-Oh, pero que horrible noche para tener una maldición.-Declaró la fría bestia encarnada desde su balcón, Drácula, el empalador y heredero al trono de la destrucción, mientras bebía la copa de un contenido espeso de color escarlata, tejía los más tediosos, tortuosos, y viscerales planes jamás hechos ni por los dictadores o emperadores más crueles de la historia, esto se debía a su estadío en los abismales reinos del infierno.
Una mueca tenebrosa se pintó en el rostro de atroz conde.-Ya es hora.-Susurró en su interior al mismo tiempo que tomaba su capa colocandosela en su hombro, mientras que con la otra se ponía un antifaz negro, con adornos rojos en los bordes y los agujeros de los ojos. Se dirigía hacia el interior del diabólico castillo. De esto solo fue testigo la luna con su enigmática luz.
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Un fornido guerrero se podía distinguir en la montañosa zona de valaquia. Éste, con toda valentía, le declaraba la guerra al nemesis de la humanidad entera en la entrada del Castlevania. Desenrollando su látigo. Tomó el mango, y azotó contra el labrado portón de mármol con imágenes talladas a mano de bestias mitológicas en cada parte. Abriendosé camino, a su destino.
Con su larga melena rubia, Taiyou Belmont siguió el sendero del castillo en busca de derrotar al conde que tanto aterrorizaba la región. Su fortaleza era anfritrión para la horrorosa noche plutónica, metiéndose ésta por los más reconditos paraderos y rincones del castillo diábolico jamás visto por la luz del día.
Pasando por un sendero rocoso, esquivando las trampas puestas previamente para los acenstros de Taiyou. Adelante yacía la puerta a los abismos del laverno.
Ya estando dentro de la tenebrosa morada, notó el joven cazador que algo que muy a su pesar le extrañaba. Era el simple hecho de que no había nadie, o mejor dicho nada que fuera a darle la "bienvenida". En su largo, pero fructuoso entrenamiento, se le fueadvertido más de una vez del infernal pero completo bestiario que le preparaba el malvado conde a los forasteros. Pero ninguna muestra de vida era apreciada ante los ojos de el joven Belmont.
Lo único que el joven de tan solo veinte años notó era un reloj pesado con números romanos, como adorno en el medio de una abundante mesa redonda, el banquete más apetitoso le esperaba al cazador. El reloj marcaba las 11:59, solo quedaba un mísero minuto más para que el día caduque.
Una escalera que conectaba a todas las habitaciones del castillo, era cubierta con charcos de la luz blanca de la luna. Cortinas rotas, rasgadas y polvorientas adornaban lo que en un pasado fue el salón de las grandes y muy afamadas fiestas que brindaban los dirigentes de la morada. El salón estaba repleto de candelabros, pero estos a pesar de estar prendidos, no desprendían un centímetros de luz más allá de su pabilo. Luego de que el joven cazador diera unos cuantos pasos más al frente, colocandosé así en el ángulo perfecto en el que su cabeza y la punta de una araña de cristal se alinearon sombra, en la que ésta en seguida se desplomó al suelo con una sincronización perfecta, en la que Taiyou reaccionó y de una voltereta en el aire logró esquivar. Una sombra se posó en la alfombra de la escalera del salón.
-Vaya, los invitados caen a mi fiesta.- Anunció Drácula con un esbozante sonrisa siniestra en su frío y pálido rostro.
