Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, todo es de J.K.R., yo sólo juego con los personajes.

Aviso: Este fic participa en el Reto #17: "La familia lo es todo" del foro Hogwarts a través de los años.

Familia: Potter (James, Lily, Harry).


Summary: A pesar de no estar físicamente para él, jamás le abandonarían, jamás le dejarían porque ellos eran su familia y la familia lo es todo hoy, mañana y siempre.


¡Feliz cumpleaños Harry!

Los rayos del sol iluminaron la cocina del pequeño hogar. James Potter aún somnoliento se apoyaba en el mesón mientras vigilaba el bacon y los huevos; a su lado, Lily lo observaba divertida, su cabello pelirrojo ondeaba detrás de su espalda irradiando luz cada vez que el sol le apuntaba. Silenciosamente se acercó hasta su marido y con el dedo lleno de la mezcla para las panquecas manchó la comisura de la boca semiabierta de su marido, él se sobresaltó y sus gafas se ladearon un poco. Ella sonrió y quitó con su lengua la mezcla en un movimiento suave y tortuoso.

—¡Señora Potter! ¡Qué atrevida! —chilló él haciéndose el sorprendido. Ella sonrió y lo besó con soltura— Cualquiera diría que está un poco ansiosa o deseosa de este cuerpo monumental.

—Ya quisieras Potter —negó alejándose de él en un movimiento rápido— Aunque si Harry no despierta pronto, podrías continuar tu práctica de baile —ella hizo una imitación muy graciosa con su cadera y él se carcajeó en respuesta.

—¡Yo no bailo así! —protestó, ella se encogió de hombros y suspiró, estaba feliz. Hoy su pequeño hijo cumplía un año y le parecía increíble que a pesar de todo lo que ocurría a su alrededor él estuviese sano y salvo.

Un llanto se escuchó en el piso superior y sonrió aún más. Miró a su esposo quien afirmó suavemente y luego apagó el fuego de la cocina, caminaron rápidamente y subieron cada escalón con alegría, entusiasmados con la idea del primer cumpleaños de Mini cornamenta como solían llamarle los merodeadores. Sin poder contenerse, James subió los últimos dos escalones de un tirón y abrió la puerta para cargar a su hijo y elevarlo por el aire haciendo cesar su llanto al instante, Lily se recostó en el umbral de la puerta y suspiró enternecida, con un movimiento rápido de su varita convocó la cámara.

Dispuesta a inmortalizar cada momento del cumpleaños de su hijo, la pelirroja accionó el botón y tomó la primera fotografía del día, se acercó hasta ellos y dejó la cámara en la cuna para tomar a su hijo de los brazos de su esposo.

—¡Feliz cumpleaños mi pequeño! —susurró con voz maternal, Harry tomó la cara de su madre entre sus pequeñas manitas y balbuceó.

—¡Eh Harry! —su padre se acercó haciendo muecas y el bebé sonrió divertido— ya estás hecho todo un hombre. En un abrir y cerrar de ojos estarás conquistando a las chicas más hermosas de Hogwarts y llenando a Minnie de canas, ¿verdad que sí? —su esposa negó y le dio una colleja al pasar por su lado haciendo reír aún más al pequeño Potter.

Ambos bajaron y dejaron a Harry en la sillita especial y continuaron preparando el desayuno del día, panquecas con chocolate y frutas para el cumpleañero. Comieron, rieron y se olvidaron de todo; por ellos, por Harry, por su familia porque para ellos la familia lo es todo y siempre sería así. Por esa razón se escondían, por esa razón dejaron a un lado la lucha cuerpo a cuerpo.

La tarde llegó y con ella, Bathilda y algunas lechuzas con regalos; Lily seguía tomando fotografías de cualquier detalle, James solo sonreía y hacía cualquier cosa para mantener a Harry feliz, su propósito del día a día. Luego de la siesta decidieron abrir los regalos, eran solo unos pocos, pero suficientes para ser sólo su primer cumpleaños: una manta de parte de Bathilda, una mini snitch de sus padres y, el menos esperado y más alabado, una escoba de juguete de parte de su padrino.

—¡Demonios! —chilló James emocionado— Canuto siempre lo ha dicho, si vas a hacer algo, hazlo a lo grande. ¡Qué monada! ¿Has visto esto Lily? ¡Ven Harry! ¡Vamos a probarla! —Lily se encaminó hacia él sabía que era seguro, pero no podía dejar de preocuparse. Suspiró y negó quedamente, era el cumpleaños de su hijo y cómo tal era una celebración. Abandonó sus temores a un lado y se dejó llevar por la diversión sin arrepentirse de ello porque sin duda alguna, aquel fue el regalo favorito del pequeño Harry.

