Animales.
Los animales hemos regido sobre la tierra desde tiempos ancestrales.
Hemos evolucionado de ser perseguidores o perseguidos a convivir mutuamente en una sociedad armoniosa.
En base a esa forma de pensar, Zootopía fue fundada.
Pero nuevas investigaciones empiezan a poner en duda si en realidad somos la primera raza pensante en el planeta.
Los primeros vestigios de una posible civilización precursora que fueron encontrados fueron en 1967, cuando el arqueólogo canispañol Federico Zebrano descubrió los restos de una ciudad más antigua que la historia registrada.
A partir de ese descubrimiento, decenas de zonas "precursoras", como son llamadas científicamente, han sido descubiertas a lo largo del planeta, desde la selva amazónica, hasta el ártico.
Lo que tiene confundidos a los científicos es, como una sociedad que, algún día dominó el planeta, terminó desapareciendo y abandonando sus asentamientos.
Pero lo que más consterna a los investigadores es, ¿eran animales los que dominaban? ¿O era una especie completamente desconocida para la animalidad?

En la mitad del video, el profesor paró la reproducción, lo que fue motivo de algunas réplicas por parte de los alumnos. Al parecer les estaba gustando el video.
—Lo siento jóvenes, pero la clase está por terminar —dijo el profesor.
—Venga profe —musitó un jaguar al fondo del salón—. Se estaba poniendo bueno.
El reno bufó, el sonido fue semejante al bufido de un caballo, solo que más corto y seco.
—El lunes terminaremos de ver el video jóvenes, guarden sus cosas —la voz del profesor era usualmente seria y sin ánimo, pero siempre era por el hecho hacer bien su trabajo.
Los alumnos empezaron a guardar sus cosas y al toque de la campana, todos salieron uno a uno, a veces estos se juntaban en un grupo de chicas que empezaban a decirse los cotilleos que veían o escuchaban por ahí. Otros eran de chicos, quienes se dedicaban a hablar de deportes y de ver cual fémina de la escuela tenía el mejor flanco. También estaban los mixtos de amigos, que solamente se reunían para pasarla bien y ayudarse unos entre otros. Jade no pertenecía a ningún tipo de grupo.
La lobo gris canispañola era la única que había quedado en su asiento, verificando si no se le quedaba ninguna pertenencia. Pelaje gris semejante al color del asfalto seco de las autopistas, moteado de marcas blancas, con unos ojos de esmeralda pasaban su vista una y otra vez por encima de sus libros. Un corredizo mechón de pelaje color lavanda le cubría el ojo derecho, lo que hacía un bonito contraste con su iris. Su indumentaria consistía en una blusa de color rojo y una minifalda de mezclilla. Guardó la última libreta que tenía afuera dentro de su mochila y se la colgó sobre sus hombros antes de levantarse del suelo. La canina tenía una tenue sonrisa tímida.
—Nos vemos, profesor Mooseberk —dijo Jade ondeando su mano en forma de despedida.
—Señorita Villalobos —le llamó el reno, quien hizo que la lobo canispañola parara su salida en el acto y volteara a verlo.
—¿Sí? —Jade dio unos cuantos pasos hacia el profesor, este retrocedió uno, pero para sentarse en su silla.
—Tengo que decirle que su promedio es sobresaliente —dijo con el mismo semblante vocal que lo caracteriza.
—Eh... pues que bien, pero ¿por qué me lo dice?
—Usted es la única depredadora de la clase que tiene tan alta calificación —respiró hondo—. Mire, yo se que la situación de la actualidad puede ser complicada, pero eso no tiene que afectarle. Usted es un animal muy inteligente, y estoy seguro de que usted podrá conseguir cualquier cosa que se ponga en mente.
Silencio.
—Vaya... pues gracias profe, eso significa mucho —Mooseberk era de los pocos maestros que la trataban bien. Algo poco común en los depredadores de gran tamaño era un carácter tan sensible como el de ella.
El reno formó una tenue sonrisa en sus labios.
—Que tenga un buen fin de semana —le dijo.
Jade le devolvió el gesto mientras sacudía la pata. Salió del salón.
El patio estaba menos abarrotado que de costumbre, ya que la mayoría de los alumnos ya se habían retirado a sus hogares. Solo unos cuantos animales, mayormente depredadores, estaban en los alrededores. Habían unas rocas en el centro del patio donde un par de cabras monteses y un ibex estaban sentados charlando, trepados en un manzano de mediana altura, dos linces compartían los frutos que el árbol proveía. En una banca, un tigre y una nutria estaban discutiendo, probablemente del partido de soccer de Lobéxico contra Venadá. También estaba el grupo de gacelas que platicaban acerca de los resultados del torneo de 1200 metros planos que se había celebrado apenas hace unos días.
¿Jade? Simplemente se dirigía a la salida, alguien lo esperaba.
