DISCLAIMER: KUROKO NO BASUKE Y LOS PERSONAJES NOMBRADOS EN ESTA HISTORIA NO SON DE MI AUTORÍA. PERTENECEN A FUJIMAKI TADATOSHI.

Sí tan solo fueran míos...

Espero les guste~ Es un regalo para mi amada mejor amiga Mika~

SUNNY SKY

CAPITULO 1

Un balón de básquetbol se oía rebotar contra el suelo del gimnasio de Teikou. Era tarde y las actividades del club habían acabado hace ya mucho rato. Aomine y Kise permanecían jugando un uno a uno; otra vez se habían quedado atrás. El rubio, como siempre, había logrado a convencer al moreno para que se enfrentaran nuevamente.

Mientras se desafiaban el uno a otro, Kise observaba a Aomine para poder copiar sus habilidades, pero aún le era imposible, a pesar de que cada parte del cuerpo del moreno quedaba grabada en su mente. Mientras lo miraba, no podía evitar distraerse con toda la fuerza que irradiaba el cuerpo del peli azul; lo hacía sentir de un modo extraño y no comprendía por qué razón en su pecho brotaba una calidez que lo inundaba cada vez que estaba con él.

Para Kise, Aomine parecía el sol. Brillaba tanto que cada vez que lo veía, su alrededor se iluminaba y sus ojos lo seguían, e involuntariamente se dibujaba una sonrisa en su rostro. Lo que sentía por él no lo podía identificar claramente. Su corazón saltaba con la excitación de jugar con Daiki, en el fondo de su mente sabía que no era solo por eso. Nunca pensó que fuera raro en verdad lo que le pasaba, porque su admiración por Aomine era demasiado grande para reparar en algún otro sentimiento. De algún modo, Kise sabía que era raro como se sentía por su amigo y compañero, pero el rubio no se podía controlar. El moreno definitivamente era alguien especial para Kise, en todas sus formas.

Al terminar el juego, Kise estaba jadeando en el suelo. Tomando bocanadas de aire, tratando de normalizar su respiración.

— ¡Rayos~! —Dijo, haciendo un mohín— ¡Casi la tenía, Aominecchi!

El moreno estaba de pie a su lado con la toalla en el cuello, observando al rubio; sonrió engreídamente y luego rió ante el berrinche de Kise, siendo esta una situación habitual entre los dos.

—Estás a años de alcanzarme, Kise —habló con una sonrisa socarrona en sus labios.

Posó sus ojos en él, haciendo un puchero. Incluso cuando había perdido, la excitación no desaparecía de su interior. Sabía que hasta ahora le era imposible enfrentarse a él y ganarle en el intento, pero no se rendiría. Aomine simplemente era grandioso, pero eso no lo detenía, incluso lo animaba a continuar y tratar de superarlo.

— Tch —hizo un puchero— ¡No te confíes tanto! ¡Te aseguro que en el próximo juego te gano!

— Sí, sí, claro —comenzó a caminar hacia los cambiadores—. Vamos, tenemos que cerrar este lugar.

— ¡Eh! ¡Pero…! —Vio como Aomine se alejó sin decir nada más y a regañadientes lo siguió—. Está bien, pero no me rendiré.

Traspasando la puerta de los camerinos, Aomine desapareció de su campo visual. El rubio no se preocupó demasiado al escuchar el agua correr en una de las duchas. Cuando él se acercó a los casilleros, comenzó a desvestirse poco a poco; tenía sudor en todo el cuerpo y quería quitarse pronto la sensación de humedad y sal de encima.

Ya semidesnudo se dirigió a las duchas, ensimismado en el juego todavía. Mentalmente repasó en qué forma podría haberle ganado a Aomine y evaluando si es que alguna vez podría copiar sus movimientos. Entró en la ducha y giró el grifo de agua caliente. Primero puso su mano bajo el chorro de agua que caía y cuando ya sintió que el agua estaba a una buena temperatura, adecuada para él, se colocó bajo ella. Relajándose y sintiendo como sus músculos se soltaban, dejó escapar un suspiro.