Tomó una fotografía del gran momento, sonrió orgullosa al ver a su hijo despegar sin complicaciones, como si la vida se le fuera en ello, todo un experto. James lo perseguía, tan feliz como ella mientras trataba de evitar que Harry atropellara al Señor Bigotes, el gato de la familia, y que no partiera otra cosa además del jarrón de Petunia. Después de unas horas, Lily decidió que era suficiente.

—James ya bájalo o terminaremos la noche con la sala vuelta añicos —él la miró desilusionado, estaba disfrutando de la escoba tanto o más que Harry.

—¡Será un gran jugador de Quidditch! —afirmó acercándose a ella— el mejor de su generación.

Harry reía y lo miraba reclamando que lo hubiesen alejado de su juguete. El resto del día transcurrió sin que ninguno se diera cuenta. Bathilda había hablado con ellos incluso hasta del mismo Dumbledore, parecía increíble lo que decía de él y se había marchado al empezar a oscurecer.

—¡Ma! —un chillido estridente llamó su atención, Harry reclamaba a gritos su presencia.

Lo tomó en brazos y lo llevó hasta su habitación, había sido un día muy ajetreado para el pequeño y aunque ya había disfrutado de un gran pastel y una cuantiosa cena, buscaba ansioso el pecho de su madre para poder dormir. James sonrió en el umbral de la puerta, Lily arrullaba al pequeño y le cantaba una nana; suspiró enternecido y sin cansarse de mirar la escena. Aún le parecía increíble que ella estuviese a su lado, que fuera suya y que, además, le hubiese dado el regalo más perfecto, Harry.

Se alejó silenciosamente para arreglar el desorden que había en el piso inferior y su rostro se iluminó al ver la escoba de juguete, su hermano se había superado a sí mismo esta vez, solo faltó él y sus otros amigos para que hubiese sido perfecto, pero ya tendría tiempo de agradecerle como debía.

—Estará bien —susurró una voz a sus espaldas mientras masajeaba con delicadeza sus hombros— volverá sano y salvo. Le enviaré una carta agradeciéndole, te apuesto a que él está pensando en ti, en todos nosotros ahora mismo —él asintió quedamente, sabía que la misión era más importante, pero no podía evitar extrañarlo y sentirse un inútil mientras su hermano arriesgaba su vida buscando acabar con todo, cerró los ojos y bloqueó aquellos pensamientos antes de girarse y abrazar a su esposa. La levantó en brazos y la besó de lleno.

—¿Ha disfrutado del primer cumpleaños de su hijo Señora Potter? —preguntó ladeando una sonrisa, ella asintió aguantando una carcajada— Me alegra saberlo y ahora, ¿podría acompañarme a la recámara para darle su regalo?

Él la depositó en el suelo y la besó con dulzura, disfrutando y alargando el momento. Bajó sus manos por su espalda y la acarició deliciosamente, ella respondió al instante y lo llevó hasta el sofá donde disfrutaron uno del otro, se amaron con ternura y pasión hasta quedar agotados. Después de los gemidos ahogados solo reinó el silencio.

—Te amo James —susurró quedamente aún recostada en su pecho sintiendo el palpitar de su corazón, él continuó acariciando su espalda y suspiró enamorado.

—¡Por Merlín Lily! Podrías decirlo mil veces al día y cada una de ellas me seguiría pareciéndome increíble —ella sonrió y volvió a decirlo entre besos— Yo también te amo pelirroja, lo haré por siempre, en esta vida y en la otra ¿recuerdas? —ella no contestó, sabía a qué se refería James. Un peso se cernió sobre ellos cubriéndolos sin que ellos quisiesen.

Sí, había sido un día maravilloso, pero no había sido perfecto; aunque ellos así lo hubiesen querido. Vivían bajo la sombra constante, en peligro bajo amenaza y eso era un hecho. Ellos confiaban en qué saldrían de todo ello, pero siempre había una posibilidad de que todo saliera mal y de que esas fueran las últimas horas que pudieran pasar juntos. Por eso se dedicaban a crear recuerdos felices para Harry, con la esperanza de que, si algún día ellos dejaban el mundo de los vivos, él pudiera conservar su esencia, su amor en su mente y corazón y entendiera que, a pesar de no estar físicamente para él, jamás le abandonarían, jamás le dejarían porque ellos eran su familia y la familia lo es todo hoy, mañana y siempre.


Nota de la autora: Esta es sin duda alguna una de mis familias favoritas, escribir sobre ellos me llena de infinito placer. Espero que hayan disfrutado la lectura, nos vemos en la próxima entrega.

Gracias infinitas al amor de mi vida que aguanta cada una de mis locas ideas y deja que plasme pequeños retazos de nuestra vida en mis escritos.