Seamos Realistas.
"Si, solía pensar en el, si, le revolvía el estomago cuando sus miradas chocaban, si, se sentía extraño estar a su lado y si, le dañaba que le odiara.
Todos los días al levantarse por la mañana comenzaba pensando que los rayos del sol eran igual de brillantes que sus cabellos y que las fotografías del mar eran igual de inmensos que sus grandes ojos azules. Lo conocía de toda una vida pero todo era diferente desde hace mucho tiempo atrás, porque él era frió y el no."
Sus lágrimas descendían sutilmente por sus mejillas, sus brazos se enroscaban por su propio cuerpo y escondía los sollozos entre sus rodillas, sus cabellos blancos estaban cubiertos por rastros de lo que parecía ser lodo, al igual que su vestimenta blanca ensuciada por dicho material y mojada. Había cerrado las cortinas en cuanto se encerró en aquella solitaria habitación repleta de juguetes en diferentes estantes.
— ¿Near? -Pregunto una voz tortuosamente conocida-
Por el ligero sonido de la puerta de madera cerrándose era fácil suponer que ya se encontraba dentro de esta, pero solo logro hacer que su corazón se apretujara mas contra su pecho.
Los pasos silenciosos que se le acercaban a paso lento hicieron que restregara más su rostro contra sus rodillas. Unos dedos largos se enredaron entre las hebras blancas enlodadas, los dedos se colaban entre sus quebrados albinos acariciando suavemente con las yemas. Pasaron un par de minutos de ese modo, sin en cambio el llanto no seso, solo aumento.
—Near...
Llamo de nuevo, con una voz mas suave, con nostalgia en ella. Luego una respiración se hizo presente en el área donde estaban sus brazos cubriendo su rostro, justo en la separación de sus cabellos hasta la tela húmeda de su suéter blanco, tembló un momento y un suspiro silencioso llego a los oídos de su acompañante de cabellos dorados.
—Me... ¿Mello?... -Su suave voz se ahogo en un sollozo mas-
—Y yo que pensaba que eras un desgraciado sin corazón -dijo mientras soltaba una ligera risa melancólica que removía algunos de los cabellos que se encontraban frente a él con su aliento- aun que si eres un desgraciado, cabrón -murmuro entre dientes
El albino se removió un poco escondiendo aun mas su rostro y estrujándose a sí mismo.
—Vamos, sabes que no lo digo enserio.
Puso ambas manos en su cabeza jalándolo hacia arriba para mirar su rostro, y lo había logrado pero Near mantenía los ojos cerrados. Por un momento pensó que hubiera sido más divertido si él fuera el causante de su abundante llanto, pero esa imagen le pareció desagradable. Near tenía los ojos considerablemente hinchados a su alrededor, en especial el derecho en el que se notaba un golpe bastante inflamado llegando a la altura de su pómulo, sus mejillas estaban sonrosada, sus labios apenas apretados en una mueca de desesperación en reprimir sollozos que anteriormente se le escapaban, mientras de entre sus pestañas seguían corriendo delicadas lágrimas que manchaban el resto de su rostro.
Las manos del rubio descendieron de sus cabellos blancos hasta cada mejilla mientras con un pulgar delineaban el pómulo, justo en el golpe, pero lo suficiente suave para no lastimarle en el acto.
—Ese bastardo... -Susurro frunciendo el ceño de manera bastante notoria
Los ojos grises se abrieron lentamente chocando con los cristales azules que le observaban, pero este no le miraban directamente, estaba completamente enfocado en los golpes y rasguños del rostro contrario.
—No importa... -dejó salir de sus labios en un sonido apenas perceptible-
—Cállate, ni que fueras tan importante.
El tacto de ambas manos en sus mejillas no había desaparecido. Es cierto, pudo haber contestado algo en contraataque con el susodicho, pero no tendría sentido empezar una discusión cuando desde un principio el que había tomado la iniciativa de buscarlo había sido Mello y no el.
