Disclaimer: Ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenecen, todos son propiedad del estudio Seven Arcs.
Prólogo
En el inicio de todas las cosas siempre hay un final.
Día 0. 19 hrs en el huso horario de la Administración.
Observó desde lo alto, el viento acariciaba su chaqueta protectora y su largo cabello dorado. Desde su posición no podía ver a Nanoha, y eso la preocupaba. Ella era su apoyo aéreo, en quien confiar cuando las cosas se torcían.
Pero no podía ofrecer apoyo si no veía su posición ni la de sus enemigos. Solo un cielo despejado sin nubes se extendía a través del horizonte rojizo por el atardecer.
―¿Bardiche? ―preguntó, el arma en su mano derecha descansaba tibia y preparada, latía más como un ser vivo más que como un arma mágica de última tecnología.
―No sign of movement, sir ―respondió el dispositivo, sin necesidad de más indicaciones. Fate asintió y siguió en su posición. La espera se hacía larga.
No le gustaba estar ahí. Como Enforcer, su lugar estaba en las primeras líneas de batalla, donde su agilidad y poder de fuego podían crear brechas en los frentes enemigos para dar paso a la caballería pesada. Pero era esa misma agilidad y velocidad la que la había relegado esta vez a ser el apoyo, desde ese punto privilegiado de observación.
A Nanoha le había tocado estar al frente, guiando una pequeña partida de magos terrestres y aéreos. Necesitaban poder de fuego y defensa para penetrar esa pequeña base enemiga de manera segura y estable, sin dejar una habitación sin revisar. El problema estaba en que se trataba de una guarida bajo tierra, por supuesto, y su radio de acción se limitaba a los túneles fortificados en los que se escondían.
Ella y otros magos aéreos más solo podían observar desde la altura y asegurarse de que nadie escapara. «O ingresar y brindar apoyo de ser necesario». Por temor a una brecha en el sistema de seguridad, la comunicación había sido cortada y solo podían valerse de su visión y los radares incorporados de sus dispositivos.
Volvió a apretar el arma mágica. Confiaba en su compañero, pero no podía dejar de sentirse algo inquieta cuando metros de tierra y granito se interponían entre la señal de su radar y Nanoha.
El equipo de infiltración estaba a su suerte en esos momentos. Atrapando un suspiro antes de que abandonara sus labios, se giró para ver al resto del equipo aéreo. Ellos también parecían nerviosos formando un círculo alrededor de la base enemiga. El procedimiento estándar los hacia cubrir el perímetro al completo, apostados en intervalos regulares, nada podría entrar o salir por el espacio aéreo que los rodeaba.
«Pero el enemigo está ahí dentro, no acá afuera» ―pensó Fate.
El sol se ponía y la tarde completaba su ciclo. Si sus cálculos mentales no fallaban, el equipo llevaba cerca de tres horas adentro. Cuando se completaran las cuatro horas les tocaría intervenir por procedimiento estándar.
Esa hora restante se le haría eterna.
Si no se reportaban dentro de cinco horas más, la organización movería cartas en el asunto, mandarían un equipo de reconocimiento más preparado o quizás esperarían para evaluar la situación. En realidad no importaba, si Nanoha no salía dentro de poco ella misma reventaría la tapa de esa fortaleza y entraría a buscarla. El color sangre del atardecer cambió a un morado algo más gentil y luego el mundo en el que se encontraban empezó a trazar estrellas que no reconocía en el cielo.
Estaban solos, lo habían confirmado en el escáner de la nave central. No había formas de vida capaces de hablar, comunicarse o usar magia en ese planeta. Solo ellos y la base que se había negado a entablar contacto allá abajo.
«¿Por qué siempre tiene que ser un mundo desierto?»
Quizás lo peor era no poder moverse, estar ahí estáticos a la espera de que algo sucediera o que el gran reloj de arena que contaba los minutos grano por grano no terminara nunca de correr. Apretó a Bardiche algo más de lo necesario. El arma en su estado más sencillo, su forma de asalto, reflejaba la luz de un mundo sin luna y constelaciones desconocidas sobre sus cabezas.
―Sir?
―Lo siento, Bardiche, ¿cuánto falta?
―Fourty three minutes, sir.
―Gracias.
Solo cuarenta y tres minutos más. Tenía que esperar.
Por sobre todas las cosas, tenía que esperar.
Volvió a dar otro vistazo por su escuadrón, creyó distinguir miradas de frustración y el sudor corriéndoles por el rostro a algunos. La espera los mordía a todos por igual, atenazando sus entrañas con el miedo nacido de la ignorancia del futuro y la incertidumbre.
Esta era una de las peores partes de su trabajo, sin lugar a dudas.
―Sir, get set.
El brillo dorado de su dispositivo al salir de suspensión los alertó a todos. El círculo brilló con destellos de distintos colores, todos habían sentido lo mismo. La rubia levantó un brazo, ordenándole a su equipo tomar posiciones de combate. El escuadrón levantó cada uno sus armas y se acercaron un poco más a la colina bajo ellos. El ruido sordo de un temblor empezaba a abrirse paso hasta sus oídos.
«Eso no es un temblor, eso es magia.»
Estaba en lo correcto, por supuesto.
