Todos los personajes de la serie Ranma ½ son propiedad de Rumiko Takahashi y han sido tomados sin fines de lucro por una mente ociosa que quiso jugar con ellos.
Como nieve
Capitulo 1: Una gota de sangre
La tarde otoñal teñía de ocre las calles del barrio de Nerima. Dos jóvenes caminaban acariciados por la suave brisa que arrastraba consigo las hojas marchitas de los árboles. El chico lucía un traje chino color celeste de largas mangas enrolladas hasta el codo, pantalones negros y una boina a juego con su camisa cubría su cabeza, largos cabellos azabaches que ataba en una trenza caían sobre su hombro. La chica a su lado usaba una blusa negra bajo un suéter color beige y una corta falda un tono más oscuro de la misma gama de color, medias negras cubrían sus largas y torneadas piernas, calzaba unas botas cortas y una cinta a juego con sus ropas adornaba sus cortos cabellos azulados.
- El otoño siempre me ha parecido una estación tan nostálgica… - murmuró la muchacha, sus ojos marrones se dirigían soñadoramente hacia el cielo cubierto de nubes.
- ¿De qué hablas Akane? – preguntó su acompañante con un tono de voz ligeramente molesto.
- Hablo del otoño, Ranma… este clima frío… estos colores tan…
- Tsk… A mi el otoño me parece tan molesto – la interrumpió Ranma.
- Eres un insensible – se quejó la muchacha, dejó de andar, mirando hacia el piso con ojos tristes – era otoño la última vez que vi a mi madre lo suficientemente fuerte como para salir de compras, mis hermanas y yo la acompañábamos… cuando comenzó el invierno… fue como si se marchitara una flor ¿sabes? Y luego nunca más volví a verla.
Ranma, que se había detenido a pocos pasos por delante de la muchacha, había volteado para verla, incomodo ante el leve asomo de lágrimas en los ojos de Akane.
- Lo siento… no lo sabía, sólo lo dije porque esta es una estación de muchas lluvias… cuando era pequeño solía gustarme… Me parecía divertido, a veces me recostaba sobre un montón de hojas secas mientras la lluvia caía sobre mí… Pero ya sabes, ahora no puedo disfrutar la lluvia… - Ranma suavizó la mirada a medida que hablaba y luego le dirigió a la chica una dulce sonrisa – En fin, no hay que deprimirse ¿verdad? Estoy seguro de que tu madre se siente feliz cuando sonríes.
- Si – musitó Akane levantando la vista para encontrarse con los ojos azules de Ranma frente a ella. Un rubor coloreó sus pálidas mejillas. Hacía un tiempo ya que Ranma era un poco más amable con ella. Después de haber estado a punto de casarse, cuando el que iba a ser su matrimonio terminó en un desastre, su relación no había cambiado mucho, discutían hasta por las cosas más sencillas, pero poco a poco, muy sutilmente, el ambiente entre ellos había ido mejorando…
- ¿Sucede algo Akane? – preguntó Ranma al notarla tan callada y con una expresión tan tierna de timidez.
- No… no es que pase algo… es sólo que… - Akane entrelazó los dedos de sus manos nerviosamente. Tal vez se estaba precipitando en sus conclusiones pero en su interior sentía que Ranma, pese a negarlo constantemente, la quería de verdad. Si ella se decidiera a dar el primer paso en vez de esperar constantemente a que el chico se decidiera ¿Habría una posibilidad de que ellos pudieran ser felices juntos?
- ¿Es sólo que… qué? – insistió Ranma.
El corazón de Akane comenzó a latir con fuerza, tanto que casi podía sentirlo subir por su garganta, un cosquilleo en su estomago la estremeció… eran las mariposas que sólo Ranma lograba hacer revolotear en su interior.