Reclinado sobre la pared se encontraba un lobo macho, su complexión, a diferencia de los lobos grises, como Jade, era mucho menos robusta, aunque no carecía de masa muscular. Su pelaje era del color del tabaco fresco y seco, el cual contrastaba de manera elegante con el color beige de su abdomen, extremidades, hocico, orejas y cola. Sus ojos color miel estaban posados sobre el smartphone que cargaba entre sus patas, el atuendo era casual; polo blanca, jeans y una gorra de los Patas Rojas de Foxton.
Miró un segundo hacia donde estaba la lobo canispañola antes de regresar su mirada al teléfono. Tuvo que mirar de nuevo.
—¡Hey! Te estaba esperando —dijo el lobo esbozando una sonrisa.
La lobo regresó el gesto y se acercó al otro cánido. Se saludaron con un beso en las mejillas.
—Hola Alexis. ¿Cómo te encuentras? —preguntó Jade.
—Muy bien, algo emocionado —dijo el aludido—. Nervioso, mejor dicho.
—¿Y eso?
—Envié mi solicitud de ingreso a la Academia de Policía de Zootopía —respiró hondo—. Estoy esperando la respuesta.
—¡Oh! Pues bien por ti —dijo sonriente, aunque su cabeza decía lo contrario.
Alexis siempre había querido ser oficial de policía, pero pocos animales eran admitidos en la Academia de Zootopía, ya que era la academia militar más prestigiosa de los Estados Unidos de Animérica. En cualquier caso, Jade quería que su amigo fuera y a su vez, que no. Se alegraba de él porque cumpliría su sueño, pero la academia se encontraba a una hora de la ciudad, sumando el hecho de que no dejaban entrar a cualquiera.
Para que la pudiesen dejar entrar, requería un permiso especial, y eso requería mucho papeleo y tiempo.
—Espero ser aceptado, he hecho mucho como para resultar no ser escogido —soltó.
Jade sonrió de nuevo, de manera débil.
—¿Sabes? Si te vas, mi hermano y yo te extrañaremos —dijo decayendo un poco la cabeza, pero aún así sin apartar la vista.
—Yo también los extrañaré.
Se dieron un cariñoso abrazo, lo más cariñoso que pueda llegar a ser entre amigos. Jade tenía un dilema sentimental, al ser muy enamoradiza, siempre tenía problemas al interactuar con animales en general, pero el caso con Alexis era algo diferente, él había sido su amigo desde que su hermano y ella llegaron al país hacía 10 años, era el único animal que había sido su amigo durante tanto tiempo... ella quería que fuese algo más, pero ella estaba segura que lo veía más como una hermana, que como pareja.
El abrazo fue interrumpido repentinamente por un crujir proveniente de las arboledas fuera del campus, las orejas de los dos lobos de alzaron y detuvieron la vista en donde venía el sonido.
—¿Qué habrá sido eso? —preguntó la lobo con una mezcla de temor y curiosidad en la voz.
—Quizá solo el viento —dijo el lobo mexicano—. Suele pasar más que nada en esta temporada.
—¿Y si es un salvaje? —acotó la otra cabina.
Recientemente la ciudad de Zootopía estaba en una crisis civil. Aleatoriamente, los depredadores tiraban su forma civilizada de ser por el caño y se volvía literalmente unas bestias salvajes. A Jade le aterraba el hecho de que algún salvaje los atacara, pero el hecho de que ella se podría volver salvaje le causaba aún más terror. ¿Qué sería capaz de hacer? ¿Qué tanto daño haría? ¿Y si...?
No.
No podía ni pensarlo.
—No lo creo —dijo Alexis—. Estamos lo suficientemente lejos de la ciudad.
—Eso no me calma aún los nervios —dijo la gris.
Finalmente llegó un autobús de color azul con un letrero que decía "ZU" en letras brillantes. Las puertas se abrieron.
Ambos lobos subieron al autobús que enseguida cambió su letrero a "Zootopia" en un toque de botón.
Apenas se sentaron en un lugar, una liebre que estaba con su móvil se bajó de su asiento y se alejó con nerviosismo.
—¿Esto es lo que será de nosotros? —susurró Jade tan bajo que Alexis no pudo percibirlo—. ¿Ser temido por el resto de los animales?
En la lejanía, la una vez utópica ciudad de Zootopía se alzaba majestuosamente con sus cuatro distritos gigantescos. Mientras el bus se alejaba cada vez más, alguien observaba entre las sombras.
—WK, aquí WK Alpha, arrivo a LA 30.0194, LO -118.411, en espera de órdenes —la voz era distorsionada y seca—. Enterado, objetivo actualizado, delo por hecho, WK Alpha, cambio y fuera.
Entonces, la figura se introdujo por completo en el bosque, sitio misterioso para todos y trepó en un árbol, donde aprovechó para observar la magnífica vista de la enorme ciudad.
—Espero y todo vaya bien... no quisiera ver esta civilización desaparecer.