Los primeros rayos del sol se colaron por la ventana, Emma se movió entre las sábanas y despertó por los destellos del sol sobre sus ojos. Miró el reloj, las 7:00 de la mañana, no pudo evitar sonreír pese a la temprana hora. Hoy era su gran día, tras años de carrera y prácticas por fin iba a graduarse en enfermería. Enfermera, no se lo podía creer, aún recordaba cómo años atrás había dejado su pueblecito natal para mudarse a la gran ciudad y así poder estudiar en una de las mejores universidades estatales. Recordaba lo mucho que le había costado separarse de su familia y de sus amigos de la infancia y como en muchas ocasiones se le pasó por la mente dejarlo todo atrás. Pero ahí estaba, había conseguido su sueño y no cabía de felicidad en sí misma.
Se desperezó y saltó de la cama. Se dirigió hacia la cocina con grandes zancadas, que harían despertar a su compañera de piso y mejor amiga.
-¡EMMA! Voy a matarte, son sólo las 7 de la mañana -se oyó una voz que salía de la habitación contigua a la de Emma.
-¡Buenos días Lola! Yo también me alegro de oírte -dijo Emma sonriendo- Vamos va, que estoy haciendo tortitas para desayunar.
Pocos minutos más tarde Lola aparecía en la cocina y tomaba asiento en la pequeña mesa que se encontraba en la habitación.
-Vaya, vaya... ¿Noche larga la de ayer? -preguntó Emma al ver las ojeras de su amiga y que apenas esta se había quitado el maquillaje del día anterior.
-Pff... -bufó Lola.- Los pies me están matando no vuelvo a ponerme tacones para salir de fiesta nunca más.
-Siempre dices lo mismo. -rió Emma. Lola se limito a sacarle la lengua, sabía que era cierto. Ambas amigas eran polos opuestos, pero lejos de que esta característica las separará ambas eran como hermanas la una para la otra.
Se conocieron el primer día de universidad en las jornadas de bienvenida a nuevos estudiantes, y pese a sus diferencias congeniaron desde el minuto uno. Emma siempre había sido muy responsable y estudiosa, y Lola por su parte más y fiestera y alocada Pero, puesto que las dos necesitaban de una compañera para su piso de estudiantes decidieron emprender la aventura de independizarse juntas. Tras años de convivencia la relación entre las chicas encontró el equilibrio perfecto; Emma se había soltado un poco más y Lola había frenado con sus locuras, sobre todo desde que conoció a Mark, su novio desde hacía un año. Emma les presentó cuando Lola fue de visita al hospital donde ambos hacían practicas de enfermería, la conexión fue instantánea entre ambos y Emma se sintió muy feliz de haber sido ella la responsable del encuentro.
-Mmm... Estas tortitas están riquísimas, Emma estás hecha toda una chef -dijo Lola con la boca llena. -Por cierto, Mark me dijo ayer por la noche que pasaría a recogernos sobre las 11:00.
-Perfecto, ¿crees que estarás lista? -dijo Emma con tono acusador entre una sonrisa.
-¡Oye! Tampoco tardo tanto en arreglarme. Además es vuestra graduación y no quiero eclipsaros con mi belleza a Mark y a ti -dijo Lola también sonriendo. Ella ya se había graduado semanas antes junto a sus compañeros de periodismo. -Además voy a dejarte tan increíblemente guapa que vas a echarte novio de una vez por todas, ya no hay excusas tus días de encierro estudiando libros enormes han terminado. Eres guapa, inteligente... enfermera, eso vuelve locos a los chicos -añadió Lola.
-Ya sabes que yo estoy abierta al amor, siempre y cuando el chico se apellide Winchester y venga en un Chevy Impala negro del 67'. -dijo Emma riendo.
-¡Mira ella que lista! Con esas expectativas lo tuyo es imposible. -dijo Lola sumándose a las risas de su amiga.
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Eran las 12:00 del medio día, Mark había pasado puntualmente por casa de las chicas para ir hacia el acto de graduación y ahora mismo se encontraban en el Aula Magna de la Facultad de Medicina donde se procedería a la entrega de diplomas. Mark y Emma se encontraban sentados en las primeras filas junto al resto de estudiantes que se graduaban ese mismo día, y tras ellos unas filas más atrás Lola y los padres de ambos compartían confidencias y risas esperando que el acto empezará.
-¿Estas nerviosa? -preguntó Mark a Emma con una mirada cómplice al ver que esta se removía en su asiento.
-Sólo pienso en no tropezarme al recoger el título. -le contestó Emma con una sonrisa.
-Tranquila, aunque tropieces te lo darán igual. -añadió Mark bromeando e intentando quitarle tensión a su amiga.
-Emma Harris. -se oyó por todos los altavoces de la sala.
