Tumbas de sal.
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Hay un abismo de caricias tras cada cicatriz en sus cuerpos.
Natsuo pelea con la fiereza de mil soldados y Youji pide clemencia con el mismo dolor de mil madres perdiendo a sus hijos. Natsuo engrandece su voluntad mientras Youji hunde su dolor en el fondo de su corazón. Luego viene el vals de sus labios cada vez que llegan a casa y se curan las heridas mutuamente.
Los labios de Youji son fríos y al minuto siguiente parece que están cubiertos de magma cuando buscan los de Natsuo y fingen sentir. Natsuo derrama todas sus alegrías por los ojos bajo la forma del agua salada que se le escapa. Besar a Youji es casi lo mismo que no hacerlo. La sangre brota con más insistencia de las heridas y uno- dos- el corazón se le fragmenta en mil pedazos cuando descubre que al presionar una incisión Youji no llora y no sufre.
Pero es más triste darse cuenta que con todo, que aún besándole con pasión y golpeándole contra la pared para que sus cuerpos estén juntos y las camisetas se alcen y los cinturones vuelen, estar con Youji para Natsuo equivale lo mismo a no estarlo. La saliva insípida se escurre fuera de sus labios y ellos buscan atragantarse con un amor que no les es concedido porque ellos son inmundos y despreciables y-
(su manera de herirse les da pena)
Pero les da aún mucha más pena seguir allí, en una habitación llena de terrores oscuros que les aplastan la voluntad mientras Natsuo le rasga la ropa y Youji le entierra las uñas en la espalda buscando que Natsuo le reclame por el dolor. Natsuo quiere herirlo, quiere cortar la carne de Youji hasta que llore y luego ver su carita inundada por las lágrimas para besarle.
Natsuo respira con agitación, sabe que la llama dentro de su interior no durará mucho antes de extinguirse y entonces no podrá continuar más al lado de su sacrificio. Youji continúa y se aferra y lo busca y lo hiere y se deja lastimar y lo quiere y lo odia al minuto siguiente y luego deja que lo cure que lo ame que lo desarme y que lo vuelva el todoylanadadesaexistencia-
Y tiene que tomar algo de aire cuando son las uñas de Youji las que se hunden en su carne mallugada y presionan hasta que son rojas y al segundo siguiente ya están bañadas en su sangre y Youji maldice su existencia y la de Natsuo. Porque este lo toca y lo hiere, pero no lo siente, y lo necesita y no lo tiene.
Pero Natsuo no se detiene, y lo palpa, y lo destruye y lo alimenta con un amor podrido de alcantarilla, tanto como si quisiera destrozarlo, tanto como si quisiera sentirlo y quisiera amarlo más de lo que ya lo hace.
Para Holly, con mucho cariño.
