Capítulo 1.
Reencuentro satisfecho.
Los personajes de Harry Potter no me pertenece. La dueña legítima es J.K Rowling. Solamente los uso para crear historias sin ningún fin más que el de entretener.
Hermione, un poco bebida y con algunos sentidos dañados, estaba en medio de la pista de baile, moviendo todo su cuerpo de manera ondulante, provocativa y sensual. La música atronaba en sus oídos y el sonido fluía por todo su cuerpo, haciéndola sentir extrañamente viva, haciendo que hasta el último rincón de su piel vibrara. Bailaba con los ojos cerrados, dejándose llevar solo por la música, aunque de vez en cuando miraba a su alrededor, estudiando a los machos en celo que la miraban con ojos de depredador.
Si algún conocido de ella la mirara en esos momentos, juraría mediante el juramento inquebrantable, que no se trataba de la misma chica mojigata y santurrona como lo había sido en Hogwarts.
La muchacha se había colocado justo en aquella zona, cerca de la barra, para llamar la atención de los chicos. Ellos nunca bailaban, al menos no sin pareja. Las chicas no tenían problemas en salir a la pista de baile con amigas y marcarse unos pasos que las hacían ver ardientes y deseables, pero ellos siempre se quedaban como pasmarotes en la barra, bebiendo y, con suerte, marcando el ritmo de la música con la cabeza. Hermione ya había conseguido que alguno de ellos cayera en sus redes y al menos tres se habían acercado a bailar con ella, uno incluso le había sobado el culo sin disimulo alguno. Pero ninguno había conseguido aguantar su ritmo durante más de una canción y, ¿Para qué mentir?, ninguno de ellos había sido especialmente guapo. Y eso que ya iba algo bebida y los fogonazos de luz que barrían alocados la pista cada poco la estaban dejando ciega. Si aquellos mismos hombres se le hubieran acercado al inicio de la noche probablemente se habría reído de ellos en su cara.
Como extrañaba a sus amigos de Hogwarts, que la calentaban nada más viéndola. No aplicaba a todos por supuesto, pero con algunos moría cuando la observaban sin disimulo.
Sonrió al tiempo que seguía marcando el ritmo de la canción muggle.
«El de la esquina no está mal» pensó Hermione, tironeándose un poco del top violeta hacia abajo para que sus pechos asomarán generosamente por el escote. Su falda blanca se le estaba subiendo por la cintura y debía estar a punto de enseñar los cachetes del culo, pero no le importaba. Había ido a aquella discoteca buscando sexo e iba a conseguirlo sí o sí.
Bailó la siguiente canción mirando al chico que ocupaba la esquina de la barra y que le devolvía la miraba con una sonrisa lobuna en la cara. No le quitaba los ojos de encima, mirando sus caderas moverse en círculos, sus pechos subir y bajar al ritmo de los saltos, y cuando Hermione creyó que ya lo tenía en sus redes, le hizo un gesto con la mano, llamándolo. Después se llevó el dedo índice extendido a la boca y se lo chupó, dejando que él viera su cálida y húmeda lengua. Incitándolo a más.
El chico al fin pareció decidirse y se levantó del taburete en el que estaba sentado. No obstante, apenas había dado un paso cuando una morena voluptuosa apareció a su lado, besándole en los labios y cogiéndole con confianza del brazo. No había que decir que la mujer, claramente operada y artificial, estaba marcando su territorio.
«Mala suerte, amigo» pensó Hermione con diversión «Si te hubieras llegado a decidir un minuto antes ya estarías en el baño con la bragueta bajada mientras tu novia te buscaba y yo te cabalgaba».
La canción terminó y la joven se dirigió hacia la barra, sedienta. Mientras bailaba no llevaba ningún vaso para poder moverse con mayor libertad, pero iba siendo hora de tomarse su tercer trago de alcohol.
El camarero no tardó en atenderla, atraído como perro por su generoso escote como si se tratara de carne fresca, y estaba esperando a que le trajeran lo que había pedido cuando alguien le tocó el hombro. Se giró un poco lenta y se encontró con un chico que debía tener su edad, con el cabello rubio ¿O era blanco?, al menos un palmo más alto que ella y con unos hombros anchos muy masculinos que le gustaron. Casualmente le recordaba a alguien, pero no lograba decidir a quién. Tal vez la bebida ya se le había subido y solo tenía alucinaciones.
