Disclaimer: los personajes y la historia pertenecen íntegramente a J. K. Rowling , exceptuando los de creación propia.

Era una tarde soleada y cálida, típica de la costa Mediterránea, a pesar de que quedaban pocas horas para que se fuese el Sol. Nos encontrábamos en uno de los extensos terrenos de hierba que rodeaban el internado. Contemplé cómo las otras dos familias se despedían y me di la vuelta para hacer lo mismo con la mía. Mi madre, con los ojos azules irritados de contener las lágrimas, soltó un sollozo y me atrapó en un cálido abrazo.

— Vamos mamá, solo será un año. Os escribiré cada semana. —murmuré divertida contra su cuello y aspiré fuertemente su olor familiar a lavanda. Iba a echar de menos sus reprimendas y su extraño castellano.

— ¡Más te vale jovencita! — Se separó de mí dándome un húmedo beso en la mejilla— ¡No me puedo creer que vayas a ir a Hogwarts! Todavía recuerdo cuando yo estudiaba allí…

— Mamá hablas como una vieja —soltó mi hermana Martina entre risitas. El comentario nos hizo reír a todos menos a mi madre, que la fulminó con la mirada. Martina la ignoró— Envíame algún regalo de vez en cuando. — Sonrió con picardía.

— Sólo me quieres para eso. —dije con fingida tristeza.

— Venga, dejad de poner a Camila más nerviosa de lo que está. —Mi padre Diego, el pacificador de la familia, me sonrió y me abrazó brevemente, intentando disimular la emoción.

Los otros dos alumnos, de quinto y sexto, habían dado por finalizadas sus despedidas y se habían reunido junto al Coordinador de Intercambio. Dediqué una última sonrisa a mi familia y fui a situarme al lado de Héctor, el chico de sexto.

— Bien, me llamo Winston Darrell, soy el Coordinador de Intecambio aquí en España. —dijo con un español marcado parecido al de mi madre— Mi misión es llevarlos hasta Hogwarts sanos y salvos. Utilizaremos este traslador. —Señaló una tetera resquebrajada— ¿Alguna duda?

— ¿Los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang no vienen con nosotros? —preguntó Damián, el alumno de quinto.

— Los otros seis alumnos partirán desde sus correspondientes academias acompañados por otros coordinadores. —permaneció en silencio para ver si surgía alguna pregunta más. Al ver que nadie decía nada, señaló el traslador. — A la cuenta de tres quiero que todos poséis un dedo sobre la tetera y no lo levantéis bajo ninguna circunstancia. Uno…

Eché un último vistazo al Internado Bellver, situado en un montículo que se elevaba sobre la azul costa del litoral, donde había estudiado los anteriores seis años. Atrás dejaba a mis amigos, pero también me esperaba un gran año en Hogwarts.

—… dos y ¡tres! —rápidamente coloqué el dedo sobre la tetera y una fuerza vertiginosa nos lanzó en espirales a los cuatro. Aunque aquella no era la primera vez que viajaba con un traslador, la experiencia siempre me hacía cerrar los ojos y acabar con el estómago algo revuelto. Tras treinta segundos dando giros, finalmente aterrizamos, algunos con más habilidad que otros. Me levanté mareada y me sacudí el polvo del uniforme.

—¡Ya hemos llegado! —Anunció Darrell— por motivos de seguridad, es imposible aparecerse en el Colegio Hogwarts, por lo que el traslador nos ha traído hasta el pueblo más cercano, Hogsmeade. Vendrá a buscarnos un carruaje.

Mientras esperábamos al carruaje que nos llevaría hasta Hogwarts, los tres alumnos representantes de la escuela de Magia y Hechicería española compartimos con emoción las perspectivas que el próximo año escolar nos traía. Acostumbrados al cálido clima español y ataviados con el ligero uniforme de estilo náutico, los tres comenzamos a tiritar al sentir la brisa fresca de principios de otoño. Para nuestro alivio, el carruaje no se demoró mucho más y pronto emprendimos el camino hacía el castillo.

Tras media hora de viaje llegamos a las puertas del castillo, donde un pequeño grupo de gente ya nos esperaba. Bajamos uno a uno del carruaje y nos colocamos junto a tres alumnos ataviados con un uniforme de color azul. En seguida dedujimos que se trataba de los representantes de Beauxbatons.

