N/A: Este fic esta basado en mi historia "Recuerdos del Halcón"
Este fic esta dedicado a mi amiga y compañera escritora Lobunaluna ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! Ya sé que no es una de las historias que querías que actualice, pero espero que te guste de todos modos
¡Que la disfrutes!
Disclaimers: ni Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, solo poseo mi OC y mis locas ideas XD
¡Feliz Cumpleaños Hermano!
La pequeña se levantó con entusiasmo ¡Era el cumpleaños de su hermano! Lo divertido era que estaba tan emocionada como si la cumpleañera fuera ella misma.
Salió corriendo en sus pantuflas de conejito hacia la cocina, como siempre penetró en el vapor negro que era el desayuno quemándose nuevamente... Camus no era él mismo, si no quemaba algo.
_¡Feliz Cumpleaños!- le dijo abrazándolo por la espalda.
_Gracias, Meryl. – le dijo con la más leve sonrisa.
_Hoy lo podremos festejar juntos ¿Verdad? No solo será una tarjeta o una carta ¡Una verdadera fiesta! Podemos invitar a Milo y hacer un pastel y...- comenzó a decir ilusionada.
_Meryl... no puedo.- la cortó el mayor ¿A que se refería con "no puedo"? Frunció el entrecejo sin entender.
_ ¿Por qué no?- preguntó decepcionada, por una vez que podían festejarlo juntos...
_Tengo guardia, no volveré hasta entrada la tarde...- Su mirada debió de ser muy transparente porque Camus soltó un suspiro apenado.
_Vamos, el desayuno esta listo. – le dijo caminando sin mirarla de nuevo, quizás por miedo a ver la decepción en sus ojos... ¿O estaba decepcionado el también? No tenía forma de saberlo.
El desayuno continuó en completo silencio... hasta que le dijo que fuera a cambiarse, seguro que la dejaba con Milo para que la cuidara.
_Camus... ¿Qué hacemos en Capricornio? – dijo la pequeña mirando la décima casa "¡No, Shura no!" pensó sin poder evitarlo, la exasperaba ese caballero tan serio que tomaba todo a la tremenda ¡Como si treparse a un árbol fuera a matar a alguien! Bufó ante lo exagerado que podía ser el caballero de Capricornio.
A sus pies, su perrita blanca "Yuki" meneaba el rabo, sin entender para nada el descontento de su dueña.
Shura apareció apenas los escuchó poner un pie en su casa. Miró a Meryl como quien mira a un animal peligroso y luego a Camus.
_¿En que puedo ayudarte, Camus?- preguntó, aunque no le sacaba la vista de encima a la niña.
_Milo no está, y esperaba que pudieras hacerte cargo de Meryl por un par de horas.- Le dijo el caballero de Acuario a su compañero.
Shura soltó un suspiro, como si esa fuera la cosa que esperaba que NO ocurriera, Meryl sintió deseos de reír, parecía que le dejaran a su cargo a un león hambriento, en vez de una niña.
_De acuerdo. – dijo con cara de que en realidad quería salir huyendo. ¿Al gran caballero de Capricornio... le daba miedo una niña?
_Gracias, Shura. – Dijo Camus asintiendo.- Pórtate bien Meryl, te veo a la tarde.
_Sí, nos vemos. – le contestó, apenada... realmente no quería que se fuera, pero al menos volvería en la tarde...
_Vamos, Meryl. – le dijo Shura mirando con pena a la niña. Era el cumpleaños de su hermano y aún así no podían festejarlo en familia... no le extrañaba que luciera triste.
Meryl lo siguió con Yuki pisándole los talones.
Luego del almuerzo español, Meryl salió al jardín a jugar, pero se aburrió enseguida... ¿Qué podía hacer...? Camus no estaba... y Milo no llegaría hasta dentro de un rato... incluso Yuki se veía aburrida, tirada en el suelo, dispuesta a dormir...
Miró al cielo, algo que le parecía extraño era que hacía frío...incluso el clima se había adecuado al cumpleaños de su hermano... las nubes recorrían pesadamente su camino en el cielo, mientras la niña pensaba en que hacer... quería darle un regalo a su hermano... pero no tenía nada, e encargo que le había hecho a Aioria no iba a llegar aún... no hasta que el caballero regresara...
Fue entonces que se levantó de un salto ¡Se le había ocurrido algo brillante! Acomodo su ropa y se adentró corriendo en la casa de Capricornio. Seguida por Yuki.
_¡Shura! ¡¿Shura, donde estás?! – llamaba al caballero gritando ¡No quería esperar!
_ ¡¿Qué? ¿Meryl, estas bien?! – Shura salió corriendo del estudio, temiendo que algo malo le hubiera ocurrido a la niña. Pero al llegar al salón de batalla la encontró sana y salva...
