Prólogo: Death City en Guerra.

Caminaba de forma inquieta por las calles de la ciudad.

Aquellas calles que alguna vez habían sido pacíficas. Por las que adultos y niños podían caminar alegremente sin temer ninguna clase de peligro.

Por las que se podía jugar día y noche sin descanso y sin embargo tener la oportunidad de regresar a tu casa sano y salvo, para encontrarte con que tu familia estaba viva y en perfectas condiciones.

Todo había cambiado tanto desde que aquellas crueles brujas nos invadieron, Death City ha estado sumido en una interminable guerra desde entonces.

No se nos permite tener ni un solo segundo de paz. Hay cuerpos inertes por todas partes. Los niños lloran mientras sus madres intentan huir con ellos a un lugar más seguro.

¿Cuándo es que esta ciudad se transformo en algo como esto?

-"¡Hey, tu!"-Me llamó una voz masculina de mis espaldas, sacándome de mis cavilaciones y haciéndome voltear hacia atrás para ver de dónde provenía.

Un chico de no más de dieciséis años me miraba fijamente. Su blanco cabello caía libremente por su frente, cubriendo ligeramente sus profundos ojos que me miraban con furia. Llevaba puesta una armadura de color plata que le cubría desde la cintura hasta el cuello y unos pantalones blancos cubiertos de tierra y manchas rojas que identifiqué como sangre.

Sus pies los cubrían unas largas y toscas botas cafés con protecciones de metal tanto en las suelas como en la parte que cubría sus rodillas. Podía sentir su mirada clavada en mí, sentía la furia emanar de su cuerpo, por lo que decidí concentrar mi vista en su rostro para intentar entender lo que quería.

Sus brillantes y profundos ojos carmesí me miraban con furia y desentendimiento, dejándome ver a la vez aquellos filosos dientes de tiburón que sobresalían desde dentro de su boca. Se veía realmente enojado y, a pesar de no saber el por qué de su molestia, esta situación no me hacía sentir muy cómoda.

-"¡Contéstame!"-Gritó de nuevo el albino con su mirada aún fija en mi figura-"¿Quién eres y qué es lo que estás haciendo aquí?

Un ligero toque de molestia invadió mi cuerpo. Estaba consciente de que no debía estar aquí, pero él no era quién para decírmelo… Mucho menos de esta forma.

-"Mi nombre no te importa y estoy aquí porque quiero"-Le respondí de forma retadora-"¿Alguna otra pregunta?"

La boca del chico comenzó a moverse levemente, dejando salir palabras o maldiciones que no lograba escuchar o descifrar mientras una leve sonrisa de victoria aparecía en mi rostro.

¿Quién se cree que es para gritarme de esa forma?

-"Pues mira…"-Comenzó a decir mientras fruncía el ceño enojado-"Esto es así de simple: No me importa si quieres estar aquí"-Me aseguró con algo de desprecio-"Eres solo una niña y las niñas como tú no deberían estar en el campo de batalla"

¿Niña?

-"¡No soy una niña! ¡Tengo quince años!"-Le grité de forma acusadora, señalándolo con uno de mis dedos.

-"¿Ves?"-Me preguntó tras un largo suspiro de su parte-"Acabas de revelarle tu edad a un desconocido, sin mencionar que además me has demostrado algunas de tus debilidades…"-Articuló, dejándome sorprendida.

-"¿Mis debilidades?"-Le pregunté sin entender a qué se refería.

-"Bueno, tienes quince años… y eres una cabezota"-Me dijo señalándome con su dedo pulgar mientras una ligera sonrisa malvada aparecía en su rostro-"Eso no es nada cool"

-"¿Cool?"-Le pregunté de forma enrabiada mientras el albino me ignoraba y comenzaba a alejarse del lugar en donde se encontraba, desapareciendo pronto de mi vista-"¡Escúchame idiota yo…"-Comencé a gritar a pesar de que aquel chico estaba ya fuera de mi alcance, pero fui detenida abruptamente por unas manos que se posaron de forma agresiva en mi cuello y me levantaron del suelo de una forma no muy delicada.

-"Ai…aire…no…res…piro"-Alcancé a articular mientras el enemigo sonreía de forma macabra ante mis palabras. Podía notar la malicia en su mirada y eso no me gustaba para nada.

¿Cómo es que todo esto me ocurrió a mí?

Yo solo había venido al campo de batalla a buscar heridos que necesitaran de mi ayuda… no a ser yo la herida.

Comencé a retorcerme en medio del agarre del enemigo sin mucho éxito. Aquel hombre era mucho más grande y fuerte que yo, escapar era algo imposible a estas alturas.

El bandido me lanzó con fuerza hacia la pared de una de aquellas destruidas casas en donde antes habían vivido familias de forma próspera. El dolor comenzó a hacerse presente en mi cuerpo en aquel momento, tenía varias heridas en mi cuerpo, heridas no muy graves pero que, sin embargo, podían detener mi movimiento y por lo tanto también hacían imposibles todas las formas de escape que se me pudieran ocurrir.

-"¿Alguna última palabra, niña?"-Me cuestionó el enemigo mientras caminaba hacia donde me encontraba para darme el golpe final.

¿Acaso este es el fin? ¿No volveré a ver a mi madre? ¿A mis amigos?

Definitivamente no quiero morir aquí.

