Declaimer: Los personajes pertenecen a S. Meyer, la historia es mía.

Summary: Bella regresa al lugar tranquilo dónde nació después que su abuela fallece planeando quedarse ahí. Lo que no planeaba era descubrir que aquel lugar tranquilo ocultaba muchos más secretos de los que creía.

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Capítulo beteado por Ivis Martínez, Beta FFAD.

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Una Historia Sin Nombre

Capítulo 1: Cambios.

Abril, 2008.

Al fin, por cuestiones del destino, iba a volver a mi hogar. A pesar que no eran las mejores condiciones que hubiera esperado, el resultado era el mismo.

En este momento me encontraba en un avión que iba de Chicago a Seattle, sentada sola en mi asiento y con mis padres sentados delante de mí. Podía sentir la tensión entre ellos a pesar de no estar tan cerca. Saqué mi iPod y comencé a escuchar música, mientras reflexionaba en todo lo que había causado que estuviera aquí en este momento.

Después de años de estar evitando regresar mis padres se habían visto obligados a viajar de vuelta a Forks, Washington; el lugar donde nacieron y donde también nací yo. Yo había vivido toda mi niñez ahí, nada fuera del otro mundo, en una casa que, al parecer, había estado ahí por generaciones. Mi abuela vivía ahí junto con mis padres y yo. Una vida sin nada fuera de lo normal.

Todo había cambiado un día en el que mi madre había comenzado a comportarse diferente alrededor de la abuela y al paso de los días mi padre comenzó a actuar de la misma manera. La veían sospechosamente, como si dudaran de ella… como si ella les estuviera ocultando algo. Claro que en ese entonces yo era demasiado pequeña para preocuparme por eso, apenas tenía 7 años y no le vi importancia hasta que me encontré dentro del auto, viendo cómo un camión de mudanzas llevaba nuestras cosas y nos alejábamos de nuestra casa.

Más tarde habían decidido contarme que la razón de nuestra mudanza inesperada había sido un malentendido con la abuela, nada grave, según sus palabras. Yo, como la pequeña indefensa que era, les creí sin pensarlo dos veces.

Sin embargo, debí haberles pedido que me explicaran más, ya que una vez que nos establecimos en Chicago se tuvo estrictamente prohibido sacar el tema de la abuela, el 'malentendido' e incluso de Forks y cualquier cosa que se le relacionara.

Desde ese día perdí todo contacto con mi abuela, una de las personas que más quería en el mundo. En ese entonces la extrañaba como no tenía idea… me sentía vacía sin ella y no tenía forma de saber si al menos ella se sentía igual. A los ojos de mis padres, la abuela no era la misma, pero para mí nunca iba a cambiar.

Pasó el tiempo y eventualmente aprendí a adaptarme a mí alrededor. Aprendí a no mencionar a la abuela en frente de mis padres. Aprendí a socializar un poco en los 10 largos años que viví en Chicago, aunque a pesar de mis intentos nunca logré tener ningún amigo de verdad… Y esa es una de las razones por la que no me afectó mucho la noticia de ir de viaje, mucho menos cuando el destino era Forks. Me tomé eso con calma y mucho gusto de por fin volver a ver a mi abuela. Pero eso cambió cuando me dijeron la causa de la repentina noticia… la abuela acababa de fallecer. Aparentemente murió de causas naturales. Hubiera esperado todo menos eso. No porque no fuera su tiempo, yo sabía bien que la abuela había vivido mucho y tampoco era porque ya no la volviera a ver, yo ya había asumido eso hace unos cuantos años, sino porque yo creía que ella estaba por ahí, en algún lugar, con vida y haciendo algo; en ese momento, sólo pude imaginármela de una tétrica manera: Quieta, fría, pálida… muerta. Ausente y sin poder volverla a ver nunca más.

En ese momento el sonido de una voz diciendo que estábamos a punto de aterrizar me sacó de los tristes recuerdos. Guardé mi iPod y volteé a ver a mis padres, quienes parecían no haber hecho nada en el vuelo, como si no se hubieran movido para nada… igual que yo.

Bajamos del avión, buscamos nuestro equipaje y rentamos un auto sin decir palabra alguna. El monótono silencio estaba incomodándome y no sabía qué hacer. Entendía que ellos hubieran quedado mal con la abuela, pero no entendía cómo era posible que no mostraran signo alguno que la muerte de la abuela les hubiera afectado. Ni siquiera mi padre quién parecía actuar indiferente ante el fallecimiento de su propia madre.