¿Por qué rayos lo había llamado gritando así?
_Shura, necesito que me acompañes a la casa de Acuario.- le dijo con una gran sonrisa y tirando de una manga de su camisa.
_ ¿Olvidaste algo allá? – aunque, incluso si había olvidado algo, no era razón para llamarlo a los gritos, como si el can Cerbero hubiera estado a punto de comerla.
_No.- le respondió con sencillez.
_ ¿Entonces para qué quieres volver allá? – le preguntó alzando una ceja.
_ ¡Para prepararle una fiesta sorpresa a Camus! – le dijo con toda la alegría del mundo, no importaba si Camus no estaba de momento ¡Porque era una sorpresa!
_No. – fue la respuesta seca del español... ¿Cara de que le había visto...? ¿De repostera? Además él no estaba para cosas ridículas como preparar una fiesta sorpresa.
_Por favor... es la primera vez que estaremos juntos para su cumpleaños. – le dijo mirándolo a los ojos.
_Dije que no. – dijo, sin embargo miró a la pequeña que insistía dando pequeños tirones a la manga de su camisa.
_Pero... – las lagrimas comenzaron a acumularse en los ojos de Meryl... era la primera vez que no estaban cada cual en un país diferente, además le debía tanto a Camus – Quiero hacerle un regalo... él me esta cuidando desde que papá y mamá murieron. - Miró a Shura y lo soltó con ojos llorosos. – Siempre me cuida, aunque a veces no sabe que hacer, me trata bien, me lee cuentos, cocina para mí aunque lo haga mal... se esfuerza mucho por mí... y yo nunca hago nada por él... solo... – la voz de Meryl comenzó a trabarse debido a los sollozos, sin saber la pena que le estaba provocando al caballero de capricornio, se refregó los ojos con la mano intentando secar las lagrimas – P-Por eso... quería h-ha-cerle una fiesta...
No pudo seguir hablando, pero no hizo falta, Shura, luego de sentirse como la escoria más baja del universo, comenzó a caminar.
_Si quieres preparar algo, hay que empezar ya. – le dijo mientras caminaba a la salida de Capricornio.
Meryl corrió y abrazó al caballero, que la miró tan sorprendido, como lo habría estado si hubiera visto un alíen.
_ ¡Gracias!- le dijo la pequeña con una sonrisa, antes de tomarle la mano y arrastrarlo por las escaleras.
_Algo me dice que me arrepentiré de esto... – musitó Shura, rogando a las estrellas, estar equivocado.
Meryl solo podía correr ¡Ya quería preparar todo!
"Camus, tendrás el mejor cumpleaños de todos" pensó con una sonrisa.
_Lo primero es un pastel – le dijo Meryl a Shura mientras subía a la mesada y comenzaba a sacar cosas. – Usted se ocupará de eso, yo empezaré con la decoración. – continuó sin prestar atención a las protestas de Shura, bajó de la mesada de un salto.
_ ¡Voy a hacer guirnaldas! – le anunció y salió corriendo de la cocina... dejando a un Shura horriblemente confundido.
El pobre caballero miró los ingredientes y tomó un frasco con una inscripción extraña... estaba en francés...
_ ¿Qué rayos se supone que haga yo con eso? – musitó mirando la mesada llena de ingredientes, una gota de sudor resbaló por su nuca mientras Shura tomaba uno de los frascos y vertía su contenido en un bol, rezando para no matar al caballero de Acuario de una intoxicación...
Mientras tanto en su cuarto Meryl sonreía mientras buscaba papeles de colores y pegamento, Yuki se entretenía buscando zapatillas que morder.
_ ¡Yuki quedate quieta! – le dijo molesta ¡Así no iba a encontrar nada! - ¡Ve a molestar a Shura! – le dijo, la perrita ladeó la cabeza y salió corriendo en dirección a la cocina.
Shura estaba tan confundido que empezó a guiarse por el color de las cosas y ya, para cuando tenía el "pastel" en el horno... había un olor... no muy dulce... más bien olía... a una sustancia aún por definir.
Se dio vuelta y entonces una bola de pelos blancos, se metió entre sus piernas haciéndolo caer.
_ ¡Auch! – miró al animal con un ligero tic en el ojo... la perrita, indiferente a la mirada asesina del caballero, se sentó en el suelo moviendo el rabo feliz, esperando que jugaran con ella.
Shura se levantó soltando un quejido... ¿Por qué cada vez que accedía a los pedidos de Meryl, terminaba lamentándolo?