—¿Eres Hermione? —preguntó con un deje de duda e interés.
La joven bruja no se sorprendió de que supiera su nombre. La verdad era que muchos se lo habían preguntado a lo largo de la noche y aunque solía dar nombres falsos, con alguien debía habérsele escapado el suyo real. Y si era sincera, no le importaba que él supiera su nombre porque era guapo y muy masculino, con brazos fuertes y una camisa blanca ajustada que le quedaba muy bien.
—Sí, ¿y tú cómo te llamas?
—Mmm... Dra
Pero Hermione hizo un gesto con su mano restándole importancia y recogió de la barra el vaso de licor que le había dejado el camarero llevándoselo a la boca de manera veloz y lo bebió un largo trago, como si no bebiese ningún líquido en días.
—¿Bailas, chico apuesto? —preguntó adulándolo, sin saber si era realmente apuesto o no, y girándose de nuevo hacia el muchacho, al que sorprendió mirándole el trasero. Sonrió ampliamente a la vez que él parecía algo intimidado —. ¿Has venido con una novia?
El chico, que todavía no había tenido tiempo a responder a su primera pregunta, negó en respuesta a la segunda sin titubear. Y la miró con lo que Hermione interpretó como lujuria y deseo.
—¿Con alguna amiga celosa que pueda arrancarme los pelos para reclamar a su hombre? Porque créeme que me haría falta menos cabello —inquirió coqueta.
—No, he venido solo. La verdad había quedado con unos amigos pero creo que he llegado algo temprano —contestó sinceramente.
—Pues entonces bailas —confirmó seductoramente.
Y cogiéndolo del brazo, como si fuera su dueña, lo guió hasta el centro de la pista, donde comenzaron a moverse juntos.
El apuesto muchacho no bailaba del todo mal, pero sin duda lo hacía mucho mejor cuando tenía a alguien entre sus brazos y Hermione se pegó a él, guiando sus grandes manos masculinas hasta su cintura. La música, el calor y aquel hombre, en todo el sentido de la palabra, eran hechizantes. Bailaron muy pegados, rozando piel con piel, hasta que, cuando la canción estaba a punto de terminar, Hermione sintió algo duro en la ingle de él. Se giró hacia él y le sonrió de manera felina y, llevando su mano hasta su nuca, lo atrajo hasta su boca con un hambre voraz.
No fueron comedidos. Ella empezó atacando fuerte, introduciendo su lengua en la boca de él y aplastando sus pechos contra el duro pecho masculino. Él, un poco sorprendido del comportamiento de ella, tardó en contestar un par de segundos pero después su lengua contraatacó y pareció querer devorarla también. Una de sus manos descendió hasta llegar a su culo y se lo apretó. Las yemas de sus dedos le tocaron la piel desnuda, allí donde debían estar asomando sus nalgas en tanga bajo la falda.
Hermione se separó bruscamente de él, que jadeó y pareció sorprendido porque ella se hubiera alejado. Se miraron un instante a los ojos y después ella lo agarró por la camiseta y tiró de él, dirigiéndose a los aseos.
En el pasillo de los baños habían varias mujeres esperando, pero Hermione sin importarle pasó de largo y se introdujo en el de los hombres, seguida por el chico. Las chicas que esperaban fuera murmuraron y cuchichearon con sonrisas cómplices asomando en sus bocas.
En el baño de hombres solo había un chico, que ya estaba terminando y que salió de allí con una mirada entre divertida y de envidia. Hermione sin perder tiempo, besó nuevamente con voracidad al muchacho, llevando su mano a la cintura de él para soltarle el cinturón. Sin embargo, él le retuvo las manos antes de que la muchacha avanzara en su cometido.
—¿Estás segura de esto, Hermione?
Que usara su nombre justo en aquel momento le molestó, aunque no lo demostró ni le contestó y besándolo otra vez, terminó de soltarle el cinturón y le desabrochó el botón del pantalón, bajándole la bragueta para introducir su mano bajo la tela y palpar el duro y grueso miembro que se escondía bajo los calzoncillos.
—Yo sí, y diría que tú también —susurró con voz provocativa cerca de su oído, apretando el pene en su mano. Él cerró los ojos y soltó el aire de sus pulmones bruscamente.
