Nube solitaria

Me despierto, lentamente voy abriendo los ojos y como una suave brisa llega a mi mente ese olor tan familiar a hierba.

¿Por qué me pasa esto a mí?

Me levanto de la cama y abro la pequeña ventana circular de la habitación para poder respirar este aire asfixiante del desierto que me devuelvo poco a poco a la realidad. Me visto con mi habitual kimono negro largo y me ato a la espalda mi abanico.

Salgo a la calle y camino a paso tranquilo haciendo un camino con mis pisadas en la arena. Y llega a mi mente como una nube solitaria aquellos paseos contigo por Konoha. Todos aquellos lugares que recorrimos juntos, todos tus escondites secretos que me mostraste. Aquella tarde en el bosque Nara con los ciervos.

¿Por qué me tengo que acordar hoy yo de ti?

Levanto la vista al cielo, y allí en lo alto navega una pequeña nube solitaria. Desafiando todo habito tradicional del desierto.

Y me acuerdo de aquella tarde en la azotea observando las nubes contigo después de un largo día revisando exámenes. Aquella rara conversación. Nunca pense que un niño como tu tuviera esos sueños tan extraños. La verdad, niño, es que me intrigas. Otra vez.

¿Qué es lo que me pasa hoy?

Que extraño en el desierto no suelen haber nubes.

Y traida por el viento vuelvo a sentir ese familiar aroma a hierba.

-¿Me hechastes de menos, mujer problemática?

Me dices con voz burlona.

-¿Yo? Mas quisieras bebe llorón?

Me dedicas una de tus vagas sonrisas y yo siento el calor en mis mejillas, nube solitaria.