La pequeña había terminado de hacer y pegar las guirnaldas por el comedor, se había subido a una silla para pegarlas a una distancia razonable del suelo, había de colores azules, lilas, naranjas, amarillos... en fin, de todos los colores a los que había podido echarle mano... pero aún le faltaba algo...
Escuchó a Shura maldecir en la cocina y decidió que lo mejor era mantenerse alejada de él por un rato.
"¡Ya sé!" dio un salto de puro gusto.
No perdía nada preguntándole a Afrodita si no le daba unas flores... las que menos le gustarán, siempre cortaba las que no eran "perfectas" pero para Meryl siempre habían sido bonitas.
Salió sin hacer ruido y dejó a Yuki allí con Shura... Afrodita odiaba a los perros, porque destrozaban su jardín, si quería algo de él era mejor dejar a la siberiana fuera de eso.
Al llegar Meryl fue directo al jardín de rosas, donde sabía que el caballero pasaba gran parte de su tiempo, sino su día entero.
Tal y como lo esperaba, Afrodita estaba arreglando sus rosales, el viento revolvió el cabello claro del caballero mientras este se daba vuelta y le dedicaba una mirada de curiosidad a Meryl.
_ Buenas tardes, señor Afrodita.- le dijo Meryl acercándose, llevaba una camiseta violeta, un suéter blanco, jeans y zapatillas. Su largo cabello estaba suelto.
_Buenas tardes Meryl.- le dijo con su indiferencia característica – ¿A qué debo tu visita? – le dijo, preguntándose que querría la niña, ciertamente era la única visitante constante que tenía. Ya hasta se había acostumbrado, aunque aún no sabía decidir si eso era bueno o malo.
"Que niña tan extraña" Pensó por millonésima vez desde que la había conocido.
_Bueno... yo... – respiró profundo, esperaba y rezaba porque su idea no molestará al caballero, comenzó a jugar con un mechón de cabello, cosa que hacía solo si estaba nerviosa. – Estoy decorando la casa de Acuario, es el cumpleaños de mi hermano y yo... bueno... yo me preguntaba si podría darme algunas de esas rosas que corta siempre... ¡Es que son todas tan bonitas! – le dijo esperando que no se negara.
Afrodita alzó una ceja, mirando con curiosidad a Meryl ¿Por eso tanto alboroto? Quería algunas de las rosas que el cortaba y tiraba por ser la vergüenza de su jardín.
_ ¿Estas preparando la fiesta tú sola? – según tenía entendido, la niña ahora estaba a cuidado de Shura, pero este no estaba por ningún lado.
_ ¡Oh no! El señor Shura me esta ayudando, él se quedó preparando el pastel, mientras yo venía aquí. – le dijo Meryl con su mayor sonrisa.
_Shura... ¿Shura esta haciendo el pastel? – dijo sintiendo como una sonrisa divertida se abría paso en su rostro. Eso no podía perdérselo por nada del mundo.
_Sí... aunque me olvidé de decirle que venía, solo espero que no se de cuenta. – Meryl recién se daba cuenta de este "pequeño" detalle... si el caballero de capricornio se enteraba de que se había ido... ehhhh era mejor para ella apresurarse en regresar.
Afrodita río para sus adentros y fue a un costado del jardín, junto a un pilar, ahí apiladas, estaban las rosas que había cortado esa tarde, las tomó y se acercó a Meryl.
_Voy contigo a dejarlas y ya, no quiero que te lastimes llevándolas, o tendré que soportar a tu hermano. – le dijo refiriéndose a las espinas, en realidad era una excusa... quería ver a Shura intentando hacer de repostero, eso no se lo perdía ni aunque estallara una guerra santa.
Afrodita ordenó las flores y dejo en el suelo todas aquellas que eran venenosas.
_ ¡Claro, muchas gracias! – le dijo Meryl con una sonrisa radiante, sin saber los verdaderos motivos de la ayuda de Afrodita.
Mientras iban bajando las escaleras el caballero no pudo evitar notar como la niña parecía más alegre que de costumbre.
_Todo este escándalo ¿Solo porque tu hermano cumple años? – no pudo evitar preguntar con un ligero tinte de curiosidad en su voz, aunque su rostro parecía igual de desinteresado que de costumbre. Simplemente no entendía ¿Qué diferencia hacía un año más de vida?
_ ¡No es un escándalo! – le dijo Meryl indignada, pero se calmó recordándose que Afrodita iba a ayudar con las flores, por eso cambió su tono de voz a uno más amable. – Es porque quiero que hoy este feliz. – le dijo.
_ ¿Feliz? – preguntó Afrodita, como si no conociera el significado de esa palabra.