-Es mi turno. -dijo Emma guiñándole un ojo a su amigo. Subió las escaleras hacia el escenario y sintió como su corazón palpitaba por todo su cuerpo. El decano de le extendió el titulo con una sonrisa amable en el rostro, ya esta, ya era oficialmente una enfermera.
Tras el acto de graduación los padres y amigos de los ya graduados se unieron en los jardines para las fotos de rigor.
-Emma estamos tan orgullosos de ti cariño. -dijo la madre de Emma abrazando a su pequeña. Mientras su padre le sonreía ampliamente.
-Gracias mamá, os quiero mucho. -contestó Emma.
-Y nosotros a ti pequeña. -dijo esta vez su padre. -Ojalá pudiéramos quedarnos un rato más, pero ya sabes que mañana trabajamos y tenemos muchas horas de coche. Debemos descansar, ya somos mayores. -añadió su padre en tono divertido.
-Lo sé papá, no os preocupéis, os iré a visitar a casa este verano para poder pasar tiempo con vosotros.
-Disfruta mucho de este día, sólo lo vivirás una vez en la vida, sal y disfruta con tus amigos. -dijo su madre a modo de despedida.
-No se preocupe señora yo me encargaré. -Lola acababa de irrumpir al lado de Emma. -Hoy su hija no entra en casa hasta que salga el sol.
-Tened cuidado chicas. -dijeron al unísono los padres de Emma. Ambas amigas rieron y se despidieron de ellos.
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- No sé cómo me has convencido para ponerme este vestido, ¡se me marca hasta el ombligo! -exclamó Emma mirándose preocupada en el espejo. Llevaba un vestido rojo, que le había prestado su amiga, con un gran escote que se anudaba al cuello y cuyo largo llegaba a mitad del muslo, el vestido era espectacular pero Emma no se sentía muy cómoda con prendas que dejaban tan poco a la imaginación.
-Eres una exagerada, a parte nunca luces ese cuerpazo, estas guapísima. - dijo Lola golpeándole con el codo.
-En fin supongo que no hay tiempo de cambiarme ¿no? -pregunto Emma abatida.
-Exacto, Mark ya está abajo esperándonos y sabes que odia esperar así que vamos. -contestó Lola.
Llegaron al local el cual estaba abarrotado. Emma pudo ver al entrar varias caras familiares de la facultad, sin duda la mayoría habían escogido aquella discoteca para celebrar su graduación.
-Esto es como estar en clase, esta toda la facultad aquí. -bufó Emma.
-Cállate y disfruta ancianita. -le respondió Lola. -Mark, ¿puedes ir a buscarnos algo de beber que le anime el ánimo a mi aburrida amiga?. -añadió sonriéndole a su novio. Este asintió con una sonrisa y se perdió en la multitud para volver con una gran jarra llena de Mojito.
La música sonaba cada vez más fuerte, Emma y Lola no paraban de bailar al ritmo de los últimos hits del momento. Lo cierto es que estaban disfrutando como nunca hasta que Emma empezó a sentirse mareada.
-¿Me acompañas al baño? -le dijo a su amiga.
-¡¿QUÉ?! -grito Lola al no escuchar lo que Emma le decía a causa de la alta música.
Emma la cogió de la mano y la arrastró con ella hacia el baño.
-No ha sido buena idea que nos bebiéramos esa jarra entre las dos. -dijo Emma mojándose la nuca.
-Bueno Mark no puede beber, ha de llevarnos de vuelta en el coche y no podíamos desperdiciar esa jarra. -dijo Lola entre risas. -Yo la verdad es que estoy muy bien, aunque claro estoy más acostumbrada a beber.
-Debe ser eso. -contestó Emma. -Pero creo que mi noche acaba aquí, pero vosotros debéis quedaros os lo estáis pasando muy bien y no quiero aguaros la fiesta.
-¿Estás segura? No nos importa llevarte a casa y nos quedaremos más tranquilos. -dijo Lola preocupada por su amiga.
-Lo sé, tranquila cogeré un taxi y cuando llegué te mandaré un mensaje mami. -le sonrió Emma.
-Está bien, como quieras. Pero ten cuidado hay mucho loco suelto a estas horas de la noche.
Lola acompaño a Emma hasta la salida y esta se dirigió al parque más cercano para encontrar un taxi. La noche era fría, demasiado fría para ser una noche de verano, Emma se limito a ponerse la gabardina negra que había cogido por si debía taparse de ese escandalosos vestido rojo. Siguió caminando hacia el parque cuando de repente una de las farolas empezó a parpadear, al principio no le dio importancia pero cuando una segunda siguió con el patrón de la primera un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, y no pudo evitar pensar en Sobrenatural su serie favorita y ponerse a correr. Negó con la cabeza, ¿por qué demonios pensaba en eso? Era ficción, debía dejar de sugestionarse de esa forma así que decidió parar y mirar de nuevo a su alrededor y fue entonces cuando lo vio.