Mi padre manejó por horas hasta llegar a Forks, todo en completo silencio y tensión. Me sorprendía que a pesar de los años aún reconociera esta ciudad como la palma de mi mano. Recordaba dónde se ubicaba todo, aunque algunos lugares sí habían cambiado un poco.

Llegamos a nuestra casa alrededor de las 7 de la noche y me sorprendió que hubiera un auto desconocido afuera de la casa de la abuela, nuestra casa. Por su apariencia, parecía ser un abogado y por su mal semblante parecía ser de esos que siempre tienen la mala fortuna de ver a los demás sufrir. El viaje me había agotado, pero quería saber la razón de la presencia de ese hombre aquí.

Bajamos del auto y tomé mis maletas para llevarlas a la casa mientras mis padres se acercaban al abogado. Al entrar a la casa, me invadió una sensación de comodidad y a la vez de tristeza. La comodidad era porque todo estaba como lo recordaba, pero eso mismo me decía que la abuela realmente nunca avanzó desde que nos fuimos. Maldito sea el malentendido que hizo que me alejaran de ella.

Escuché que la puerta se abría y volteé a ver a mis padres entrando junto al abogado.

¿Para qué estaba aquí?

—Bella —me llamó mi madre. Era la primera vez que me dirigía la palabra desde que salimos de nuestra casa en Chicago. — Te presento a Mark Seinfeld, él era el notario de tu abuela.

Dirigí la vista al hombre alto que vestía un traje negro y llevaba su enorme maletín con él.

—Mucho gusto conocerla, Srta. Swan —me saludó mientras extendía su mano.

Estreché su mano mientras lo veía fijamente. — ¿Para qué vino aquí? —pregunté directamente. Él parecía estar algo aturdido por la forma en que hablé, pero se compuso rápidamente.

—Escuché que iban a estar en la ciudad por unos días y quería aprovechar para reunirme con ustedes —hizo una pausa—. La señora Marie Swan dejó un testamento y los menciona a ustedes, por lo que su presencia es necesaria.

—Claro, Sr. Seinfeld, ¿cuándo podríamos reunirnos? —la voz de mis padre y su semblante eran completamente serios.

—De hecho, tengo el testamento en estos momentos —dijo el notario mientras señalaba su maletín—. Si ustedes quieren puedo leerlo ahora —ofreció.

Mi madre parecía no estar de acuerdo y mi padre parecía estarlo pensando seriamente, por lo que decidí que yo hablaría por ellos—. Claro, pasemos a la sala para que lo lea —dije amablemente.

Dos pares de ojos me miraron de forma inquisidora, pero decidí no hacerles caso. Caminamos a la sala y me senté en el sillón individual mientras mis padres se sentaron en el sofá de dos plazas. El notario se quedó de pie y sacó un documento de su maletín.

—Ahora procedo a dar lectura al testamento y última voluntad de Marie Swan —hizo una pausa… ¿en serio tenía que ser tan melodramático? ¿Qué no podía leer todo de una buena vez? La ansiedad me estaba matando—. En pleno uso de mis facultades mentales, le dejo a mi nieta, Bella Marie Swan, mi residencia en Forks, para que disponga de ella en la manera que deseé al cumplir sus 18 años. Lo que se haga con la casa debe ser su decisión sin intervención alguna de sus padres, Charles y Reneé Swan, en caso de no ser así, la casa pasará a estar en venta al precio que se crea conveniente a quién desee comprarla —Mark guardó silencio y me costó unos segundos comprender que había terminado de leer.

Todo se sumió en un tenso silencio y luego sentí tres pares de ojos mirándome. Yo no podía hablar, sentía demasiadas emociones. Alegría porque mi abuela había decidido dejarme su hogar a mí y no a alguien más. Miedo por lo que mis padres fueran a hacer. Decisión porque yo no iba a permitir que ellos eligieran por mí.

Me aclaré la garganta para quitarles la expresión incrédula a mis padres y cuando recuperaron la compostura, me enderecé y les dije: —Viviremos aquí y si ustedes no quieren, siéntanse libres de irse. Con permiso —Y con eso subí las escaleras hasta mi antiguo cuarto. Todo parecía estar como lo dejé, excepto por el hecho de que los muebles tenían algo de polvo. No le di importancia y fui a acostarme a la pequeña cama que tanto extrañaba.