_Sí, feliz. Él hace mucho por mí, me cuida, me quiere, dejó que me quedara con Yuki... me enseña cosas como historias y leyendas... es muy bueno conmigo, pero yo nunca puedo hacer nada por él. Por eso hoy que es su cumpleaños quiero hacer algo, lo que sea... – lo miró con una sonrisa y en su mirada se hizo claro todo el cariño que sentía por su hermano mayor.
Afrodita nunca había visto unos ojos tan claros...
_Entiendo. – fue todo lo que pudo responder.
El resto de las escaleras las bajaron en silencio, apenas entraron a la casa justo a tiempo de escuchar una maldición.
Meryl corrió a la cocina, mientras que Afrodita dejó acomodadas pulcramente las rosas en un jarrón de la mesa, antes de seguir camino hasta la cocina.
Una vez allí casi se parte de risa...
Shura estaba intentando desmoldar algo que se veía como una roca y Meryl lo miraba dividida, entre la risa y la preocupación.
_¡Maldita cosa que no quiere salir! – exclamó soltando el intento de pastel que cayó contra la mesada haciendo un pesado ¡PLOM! Aún con el molde y todo.
_ ¿Por qué no pruebas usando a Excalibur? Quizás tengas más suerte.- le dijo Afrodita con una sonrisa burlona desde su lugar, cómodamente apoyado en el umbral de la puerta... definitivamente había valido la pena bajar.
_ ¡¿Qué haces tu aquí?! – Shura solo quería que se lo tragase la tierra, mientras Meryl sentía pena por el caballero... su cara era un tomate maduro de lo roja que estaba.
_Vine a ver el espectáculo y ahora que lo vi me retiro. – se dio vuelta para irse – por cierto... lo que ocurrió fue que le pusiste demasiada harina y lo dejaste demasiado tiempo. Meryl ya te dejé las flores en la mesa.
_Gracias. – le dijo Meryl, Afrodita se limitó a reír e irse de la habitación.
_ ¿Y este que sabe de cocina? – Musitó Shura aún avergonzado.
_No lo sé, aunque casi siempre que lo veo a la hora del té, está comiendo algo dulce. – Dijo la niña poniéndose un dedo sobre los labios en un gesto pensativo. – Pero siempre pensé que se los preparaban las doncellas del santuario... – Aunque pensándolo bien, nunca había visto doncellas en la casa de Piscis, había visto algunas en otras casas (en Acuario a veces venían algunas para limpiar la casa a fondo) ¿Quizás Afrodita preparaba sus propios postres?
Shura debía de estar pensando lo mismo, porque soltó una suerte de gruñido molesto y arrojó el "pastel" (más bien era un pobre intento de pastel ¡Pero no le iba a decir eso!) al fregadero.
_La pastelería no es lo mío. – Protestó el caballero molesto ¡¿Cómo rayos se suponía que cocinara algo, si todo estaba en francés?!
_Se nota... – Añadió Meryl tocando con un dedo los restos duros de preparación que había en el fregadero, el pastel se había partido como un ladrillo... ¿Tal vez podría jugar a la construcción con eso? Al voltear y ver la mirada endemoniada de Shura, la pobre niña retrocedió varios pasos, con cara de haber visto el más aterrador de los fantasmas. – ¡Lo siento, no lo dije en serio! – Exclamó con miedo moviendo las manos frente a sí, como quien se cubre de un ataque... realmente el caballero estaba que echaba humo...
Miró a su alrededor, la cocina, normalmente pulcra, era un desastre... había varias ollas tiradas, por toda la mesada, paquetes de harina abiertos que además habían perdido buena parte de su contenido... sobre la mesada. Sin mencionar la cantidad de cucharones, moldes, frascos abiertos... se acercó a uno que contenía un polvo oscuro y granulado ¿No sería...?
Lo olió y no tardó en estornudar fuertemente, al leer la etiqueta entendió porque...
_Señor Shura... Creo que fue bueno que ese pastel saliera tan mal. – Comentó rascándose la nariz con un dedo... Seiya le estaba pegando los malos modales.
_ ¿Y eso por qué?
_ Porque a mi hermano no le gustan los pasteles con pimienta negra. – Dijo tapando el frasco y guardándolo en un rincón. En ese momento le pareció escuchar al caballero soltar una sarta de palabras en español, no entendía lo que decía. Pero a juzgar por el tono de su voz y la violencia con la que comenzaba a apilar los platos sucios... suponía que no estaba diciendo nada bonito.
"Hora de escapar..." Pensó abandonando lentamente la cocina, por si acaso. Yuki la siguió, aparentemente su instinto de supervivencia le decía que debía estar lejos de Shura.
_Vámonos de aquí... hay que ver si Aioria ya llegó. —le dijo a Yuki, quien por toda respuesta soltó un ladrido y la siguió fuera de la casa de Acuario moviendo la cola, feliz de dejar tan hostil compañía.