Cerró los ojos un momento en intento de olvidar las partes adoloridas de su cuerpo, en especial la zona de su ojo derecho que cada vez que lo abría parecía sentir como el hinchazón se incrementaba junto con el ardor y fuertes punzadas a su alrededor.
—Anda, levántate, eres un asco -Lo dijo en un tono amigable, uno que jamás había escuchado mientras se ponía de pie y extendía ambos brazos hacia su dirección- Eres una maldita bola de algodón con patas, y un algodón muy sucio -Frunció el ceño al notar que no parecía intentar levantarse-
Al pasar unos segundos donde Mello ya había bajado los brazos y movía rápidamente su pie derecho con exasperación sin quitarle la vista de encima.
—Eres un maldito cabrón holgazán -Se inclino hacia adelante metiendo sus manos bajo los brazos del albino-
-N-no... Me-mello -Se levanto apresurado por la fuerza contraria-
—Vamos, tienes que cambiarte.
Tan rápido como lo había levantado le había soltado, ahora dirigiendo sus pasos hacia un amplio armario de color ocre del que comenzó a buscar revolviendo todas las prendas blancas.
Miraba su espalda, no se había movido ni un paso y solo se dedicaba a observarle, no tenia nada exacto en que pensar, pues no salía de la primera pregunta planteada en su maraña de ideas, ¿Por qué ahora que otro chico le había golpeado Mello comenzó a comportarse amable con el? Y no era cualquier amabilidad, incluso había acariciado su rostro de una forma de la que no lograba explicarse. Escucho un gruñido de parte de el, que inevitablemente lo hizo exaltar.
Se deslizo con pasos silenciosos hacia una pequeña cajonera de donde saco algunas prendas blancas y se dirigió a paso lento hacia una puerta que se encontraba cerca de su amplia cama. Se detuvo un momento con la ropa oprimida hacia su pecho y tan rápido como no se podría esperar una tela grisácea cubrió su vista, Mello la había lanzado hacia el sin siquiera mirarlo, luego sintió como la ropa que sostenía le era arrebatada con un ligero empujón hacia la puerta de baño.
Subió sus pequeñas manos hacia la toalla que había caído sobre su cabeza para poder quitara y dejarlo mirar a Mello quien tenía los brazos cruzados y el ceño, como siempre, notoriamente fruncido en su rostro.
-Estúpido, ahora ya ensuciaste esta, anda, métete ya. -Dijo autoritario mientras abría la puerta de baño y con un ligero empujón lo hacía entrar-
Mello había cerrado la puerta dejando a Near solo dentro y muy confundido.
-¿Mello?...
Le habían ocurrido cosas extrañas en el pasado, pero esto era sin duda muy inusual, todo, desde el primero momento había sido muy muy muy extraño. Era la primera vez que pasaban tanto tiempo juntos sin que el mayor terminar frustrado y con ganas de matarlo, en muchas ocasiones había imaginado que quizá Mello se hubiera sentido triunfante si alguna vez lo veía demostrar una clase de emoción tan notoria como lo anterior, sin en cambio el solo pareció más molesto al mirar aquellas heridas en su rostro, pero no molesto con él, sino, con alguien más.
Nunca en su corta vida se había sentido tan confundido y asombrado, esa clase de emociones nunca cruzaban por su ser tan remotas como fueran. ¿Porque había llorado?, habían pasado años desde la última vez que recordó haberlo hecho, era un sentimiento casi desconocido para él, pero aquellas manos que acariciaban su rostro con tanta ternura de inmediato lograron que se sintiera mejor, como si ni el cuerpo adolorido le causara molestias, era extraño, ni siquiera recordaba si Mello había estado cuando aquel chico lo aventó en el jardín.
Sonrió un momento, quizá después de todo no le odiaba tanto como decía.
-Gracias... Mello...
