Hola a todos! Este es el primer Fan fic que hago y es una adaptación de una historia mia que estoy publicando en fictionpress

Los personajes de CLAMP no me pertenecen, la historia es de mi autoria, contiene escenas eróticas y lemon, sino te gusta no continues leyendo :)

Que lo disfruten ^^

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Resplandor de Luna

Capítulo 1: Una vida diferente

-Debes comportarte como una mujer decente, las señoritas no hacen rabietas; los hombres no lo ven atractivo- reclamó una madre a su pequeña hija de apenas 5 años.

-Si me comporto, ¿Cuándo sea grande un hombre criará un hijo conmigo?- interrogó la pequeña de cabello castaño mientras tallaba sus ojos para tratar de detener sus lágrimas.

-No Sakura, los hombres no crían a los hijos, eso sólo lo hacen las mujeres- y con esa frase la madre de la pequeña le dijo parte de la realidad de ser una mujer en este lugar…

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El reloj despertador sonó por segunda vez esa mañana, sus manecillas indicaban las 6:30, el sol se filtraba por la ventana de aquella acogedora habitación mientras una chica permanecía aún envuelta entre las cobijas hecha un ovillo sobre la cama, ligeros quejidos salían de sus labios ante el persistente sonar del reloj que se encontraba sobre la mesilla de noche. Torpemente estiró su brazo para buscar aquel infernal objeto que interrumpía sus sueños, después de varios intentos al fin logró alcanzarlo para desconectarlo, talló sus ojos para que se acostumbraran a la luz y se estiró un poco.

-¿por qué los avisos del rey tienen que ser tan temprano?- se dijo para sí la linda chica de 16 años, se levantó de la cama y se dirigió al espejo de su tocador, el reflejo inmediato de éste fue el de una joven de cabello castaño sujeto en una trenza que caía sobre su espalda, una mirada profunda de color esmeralda acompañaba los rasgos finos de su rostro mientras que un camisón cubría su curvilíneo y atractivo cuerpo.

Se quitó el camisón para ponerse un vestido corto de color azul marino con algunos vuelos en la falda, era un poco más corto que sus demás vestidos, pero no le dio mucha importancia al fin y al cabo aún no le "pertenecía a ningún hombre" y podía usar la ropa que quisiera. Peinó su cabello y dando un último vistazo de su apariencia salió de su habitación, bajó hasta la cocina donde su madre preparaba el desayuno.

-Buenos días madre- saludó alegre la chica a una señora de complexión delgada con cabello azul grisáceo corto hasta los hombros, una mirada un tanto fría caracterizaba su rostro acompañado de un par de arrugas y que respondía al nombre de Nadeshiko.

-Buenos días hija, toma tu desayuno, date prisa porque si no, no llegaremos a los avisos del rey-

-si madre- la joven se sentó en el comedor y miró con repulsión el plato que contenía una sustancia espesa Avena pensó, no le gustaba la avena ya que siempre tenía una consistencia viscosa. Comió un poco pero pronto le dio asco así que prefirió dárselo de comer al gato, un hermoso gato de tonos naranjas y miel con unos profundos ojos azules de nombre Kero. Sakura lavó sus trastes y terminó de alistarse, corriendo un poco para alcanzar a su madre que había salido minutos antes.

-¿por qué te apresuras tanto? Aún es temprano-

-se ve mal llegar a la hora exacta a un lugar, tenemos que llegar por lo menos 10 minutos antes, la impuntualidad no es una característica…-

-…agradable para un hombre…lo sé- la chica escuchó durante gran parte de su vida todos esos comentarios, prácticamente se los sabía de memoria, sin embargo no estaba segura de pensar lo mismo, se sentía como un pez fuera del agua en aquel lugar, ya que estaba terriblemente atraída por el alférez de la milicia; la mano derecha del rey…ella le decía amor aunque en aquel lugar ese sentimiento entre un hombre y una mujer no existía, la sociedad se basaba en tradiciones que consistían en que un hombre solo permanecía con una mujer para aparearse y procrear un hijo, después de eso era libre de buscar otra mujer más no era el caso de la mujeres, ellas solo podían aparearse con un solo hombre ya que ellos poseían la habilidad de conjurar un hechizo de "pertenencia" con el cual evitaban que la paternidad se pusiera en duda, este hechizo solo se rompía si el hombre así lo quería o moría…

-¿ninguno de los prospectos que te miran te atrae para que te comprometas?- preguntó abruptamente la madre, alejando los pensamientos de la mente de la chica.