¡Ojala Aioria no se hubiera olvidado! Aún recordaba su rostro confundido cuando, al enterarse que volvía a estar de misión, fue corriendo con él para despedirse y pedirle un favor.
Unos días atrás:
_ ¿Y para qué quieres algo como eso?—había dicho el joven pelirrojo mirándola con confusión.
_ ¡Es para mi hermano! Pronto es su cumpleaños y necesito eso para mi regalo.
_...
_Sé que mi hermano no te cae bien...—dijo la niña, de hecho al caballero de leo lo despreciaban bastante en el santuario debido a su "sangre de traidor" y él tampoco se llevaba bien con sus compañeros, podría decirse que los odiaba... ¡Pero de verdad necesitaba ese favor! – Es solo por esta vez... ¡Prometo no volver a pedirte nada! ¡Hasta te daré el dinero! – Aioria pareció sorprenderse por esto, no le extrañaba. Pero había ahorrado durante mucho tiempo para esto... lo vio pasarse la mano por la frente en un gesto de "sé que me arrepentiré por esto" y extendió la mano.
_Rápido, antes de que cambie de idea. —dijo con voz seria. Meryl no se hizo de rogar y le entregó lo que necesitaba con una sonrisa.
_ ¡Muchas gracias!
Presente:
Ahora iba a retirar su pedido, había creído que no lo iba a tener listo hasta pasado mañana... pero parecía que aún tenía tiempo de prepararlo.
Iba de camino a Capricornio... ya se estaba cansando de tantas escaleras... ¿Qué no conocían los ascensores? Bufó molesta y negó con la cabeza... ¿Costaba mucho modernizar el santuario? Seguramente no lo hacían por los enemigos... ¡Apostaba a que estos se cansaban tanto con las escaleras, que luego no podían ni pelear!
Sip, eso tenía que ser. Asintió de acuerdo consigo misma y siguió caminando, aunque no tuvo que recorrer mucho camino, pues frente a ella estaba el caballero de Leo comenzaba a subir las escaleras, como siempre no llevaba la armadura dorada, sino que tenía una chaqueta negra de cuero cerrada y pantalones vaqueros.
_ ¡Aioria! – Corrió entusiasmada, bajando los escalones de dos en dos para aprisionar al caballero en un abrazo.
_ ¡Woa! ¡Meryl, suéltame o nos vamos a caer! – Exclamó el pobre caballero tambaleándose un poco. Yuki corría alrededor de Aioria meneando el rabo y ladrando por atención.
_ ¡No nos vamos a caer! – contradijo la pequeña, soltándolo de todas formas ¡Que quejoso!
Aioria soltó un suspiro aliviado y le dio una palmada en la cabeza a Meryl, como si fuera un cachorro obediente, la niña hizo un puchero ante esto ¡No era un perro! Pero solo logró hacer reír a Aioria. Lo miró con la ansiedad escrita en toda su cara... ¿Lo habría conseguido?
El pelirrojo se dedicó a acariciar a Yuki en la cabeza, mientras disfrutaba de ver a la niña recargando su peso de un pie al otro, esperando por su "encargo" al final metió la mano en el bolsillo interno de su chaqueta y sacó una bolsa algo grande que tenía escondida, parecía como si el contenido fueran un sobre y un cuaderno de alguna clase.
_ ¿Buscabas esto? – Dijo con tono burlón.
_ ¡Lo conseguiste, gracias! – Le dio un abrazo para luego soltarlo y tomar el paquete con ojos brillantes de emoción. –En serio, gracias, sé que Camus no te agrada... – le dijo sonriendo. Aún no entendía porque se llevaban tan mal, o sea el hermano de Aioria había hecho algo malo... pero él no tenía nada que ver al respecto.
_ No lo hice por él. Sino por ti. – Replicó el joven con seriedad, aún acariciando a la perrita. –Entiendo que lo aprecies al ser tu hermano mayor y sé que querías hacerle ese regalo. —Se puso de pie y con eso dio por terminado el asunto. –Tengo que irme, no quiero cruzarme con ninguno de tus "hermanos" al regresar a Leo.—Le dijo con una sonrisa amistosa mientra le revolvía el cabello a Meryl.
_ ¡Ok! – lo vio partir de nuevo... realmente Aioria era muy bueno, había ido todo el camino hasta ahí para darle eso... abrazó el paquete contra su pecho, como si fuera un tesoro, bueno, de cierta forma lo era, y corrió escaleras arriba una vez más.
Al entrar en la casa de Acuario, tuvo la sensación de haber entrado en medio de un incendio... no solo había mucho humo ¡Sino que olía fatal! Abanicó el humo con la mano libre y Yuki comenzó a estornudar sonoramente sacudiendo la cabeza.