—Me pregunto si alguna vez seré capaz de enfrentarme a Aominecchi como un igual… —se quejaba.

Gracias al agua, su flequillo caía aplastado sobre su frente y se lo quitaba con la mano. Estaba concentrado, restregando su cuerpo, pero repentinamente percibió una presencia tras él. Ya fue tarde cuando sintió que una mano tomó su hombro y ésta puso su espalda contra el muro de azulejos que estaban húmedos por el agua y vapor. El golpe no fue fuerte, pero el movimiento repentino hizo que cerrara los ojos y casi resbalara. Cuando comenzó a abrirlos lentamente, en medio de su ducha y el vapor, notó la silueta que invadió su espacio: Aomine Daiki estaba frente a él con la mirada oscura y perdida. Kise no entendía que sucedía, no comprendía que hacía el moreno frente a él, desnudo y con los ojos examinándolo intensamente.

—… ¿Aominecchi? —Desconcertado, trató de buscar algún indicio que le indicara la razón de la presencia de Aomine en su ducha.

El Moreno, sin responder, se movió de forma que acorraló al rubio con sus manos a ambos lados de su cabeza, cerrándole el camino para un posible escape. Kise no sabía qué hacer ante esta inesperada situación. Mientras analizaba todo, aun paralizado, Aomine se acercaba poco a poco. La respiración del rubio estaba acelerada y su corazón saltaba. La cara de Aomine estaba tan cerca y sintió cómo el ambiente se volvía más caliente.

— ¿Qué su…? —Su pregunta fue interrumpido por un beso salvaje, sorprendiéndolo más aún.

Kise estaba tan mareado por el calor que casi resbaló, pero el brazo fuerte de Aomine lo sostuvo por la cintura. El rubio no podía razonar nada de lo que sucedía y trataba de aclarar su mente inútilmente, pero Aomine no se detenía, aturdiéndolo con cada lamida y a ratos mordiéndolo, sacándole un gemido que permitió que la lengua del moreno arremetiera dentro de su boca, recorriendo toda la cavidad con vehemencia.

Kise temblaba con el movimiento voraz del músculo del moreno. Quería hacer algo, quizá detener al moreno, pero la mano de Aomine se movía por su torso estremeciéndolo, sintiendo como sus sentidos se agudizaban y su temperatura subía. La sangre bullía en su interior, sentía su cuerpo arder y de un momento a otro ya no le importaba que sucedía; cada vez deseaba que esa mano lo acariciara más. La boca que le robaba el aire, dejó de besarlo y se movió a su cuello, sacándole suspiros y gemidos.

—Ah… Aominecchi… — susurró el nombre del moreno con voz ronca, lo que provocó que el peli azul bajara lentamente por su abdomen, llegando a su miembro.

Kise siseó ante el toque de la mano del otro, su cuerpo reaccionaba con demasiada rapidez al tacto del moreno. Poco a poco la mano del moreno comenzó a subir y a bajar mientras sus caderas se unían. Sus manos lo encendían y aunque no quería llegar al orgasmo sólo con ella, estaba a punto de acabar.

La boca de Aomine ahora estaba en la oreja de Kise, lo que sacudió al rubio. Abrumado por los sonidos y los movimientos de la lengua del moreno en su oído, y la mano que jugaba en su parte baja, sintió el orgasmo llegar. Cerró los ojos, gruñendo del placer y corriéndose en la mano del moreno.

Salió del estupor y poco a poco fue abriendo los ojos, estaba jadeando y se encontraba un poco sorprendido. Sentía su cuerpo pesado, sin embargo, ya no se encontraba en la ducha del camerino, ni tampoco el moreno estaba con él. Estaba solo en su habitación y desorientado.

— ¿Eh? —Pestañeó confundido— ¿Pero qué demo…?

Recorrió con la mirada su alrededor y vio a través de sus cortinas que era de mañana. Miró su reloj que decía que eran las 06:00 AM. Se sentó en su cama, con las manos cerradas sobre los cobertores. El orgasmo que tuvo en su sueño había llegado hasta su realidad; al correrse manchó su ropa interior al igual que las sábanas. Aún aturdido, decidió que era mejor darse un baño para quitarse el sudor y el semen derramado en su ropa y cuerpo.

