíamos vivido.

-Rachel, cásate conmigo.

-¿Qué?-Preguntó sorprendida aún jadeando.

-Quiero que seas mi mujer.-Confesé.

Ella rió.-Estás loco. No sabes nada sobre mí.

-Me basta con lo que veo.-Usé sus mismas palabras y ella me pegó en el pecho.

-¿Por qué quieres casarte ya?-preguntó.

-Tengo que hacerlo... Además no tengo nada de química con mi prometida.-Puse los ojos.-Es una sosa.

-Esperaaaaa.-Se agitó ella -¿Por qué no me dijiste que eras un hombre comprometido?-Me reclamó.

-Oye, tranquila. Mis padres acordaron el matrimonio, no yo.-Me defendí.-Además ni siquiera me dejaste que me presentara.-Recordé.

-Y dejemoslo así.-Bostezó.

-Cómo tu quieras, hermosa.-Le di un último beso.

A la mañana siguiente desperté desorientado, pero con una sonrisa al recordar como había acabado mi noche, aún con los ojos cerrados, me desperecé y me asusté al estirar el brazo y ver que no había nadie a mi lado ¿donde estaba Rachel? Respiré profundo. No había sido un puto sueño, las bragas de encaje que estaban en el piso lo confirmaban. Me estiré y las cogí.Tal vez la chica había ido al baño. En eso mi teléfono empezó a sonar. Era mi madre.

-¡Buenos días cielo! Me imagino que tienes buenas noticias.-Exclamó muy animada al otro lado de la línea.

-Mamá tu hijo se ha enamorado.-Suspiré. acariciando las bragas.

Mamá chilló al otro lado de la línea.-La cita con Rosalie fue un éxito.

-¿Qué? ¡No! ¡Al diablo Rosalie!-Fruncí el ceño.-Yo quiero a Rachel.

-¡Emmett Cullen, no me digas que te enamoraste de una prostituta!-Mamá sonaba alterada.

-No, mamá.-suspiré.-Rachel es una mujer sofisticada y con clase y con un carácter muy fuerte debo añadir.-dije seguro.-Estoy seguro que te encantará.

-Pero cielo el compromiso ya está hecho, no se puede cambiar. ¿No vas a decirme como fue la cita con Rosalie al menos?

-Fue un desastre, má.-suspiré.-Es una sosa, y nada espectacular, además de idiota.

-Eso que me estás diciendo no me cuadra cielo...-dijo confundida.

-Bueno mamá... Tengo que irme. Ha surgido algo. Hablamos luego. -Colgué y es que tenía que encontrar a esta condenada y ardiente mujer que no podía sacarme de la cabeza. ¿Dónde carajos se había metido? Decidí ver por la ventana. Aún era temprano. Salí al balcón y no puede ser, la condenada rubia estaba en la calle, esperando a que la recogieran. Aún tenía tiempo de llegar dónde ella para que al menos me diera su número. Corrí hacia la puerta con lo único que tenía puesto. Tal vez alcanzaba llegar a tiempo. Bajé las escaleras lo más rápido que pude, me importó lo más mínimo las miradas que me daba la gente con quien me topaba. Seguramente parecía un desquiciado.

Justo cuando logré atravesarme el lobby y llegué a la entrada principal pude ver como una mini cooper se estacionaba justo enfrente de Rachel. Al parecer la rubia no se había fijado porque estaba sumergida en su teléfono.

Estaba muy cerca como para rendirme, había bajado casi 10 pisos en tiempo récord.

Así que con las últimas fuerzas que me quedaban grité desde la entrada.-¡Racheeeeeeeeeeeel!- Por supuesto, no solo llamé su atención sino que la de todos los que por ahí transitaban.

Y antes de que la rubia girara su cara, el mini cooper comenzó a sonar la bocina. La rubia reaccionó y abrió la puerta de copiloto. Volvió a darme una rápida mirada antes de subirse. Corrí pero fue demasiado tarde. El maldito auto arrancó y vi como desde la ventana del conductor se asomó la mano de una chica. Llevaba las uñas pintadas de negro. Me sacó el dedo del medio mientras el auto se perdía en la calle. Se había ido con la puta de su novia. Mierda

Hola Holaaaaaa :) traemos otro fic recién sacadito del hornooooo, no vamos a dejar los demás, eso es obvio, pero en fin como veís la inspiración va rotando.

Besos de nosotras, os amamos.