Estaba decidida, ya no quería más malos entendidos, ya no quería más temor ni inseguridad… Sólo eran unas cuantas palabras las que debía pronunciar y luego esperar una respuesta. Tenía miedo, pero a la vez un asomo de esperanza. Entreabrió los labios lentamente, las manos le sudaban, sus ojos brillaban como si las constelaciones de un cielo nocturno hubieran sido aprisionadas en su mirada, sus mejillas se encendieron de un rojo aún más intenso…
- Ranma… yo… yo quería decirte que…
- ¡Ni hao airen! – exclamó de pronto una voz cantarina como la de un pajarillo, acompañada del tintineo de un cascabel y el sonido de ruedas de bicicleta sobre el asfalto. Akane dio media vuelta y vio una bicicleta rosada, montada por una muchacha de traje chino, cuya camisa y pantalón hasta la rodilla eran de un intenso color rojo con estampados de dorada flor de loto cubriendo cada centímetro de la tela. Sus cabellos largos y violáceos volaban al son de la brisa. La chica detuvo su bicicleta y saltó, aterrizó sobre la cabeza de Akane y de ahí se lanzó a los brazos de Ranma.
- Xian-Pu haber preparado ricos tallarines ¿airen querer probarlos en el Neko Hanten? – preguntó entusiasmada la jovencita, haciendo alusión al restaurante chino en el que trabajaba con su abuela y su amigo de la infancia Mu-Tsu.
- Hola Xian-Pu – saludó Akane, el rencor cubría su intento de amable saludo con una ironía que arrastraba las palabras. La aludida ignoró a Akane y restregó su cuerpo al de Ranma, provocando que el chico se crispara en torpes intentos por quitársela de encima.
- Xian-Pu, en serio, suéltame, estoy ocupado ahora.
- Pero tallarines ser deliciosos ¡Anda Ranma! – insistió Xian-Pu.
- Realmente no estas ocupado y te gustan los tallarines que prepara Xian-Pu ¿no? – murmuró Akane con voz apagada – vete con ella si es lo que quieres.
Xian-Pu sonrió al ver de reojo a su rival apartándose de su camino… fue toda la distracción que el joven artista marcial, Saotome Ranma, necesitaba para poner las cosas a su favor. Con un rápido movimiento, de deshizo del abrazo de Xian-Pu y saltó antes de que la muchacha pudiera retenerlo, alejándose unos cuantos metros de ella.
- Lo siento Xian-Pu, pero no quiero ir a comer tallarines, Kasumi debe ya estar cocinando en casa así que voy para allá.
- ¿Preferir cocina de la hermana de… esa chica? – preguntó Xian-Pu.
Ranma no quería contestar, odiaba lastimar los sentimientos de las chicas, odiaba ver llorar a Xian-Pu o a cualquier otra mujer. No es que odiara la comida de Xian-Pu, muy por el contrario, sabía que los tallarines preparados por ella eran realmente deliciosos, pero estaba harto de darle falsas esperanzas… No quería casarse con ella, no estaba enamorado de ella…
- No es que prefiera la comida de Kasumi por sobre la tuya… es sólo que… no quiero problemas ni malos entendidos – dijo finalmente – las cosas están tranquilas ahora y quiero que sigan así.
- Airen…
- Nos veremos en otra ocasión Xian-Pu ¿esta bien? Ahora debo irme, Akane parece estar algo molesta.
Tras un gesto de mano en forma de despedida, el joven se alejó a grandes saltos.
Las hojas secas volaban mecidas por la brisa, algunas enredándose entre sus hermosos cabellos violáceos, otras pasando frente a sus ojos, sus rojizos ojos empañados por las lágrimas que se asomaban y que comenzaban a recorrer sus mejillas.
Estaba sola en medio del atardecer.
Una soledad fría e intensa, colando en su corazón un dolor profundo e irreprimible.
Ranma era suyo ¡Ranma era solamente suyo! Las normas de su tribu eran claras, los sentimientos de amor en su interior eran claros. Ella, Xian-Pu, era la mujer más fuerte de la tribu de amazonas de China, la más hermosa ante cualquier jovencita que quisiera comparársele, la mejor cocinera, la mejor en todo reto que quisieran imponerle. Una mujer como ella merecía lo mejor de lo mejor, merecía al guerrero más atractivo y poderoso, no cualquiera era digno de ella… Sólo uno y ese era Ranma, el primer hombre que la derrotó, el primer hombre que la cautivó con su mirada, el primer hombre del que se había enamorado y al único que podía amar.
"Akane parece estar algo molesta" esas palabras pronunciadas como si nada, eran la razón de su inmensa rabia… Kasumi preparando la comida era una excusa, lo único que al chico le importaba era no molestar a Akane ¿Y quién rayos era Akane? Sólo una niñita simple, sin gracia ni talento, una basura indigna de un magnifico trofeo como era Ranma y sin embargo él sólo pensaba en esa… esa…. No había palabras para describir a Akane, ninguna le parecía lo suficientemente hiriente.