— Ya he cumplido mi misión así que os dejo con la profesora McGonagall. —nos guiñó un ojo y señalo a la mujer de aspecto recto pero amable que se encontraba al pie de las escaleras principales. —Si necesitan cualquier cosa no duden en ponerse en contacto conmigo.

Dicho esto, el señor Darrell volvió a subirse al carruaje y se alejó entre una nube de polvo.

— Bienvenidos alumnos del Internado Bellver. Soy la profesora McGonagall, encargada de dar la bienvenida a los alumnos de nuevo acceso, profesora de Transformaciones y Jefa de la Casa Gryffindor. —Nos evaluó con la mirada y prosiguió con su discurso de bienvenida— Como todavía no han llegado los alumnos de Durmstrang, esperaremos a estar todos reunidos para informarles sobre el banquete de bienvenida y la selección.

Esperamos pacientemente mientras nos presentábamos a los alumnos franceses, dos chicas y un chico. Geraldine Duval, una muchacha alta y con el cabello de un rubio ceniza en ondas, era la alumna de Beauxbatons que cursaría séptimo año conmigo. Tal y como los rumores contaban, tanto Geraldine como sus dos compañeros poseían una belleza deslumbrante.

Finalmente llegaron los alumnos de Durmstrang ataviados con un uniforme borgoña y gruesos abrigos de piel. Tal y como habíamos hecho nosotros, se apearon del carruaje y se despidieron del coordinador que les había acompañado. McGonagall los recibió con un asentimiento de cabeza.

—Siento tener que apresurarles queridos, pero los alumnos ya están llegando y debo recibir también a los de primero. —La profesora McGonagall nos indicó que la siguiéramos y comenzó a subir las escaleras mientras hablaba— esperarán en la pared junto a los alumnos de primero para ser seleccionados por el Sombrero Seleccionador. Ustedes pasarán primero y se sentarán en la mesa de la Casa que se les asigne.

La profesora nos guió rápidamente hasta el Gran Comedor y se fue apresuradamente a buscar a los alumnos de primero. Para mi desgracia y la de mis compañeros, el Comedor ya se había llenado con el resto de los alumnos, que nos miraban y señalaban con curiosidad. Eché una mirada hacia Héctor y Damián y supe que por dentro se estaban haciendo la misma pregunta: ¿En qué Casa nos colocarían? En el Internado Bellvan solo existían tres, la Casa Maldonado, a la que pertenecían los alumnos de corazón honrado y amable, la Henestrosa, a la que pertenecían los de carácter persistente y luchador, y la Dardavich, la casa de los soñadores y aventureros. Yo había pertenecido a la última, fundada por la ilustre Geralla Dardavich, con el lobo y los colores negro y plateado como símbolo oficial de la Casa. Tenía alguna noción de cómo se dividía Hogwarts ya que mi madre, y prácticamente todo su árbol genealógico, había pertenecido a Gryffindor, por lo que sentía una ligera preferencia por aquella Casa.

La directora Canavan, que así se había presentado a los nuevos alumnos, comenzó su breve discurso, recordando algunas de las normas y prohibiciones del colegio. Una vez finalizado, los alumnos aplaudieron cortésmente y Canavan dio paso a la profesora McGonagall, que sacó un rollo de pergamino de uno de los bolsillos de su túnica y rompió el sello de cera para desenrollarlo. A su lado, sobre un taburete, un sombrero ajado y viejo.

—Como ya saben, alumnos de Hogwarts, hace cinco años el Ministerio de Magia británico, junto con los Ministerios franceses, rusos y españoles, decidieron llevar a cabo un intercambio de alumnos con tal de estrechar las relaciones entre las distintas academias e inculcar valores de tolerancia y compañerismo en cada uno de los alumnos. El motivo principal de este intercambio era estrechar las relaciones internacionales en caso de que conflictos como los vividos durante la Segunda Guerra se puedan evitar gracias al entendimiento entre los distintos países. —hizo una breve pausa y nos dirigió una mirada por encima de las gafas. — Esta es la segunda vez que se produce tal intercambio y, si sigue funcionando tan bien como hasta ahora, se espera que se repita durante muchos años más. Los alumnos que aquí se encuentran han sido seleccionados por sus aptitudes académicas, sociales y personales y según un amplio abanico de criterios. Comenzaremos por los alumnos de intercambio desde quinto hasta séptimo y a continuación pasaremos a los alumnos de primero.