-¿de qué hablas?- en realidad lo sabía perfectamente dentro de un año cumpliría la edad legal para aparearse por primera vez, ella era bastante atractiva y ya tenía varias ofertas de compromiso, el anchor de sus caderas contrastaba con un cintura más afinada perfecta para procrear decían los hombres, era muy bien visto que una mujer se comprometiera antes de los 17 años…hablaba bien de su familia, pero ella era lo último que quería hacer, odiaba la forma en que la miraban como un trozo de carne en medio de perros hambrientos.

-que tienes que comprometerte antes de los 17 años, lo sabes bien, no eres una de esas muchachas feas a las que ningún hombre quiere. Tienes muchos pretendientes y muchos de ellos de familias ricas, no volverías a sufrir de dinero-

-yo nunca he sufrido de dinero madre, mi padre no es rico pero nunca nos ha faltado nada, no sé porque siempre insistes en hacerlo quedar mal- ella estaba muy dolida y no lo quería admitir después de mí no pudo volver a quedar embarazada y como fue lo habitual él se buscó otra pareja, poco tiempo después él la liberó del conjuro para que alguien más se apareara con ella, pero nunca hizo el esfuerzo de buscar a alguien- además todos los hombres de dinero son viejos y feos, no quiero aparearme con ninguno de ellos-

-ay niña eso no debe importar mientras te mantenga con un buen estatus social-

La chica suspiró pesadamente para después no decir más nada, ella no entendía por qué todo se relacionaba con la sociedad, para ella la aprobación de la sociedad no importaba, quería estar con un solo hombre aunque por el momento fuera imposible siquiera pensar en que se fijaría en ella, todos los soldados y altos mandos del reinado solían ser emparejados por primera vez con una chica que provenía de una larga herencia genética que la hacía muy buena candidata para procrear cuantos hijos quisiera, así que las probabilidades de que si quiera la mirara eran nula.

Llegaron hasta la plaza principal donde se encontraba el castillo, ya muchas personas se hallaban en el lugar, pero aun así lograron colarse para quedar cerca del vocero. El rey se encontraba sentado en la entrada del palacio un viejo gordo, feo que solo se dedicaba a sonreír mientras soldados lo custodiaban y a un lado suyo se encontraba el Alférez conocido por el nombre de Akito, no se conocía su verdadero nombre ni su rostro ya que permanecía oculto tras una máscara. Siempre se le veía con su uniforme; un traje de color blanco, camisa blanca, un par de botas negras y una espada sostenida a la altura de su cadera, además de varias condecoraciones que permanecían prendidas al saco, su complexión era alta y un tanto fornida, su cabello; negro azulado, un poco alborotado y sujetado en una pequeña coleta en su nuca. Sakura miraba embelesada a aquel hombre que aparentaba tener alrededor de 22 años, su rostro se ruborizó un poco al imaginar que él pudiera dedicarle aunque fuera una mirada por lo que mejor desvió su rostro y se puso a jugar con su cabello.

Los avisos dieron inicio, nada de relevante para la chica hasta que el vocero anunció que el rey buscaría una mujer para aparearse y esta podía ser cualquiera que viviera dentro del reino, que estuviera en época de procrear y liberada de cualquier conjuro de pertenencia. Sakura suspiró aliviada por un instante no tenía la edad, hasta que el vocero completó lo dicho con lo siguiente todas las chicas de 16 años en adelante son candidatas y deberán presentarse de forma obligatoria a una evaluación a la chica se le heló la sangre, ella no estaba lista para eso, apenas se estaba haciendo a la idea de que pronto tendría 17 años. Suspiró y trato de calmarse después de todo ¿cuál era la probabilidad de que la escogieran de entre todas las mujeres? O si faltaba a la evaluación ¿tal vez nadie lo notaría?

-escuchaste hija, esta es la oportunidad perfecta…es la primera vez que el rey escogerá a alguien común del reino, tenemos que estar temprano el día de la evaluación- la mujer lucía tan llena de energía como si fuera ella misma la que asistiera.