Mientras miraba el techo, pensando en todo y nada a la vez, escuché los gritos sofocados de mis padres, no podía saber lo que decían, pero para gritar así era seguro que el abogado ya no se encontraba ahí. Decidí que ya era momento de enfrentarme a la ira de mis padres. Simplemente genial.

Al bajar las escaleras, los gritos pararon, probablemente alcanzaron a escuchar el sonido de mis pasos. Maldición. Entré a la cocina, donde se encontraban y busqué cosas para limpiar mi cuarto, ignorándolos por completo.

—¡Isabella! ¿Por qué hiciste eso? Eres una completa irresponsable —criticó mi madre. Volteé a verla brevemente y tenía la cara completamente roja.

—No le veo lo malo a tomar posesión de lo que es mío —dije calmadamente—. Y tal como dije antes, si ustedes no quieren regresar a vivir aquí de nuevo, siéntanse libres de irse.

—¿Cómo te atreves a decir eso? Eres nuestra hija y aún eres menor de edad —espetó Reneé. Iba a decir algo más, pero mi padre decidió hablar para no dejarla hablar.

—Espera, Reneé —me volteó a ver—. ¿Tú quieres vivir aquí? —asentí—. Bien, al parecer tu madre no desea hacerlo, así que te propondré esto —hizo una pausa para revisar que le estuviera prestando atención y lo miré ansiosamente—. Todos aquí sabemos que eres demasiado responsable y seria para tu edad, así que mi propuesta es esta: tu madre no quiere vivir aquí, así que nosotros regresaremos a Chicago y tú puedes quedarte aquí viviendo sola, confiando en tu juicio de que no harás nada malo.

—¿En serio? —preguntamos mi madre y yo al mismo tiempo. Ella incrédula y yo emocionada, y yo continué hablando—. ¡Gracias! ¡Muchas gracias! Es perfecto, me portaré perfectamente…

—Espera ahí, pequeña —me interrumpió Charlie—. Aquí tengo una condición.

Bufé. —Lo que sea que quieras, está bien.

—Volveremos en agosto, durante las vacaciones de verano para ver cómo estás viviendo aquí, eso si aún no has regresado para entonces. Si no estás siendo responsable, regresarás con nosotros a Chicago, así que estos serán unos… meses de prueba, por así decirlo. Nosotros te daremos todo lo que necesites de dinero, pero lo usarás con cuidado, ¿de acuerdo? —Yo asentí muchas veces—. Entonces, es definitivo.

No pude evitar soltar un gritó de emoción y salí corriendo hacia mi padre para abrazarlo fuertemente. Al principio lo sorprendí, pero no tardó en devolverme el abrazo. Miré a mi madre y vi que me miraba con el ceño fruncido. Le sonreí educadamente, deseando que no permaneciera enojada conmigo por mucho tiempo, pero con Reneé nunca se sabía.

Me separé del abrazo y les sonreí a ambos sinceramente.

—Muchas gracias, en serio. No saben lo mucho que esto significa para mí —comencé a dar la vuelta para irme a limpiar mi habitación, cuando mi madre me llamó.

—¿Bella? —preguntó en voz baja.

—¿Sí?

—¿Realmente quieres esto? —parecía algo triste por eso, pero creo que yo había vivido así toda mi vida.

—Sí, mamá, realmente deseo vivir aquí —Ella asintió resignada y se acercó a darme un abrazo. Sonreí mientras la abrazaba. Este enojo no había durado tanto como otros. — Estaré en mi cuarto si necesitan algo.

Subí a mi cuarto e hice un pequeño baile de victoria antes de ponerme a trabajar en él. Para las 9 de la noche todo estaba perfecto, pero estaba exhausta. Tomé mi pijama y fui al baño a tomar una ducha. Una vez que estuve aseada y cambiada, cepillé rápidamente mi cabello y regresé a mi cuarto, dejándome caer en la cama.

Había sido un día completamente inesperado, un momento iba de visita al funeral de mi abuela y al siguiente era MÍ mudanza repentina al lugar en el que tanto había deseado estar… el recuerdo del funeral de mi abuela hizo que todos los buenos cambios se oscurecieran un poco. Aún seguía feliz, pero no era posible permanecer así cuando pierdes a un ser querido.

Pensando en mi abuela y en lo que la hubiera motivado a dejarme la casa a mí y no a mis padres, me quedé dormida en un instante.


N/A: Volveré a publicar este fic para publicarlos sin errores, ya que ahora tengo sé más que antes! y... tengo una beta! :D