Acotaciones

- Diálogos

" "Pensamientos

&&&&& Cambio de escena

( ) Bueno, hay un par de frases en japonés e inmediatamente su traducción.

- Entonces has la cita para mañana. –él frunció el seño en señal de desaprobación.

- Sabes que no suelo pedirte que vengas muy a menudo, pero esta vez es necesario –sentenció la mujer.

- Será la última vez este mes, te guste o no.

- Detesto que peleemos, tienes un pésimo carácter, Sesshoumaru –él le dedicó una última y fría mirada antes de abandonar el lugar con la promesa de encontrarse al día siguiente y sin muchos deseos de hacerlo, no era un hombre al que le gustara socializar en lo absoluto, pero algunas veces no podía decir que no.

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Era un día soleado, no muy común en Londres esa época del año, las personas disfrutaban de ello saliendo a pasear luego de la hora del almuerzo. Uno de los lugares más concurridos en esos días era el parque Arco iris, lleno de grandes árboles verdes que daban acogedoras sombras del sol de la tarde. Ahí una mujer joven patinaba interceptando a quien le era posible para pedir un donativo para los necesitados, la mayoría de las personas decidía ayudar y eso la hacía sentir bien ya que era una forma de remunerar al destino por todas las cosas buenas que le había dado.

La gran manzana que ocupada el parque estaba rodeada de edificios altos, dos de gobierno, un hotel prestigiado y por último, justo en la parte norte, un hospital especializado en oncología. La joven mujer, alrededor de unos veinte años, iba ahí siempre que podía, pues parte de su alegre e inocente espíritu se sentía vivo sólo con ver el cielo despejado y las sombras sobre el pasto.

En ese mismo sitio caminaba un hombre de ojos dorados y apariencia dura, nadie se atrevía siquiera a mirarlo por temor, ciertamente infundía miedo sólo con toparse a sus pupilas color miel. Él no iba ahí muy a menudo, no le gustaban demasiado esos lugares, el prefería estar viajando o simplemente investigando algo para su trabajo. Sesshomaru era historiador, se dedicaba a historia del arte y aunque lo hacía más por pasatiempo que por necesidad, le gustaba mucho.

Deambulaba sin muchos ánimos, como siempre que pasaba por ahí estaba cansado. Suspiró en silencio pensando seriamente en irse en ese preciso momento pero fue detenido por una chica joven que empezó a hablar algo rápido sobre un donativo y personas necesitadas, pero él no prestó mucha atención a las palabras, como buen investigador se fijó en el color azabache de sus cabellos y el peinado casi infantil que llevaba pero que le sentaba bien a su personalidad alegre, también notó sus ojos castaños y grandes, profundos como pocas veces vio unos antes. Notó sus patines y sus ropas comunes que denotaban que pertenecía a la clase media de esa ciudad, aunque sus rasgos estaban entremezclados con algunos orientales.

Cuando por fin reparó en la realidad se dio cuenta de que la muchacha esperaba respuesta y sin dudarlo sacó su chequera del saco negro que vestía y empezó a llenar uno de ellos, Lin lo miró sin entender bien lo que hacía y menos aún cuando él preguntó cuál era el nombre de la institución para la cual trabajaba.

- Unión por Todos… -unos segundos después arrancó el papel del resto y se lo extendió, ella lo miró y se dio cuenta de que la cantidad era bastante considerable, más de lo que ella había juntado nunca en sus varios meses de hacer colectas. – Señor… pero… bueno es que… generalmente dan algunas monedas… esto es mucho.

- ¿Crees que a alguien le moleste? –preguntó frío casi haciéndola sentir mal por su comentario.

- No… no señor, muchas gracias. – respondió luego de meditar la situación un segundo, de inmediato una gran sonrisa se dibujó en sus labios e hizo una reverencia, delatando por completo su ascendencia oriental, y sin más se retiró contenta a seguir con su labor sin sospechar todo lo que ese hombre pensó sobre ella.

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Esa noche regresó a casa un poco más feliz de lo usual, en la entrada se quitó los zapatos y dejó sus cosas para ir directo al comedor donde sabía que la esperaban para la cena. Al confirmar sus sospechas se disculpó con la familia que la esperaba, sus padres, su hermano menor y su hermana mayor.

- Disculpen, pero se me fue demasiado el tiempo.

- Sabes que no debes hacer esperar a las personas –sentenció su madre en tono calmado más que de regaño.

- No volverá a pasar –pronto fue a la cocina aún con la sonrisa perenne sobre sus labios y sirvió a todos como recompensación por su torpeza.