Se asomó a la cocina y se encontró con todo igual de desordenado y con el caballero de Capricornio maldiciendo a viva voz... aparentemente había decidido que un pastel no iba a ganarle y había intentado otro... que salió peor de ser posible... Shura tenía la cara tan manchada de hollín, que su piel parecía varios tonos más oscura de lo que era.
Negó con la cabeza y se apresuró a entrar a su cuarto, rezando interiormente porque Milo regresara pronto... o Camus no tendría pastel... ¡Y un cumpleaños sin pastel no era cumpleaños!
Al entrar se sentó sobre la alfombra y abrió el preciado paquete, dentro había un álbum de fotos con cubierta blanca y solo la inscripción "Memories" al abrirlo encontró muchas paginas por llenar, con espacios para pegar fotos y anotar cosas, sonrió y abrió el sobre de papel madera que tenía al lado.
Apartó fotos y comenzó a dar vueltas por la habitación ¡Necesitaba pegamento! Y algo más... sacó un pequeño atado de papeles unidos por una tira de goma. Miró esos papeles con cariño y se sentó frente a esos materiales... ¡Hora de trabajar!
Pasó un rato así, tan concentrada en su trabajo, que ignoró completamente las manchas de pegamento en sus ropas o los restos de papeles pegados a las mismas. No fue sino hasta que escuchó una voz conocida, que salió corriendo de la habitación.
_ ¿¡Qué demonios le pasó a la cocina!? – Gritaba alguien como si hubiera estallado una guerra santa. Meryl caminó sin entender porque aún había tanto humo, estaba segura de que esa voz era la de...
_ ¡No grites Milo!
_ ¡Grito todo lo que se me da la gana! ¡¿Dónde está Meryl?!
_ ¡Aquí! – Se apresuró a acercarse, temiendo que Milo matara a Shura por el crimen de quemar tres pasteles seguidos, desperdiciar comida, y ensuciar la cocina.
_ Gracias a Athena, estás bien... ¿Qué demonios pasó aquí? – le preguntó alzando una ceja y tapándose la nariz con su capa... el olor a quemado era peor que cuando cocinaba Camus... lo cual era mucho decir...
Shura apestaba en repostería.
_ El señor Shura quiso ayudarme a hacer un pastel para Camus...—le respondió con voz algo nasal, a pesar de lo bien ventilado que estaba todo... ¡Realmente olía mal! Tenía la nariz tapada con ambas manos. Shura estaba rojo de vergüenza, se le notaba por debajo de todo el hollín. El caballero carraspeó y comenzó a alejarse en dirección a la puerta.
_Ya que llegaste, yo me retiro.—Dijo caminando todo lo orgullosamente posible que se puede, cuando se tiene la cara llena de hollín y hueles a quemado.
_ ¡Señor Shura!—se acercó con una sonrisa – Gracias por intentar ayudar. – le dijo.
_De nada. Ahora ve, tienes mucho que hacer.—le dijo el español con un suspiro, bastante arrepentido de siquiera haber aceptado ir.
_Sobretodo tenemos que limpiar.—Protestó Milo por lo bajo mirando la catástrofe de la cocina.—si Shura había oído algo, fingió que no y se marchó con la frente en alto.
Meryl no sabía si sentir pena por él, o reír a carcajadas. Optó por no hacer ninguna y ayudar a Milo a limpiar... sería grosero reírse de Shura... el pobre solo había intentado ayudarla.
Ambos corrieron, faltaba poco para el atardecer... Camus aún iba a tardar en volver, pero ya no mucho.
_ ¿Costaba mucho esperarme? – le reclamó Milo mirándola con el ceño fruncido mientras refregaban la mesada luchando por quitar los restos de harina.
_ Tenía miedo de que llegaras tarde. —respondió mientras intentaba que la mezcla exótica de cemento de Shura saliera del molde del pastel... con la simple técnica de golpearlo contra la mesada. Luego de varios golpes lo logró.
_Bien, si queremos celebrar el cumpleaños de tu hermano, será mejor que trabajemos rápido.—Aclaró Milo guiñándole un ojo a Meryl.
_ ¡Sip!
Trabajaron un rato en silencio, apenas hicieron una pausa para comer algo, cuando el pastel estuvo en el horno.
_ ¿Qué le vas a regalar a Camus? – preguntó la niña con curiosidad. Sentada en la mesa de la cocina donde solía desayunar con Camus, los pies le colgaban un buen trecho del suelo y balanceaba las piernas en un gesto inquieto... ¡Aún tenía que terminar su regalo! Pero tenía hambre, por eso había decidido comer algo y luego volver a trabajar.
