Hola todos. Este es mi primer fanfiction sobre un comic. En este caso es Astérix, mi comic favorito. Entonces les pido que sean clementes conmigo. Espero sus críticas (constructivas), comentarios, sugerencias, etc.
Las aventuras de Astérix le pertenece a René Gosciny y Albert Urderzo.
Disfruten su lectura.
Estamos en el 50 a.C. Toda la Galia está ocupada por los Romanos ¿Toda? No. Un pueblecito de irreductibles galos continua resistiéndose y siempre al invasor.
Este pequeño pueblo es la más grande amenaza de Julio César, el cual está al borde de la locura y desesperación. El César prácticamente ya lo ha intentado todo y absolutamente Nada ha funcionado. Y por esa razón el César organizó una reunión con centuriones, y sus mejores consejeros para determinar cómo destruir a la aldea gala.
‒ ¡Oh César! ¿Y si los aislamos? ‒ Dijo uno de los centuriones
‒ No, ya lo intentamos y no dio resultado, fue ahí cuando dieron la famosa vuelta a la Galia ‒
Al César se le revolvió el estómago recordar que todas sus legiones, en toda la Galia quedaron en ridículo.
‒ ¿y si los separamos? ‒ Preguntó otro concejero
‒ No, los que terminaron separados fueron mis legiones ‒
‒ ¿si les presentáramos nuestra cultura civilizada? ‒
‒cuando mandé a construir mi conjunto habitacional ellos lo destruyeron, incluso liberaron a los esclavos ‒ dijo con Rabia el César.
‒ ¡secuestremos al Druida! ‒ Gritó uno de los centuriones
‒ Lo hemos hecho como cuatro o cinco veces y no ha funcionado ‒
‒ Solo falta que secuestren a sus Guerreros ‒ dijo apenas en un susurro el esclavo que servía vino al César.
‒ ¿¡qué dijiste esclavo!? ‒ dijo el César de pronto emocionado, levantándose de su asiento, casi tirando su corona de Laurel.
Pero los demás asistentes estaban sorprendidos de que considerara la sugerencia de un esclavo en lugar de alguno de ellos que eran personas importantes.
‒pues... Oh César... solo dije... que solo faltaba que secuestren a los guerreros ‒
‒ ¿cómo te llamas esclavo? ‒
‒ Vinusblancos, soy galo-romano... ‒
‒ Eso no importa ‒ dijo el César dándole una palmada, y luego se dirigió a sus otros asistentes ‒ deberían aprender de él... ‒
‒ ¿por qué hacer caso de un simple esclavo? ‒
‒ ¿qué no entienden? ‒ dijo el César al borde de la excitación ‒ esa aldea a pesar de tener una poción mágica depende de dos guerreros: Astérix y Obélix... jajajajaja... ‒ empezó a reír tan macabramente que hasta sus más fuertes centuriones empezaron a sentir el más horrible miedo: el temor por sus vidas.
En la aldea que todos conocemos bien se respira un aire de tranquilidad, a pescado No fresco, y como siempre se vive arduamente el debate de este último, el cual es una parte fundamental del día cotidiano de la aldea.
Pero en las legiones romanas se vive la incertidumbre, los líderes de las cuatro legiones escuchan atentos al mensaje traído especialmente de Roma, claramente algo andaba mal,
‒ Pero es que eso que nos piden es imposible... ‒
‒ ¿A caso te estas negando Centurión Cayosbonus? ‒
‒ solo digo que si eso sale mal, lo pasaremos peor ‒ dijo el centurión de Aquarium.
Todos los demás asintieron temerosos, pero no pudieron negarse debían acatar las órdenes. Y eso a los soldados no les iba a gustar pero esperaban convencerlos de la misma forma que los convencieron a ellos: La aldea sería destruida porque no habría Astéríx ni Obélix para defenderla.
Justo en ese instante a Panoramix le acechaba un mal presentimiento, lo podía anticipar en las estrellas del firmamento, en los ojos de los peces de Ordenalfabetix, en todo lo que podría explicar un mal inminente. Pero los demás aldeanos adujeron esa pequeña paranoia a la vejez que se cargaba el Druida, pero esto mismo lo había hecho mucho más sensible a sucesos horribles e inevitables.
Al día siguiente los Romanos empezaron a construir algo parecido a un camino, que luego tomó forma de pasillos angostos, pero en una extraña disposición. Cuando días después lo que sea que estaban construyendo estaba terminado un legionario romano fue enviado a dejar un mensaje para el jefe: Abraracurcix. Al leerlo el concejo se reunió de inmediato.
