¿Van al día con el manga de Diamond No Ace? Porque con los capítulos más recientes mi hype por este par se fue hasta el cielo y espero no ser la única; no sé cuántos capítulos escribiré, pero serán pocos.

Los spoilers muerden.

Disclaimer: Diamond no ace y sus personajes son propiedad de Yuji Terajima.

Cualquier tipo de error es intencional, no cuento con un beta.


'Los números van de acuerdo a los días, en ocasiones sus dedos se traban y ese lanzamiento no funciona'.

Miyuki se lo mencionó como cosa a recordar ya que lo más probable es que estuviese en su lugar mientras él hacía su participación en el senbatsu de Tokyo, pero Okumura ya lo sabía y no había nada sobre la faz de la tierra que le molestase más que le dijeran algo que él mismo quisiera descubrir por cuenta propia; en pocas palabras podía decirse que Okumura Kōshū deseaba deshebrar cada misterio que conformaba a Sawamura Eijun, cada alegría, cada tristeza, cada enojo además de la emoción era algo demasiado atrayente para su sentido innato de cátcher así como para propio su interés personal.

Era un enigma ocasional.

Con su ascenso al primer equipo se quitó de pesos extras y se puso a entera disposición del pítcher zurdo de Seido, como era de esperarse este lo aceptó de buenas a primeras. Incluso podría catalogarse como que Sawamura hostigaba al de primer grado para que atrapara para él bajo el pretexto de que uno al otro tenía que acoplarse para poder así compenetrarse y con ello conseguir las exquisitas obras de arte de las cuales Eijun siempre hablaba y que por alguna u otra vez cuestionó a Kōshū para saber si acaso se sentía capaz de lograrlo; Miyuki los estuvo observando un par de días antes de irse y sólo él, como capitán del equipo y entrometido indiscutible número uno que era, se dio cuenta de lo que pasaba mucho antes de que el par involucrado siquiera se diera una idea. Era cuestión de tiempo.

Se burló de ellos a sus espaldas.

Era día del número 4.

Los dedos de Sawamura realmente se enredaban entre sí y la bola salía en todas las direcciones existentes a excepción de la que debía, que era el guante frente a él.

— ¿Algo pasa, Senpai? — Se hacía de una pausa mientras se quitaba la careta y el tono de voz salía tan crudo desde la garganta que más que preocupación parecía reproche, como si hubiera sido en vano haberle hecho esperar por ese momento tanto tiempo; aunque, bueno, sí lo era.

— ¡Gya, no es nada! — La frustración se escondía entre el gritoneo animoso que hablaba por sí mismo. — Continuemos. — Y el cátcher volvía a su posición con un dejo de extrañeza que no se le sacudía de las terminales nerviosas.

El entrenador Ochiai supervisaba –en verdad sólo estaba mirando al pasar por ahí por mera casualidad– y se sobaba la barba cada que Sawamura fallaba con la puntería, situación extraña si se tomaba en cuenta que desde hacía un tiempo para acá su control se refinó tanto que daba miedo pensar hasta dónde podría llegar únicamente con eso. Como era de esperarse salió sin decir nada dejando a la batería recién formada hacer lo suyo en la privacidad de la sala techada; Eijun era consciente de la presión que se formaba en el ambiente ante sus errores y, pese a poder lanzar perfectamente bajo tensión, las falanges le traicionaban mostrando lo peor de sí en el instante. Agradecía que al menos fuera en una práctica y no en medio de un partido.

— Dejémoslo aquí por hoy, se está haciendo tarde. — mencionaba Okumura al tiempo en el que se levantaba para retirarse todo el equipo. — Te ayudaré a enfriar.

— Uno más. Vamos, Okumura-boy.

El aludido no pudo hacer más que quedarse de pie, interrumpiendo el despojo de los accesorios que cubrían su cuerpo por protección al compás en el que veía la determinación característica de Sawamura expresando todo el fulgor en las pupilas siempre iluminadas, siempre cálidas y le daba la impresión de que la presencia de ese pítcher en especial era como un torbellino que dejaba no más que desastres a su paso; pudo reaccionar sólo una vez que se encontró de nueva cuenta en posición de recibir los lanzamientos.

— Diez más.