_ Nada muy grande, solo un libro. Pero ya sabes como es tu hermano, le regalas algo como eso y ya estará contento.—Dijo encogiéndose de hombros para luego tomar un poco de té. – ¿Y tu? Sé que tu hermano estará feliz con cualquier cosa que le des, pero aún así tengo curiosidad.
_Algo que aún estoy haciendo. – Le dijo con una sonrisa animada.
_ ¿Un dibujo? – Preguntó Milo alzando una ceja, era lo único que se le ocurría podía intentar la niña por su cuenta.
_ Algo mejor... ¡Y no te diré porque es una sorpresa! – Añadió orgullosa apurando el té que le quedaba. – ¡Auch! – Exclamó inhalando y soltando aire, se había quemado la lengua.
_Eso te pasa por apurarte demasiado. – Dijo Milo con una sonrisa burlona.
_ ¡Ahora menos te digo! – Exclamó la niña saltando de la silla y corriendo a su cuarto, dejando a Milo riendo solo mientras se levantaba a ocuparse de ese pastel... la casa de Acuario se sentía bastante diferente desde que Meryl estaba allí.
Rió por lo bajo mientras iba a la cocina a revisar el pastel, seguramente su amigo se iba a llevar una buena sorpresa.
_ Ahora... ¿Cómo demonios decoro esta cosa? – se preguntó sacando un pastel perfecto del horno.
Finalmente la niña terminó con el regalo, una vez lo tuvo listo lo escondió en su escritorio, no quería que nadie lo viera antes de tiempo ¡Era hora de ayudar a Milo con el pastel y la cena!
Camus regresó a la casa de Acuario algo entrada la noche, ya faltaba poco para las once. Negó con la cabeza, algo molesto, había pasado todo el día de guardia, caminando por todo el santuario y nada más... menudo cumpleaños, pensaba el caballero bastante decepcionado, pero tenía un deber que cumplir y este iba primero que sus intereses personales, siempre había sido así.
_ ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! – El grito inesperado de su hermanita y de su mejor amigo lo tomó totalmente por sorpresa. Parpadeó varias veces algo desconcertado, Meryl ya debería de estar durmiendo. Pero ahí estaba sonriendo con cara de sueño y Milo estaba poniendo la mesa.
_ ¿Cuánto más planeas estar ahí parado? – le dijo su amigo sentándose a la mesa. Camus solo sonrió y fue a unirse con su "familia"
_Bonita decoración.—comentó sonriendo viendo las guirnaldas chuecas de todos colores pegadas por todo el comedor, ya se imaginaba quien había hecho eso.
Milo le guiñó un ojo a Meryl, esta lució una sonrisa orgullosa a pesar de que se notaba que moría de sueño.
_ Aunque faltaron globos...—comentó la decoradora con un bostezo. No importaba estar cansada o tener sueño... ¡Iba a celebrar con su hermano y Milo! Con su nueva familia. – ¡Provecho! – fue la primera en atacar la cena. Provocando risas en los mayores que se apresuraron a comer algo ¡No fuera a ser que Meryl no les dejara nada!
Cuando la cena terminó Milo se encargó de ir por el pastel a la cocina.
_Bien, son las 23:58 – comentó poniendo el pastel en la mesa, este estaba decorado con crema, con una sola vela encendida encima (a insistencia de Meryl). Era bastante simple, pero ambos sabían que Camus no era amante de las cosas aparatosas. –Así que técnicamente aún es tu cumpleaños. Ahora apresúrate con tu deseo, antes de que no cuente.
Camus le lanzó a su amigo una mirada que decía "¿No pensarás que de verdad voy a hacer eso?" Pero Milo se encargó de señalarle con la cabeza a la niña de ojos azules que un poco más y estaba saltando esperando a que pidiera un deseo, como si la cumpleañera fuera ella.
Con un suspiro de resignación, el caballero se apresuró a apagar esa bendita vela, para terminar con el asunto.
_ ¡Genial! ¿Qué pediste? – Preguntó Meryl mientras Milo comenzaba a servir pastel.
_ ¡Meryl! No preguntes o no se va a cumplir.—le dijo el caballero de Escorpio, Camus simplemente le agradeció con la mirada que lo sacara del apuro. – Además ¿No tienes algo que darle? – Añadió con una sonrisa cómplice, Camus no entendía nada.
_ ¡Sip! – Saltó de la mesa y corrió hasta su cuarto.
_ ¿Ella planeo esto? – le preguntó a su amigo, una vez la niña los dejó solos.
_Sí jajajaja cuando llegué estaba torturando a Shura en la cocina, intentando que él prepara el pastel... creo que te hice un favor al venir hoy.—declaró señalándolo con el tenedor y una sonrisa burlona. – ¡En serio! ¡Ese hombre cocina peor que tu!