La tierra bajo de ellos se agrietó y luego cedió con un estallido sordo. Piedra, tierra y árboles por igual cayeron rendidos o incinerados ante la columna de energía mágica que se escapaba. Desde su posición elevada, a metros de distancia de esa trayectoria mortal, sintió el calor y la electricidad propios de la magia, esgrimió a Bardiche y levantó un escudo a su alrededor.
Era un Divine Buster, era Nanoha y estaba en apuros. El ataque de la joven maga no se desvaneció como era usual luego de alcanzar su máximo poder, sino que más bien pareció apagarse, como si la fuente de su energía hubiera sido desconectada.
Tenían que entrar ya.
―¡Carga! ―ordenó, cayendo en picado para entrar por el boquete que les había abierto la cobriza.
El resto la siguió sin perder un segundo. La orden conllevaba intrínseco dos cosas, rescatar heridos y aprisionar enemigos.
Una orden de nivel dos, violencia moderada.
Fate se abrió paso por la nube de humo y polvo que se levantaba, confiando en que Bardiche le avisaría en caso de enemigos aproximándose.
―Sonic Form, Bardiche.
―Sonic blade, set.
Su velocidad se duplicó, el aire cortaba su piel desnuda y sabía lo vulnerable que sería a una emboscada en esa forma, pero necesitaba llegar rápido. El túnel dentro de la tierra parecía extenderse por decenas de metros, aún caliente por los rastros de magia en él. Había algo más, otro rastro de magia que no conseguía identificar, un calor sofocante que no se correspondía a la magia de su compañera. El escuadrón detrás de ella aceleró el paso para no perderla de vista.
Si esto fuese una misión común lo habría considerado una segunda vez antes de lanzarse a toda velocidad, pero esta no era una misión común y no le importaba las posibles consecuencias por dejar al equipo atrás rompiendo la formación.
Esto era Nanoha necesitando su ayuda, no podía retrasarse un solo segundo más.
El boquete se abrió, como la desembocadura de un río, y una sala subterránea se extendió ante ella. No parecía la escena de una batalla, sino un paisaje arrasado de forma violenta por la explosión.
«Esto no lo hizo un Divine Buster». El escuadrón se formó detrás de ella, no parecía haber enemigos ni amigos en esa habitación destruida, solo escombros humeantes. Esperaban órdenes.
―Mantengan la formación, puede ser una trampa, busquen al escuadrón de primera línea ―ordenó, iniciando el largo recorrido que siempre suponía buscar por sus camaradas entre la destrucción y la incertidumbre.
El equipo se dispersó, levantando pedazos de pared y techo que habían caído, pronto lo que parecía un silencio sobrenatural fue llenándose de los murmullos y gemidos de los magos rescatados y aprisionados o abrazados, según fuera la circunstancia. Fate se giró, siguiendo la trayectoria del ataque insignia de Nanoha.
Un rayo de energía concentrada, destructiva e imparable. Solo tenía un punto flaco, el Divine Buster no podía cambiar de trayectoria una vez era lanzado, seguiría su camino en línea recta hasta acabar su explosión. En esta ocasión su punto flaco la llevaría directo a ella. Un cráter que reconoció como el retroceso usual se encontraba cerca del centro de la habitación, ese había sido el punto de disparo. Voló hacia allí, desafiando sus propias órdenes y su sentido de la preservación, de todas maneras, en esa habitación no quedaba nadie capacitado para pelear.
―¡Rescate y extracción! ―ordenó otra vez, segura de que ese era el curso de acción a tomar.
Levantó obstáculos de su camino, inyectando la magia refinada de su dispositivo en sus músculos para conseguir más potencia. Pronto la encontró, estaba herida y confundida, pero la cobriza parecía estar en una pieza. Respiró aliviada. La chica tenía algo en su puño. Fate lo envolvió en sus manos y pasó el contenido a su mano izquierda. A pesar del alivio inicial, su preocupación solo aumentaba por cada segundo que pasaba.
―Estás bien, Nanoha, vas a estar bien ―aseguró, colocando a la cobriza en su espalda e iniciando el regreso a la mayor velocidad qué podía. Parte de sus compañeros de escuadrón transportaban los heridos, el resto vigilaba a los presos y velaba por los caídos, que era la gran mayoría. Tenían una media hora de vuelo antes de llegar al primer puesto de teletransporte, la joven tenía que resistir hasta entonces.
―¿Raising… Heart? ―inquirió con debilidad la chica en su espalda, demasiado débil como para articular algo más. Fate apretó algo más su agarre en ella y miró su mano izquierda, cerrada en un puño. Ahí estaba lo que quedaba del dispositivo de Nanoha.
Polvo.
NdA: ¡Feliz nuevo año! Esta vez vengo con un proyecto nuevo y es un experimento también. Espero sacar entregas bisemanales, pero no confío mucho en mi capacidad para seguir fechas (como siempre haciendo malabares junto a las cosas que estudio y quiero seguir estudiando y el trabajo, fuente del alimento, luz, internet, etc.). Si han llegado hasta acá y han decidido a subirse conmigo a este trayecto, ¡bienvenidos sean! Se nos vienen curvas así que esperen una ración de todo.
Como siempre, muchas gracias a mi editora, que detecta todos los queísmos, faltas en la puntuación, puntos arrollados, comas silenciadas y demás de las que cualquier historia peca.
¡Hasta la próxima, saludos!