Al despertar tan temprano, tenía tiempo de sobra para prepararse y tomar desayuno tranquilamente. Pero seguía preocupado por su sueño.

Cuando ya estaba listo para salir, tomó su bolso y su almuerzo, partiendo a la escuela. Ya un poco más calmado, pensó en el sueño que había tenido mientras caminaba. Le preocupaba el hecho de que Aomine haya sido el objeto de deseo. Se sentía mal, porque además de que lo había imaginado cuando estaban en Teikou, ambos más jóvenes, lo había usado.

'Debe ser porque hace tiempo no me masturbaba…'

En su interior se avergonzaba de sí mismo por haber usado la imagen de su amigo para satisfacer sus deseos. Ruborizado y un poco frustrado por su actuar, se disculpó mentalmente con el moreno y prefirió dejar su sueño en el olvido. Tratando de convencerse a sí mismo de que aquello no fue nada importante.

-x-

Luego de las clases, en el gimnasio de Kaijou, Kise y su equipo practicaban. El rubio estaba más agitado de lo normal. Una semana había pasado sin que pudiera dormir tranquilamente. Todas las noches había soñado con el moreno y no podía controlarlo. Estaba sintiéndose extraño, demasiado a su parecer, ¿Cómo era posible que su cabeza jugara con él de esa forma? Se encontraba consternado; para él Aomine era su compañero, un buen amigo, un rival de temer… pero algo en su interior le indicaba que sus sentimientos por él iban más allá. Todas las mañanas despertaba con su parte baja húmeda y su cuerpo completamente sudado. Su corazón latía a mil por hora cada vez que el nombre de Aomine era mencionado o su simple imagen pasaba por su cabeza. Quería entender qué le estaba sucediendo pero entre sus sueños y lo que pensaba despierto, se perdía cada vez más.

El soñar tanto con el moreno había afectado la forma en que jugaba en las prácticas con el equipo. Y esto Kasamatsu lo notó.

La forma en que Kise jugaba ahora era torpe y estaba más inquieto que de costumbre. El senpai de Kise estaba acostumbrado a ver como la pelota golpeaba la cara de Kise, pero ya eran muchas veces que sucedía esta semana. Se preguntaba si quizá su idiotez había empeorado, hasta el punto de afectarle en el básquetbol, o si es que algo le había pasado; ante la idea, ante la idea Kasamatsu frunció el ceño. No sabía cómo definir esta situación.

A pesar de que siempre observaba a Kise de cerca y trataba de saber cada detalle del rubio, nunca lo había visto actuar de esta forma. Estaba preocupado por el modelo, aunque nunca lo admitiría en voz alta. El chico de ojos azules plateados sabía que mirándolo no sacaría nada de información.

Cuando Kise se detuvo un momento para secar el sudor que caía por su mejilla y a beber un poco de agua, Kasamatsu se acercó a él con un balón en las manos. Aun así Kise no lo nota.

—Oye, Kise —habló para llamar su atención, pero el rubio no lo escuchó— ¡Kise!

Kise dío un respingo al escuchar su nombre y miró la dirección desde donde le gritaron; Kasamatsu le había hablado y no se había percatado de su presencia. Le impresionó que aun teniéndolo tan cerca no lo notara… Esto era lo que provocaba en él estar absorto pensando en Aomine.

— ¡Oh! Kasamatsu-senpai~ —dejando la botella a un lado, trató de sonreírle para disimular su nerviosismo— ¿Sucede algo?

— ¿Qué si sucede algo? —Kasamatsu frunció el ceño, fastidiado— Eso debería preguntártelo yo a ti, idiota. Estás jugando horriblemente mal y pareces estar perdido. ¿Qué diablos te pasa?

El pelinegro se reprochó mentalmente por no haber preguntado de una manera más suave, pero le irritaba que aun cuando Kise tuviera alguna inquietud pusiera esa sonrisita idiota. Como si tratara de ocultar sus problemas.