Apretó los puños, los dientes chirriaron al entrechocarlos con furia, reprimiendo un grito que tenía atorado en la garganta… Las lágrimas aún fluían, amargas, por su rostro.
- ¿Por qué una jovencita tan bonita como tú parece estar tan triste y enojada? – preguntó la voz rasposa de una anciana.
Xian-Pu se sobresaltó y vio a su lado a una mujer menuda y arrugada de larga y rizada cabellera plateada. Era pálida, dos pequeños y profundos ojos negros resaltaban en aquel rostro que pese al deterioro que el paso del tiempo deja en todo ser humano, aún conservaba un toque de la belleza que aquella mujer había poseído en su juventud. Vestía un largo vestido verde oscuro que cubría prácticamente todo su cuerpo, llevaba un bolso a juego con el vestido en su hombro y un precioso relicario colgaba de una fina cadena sobre su pecho.
- Disculpar, Xian-Pu… estar… bien – logró pronunciar la joven entre sollozos.
- No te disculpes niña ¿eres extranjera no? Porque no pronuncias muy bien el japonés.
- Tener razón, Xian-Pu venir de importante aldea en China.
- Comprendo, comprendo… Pobre muchachita, confía en mí. Se que te acongoja el amor, vi al muchacho que te dejó aquí solita y llorosa. No comprendo como un hombre en su sano juicio deja así a una mujercita tan bonita como tú.
- Porque a él gustarle una fea y violenta… una… una mujer que no merecerlo… el ser mi prometido, leyes antiguas de mi tribu unirlo a mi para siempre y esa mujer robármelo sin derecho – se quejó Xian-Pu, escupiendo las palabras como si se deshiciera de un veneno. La anciana sacó un pañuelo de su bolso y se lo ofreció a Xian-Pu. La chica lo usó para enjugarse las lágrimas y se disculpó con la anciana por la molestia.
- Descuida niña, descuida. Tu nombre es Xian-Pu ¿no? Tú acento y tu manera tan peculiar de hablar me resulta encantadora. Permíteme que me presente, me llamo Kokurokagami y llevo en este mundo más tiempo del que debiera, soy bastante anciana y por ello muy sabia.
- ¿Ko – ku – ro – ka – ga – mi? – murmuró Xian-Pu - ¿decirlo bien? Es que ser un nombre tan extraño, si permitirme decirlo.
- Descuida, se que es extraño, se escribe literalmente con los caracteres de "pequeño", "negro" y "espejo". En realidad mi nombre es un conjuro del que prefiero no hablar, pues una bruja tiene sus razones para hacer conjuros.
- ¿Ser usted una bruja? – preguntó la chica sorprendida.
- Si pequeña, soy una bruja que deambula de un lado a otro para ganarse la vida vendiendo productos… Amuletos, talismanes y conjuros varios que sirven para obtener dinero, fortuna, amor o venganza.
Xian-Pu, quien no creía en la amabilidad que no ocultara algún propósito, entendió por fin las intenciones de la anciana. Al verla allí desamparada llorando por un hombre, pretendía venderle algún conjuro o amuleto o cualquier otra cosa. Bien, eso era algo que ella respetaba así que sonrió con malicia y hurgó en su camisa hasta sacar un monedero que guardaba en su brasier.
- Tener dinero ¿qué poder ofrecer a Xian-Pu?
- Depende… de lo que desees – respondió Kokurokagami esbozando una sonrisa codiciosa – Por lo que me has dicho hay una mujer que se interpone entre tu hombre y tú.
- Si – afirmó Xian-Pu – y yo desear que ella no molestarnos a airen y a mi nunca más.
- Comprendo – musitó Kokurokagami mientras una vez más hurgaba en su bolso – tengo algo perfecto – dijo sacando, con gesto triunfal, una pequeña botella de cristal que contenía un liquido transparente como el agua, pero con un ligero tono blancuzco que se apreciaba sólo cuando le alcanzaba un rayo de sol.
- ¿Qué ser… esto? – preguntó Xian-Pu recibiendo la botellita entre las manos y mirándola a contraluz, moviéndola para apreciar la sutileza entre la transparencia y el débil traspaso a tono blancuzco que provocaba la luz.
