Primavera. Que mejor época del año que esta? Las múltiples flores coloridas decoraban los infinitos jardines de las aldeas. Los arboles daban sus mejores frutos y los pájaros hacían sus nidos en ellos. Pero en aquella época, ella se veía aun más hermosa. Y él lo sabía.
Una fina gota de sudor se deslizaba por el torso desnudo de Neji Hyuga mientras una fresca brisa le alborotaba aún más el cabello. Bajo él, una castaña lo miraba fijamente con un particular brillo en los ojos y una sonrisa en los labios. Sus cuerpos agitados se estremecen y ellos recuperan el aliento poco a poco.
-No sé cómo me deje convencer. Esto fue una locura, Tenten, estamos en medio de un campo. –dijo el genio dibujando una casi imperceptible sonrisa en su rostro mientras se incorporaba y se apresuraba a cubrir a la chica con su cuerpo semidesnudo.
-Justamente por eso te dejaste convencer. Fue una locura. –le contesto ella vistiéndose rápidamente. –Lo que más me sorprendió fue ese cuento que le dijiste a Lee sobre unos enemigos a cuatrocientos metros de aquí solamente para darnos este momento a solas.
-Fue a trescientos metros y en realidad si hay personas ahí. –defendió Neji.
-Pero no son enemigos. –refutó Tenten.
-Yo nunca dije que fueran enemigos.
Tenten esbozo una amplia sonrisa y se dedico unos segundos a peinarse de nuevo el cabello mientras ahora era Neji quien terminaba de vestirse. Se hizo sus dos habituales chongos y giro la vista a su compañero comprobando que la observaba como muchas otras veces. Con ese destello en sus ojos perla que ella adoraba.
-Que es lo que ves? –preguntó divertida.
-A ti. –respondió Neji sin alterar su semblante serio.
-Y que ves en mi? –preguntó ahora acercándose a él con una sonrisa tierna en sus finos labios.
-A la más hermosa kunoichi que he conocido jamás. –contestó el Hyuga colocando un sonrojo en el rostro de Tenten. Se acerco a ella y beso suavemente sus labios haciéndola suspirar. –Y veo mi miedo reflejado en tus ojos. Miedo de perderte, de que te alejes de mi lado.
-Nunca te dejaré. –susurró ella mientras depositaba una pequeña mano sobre una de las mejillas de Neji. Él dejó caer el rostro hacia esa dulce caricia y oprimió su mano sobre la de ella, impidiendo que se apartase de si.
-Te quiero –susurró quedamente.