— ¿Eh? Umm… Yo, bueno, no… No es nada, Senpai, solamente no he dormido bien y he estado trabajando mucho, además de… —Kise fue interrumpido por un balón en la cara, haciendo que cayera sobre su trasero— ¡Senpai~! ¡Por qué me lanzaste el balón esta vez! —Lloriqueó el rubio, sobándose la nariz— Recuerda que soy modelo…

Kise hizo un puchero y se puso de pie rápidamente. Miró nuevamente a Kasamatsu, quien seguía con su expresión severa. Algo que hizo lo molestó demasiado.

—Esto… ¿Senpai? ¿Hice algo malo? —dijo con miedo y preocupación.

—Hablaremos luego de la práctica. No te atrevas a irte —respondió con apuntándolo con el índice y con los ojos clavados en él. Kasamatsu estaba preocupado por él, pero luego averiguaría la razón de su bajo desempeño.

—¡Sí, señor! —soltó un poco asustado y tenso.

Tal vez esta vez la jodió y mucho… Ahora además de Aomine, su preocupación sería lo que su senpai quiere conversar con él…

Diablos, ¿Por qué me está pasando esto a mí?

-x-

Kise se fue a cambiar a los camerinos luego de terminar con la limpieza del gimnasio. Todos conversaban animadamente mientras se colocaban los uniformes nuevamente; en cambio el rubio estaba callado. Algunos estaban extrañados pero no quisieron decir nada, puesto que Kasamatsu tenía su ojo puesto en el rubio, pensaron que quizá algo había hecho y por eso estaba tan, inusualmente, quieto.

El de ojos ámbar dio un suspiró, tratando de dilucidar qué es lo que pudo haber hecho para hacer enojar a Kasamatsu. Últimamente no estaba poniendo mucha atención en clase, pero no tenía exámenes cerca, por lo que en verdad no importaba; Tampoco ninguna chica se le había acercado estos días, por eso estaba muy agradecido al mundo. No tenía cabeza para lidiar con confesiones o algo así; había estado llegando a tiempo y sin problemas a las prácticas porque en su trabajo no tenía agendado ninguna sesión de fotos… ¿Qué podría ser?

Otro suspiro escapó de su boca, estaba preocupado por la situación. Cuando volvió en sí, notó que todos habían dejado el camerino excepto Kasamatsu.

Esto de estar tan metido en mis pensamientos me está afectando —pensó. Cada vez que se ponía a pensar demasiado se alejaba del mundo y no reparaba en lo que pasaba a su alrededor.

— ¿Estás listo? Es hora de cerrar el gimnasio —espetó el oji azul, eso significaba que hablarían afuera.

—Ah, sí. Estoy terminando de guardar mis cosas… —depositando en su bolso lo último que le faltaba, salieron de los camerinos y se dirigieron a la puerta.

Cuando se aseguraron de que estaba bien cerrada, caminaron en dirección al patio de la escuela. Avanzaron en silencio hasta un árbol, que tenía un banco bajo su sombra. Como Kasamatsu caminaba dos pasos adelante, guió a Kise hasta ahí. El oji azul se detuvo. Se mantuvo de pie a un lado del banco con una expresión seria en el rostro.

—Siéntate —ordenó y el rubio obedeció instantáneamente—. Ahora, ¿me dirás que te sucede o rehuirás del tema?

— ¿Qué? —El rubio se sorprendió ante la declaración de su superior— No sucede nada…

— ¿Crees que soy un estúpido? Se ve en tu cara que algo te pasa. Confiésalo —sentenció con los brazos cruzados sobre su pecho.

Kise no sabía cómo formular su respuesta. Comprendió que Kasamatsu sospechaba algo, pero no estaba seguro si es que debía decirle; sobre todo si se trataba de sueños eróticos con Aomine. Se mordió el labio inferior, nervioso. Sabía que si inventaba algo aquí y ahora, su superior se daría cuenta enseguida. Kasamatsu lo golpearía y lo peor es que pensaría que no confía en él, y Kise lo que menos quería era eso.