Sonriendo, Hermione abrió la puerta de un cubículo y, tras asegurarse de que la tapa estaba bajada, hizo que el joven entrara en el reducido espacio y pasó tras él, cerrando la puerta con pestillo. Apenas si cabían dentro los dos, pero ella se las arregló para dejar su bolso sobre la tapa superior del inodoro y, sin pensárselo dos veces, se sacó el reducido top quedándose solo con su provocativo sujetador de encaje negro.
Como si sus pechos fueran carne y el chico misterioso un animal de presa, él descendió para besarle y mordisquearle la piel que había quedado al descubierto. Le besó también el cuello y ella se arqueó ligeramente hacia atrás a la vez que su mano derecha volaba hasta el paquete de su compañero y volvía a agarrarle su erecto miembro. No le cabía en la mano y aquello hizo que Hermione se excitara todavía más.
Le había tocado el gordo aquella noche.
Él llegó hasta su boca y la besó desenfrenado a la vez que se peleaba con el cierre del sujetador. No consiguió abrirlo, así que sus manos volaron a la parte de delante y tiró de la tela hacia abajo hasta que las tetas de Hermione saltaron por encima del sujetador. Él los apresó con sus manos, moldeándolos, y bajó la boca hasta meterse el pezón del pecho izquierdo en la boca. Lamió y succionó hasta que el pezón quedó puntiagudo como una flecha. Después se dirigió al otro e hizo lo mismo.
Ella jadeaba mientras lo miraba y sentía su lengua sobre el pezón derecho. Cuando alzó la cabeza, sin soltar todavía sus pechos, ella le bajó el bóxer y lo empujó hasta sentarlo en el inodoro.
Su miembro quedó erguido, apuntándola con su dureza, y Hermione se sacó del bolsillo de su minifalda un preservativo, no haciendo un hechizo anticonceptivo debido a que el muchacho era muggle en cuestión, y posteriormente abrió el envoltorio con los dientes. Sin perder el tiempo lo colocó en el duro y palpitante pene, cubriendo su ardiente piel, y sin dudarlo un instante se subió la falda, se apartó un poco el tanga y se sentó sobre él. Rápido y al instante.
La penetración fue completa porque ella estaba muy húmeda y el miembro se deslizó con suavidad hasta tocar fondo. Ambos jadearon y se quedaron un instante quietos, disfrutando de la sensación, pero inmediatamente después Hermione comenzó a mover la cintura, hacia adelante y hacia atrás, marcando un ritmo intenso y desenfrenado que no podrían mantener durante demasiado tiempo. Él tenía las manos en su cintura y la animaba a que siguiera moviéndose a aquel enloquecedor ritmo. El roce del clítoris contra él era constante y la presencia de su abultado pene dentro de ella era abrumadora.
—Estás enorme —Le murmuró al oído, mordiéndole el lóbulo.
Él gruñó ante sus palabras, ascendiendo sus manos hasta los hombros de Hermione y empujando de ella hacia abajo para que la penetración fuera todavía más profunda. Al sentir aquella sensación y saber lo excitado que él estaba, Hermione no lo soportó más y explotó, llegando al orgasmo entre gemidos.
El muchacho la miró con una mirada enfebrecida, viéndola correrse. Pero él no había terminado y en cuanto notó que ella refrenaba el ritmo se puso en pie cargando con ella, que le rodeó la cadera con las piernas. La empotró contra la puerta del baño y movió sus caderas arriba y abajo hasta que terminó con un orgasmo que le trepó por la espalda y le hizo cerrar los ojos mientras eyaculaba en su interior entre jadeos.
Cuando él la bajó, Hermione se recolocó la falda y se subió el brasier antes de ponerse su top con velocidad y con una sonrisa de satisfacció asomando en sus labios.
—Ha sido un placer amor. Y estuviste caliente y estupendo —alagó con coquetería mientras le besaba una última vez.
El muchacho sonrió, todavía con la respiración entrecortada. Cuando se separaron, él se quitó el condón mirándolo con curiosidad para después desecharlo en la papelera que había junto al inodoro. Hermione aprovechó para salir del reducido espacio mientras él se subía su bóxer y los pantalones.
Para cuando el muchacho terminó de recolocarse toda la ropa y salió del baño, no quedaba ni rastro de ella.
Había desaparecido.
Hola, otra historia Dramione. Espero que les guste, de hecho es parecida a una historia que publiqué pero no será lo mismo, es totalmente diferente. Pero aún así no será largo, tal vez unos quince capítulos a lo mucho :)