Luego de dejar la cocina limpia subió a su habitación, era la hora en la que usualmente leía un rato o terminaba sus deberes de la universidad, pero no tenía deseos de hacerlo, por su mente lo único que rondaba era el hombre del parque y su extraño donativo. Miró hacia su cama y se topó con su cosas, de inmediatamente avanzó hasta ellas y dejándose caer en la cama buscó el cheque en un pequeño compartimiento de su mochila. Ahí lo encontró, un papel rectangular con su nombre y firma, no solía husmear pero su curiosidad por saber el nombre de aquél hombre tan bondadoso, por no decir extraño. En su mente recordó las facciones del extraño y le resultaron ciertamente interesantes, sus ojos dorados, cada rasgo de su rostro fino y su piel blanca terminaban por darle un toque casi como un príncipe, al final recordó que se notaba ascendencia oriental en el hombre, al igual que en ella. "Quizás por eso sintió simpatía" –pensó.

Así, para extrañeza de ella misma, permaneció horas sentada en su cama con la vista fija en el cheque y la mente perdida en cavilaciones sobre el hombre de los ojos miel, imaginó su edad, su ocupación, si tendría esposa o hijos, quizás vivía solo en esa ciudad puesto que no iba acompañado, pero tampoco lo veía muy a menudo, en realidad esa fue la primera vez que lo hizo. "Es probable que no lo haya notado antes…". Pero, dado lo notable de Sesshoumaru –como el nombre en el papel lo delataba- era muy poco probable que lo hubiese visto sin notarlo alguna vez.

Es noche se quedó dormida ya muy tarde y todavía pensando en el hombre que con algo de suerte se encontraría de nuevo para darle las gracias de una forma más adecuada.

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Un hombre de cabellos largos entraba en su departamento luego de dar una larga caminata, miró el reloj y supo que debía preparar algo para cenar a pesar de que no tenía apetito. Muy a regañadientes lo hizo, como de costumbre una cena ligera y sana llena de vegetales. Pasó casi hora y media hasta que terminó de arreglar la cocina, solo como siempre estaba, avanzó por un pasillo bien iluminado y pasó por alto la puerta cerrada de una habitación, unos pasos más adelante estaba otra recámara que utilizaba como su pequeño gimnasio personal. Solía ejercitarse cada noche y cada amanecer, pero en esos momentos no tenía ánimos de hacerlo en lo absoluto, así que también continuó sin detenerse hasta la habitación en donde pasaba las noches, aunque no siempre durmiendo. Se recostó sobre las colchas sin demasiado cuidado y cerró los ojos para quedarse dormido casi de inmediato.

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Entró en el lugar con decoración sobria y fue recibido por la mujer del día anterior, entablaron una conversación algo larga, muy a pesar de Sesshoumaru, los temas que se trataron ahí eran prácticamente un secreto de estado que sólo los dos interlocutores podían conocer.

- Nos veremos el próximo mes, sabes qué hacer.

- Lo sé, pero no sé si regrese.

- Sabes que lo harás, te guste o no… -ella hablaba indiferente y casi maléfica pero en el fondo esperaba con algo de ansias cada visita del hombre.

- Un día de estos no volveré solo para darte una lección –reclamó él algo en serio a la mujer de ojos rojos para después salir apenas dedicándole un última mirada calculadora.

En el cielo notó algunas nubes negras que se formaban en el horizonte probablemente con dirección al norte, como usualmente sucedía. Caminó varios pasos infiltrándose entre la gente que paseaba por ahí. Miró a su alrededor y se vio ya en el mismo parque que el día anterior, pensó en irse puesto que la lluvia se aproximaba con rapidez y ese lugar no le agradaba demasiado, sin embargo y más por casualidad que por propia voluntad, sus ojos dorados se toparon con una muchacha joven que patinaba alrededor del parque deteniendo a las personas. De momento la pasó por alto, después de todo era sólo una niña más entre tantas otras que habitaban esa ciudad.

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Lin detuvo su movimiento sólo para mirar al cielo. "Pronto lloverá…"-pensó, luego esbozó una pequeña mueca de desagrado y decidió dar una vuelta más al parque antes de marcharse. Un hombre y una mujer se acercaron tomados de la mano, su edad oscilaba probablemente entre 40 y 45 años, nunca antes los vio pasear por ahí y no dudó en acercarse a pedirles un donativo, tal como lo esperaba la pareja accedió con muy buena voluntad. Sintiéndose un poco más contenta cada vez terminó de dar su última vuelta y decidió ir a casa, se puso la mochila sobre los hombros y emprendió su camino algo rápido, a decir verdad era bastante ágil con los patines pero cualquiera tropieza alguna vez. Fue un pequeño bordo sobre la acera que la hizo perder el equilibrio, su caía empezó con rapidez y hubiera terminado sobre el suelo de no ser porque unos fuertes brazos la sostuvieron. Algo asustada aún alzó la vista mientras el mismo hombre la ayudaba a ponerse de pie.

- Gracias… y dis…culpe…. –le dijo apenas reponiéndose pero reconociéndolo de inmediato, lo que le provocó una gran sonrisa. – Es usted… el hombre del cheque, ayer no pude agradecerle como debo, en verdad es usted muy generoso, muchas gracias señor Sesshoumaru. –luego hizo una reverencia notable y llena de respeto.

- No tienes que hacer eso. –aclaró indiferente ante el acto de la chica- No eres de aquí.