— Lo que sucede es que… —Kise miró a Kasamatsu, esperando que no insistiera. Pero su mirada le instaba a continuar. Suspiró. 'Si algo pasa, lo arreglaré después…'— Lo que sucede es que últimamente he estado soñando con alguien y creo que me gusta…

Kasamatsu enarcó una ceja. — ¿Y bien? ¿Eso era todo? —Suspiró y colocó la palma de su mano en su frente— ¿Por qué eso afecta tu forma de jugar?

— Es que…

Kise desvió la mirada. Un pequeño rubor apareció en su rostro, tomando desprevenido al peli negro. Kasamatsu vio como el rubio apretaba los puños, inquieto. En ese momento se dio cuenta que lo que al rubio le sucedía era algo muy íntimo.

— Está bien. Solo dilo —pidió, un poco más suave para darle seguridad al de ojos ámbar.

— Es un hombre.

Kasamatsu abrió los ojos sorprendido, trató de decir algo pero no pudo. Muchos pensamientos aparecieron en su cabeza, haciendo que su pulso aumentara su ritmo. Ahora sí que no sabía qué decir.

Kise no sabiendo la disputa interna de su superior, asumió que tal vez está asqueado y se entristeció. — Aún estoy un poco confundido y no sé cómo llevar esto. Perdona…

—No te disculpes —dijo precipitadamente, alzando su mano—. Está bien, no te disculpes, tan solo me sorprendí un poco. Gracias por haber confiado en mí.

El de ojos azul plateado le sonrió amablemente al rubio, descolocándolo un poco. Si bien, sabía que su Senpai no actuaría de mala forma ante la confesión y lo respetaría, esa reacción fue inesperada. Kise sonrió levemente, feliz por poder contarle a alguien este problema que lo estaba enloqueciendo tan solo con tratar de entenderlo.

—Kasamatsu-senpai… Eres genial.

Kasamatsu se sonrojó ante las palabras del rubio y desvió la mirada. — Cállate, Idiota.

Después de un rato, y ya asimilada la situación, Kasamatsu decidió sentarse al lado de Kise. Lo mira a los ojos, frunciendo el ceño por la vergüenza y pregunta finalmente. — ¿Y quién es? ¿Es del mundo del modelaje? O tal vez… —hizo una pausa para tragar saliva antes de poder terminar la frase— ¿Es de Kaijou? ¿Lo conozco?

— ¿No tienes alguna idea en mente? —Preguntó Kise dudoso. De algún modo quería saber si es que fue muy obvio todo este tiempo y él era el único que no lo había notado.

Esperanzas nacieron en el corazón de Kasamatsu, pero trató de calmarse.

'Me lo habría dicho directamente…' —se dijo, pateándose por siquiera pensarlo—. 'Si es que está dudando debe ser alguien cercano a él… Más que yo…' —Pensó. Alguien apareció en su cabeza que para él era el resultado más obvio— ¿Kuroko?

— ¡¿QUÉ?! ¡NO! ¡Nunca vería a Kurokocchi de esa forma! —Respondió alterado el rubio— Él es casi como… —se fue apagando, casi vacilando de lo que diría— Es un amigo muy preciado para mí que quiero demasiado, pero no, él no es.

—Entonces quién demonios…

En ese momento supo quién era la persona que tenía tan inestable a Kise. De pronto sintió como su corazón se hundió y su estómago se apretaba. Fue una milésima de segundo, pero los imaginó. Los imaginó juntos, de la mano y riendo. ¿Cómo no lo había pensado antes? Kise lo adoraba… Y para colmo se veía bien juntos.

—… Aomine.

Se le escapó de la boca tan quedamente que cualquiera que hubiera pasado o estado cerca de ambos no habría escuchado, pero supo de inmediato que Kise lo oyó perfectamente. Era inevitable no darse cuenta como temblaba ante el nombre del moreno y sus mejillas resplandecían con un rojo brillante.

Siempre te vas a lugares inalcanzables, Kise…

Continuará...


Hola~ Es mi primera vez por aquí, con un AoKise propio. Espero les haya gustado, fue el 'piloto' del fic que creé con mi mejor amiga...

Espero me dejen su opinión para saber si voy bien encaminada~

Si me leyeron, muchas gracias~

¡Nos vemos!