_ ¿Siempre que vienes tienes que criticar mi comida? – comentó Camus frunciendo el ceño.
_ ¡Es que eres un desastre! No sé como no te quitan la custodia de Meryl por maltrato infantil. – No había nada que Milo disfrutara más que burlarse de su mejor amigo, quien tomó el plato limpio sopesándolo, como si se preguntara que tan buen proyectil sería.
_ ¡Ya volví! – La niña se paró en seco a ver a su hermano con el plato en la mano. – Camus... ¿Qué hacías con el plato?
_Nada, solo iba a hacer un experimento sobre que tan duro es el cráneo de Milo. –Comentó con naturalidad mientras dejaba el plato de nuevo en la mesa.
Meryl solo se encogió de hombros mientras Milo reía, y se acercó a su hermano tendiéndole un libro blanco. Al tomarlo Camus notó que en realidad era un álbum de fotos.
_ ¿Cómo conseguiste esto? – preguntó con curiosidad mirando las letras doradas "Memories" miró a Milo, pero este estaba tan desconcertado como él.
_ Es un secreto. – No creía que tomaran bien que hubiera pedido ayuda a Aioria. – ¡Ábrelo! – cruzó los dedos esperando que a su hermano le gustara el contenido.
Camus lo abrió con una sonrisa divertida, pero en seguida cambió de expresión a una de sorpresa, primero había una foto de sus padres. Su madre tenía el cabello corto negro y ojos verdes, era de piel pálida y parecía una versión más grande de Meryl... y su padre, su padre tenía exactamente la misma forma de ojos que él... el mismo color de ojos y todo. Y aunque tenía el cabello corto, el parecido era indiscutible... en la siguiente pagina había otra foto, era él de niño, recordaba esa foto, la habían tomado cuando había ido de visita a su casa... a su lado había una pequeña cuna.
Milo se acercó a ver, no recordaba mucho las sonrisas de Camus de niño, siempre había sido serio... pero en esa foto tenía una sonrisa radiante. Camus pasó la página con una leve sonrisa nostálgica. En la siguiente había una foto de Meryl un poco más grande y de sus padres juntos, en la siguiente había pegada una carta escrita con tinta negra, las letras eran prolijas y elegantes.
_ ¿Esa es...?
_ La primera carta que me escribiste. —contestó Meryl sonriendo. Ese era uno de sus tesoros.
Siguió pasando las páginas, en estas había fotos de ambos y de sus padres, sin mencionar las cartas pegadas o dibujos que Meryl había hecho para él. El álbum no era muy grande, pero se notaba que Meryl le había puesto cariño, había incluso notas escritas con letras desparejas al lado de las fotos.
En algún momento mientras pasaban las páginas, Milo se había retirado a la cocina, con el pretexto de preparar café, le parecía que era mejor dejar a los hermanos solos.
_Mamá siempre me daba fotos tuyas de cuando éramos niños, las pocas veces que venías a casa siempre tomaba alguna. Hasta que ya no pudiste visitarnos más porque habías ganado la armadura y tenías que estar mucho en el santuario. – Se acercó y miró junto a su hermano la última página... esa foto no existía, así que había tenido que inventarla... pero representaba algo que para ella siempre había sido real.
En esa página había pegada la última foto que Meryl tenía con sus padres, ella llevaba su vestido azul con listones blancos, su madre un elegante vestido y su padre un traje simple. Era la foto de su último cumpleaños, los tres estaban parados en la sala de su casa, en el espacio donde tenía que verse una simple planta de interiores, había recortado y pegado una foto de Camus, así parecía que estaban todos juntos. Sonriendo, aunque la sonrisa de su hermano era más tenue, como siempre. La foto de Camus la había tomado a escondidas cuando este estaba en el jardín, por eso estaba de medio-perfil y con armadura... pero ahí estaba.
Esas eran las fotos que le había pedido a Aioria que revelara por ella.
Miró a su hermano que posó una mano sobre la foto, era difícil describir esa mirada era en algún lugar entre la tristeza y la alegría.
_ ¿Camus?—Posó su mano sobre la de su hermano mirándolo interrogante. Pero este la miró con una sonrisa sincera.
_ Gracias por tu regalo, Meryl. Me gustó mucho. – le dijo abrazándola.
_ Feliz cumpleaños. – respondió devolviendo el abrazo con una sonrisa tranquila, contenta de estar con su familia.
Fin.
N/A: Bien, es un poquito atrasado el regalo, pero espero que lo hayas disfrutado ¡Ojala hayas pasado un hermoso cumpleaños!
Yuri18 ¡Cambio y fuera!