- No, nací en Japón, mis padres se conocieron allá, aunque mi padre sí es inglés.

- Nihonjin desu… (Japonesa…)

- Hai. Anata mo (Sí, usted también) –afirmó divertida por ver materializada sólo una de las conjeturas que hizo la noche anterior. – Mi nombre es Lin, mucho gusto –le extendió la mano en un típico saludo occidental, él la miró por un instante y luego devolvió el gesto, pero aún sin expresión en su rostro.

- Tú ya sabes mi nombre.

- Sí… señor… lo siento, es que miré el cheque y… lo siento –respondió avergonzada.

- Nunca has vivido en Japón –afirmó una vez más pero ahora dándole la espalda y empezando a caminar, ella lo miró y no entendió el por qué de sus acertadas palabras, pero sintió que hizo algo mal y no estaba dispuesta a dejar así las cosas, aunque ahora el hombre empezaba a causarle cierta extrañeza.

- ¿Cómo lo sabe?

- Tienes costumbres occidentales.

- ¿Doushite? (¿Por qué?) –preguntó ya patinando a su lado y bastante desconcertada.

- Husmeaste donde no debías. –el tono seco y casi agresivo del hombre la hizo detenerse en seco mientras él continuó caminando sin darle mayor importancia a su presencia.

Lin se quedó de impávida sólo mirando como se alejó con pasos firmes y un claro mensaje de no molestarlo en lo absoluto, alzó la vista decidida, no podía dejarlo ir así, así que con algo de rapidez se acercó hasta rebasarlo y posarse enfrente de él haciendo una reverencia.

- Gomennasai onegaishimasu (Discúlpeme por favor)… no debí hacerlo… -él la miró son expresión en el rostro, como en trance haciendo imposible adivinar sus pensamientos.

- ¿Vienes aquí todos los días? –preguntó sin más, sacándola un poco de sus pensamientos mientras se erguía para contestarle.

- Sí, casi… cuando me es posible, pero a usted es la prime… la segunda vez que lo veo –corrigió sus palabras hablando ya en su tono alegre.

- No me gustan los lugares concurridos.

- Bueno… sí, hay algo de gente, pero lo mejor es ver el cielo, sobre todo cuando hay sol, la sombra de los árboles es… magnífica –la joven terminó sus palabras con los ojos castaños perdidos en el vacío como si hablara de algo mágico. Sesshoumaru frunció un poco el seño rompiendo por fin con su apariencia de hielo, pero fue sólo por un segundo antes de regresar a su acostumbrada inexpresión.

- Suerte –habló serio para continuar con su camino, ésta vez sin ser alcanzado por ella que sólo lo vio desaparecer al doblar la esquina.

Algunas gotas ligeras comenzaron a caer sobre su cabello negro y se dio cuenta de que ella iba hacia su casa antes de toparse de nuevo con el extraño. El camino de regreso fue rápido, ya que se apresuró para evitar mojarse mucho, pero su mente continuaba fija en el hombre de los ojos dorados, había algo en él que era diferente y que la hacía desear verlo de nuevo.

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Sesshomaru volvió a su departamento pensando en muchas cosas, como siempre, al entrar fue directamente a su estudio a trabajar en un libro que recién empezaba, al principio pudo concentrarse con la facilidad habitual, sin embargo al encontrarse con algunas palabras impresas que hablaban sobre el clima de Londres en la antigüedad, y lo que dijo la chica del parque reapareció en su mente. Pocas veces antes, por no decir que nunca, escuchó a alguien hablar con esa convicción sobre algo tan sencillo como el cielo o los árboles, era definitivamente alguien muy peculiar, pero no encajaba con el tipo de personas con las que se relacionaba, que eran pocas. Pronto intentó alejar de su mente a la chica aunque le fue imposible, el resto de la noche se le pasó en ella y en lo casi incomprensible que resultaba su forma de ser, lástima que probablemente no volvería a verla.

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Pasaron las horas y con ellas un nuevo día avanzó hasta un poco más de su punto medio, en un parque Lin patinaba mirando hacia todos lados como esperando a alguien, que creyó nunca llegaría.

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Sesshomaru miró el reloj de pared por encima del comedor y notó que era la hora en que las personas iban al parque a pasear, a pesar del neblinoso que hacía, recorrió con la mirada el lugar y se dio cuenta de que nada lo detenía ahí, ni siquiera tenía deseos de trabajar, quizás podría salir un rato.

CoNTiNuaRá...

Hello! Aquí estoy muy feliz por esta nueva historia... ojalá que el principio les haya gustado, como verán es 100 LinXSess. Me dijeron que es una historia que se sale algo de la rutina, ojalá que esté linda.

Ya saben, cualquier duda, aclaracion, reclamo, zape, etc es bien recibido. Ahora les pido un comentario para saber qué tal, el principio siempre es lo más difícil y los comentarios son lo que dan los ánimos para seguir... jeje.

Bueno pues ya me voy, muchas gracias por leer y ojalá nos veamos muy pronto.