La sonrisa ensanchada de quien estaba frente a él le indicaba que, más que ser un torbellino, era más parecido a un sol. . . o un cachorro escandaloso abrumado por un exceso de energía nocturna.

Estaban cercanas las 10:30 pm y el toque de queda había pasado por casi una hora, la batería todavía tenía pendiente la ducha y para bien o para mal Okumura comenzaba a incomodarse porque si bien la presencia de Sawamura no le molestaba en demasía, tener que mostrar su cuerpo sin ropa escasamente trabajado en comparación con el adverso era algo bochornoso. 'Orgullo de hombre', podía decirse; todo sin detenerse a analizar porqué diablos se ponía a pensar en ese tipo de cosas en el momento menos oportuno.

Pudo haber continuado con su ritual de aseo personal, mas su acompañante forzado se mantenía demasiado motivado en contar una historia extraña acerca de su segundo año de primaria y con cómo conoció a Wakana en medio de un accidente que incluía manzanas y un regaño de su profesora; el rubio escuchaba involuntariamente y la molestia mostraba sus inicios al pintarse sobre el entrecejo plegado, no es como que pese a todo pudiera estar acostumbrado a tanto parloteo innecesario.

Se recargó entonces en un antebrazo sobre el borde de la bañera y cerró los ojos entregándose a los impulsos de querer pedir por aunque fuera un segundo de silencio.

— ¿Podrías cerrar la boca? Me provocas cansancio mental. — Y mantuvo los ojos a ciegas sin necesidad de interrumpir gracias a que en verdad la ausencia de palabras ahí estaba.

Pero Sawamura no era conformista y en esta situación no le volvería a tomar con la guardia baja como aquél día que intentó animar a su kōhai en el comedor; bufó una risita que mantuvo el gesto amplio en su cara y se acercó desde el extremo de la tina en la que estaba, agradecía que fuera lo suficientemente grande como para incluir a cuatro personas ahí.

Era sería su hazaña del día, Eijun así lo decidió.

Cortó la distancia con Kōshū con movimientos cautelosos dentro del agua caliente y estando más cerca de lo que quizá habría necesitado plantó con plena confianza las palmas en sus hombros desnudos, obteniendo a cambio una sensación electrizante que causaba revuelo muy dentro de su propio pecho con apenas un simple roce de piel; como era de esperarse Okumura reaccionó con rapidez girando medio torso en la dirección de su senpai, mirando detenidamente las pupilas cafés con sus zafiros más abiertos de lo normal, como si también pudiera haber sido consciente en carne propia del cosquilleo que por dentro recorría el cuerpo del pítcher.

— Ahahaha. . . — El castaño forzó una risa para disimular el nerviosismo que sin calma opacaba cualquier indicio de sus sentires anteriores mientras Okumura se mantenía expectante, así pasaron cuatro segundos más hasta que el chico continuó no sin antes pasar saliva. — Lo que pasa es que estás demasiado tenso. — Explicó pobremente. — Además en dado caso de que quieras que guarde silencio, deberías callarme. — Completó por fin su sentencia sin pensar que lo dicho pudo ser tomado en doble sentido.

El cátcher mantuvo la misma expresión que se paseaba entre la incredulidad y la sorpresa, como si algo no estuviera bien y no se hablaba de ello con sólo mencionar que sin saber las manos buscaban las de su pítcher bajo el pretexto de que quería que lo soltara; la respiración se colgó de una pausa y sin estar siquiera enterados de lo que pasaba en su entorno los rostros se mostraron cercanos, buscando acallar las dudas repentinas que sin vergüenza surgían, porque los instintos adolescentes afloraban en ambos y los mismos deseos compartidos uno podía leer en el otro de la forma más pura posible, esa que no necesitaba expresiones verbales ni mayor señal a la respiración chocando con la otra.

Y de hecho se habría consumado de no ser por que Kuramochi giraba el pomo de la puerta en compañía del único Kominato que quedaba en Seidō, parando las risas de los dos al encontrar la escena conformada por un dramático Sawamura tirándose de espaldas en el agua con toda la buena intención de cometer suicidio y un Okumura gruñendo más de lo normal antes de mover el trasero fuera de ahí.

Ese día el número 4 no fue efectivo, pudieron comprobarlo.