Este fic, no es mio, le pertenece a bufffycat.
Es muy buena denle una oportunidad, tratare de subir esta semana dos capis más, para que traten de entender mejor de que va la historia u.u
Italia hizo un sonido triste con su nariz, mientras se sentaba en la parte de atrás de su casa. Romano estaba pasando la noche en casa de España e Italia se alegró por ello. Su hermano no sería de ayuda, ya que no estaría de acuerdo con la razón de los problemas de Venciano esta noche.
Italia, con toda honestidad, intentó ser más duro para complacer a Alemania, pero todo lo que hacía parecía fallar. El entrenamiento ese día había terminado mal y dio lugar a que Alemania le pusiera final enviándolo a casa temprano. Tanto así que el rubio había pasado de él cuando el italiano sugirió utilizar el tiempo extra para una cena con pasta, largándose del lugar y dejando a Italia solo en el campo de entrenamiento.
Y así fue como Italia había llegado a encontrarse a sí mismo sentado en el jardín trasero de su casa llorando suavemente. Ninguna cantidad de comida parecía poder quitarle de la cabeza la mirada decepcionada que Alemania le había dado cuando no pudo completar las tareas establecidas. No podía hacer flexiones de brazos, no tenía habilidades de combate cuerpo a cuerpo (bueno, cualquier habilidad de combate, en realidad), y su mejor maniobra táctica era la retirada. Alemania estaba empezando a irritarse cada vez que Italia le pedía ayuda con los cordones de sus zapatos, Italia no podía recordar la última vez que había visto a Alemania sonreír para él, no importaba lo que hacía para compensar sus fracasos. Se estaba empezando a preocupar de que tal vez Alemania finalmente se hubiera cansado de él.
Italia arrastró la manga de su camisa por su rostro, aunque el movimiento hizo poco para detener el flujo de lágrimas o los pensamientos miserables que lo atormentaban. — Si pudiera ser mejor, Alemania me querría — dijo en voz alta el italiano, aunque claro no había nadie alrededor para escucharlo. — ¡Si pudiera encontrar una manera de cambiar, yo podría sería el mejor soldado que jamás hayan visto! Ya no huiría, y lo apoyaría sin importar lo que pasase, porque es mi mejor amigo y me preocupo por él y no quiero ver que le hagan daño por mi culpa. Ojalá no fuera tan cobarde. Me gustaría ser más fuerte. Me gustaría ser más inteligente. Yo... yo solo... — Italia puso su cabeza sobre sus brazos y susurró — Me gustaría que las cosas pudieran ser diferentes. —
Se escucho un chasquido repentino e Italia ya no era el único en su jardín trasero. Otra figura apareció justo en frente de él, de pie sobre la hierba y mirándolo un poco desorientado. Italia estudió al nuevo visitante con confusión. Quienquiera que fuera usaba sandalias con cordones cafés que alcanzaban las rodillas y una túnica pálida. Dos grandes alas emplumadas fueron extendidas desde la espalda del desconocido, la brisa flexionaba algunas de las plumas. Mirando hacia arriba, Italia se detuvo en el rostro del hombre y su aliento quedo atrapado en su garganta. Las grandes cejas eclipsaban unos ojos verde esmeralda debajo de una mata desorganizada de cabello color rubio sucio. Italia conocía a ese sujeto. Temía a ese sujeto. Inglaterra.
Italia comenzó a gritar, todo el vello corporal del latino se encrespo y no paso mucho cuando comenzó a llorar más fuerte que antes. — ¡Por favor, señor Inglaterra, por favor! ¡No me hagas daño! No me harías daño, ¿verdad? ¡Soy tan patético! Y por favor, no me des más de tus horribles scones! ¡Te diré lo que quieras, simplemente no me des scones! —
Inglaterra se detuvo un momento, mirándolo un tanto confuso y un poco irritado ante la mención de su comida. — Por mucho que yo pudiera usar la información de lo que haces con Alemania, estoy aquí por un asunto diferente. — Inglaterra se detuvo de nuevo, dándose cuenta de que Italia no podía oírle por el sonido de sus propios gritos. — Mira, no voy a hacerte daño, así que ¿podrías parar? Me están empezando a doler los oídos. — Al verse ignorado de nuevo, Inglaterra frunció el ceño. — Tengo una taza de té que me espera en casa y cuanto más tiempo me tome, más frío se pondrá, así que, ¿podemos apresurar esto? — Gruñendo unos maldiciones por lo bajo, Inglaterra gritó — ¡Cállate! —
Italia se tranquilizó, sin embargo todavía se encontraba temblando y llorando mientras miraba a la otra nación. — Eso último, esta mucho mejor. — Inglaterra se frotó la cabeza antes de continuar. — Como he dicho antes, estoy aquí por un asunto diferente. Te encuentras en un estado lamentable y pediste varios deseos, así que estoy aquí para concederte uno de ellos. Y cuando me encuentro así, puedes llamar Britannia Ángel. —
— ¿Britannia Ángel? — Italia se quedó observando al ángel de pie frente a él, con un aspecto ligeramente perturbado por haber sido llamado a la casa de Italia en su noche libre. — ¿Cómo es que nunca has dicho algo de ser un ángel? —
Britannia Ángel hizo una mueca. — Es algo aparte. Hice un trato con alguien hace mucho tiempo y ahora eso no es lo importante. Pero parte del acuerdo es que nadie debe saber sobre él. —
Italia, si es posible, parecía más confundido. — Pero ahora lo sé. —
— Una vez que pidas tu deseo no recordaras nada. Así es como funciona. Ahora; — El ángel se arregló la túnica y miró hacia abajo al pequeño italiano. — ¿Qué es lo que deseas? Hazlo rápido. Que estoy sintiendo frio. —
Italia lo pensó. Había un montón de cosas que podía desear. La pasta vino a su mente, al igual que una siesta de por vida, pero luego recordó a Alemania y la escena de más temprano y empezó a sentirse triste, una vez más. Más que nada, quería que Alemania fuera feliz con él. Sintiéndose determinado en su deseo volteo la vista hacia el ángel, y dijo. — Yo quiero, yo quiero ser el soldado que Alemania espera de mí; Ya no tener miedo, quiero ser capaz de luchar con él. Ser alguien que puede atarse los cordones de los zapatos y no hacer pasta en el medio del desierto. . Deseo ser lo contrario a lo que soy —.
Britannia Ángel pareció sorprendido. — ¿Estas... ¿Estás seguro de eso? —
— Sí, lo estoy. — Italia asintió y el ángel dio un suspiro.
— Está bien. — Britannia Ángel movió su mano haciendo que una varita aparecíera y la tomo. — Entonces, voy a concederte tu deseo. Espero que te vaya bien. — Movió su varita y pronunció unas palabras e Italia vio un destello brillante antes de desmayarse. El ángel miró al italiano inconsciente en el suelo, luego sacudió la cabeza y con otro chasquido había desaparecido; sin dejar rastro de que hubiera estado allí en primer lugar.
Italia continúo dormido por un poco más de una hora antes de comenzar a moverse. Incapaz de recordar por qué se había quedado dormido afuera, se puso de pie y se desperezo, camino de regreso a su casa para dormir en su propia cama. Hizo una pausa mientras se cepilla los dientes para admirar su reflejo, especialmente sus brillantes ojos, de un brillante color fucsia. Sonrió ligeramente mientras terminaba y se dirigió a su habitación. Mañana iba a ser un día muy divertido.