La profesora miró hacia el pergamino y exclamó el primer nombre de la lista:

— ¡Eugenie Bonnet! — la francesa rubia avanzó hasta el taburete y se colocó el Sombrero Seleccionador.

¡Slytherin! — la mesa de Slytherin prorrumpió en aplausos y acogieron a Eugenie entre sonrisas y vítores.

Uno a uno los alumnos de intercambio de quinto y sexto fueron llamados y seleccionados por el Sombrero. Damián fue asignado a la Casa Gryffindor y Héctor a Hufflepuff. Por último llegaron a los de séptimo. Noté como se me aceleraba el pulso y las piernas me flaqueaban. Intenté mantener la calma y con disimulo me sequé las manos en la falda del uniforme.

— ¡Geraldine Duval! — Geraldine me dedicó una sonrisa antes de empezar a caminar hacia el taburete y someterse al escrutinio del Sombrero.

¡Ravenclaw! — el Sombrero apenas tardó segundos en decidirse.

— Camila Grace Herrero Griggs — maldije el día en que mi madre decidió ponerme dos nombres a pesar de que ya tenía dos apellidos, tal y como marca la tradición española. Me acerqué con pasos temblorosos adonde la profesora McGonagall me esperaba con el Sombrero entre las manos. Me senté en el taburete y noté como me lo colocaban con suavidad sobre la cabeza.

— ¡Vaya!, ¿Hija de Evelyn Rose Griggs? —murmuró el Sombrero sorprendido. Me encogí al sentir la intrusión de la voz del Sombrero en mi cabeza— Recuerdo cuando asigné tu madre a Gryffindor. Tienes un carácter muy parecido al suyo y muy distinto y único a la vez. Veo que te caracterizas por tu temperamento tenaz y obstinado, pero también puedo ver que tienes un corazón amable y sincero. —Sopesó durante unos momentos su decisión— Creo que encajarás perfectamente en… ¡Gryffindor! —esto último lo dijo en voz alta para que lo escuchase todo el Comedor.

La mesa de Gryffindor comenzó a aplaudir con energía mientras me dirigía hacia ella. Me senté con una sonrisa junto a Damián y pronto todos los de mí alrededor comenzaron a acribillarme con preguntas. Cuando oímos el nombre del último estudiante de intercambio, Mijail Popov, todos guardamos silencio para observar cómo se sometía al examen del Sombrero.

— ¡Hufflepuff!

Era extraño ver como colocaban a un chico tan robusto y serio en Hufllepuff, pensé, pero las apariencias engañan supongo. La profesora McGonagall procedió entonces a nombrar uno a uno los alumnos de primero, que se acercaban temblorosos. Una vez estuvieron asignados, McGonagall se sentó en la mesa de profesores y la directora volvió a levantarse. Alzó los brazos y sobre las mesas aparecieron decenas de platos humeantes.

— Bienvenidos nuevos alumnos. Recordad todos que mañana los Jefes de vuestras Casas os proporcionarán vuestros horarios. Los alumnos de intercambio deberéis informarles de las asignaturas optativas que hayáis decidido cursar. — Bajó de nuevo los brazos— ¡Qué comience el banquete!

Durante todo el banquete, Damián y yo estuvimos hablando con la gente sentada a nuestro alrededor, recibiendo saludos y contestando a las preguntas curiosas de nuestros compañeros. Al ser el inglés mi segunda lengua materna, tuve facilidad para comunicarme con ellos pero Damián, cuyo inglés le presentaba alguna que otra dificultad, tuvo que recurrir a mis habilidades de intérprete en diversas ocasiones. Al acabar la cena, me ofrecí para darle alguna clase de inglés particular, lo cual me agradeció enormemente.

Nos dirigimos a la Torre de Gryffindor donde el retrato de la Dama Gorda nos proporcionó la contraseña. Una vez en mi habitación, saqué el pijama del baúl, que había llegado un par de días antes, y me acosté pensando en las clases que comenzarían mañana y en la carta que quería escribir a mi familia para ponerlos al día.


Nota de autor: Para los que seais de España sabréis que el castillo Bellver se encuentra en Mallorca, en las islas Baleraes. Sin embargo, en este fic, al igual que Hogwarts, el castillo se encuentra en algún punto desconocido de la costa este de la Península, probablemente sobre la zona de Cataluña. En otras palabras, el nombre del castillo lo utilicé como referencia y nada más.