‒ ¿Festival? ‒ Preguntó Astérix no tragándose el cuento
‒ Sí, según esto los Romanos nos invitan a una costumbre suya, para entablar amistad entre culturas o algo así ‒
‒ No me gusta para nada esto, los romanos están actuando muy raro últimamente ‒agregó Panoramix
‒ les podemos atizar si no está lindo ‒ dijo Obélix
‒ No se trata de eso Obélix, podría ser una trampa para capturar al druida ‒recalcó el galo del bigote rubio
‒ en eso Astérix tiene razón así que ustedes dos serán los escoltas del Druida en ese festival, y todos recibieran poción antes de ir por si las moscas ‒
‒ Sabia decisión amigo mío ‒
Los galos con la esperanza de participar en una excelente pelea, fueron el día convenido a la hora convenida a ese extraño corredor. Pero las mujeres tampoco se quedaron atrás y también fueron con sus hijos a pasar un rato ameno, en lugar de estar en casa cocinando el banquete.
‒ Es un laberinto de bronce, los que logren salir de ahí enteros son los más valientes y aguerridos guerreros ‒ dijo un legionario el cual hacia todo lo posible para no desplomarse del miedo.
‒ deben entrar en parejas, o grupos de tres personas ‒
Así que se formaron las parejas, la mayoría se juntaron entre buenos amigos, como Esautomatix y Oredenalfabetix, el problema sería el tremendo olor a pescado que dejarían a su paso.
Los únicos grupos fueron Abraracurcix con sus cargadores, y Panoramix con los dos guerreros galos.
En cuanto entraron al laberinto hubo un aire de temor, pero luego fue negado conforme iban avanzando, había veces en que los guerreros se confundían con el reflejo y se perdían en el camino, pero eso era fácilmente solucionado cuando varios legionarios romanos haciendo un triste intento para asustarlos terminaban atizados y sacados toda la información posible para salir del laberinto.
Pero de pronto las paredes se empezaron a mover separando a todos los galos de sus grupos sin excepción, varios niños terminaron solos y asustados. En cualquier persona normal hubiera cundido el pánico, pero los galos solo le tienen miedo a una cosa: que el cielo se caiga sobre sus cabezas; fue ahí cuando la verdadera atracción comenzó. Los romanos eran usados como llaves en todas las paredes del laberinto.
Las mujeres galas pudieron salir, y el druida pudo ponerse a salvo junto a ellas, y la mayoría de los niños estaba bien, uno que otro estaba aún dentro pero poco a poco ellos llegaban con una cara llena de felicidad, contentos de ver como sus padres y los otros hombres de la aldea atizaban a los romanos.
Inclusive Astérix y Obélix daban como siempre buena pelea, hasta que por motivos del destino Astérix se separó de su amigo del alma y fue a la parte más alejada del laberinto, donde le pareció ver a alguien, el tiempo en que la poción mágica seguía haciendo efecto sería de unos cuantos minutos más, así que no habría de que preocuparse.
Al llegar a donde él creía que se dirigía vio a la hija de Esautomatix muy asustada contra la pared de uno de los callejones sin salida que tenía ese odioso laberinto. Poco antes de que Astérix pudiera siquiera decir algo un trapo le fue puesto en la cara, este contenía un somnífero muy poderoso que de inmediato hizo que Astérix viera estrellas, y cayera al suelo; los romanos que retenían a la niña la dejaron ir y tuvieron la suerte de salir justo antes de que todo el laberinto se desplomara, llevaron el cuerpo de Astérix a uno de los barcos que esperaba en la playa.
La niña corrió y corío hasta los brazos de su madre llorando y hablando cosas sin sentido, y continúo así hasta que todos los hombres de la aldea se reunieron, el druida que intentaba que la pequeña hablara le dijo que era mejor avisar si algo malo pasaba. Fue ahí cuando la pequeña metió sus pulmones con aire y fuerte y claro gritó:
‒ MATARON A ASTÉRIX ‒
Al oír eso Obélix y el resto cayeron en cuenta que no había rastro, ni siquiera de un pelo del pequeño del bigote rubio; Obélix entró en cólera y junto con sus amigos arrasaron con todas las guarniciones romanas para buscarlo, lamentablemente no había nada del guerrero galo. Lo único que pudieron encontrar, después de atacar el campamento de Aquarium, fue al centurión Cayosbonus sosteniendo un casco con alas, y una cantimplora de poción mágica sin abrir, desmayado en su tienda. El casco estaba cubierto de sangre.