- Una poción que debes mezclar con una sola gota de tu sangre para luego dar a beber a la mujer que se interpone en tu camino, de esa forma ella dejará de ser un obstáculo… Hazlo antes de la primera nevada del invierno.
- ¿Por qué?
- Porque la poción sólo tiene efecto durante la primera nevada. Si se ingiere la poción antes, el efecto comenzará cuando caiga el primer copo de nieve, si se lo das durante la nevada corres el riesgo de que no alcance a surtir efecto y en tal caso la poción se desperdiciaría y si se la das después tendrás que esperar hasta el siguiente invierno.
- Entender ¿Cuánto pedir por esta botella?
- Lo que puedas darme pequeña.
Xian-Pu vació el monedero ante los codiciosos ojos de la anciana.
- ¿Estar bien con esto?
- Si, esto es más que suficiente.
Xian-Pu se despidió de la anciana y comenzó a alejarse. Kokurokagami vio como la chica se perdía a lo lejos montada en su bicicleta. De pronto su mirada se entristeció y corrió hasta acortar la distancia.
- ¡Espera muchacha!
Xian-Pu detuvo la bicicleta y volteó a ver a la anciana.
- ¿Si? – preguntó extrañada, pensando que tal vez querría cobrarle aún más dinero.
- Cuando le hayas dado la poción a la chica asegúrate de que nadie bese sus labios, pues si alguien lo hace la maldición caerá también sobre la persona que la haya besado. Recuérdalo.
- Xian-Pu recordar – contestó la joven guerrera china antes de volver a pedalear dejando atrás a la bruja.
Al llegar al Neko Hanten saludó a su abuela al pasar. La diminuta y arrugada anciana de larga cabellera blanca y lisa estaba tan ocupada atendiendo a un proveedor de fideos chinos que apenas alcanzó a devolverle el saludo, no tuvo oportunidad de percatarse de que su nieta estaba emocionada ni que sostenía un extraño frasco. Xian-Pu se encerró en su habitación, rebuscó entre sus cosas hasta encontrar un alfiler y se arañó un dedo, abrió la tapa de la botellita y dejó caer una gota de sangre. El líquido brilló con un tono escarlata, un humo escapó de la botella que por poco la hace toser y luego, lentamente, el líquido adquirió un tono rosado para al fin volver a ser transparente. Xian-Pu miró el frasco a contraluz una vez más y vio un curioso juego de colores entre el transparente, el blanco y el rosado. Sin duda la poción era muy curiosa.
La jovencita guardó entonces la botella en su brasier… El pacto con su sangre en la poción estaba hecho, ahora sólo debía dársela a Akane.
- Ranma, mi airen… Tú ser mío ahora y por siempre…
Fin del capitulo
Continuará
Notas de autora:
Pretendía dejar los fanfics de Ranma, pero… aquí estoy otra vez, con una nueva historia… Y no me atrevo a decir que será la última así como tampoco me atrevo a decir que escribiré más historias de Ranma cuando termine esta… ¿esperanzas de que la acabe? Muchas, ya que es una historia muy corta y de hecho, planeo no tardarme mucho en actualizar, el resto lo tengo avanzado y muy bien planeado, serán 3 capítulos, ni más ni menos… Me inspiró una canción y un par de personajes para escribir esta historia… bien pudo haber sido un songfic, pero… no quiero quebrar las reglas de ff net, ya lo hice en otra cuenta sin saberlo (para los que no sepan, esta página prohíbe subir songfics). Cuando terminé de publicar este fanfic presentaré esa canción para que entiendan porqué me inspiró, no puedo hacerlo antes.
Me hace gracia el nombre que le puse a la bruja que aparece en este capitulo, aquí hago aclaraciones:
Kagami significa espejo en japonés y Kuro significa negro… Ko es algo más complicado, al parecer puede significar pequeño dependiendo de con qué letra sea escrito. De todas formas, no se de escritura japonesa, pero me encanta cuando los japoneses aclaran con que letras se escribe su nombre y en esta ocasión quería ponerlo porque el significado del nombre de la bruja tendrá su importancia más adelante.
Ojala me dejen sus comentarios, eso me animara a actualizar más rápido esta historia.
Kissu
+ Kikyo +