-pero yo no quiero aparearme con el rey…-

-no diga tonterías señorita, todas la mujeres aspiran a una vida llena de comodidades, y que mejor opción que con el rey-

-pero yo quiero…- la joven bajó su mirada y un pequeño nudo en su garganta se formó.

-¡ya basta Sakura! Yo no te eduqué de esta forma tan insolente, irás a la evaluación te guste o no, ¿te quedó claro?-

-si madre- con esto los avisos dieron por finalizados, Sakura buscó con su mirada al alférez Akito y pudo verlo unos momentos mientras marcaba la retirada, se giró para dar marcha de regreso a casa, sin percatarse de nuevo que aquel hombre también la miraba atentamente cada vez que tenía oportunidad.

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Madre e hija caminaron de regreso a casa sin mucho que decir, Nadeshiko hablaba sobre la gran oportunidad que significaba el anuncio del rey, la chica solo caminaba con la cabeza gacha y asintiendo una que otra vez, tenía mucho miedo, no quería aparearse con el rey, le causaba mucha repulsión.

Una vez en casa comenzaron a preparar la comida, sería una crema de zanahoria y como plato principal pollo horneado con arroz y verduras.

-Hija ve a comprar el pan para la comida, lo olvidamos debido a los anuncios de rey-

-Si madre- La chica tomó el monedero y salió en camino a la panadería.

Compró un par de baguetes, pero antes de regresar a casa se desvió hacía el cementerio, de vez en cuando visitaba aquel lugar sobre todo los días en que más atrapada se sentía. Caminó entre las tumbas hasta que encontró aquella que ya conocía muy bien, se acercó y la limpió un poco antes de sentarse a un lado.

-Hola Shaoran, he venido a visitarte de nuevo- Habló dirigiendo su vista a la lápida donde tenía escrito el nombre de "Shaoran Li".

La chica comenzó a sollozar mientras acariciaba la lápida –lo siento, de nuevo estoy llorando- Aquella lápida pertenecía a un joven soldado que años antes murió después de proteger al rey cuando salieron en un viaje. Ella lo conocía, era mayor, pero aun así les gustaba la compañía el uno del otro; platicaban y se divertían, todo a escondidas ya que al ser mayor que la chica, se consideraba prohibido verse a solas.

Ella sabía que el amor no existía en aquel lugar, que sólo las madres podían amar a sus hijos, pero también sabía que había sentido algo muy fuerte y especial por aquél chico, algo que se encendió dentro de su pecho sin tener oportunidad de saber que era.

-Sé que no debo contradecir las decisiones de la vida, pero sigo sin entender porque tuviste que morir, me prometiste que regresarías de aquel viaje y cuando tuviera la edad la edad necesaria, te comprometerías conmigo- La chica derramó un par de lágrimas más –si estuvieras conmigo, todo sería diferente- sonrió amargamente para sí –Te extraño mucho Shaoran- la joven se limpió las lágrimas y dio una última mirada a la lápida antes de levantarse –Lo siento…soy muy egoísta y siempre vengo a reclamarte lo mismo- diciendo esto se marchó de aquél lugar.

Emprendió camino de regreso a casa, caminó despacio y un poco cabizbaja por lo que no se dio cuenta al doblar en una esquina y chocó con un hombre mucho más alto que ella causando que perdiera el equilibrio. Afortunadamente el hombre reaccionó y la sostuvo del brazo impidiendo que cayera.

-Lo lamento mucho señor, venía distraída y no me fijé- dijo aún sin mirar a aquella persona.

-Descuida, también fue culpa mía- Contestó el hombre con una voz penetrante y gentil a la vez, la joven lo miro lentamente y se dio cuenta de quien se trataba, el alférez Akito, ella abrió grandes sus ojos ante la impresión, su corazón brincó de alegría y su rostro se ruborizó al darse cuenta de que aún la sostenía del brazo. Akito la ayudó a incorporarse y soltó el agarre, Sakura le regaló una reverencia en agradecimiento, no lo podía ver directamente, estaba nerviosa de tenerlo cerca y como si quisiera torturarla un poco más, tomó su mano izquierda e hizo un ademán de besarla ya que su máscara le impedía hacerlo directamente, luego de eso dio marcha y continuó con su camino. La chica se llevó la mano al pecho y sonrió para sí, ese día había tenido un momento de felicidad. La chica caminó de regreso a casa con un poco de su esperanza renovada.

CONTINUARÁ

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