Cerré los ojos en un vano intento por detener el dolor que se aproximaba, pero el miedo seguía presente en cada parte de mi cuerpo. Mis brazos temblaban con impotencia y mi sangre me hervía de la desesperación.

¿Por qué mi vida no podía ser como los cuentos de hadas que mi madre me leía de pequeña? ¿Por qué no podía haber un caballero en dorada armadura que me salvara de mis problemas? Mi vida pasaba frente a mis ojos sin misericordia. Sin detenerse o dejarme respirar por un minuto.

-"¡Déjala!"-Gritó una voz desde cerca, haciéndome abrir los ojos desmesuradamente al notar que el enemigo había dejado de acercarse hacia mí-"Golpear mujeres no es nada cool, ¿Lo sabías?"-Dijo finalmente, impresionándome al darme cuenta de quien provenía aquella voz.

El albino que antes me había ignorado se encontraba frente a mí con una expresión un tanto arrogante, sosteniendo en sus manos una brillante espada color plata que hacía juego perfectamente con su armadura y reflejaba los rayos del sol de una forma bastante hermosa.

-"Resulta que no quiero dejarla"-Respondió el enemigo, ganándose una mirada de desaprobación por parte del albino, quien dio un paso al frente de forma retadora-"Voy a matarte a ti y luego seguiré con la chica ¿Qué te parece eso?"

A pesar de que aquel hombre se encontraba dándome la espalda en estos momentos, un escalofrío recorrió mi cuerpo justo después de sus palabras. El miedo corrompía mi alma, estaba tan asustada por la muerte que mi cuerpo había comenzado a temblar involuntariamente.

-"¿Qué pienso hacer al respecto?"-Repitió mi salvador con bastante seguridad en su voz-"Oh… nada en especial, sólo tendré que matarte"

Aclaró aquel chico mientras empuñaba su brillante espada y una sonrisa de autosuficiencia aparecía en su rostro.

Tendría que agradecerle luego. Fue lo que pensé antes de desmayarme por una combinación de miedo y cansancio…

Y entonces todo se volvió negro

-Soul Eater-

-"Ya te lo dije hermano"-Escuché decir a una voz extrañamente conocida a mi lado-"La encontré en el campo de batalla y un enemigo la dejó inconsciente…"

Mis ojos se abrieron instantáneamente en cuanto analicé un poco la situación que me encontraba. Podía escuchar voces a mí alrededor… sin mencionar que me encontraba recostada en un lugar extrañamente cómodo. Lo último que recordaba era que un enemigo me atacó y luego nada… todo estaba en negro…

¿Qué había pasado?

-"Mira hermanito"-Murmuró otra voz cercana-"Tu novia despertó"-Examiné con mi mirada analítica cada parte de la habitación en la que me encontraba. Mi mirada se detuvo al encontrar a un hombre muy parecido al albino que me había encontrado antes y que había salvado mi vida.

En efecto, todo en él era igual a mi salvador: El mismo color de cabello, de piel e incluso su color de ojos.

La única diferencia entre ellos eran sus dientes. Mientras que los de mi salvador eran puntiagudos e intimidantes, aquel hombre poseía unos completamente normales. Otra diferencia era la diferencia de edad, el soldado que había encontrado antes tenía aproximadamente mi edad, mientras que el hombre que se encontraba frente a mí se veía de unos veinte años aproximadamente.

-"¡YA TE LO DIJE WES! ELLA – NO – ES – MI – NOVIA"-Giré mi cabeza un poco, ignorando el dolor que empezó a surgir con aquel movimiento. Miré a mi derecha y pude observar nuevamente a aquel chico que me había salvado la vida hace unos momentos.

-"Gr-a-cias"-Alcancé a articular de una manera apenas audible mientras intentaba levantarme ligeramente de la cama. Pude sentir un enorme dolor en mi cabeza en aquel momento, lo que provocó que volviera a recostarme en la cama, adolorida.

-"No te muevas"-Me pidió el albino mayor al ver el estado en el que me encontraba-"Sigues muy herida por la pelea"

Lo examiné fijamente con la mirada y pude distinguir una pequeña sonrisa en su boca, una sonrisa que me invitaba a tenerle confianza y a contarle lo que me había pasado-"¿Cómo te llamas?"-Me preguntó finalmente el chico que al parecer se llamaba Wes, o al menos así lo habían llamado hace unos segundos.

-"Maka Albarn"-Respondí en un murmullo, ganándome una expresión de descontento por parte del otro chico del cual aún no sabía su nombre.

-"Maka Albarn"-Repitió Wes con tono amable-"Bueno mi nombre es Wes Evans"-Me confirmó con una sonrisa-"Y el de aquí alado es mi hermano menor Soul"-Terminó de decir mientras señalaba a su hermano con un movimiento de cabeza.

Soul gruñó molesto mientras le dirigía una mirada asesina a su hermano, quien solo la ignoró y se volteó a verme de nuevo.

La mirada de Soul era intimidante, aquellos ojos rojos tan inusuales me miraban con algo de confusión y desprecio mezclados.

-"Bien y ahora que te he salvado la vida…"-Comenzó a decir luego de suavizar un poco la expresión de odio en su rostro-"¿Me dirás que hacías en el campo de batalla?"-Me preguntó mientras esbozaba de nuevo aquella sonrisa de tiburón y cruzaba sus brazos sobre su pecho.

-"Ya te lo he dicho"-Le respondí algo cansada-"Me llamo Maka Albarn…

Y estoy aquí porque quiero"