.:+1+:.

.:+Hogar… Aburrido hogar+:.

Se despertó un poco sobresaltada, pero se tranquilizó en cuanto vio que las personas que la habían acompañado en todo su viaje, seguían ahí perfectamente sentadas en sus lugares correspondientes. Fue entonces cuando lo escuchó y se calmó por completo. Pasajeros de este vuelo con destino a Tokio, Japón. Informamos que estamos a punto de aterrizar, por favor no desabrochen sus cinturones y permanezcan en sus lugares, puede sentirse un poco de turbulencia. Gracias por viajar en nuestras aerolíneas.

El clima era bastante bueno cuando bajó del avión. El aire era cálido y el sol brillaba, extrañaba tanto ese hermoso clima lleno de la vitalidad y calor, con un perfecto cielo azul despejado que hacía mucho tiempo que no miraba. Inevitablemente, sonrió. Si bien a veces había fuertes lluvias y cielo cubierto por nubes, no lo era tanto como en Londres, así que estaba de suerte.

—¡Nami!—escuchó que alguien la llamaba desde lejos.

—¡Mamá!—exclamo con una gran sonrisa—¡Nojiko!—corrió hacia ellas y las abrazo fuertemente.

Las tres se abrazaron, hacía tanto tiempo que no se veían que ya no recordaban exactamente el tiempo que había pasado desde entonces… ¿3? ¿4 años? De igual manera ya no importaba, por fin estaban juntas. Bellemere ordenó al chofer del auto que cargara las maletas de Nami mientras ella y sus dos hijas se dirigían al auto, subieron y recorrieron la ciudad un poco hasta que tomaron un pequeño bote que las llevaría hasta la Villa Cocoyashi. El camino a casa se desarrolló en silencio, a pesar de que las tres mujeres abordo eran sumamente platicadoras. Básicamente la plática se trató del clima y las clases que Nami tomaría el siguiente semestre en la universidad. Fue solo cuestión de unos treinta minutos para que arribaran a su hogar.

Nami podía recordarla perfectamente. La casa seguía igual de hermosa que siempre… Si es que aquello se le podía llamar casa. Una mansión, palacio, caserón… ¿Qué importaba la palabra? La idea era que era demasiado espaciosa y sumamente bonita. Justo frente a la puerta de entrada se encontraba una piscina en la cual la chica recordaba haber nadado incontables veces desde que era niña, rodeada por el color verde del pasto, arbustos y algunos árboles. Seguía pintada de color blanco y las puertas seguían siendo de caoba. También estaba la fachada de arcos que su madre tanto había peleado con su padre para poner, ya que este alegaba que se veían sumamente feos. Nami no pudo evitar soltar una risita al recordar ese detalle. Entonces volteo a un lado en especial, justo al lado oeste de la casa, donde se podía ver un gran balcón desde el exterior y una puerta de cristal que por la mañana dejaba entrar todo el sol a la habitación, y que además le gustaba mucho porque desde ahí podía ver no solo el jardín, sino la gran parte de las calles cercanas, era su cuarto.

Las tres entraron en la casa, y al igual que el exterior, todo estaba en perfecto orden igual que siempre, era como si nunca hubieran pasado los años.

—Muy bien, hija—dijo Bellemere mientras se acercaba a ella—Supongo que tendrás hambre… ¿A dónde quieres ir a comer?—pregunto con una gran sonrisa.

—En realidad no tengo mucha hambre, mamá. Más bien estoy cansada, me gustaría darme un baño y recostarme un rato, estoy agotada.—respondió con una sonrisa.

—Oh, ya veo. Bueno, ya sabes que si necesitas algo puedes llamar al servicio y bienvenida hija—la abrazó de nuevo—Te eh extrañado tanto.

—Yo también te extrañé, mamá.—le devolvió el abrazo y subió las escaleras.

No era difícil llegar a la habitación de Nami, realmente lo único que se tenía que hacer era subir la escalera y seguir el pasillo con el que te encontrabas cuando girabas a la izquierda. La puerta era blanca, fue el único cambio que encontró, ya que lo demás seguía absolutamente igual, parecía más bien la habitación de una adolescente en lugar de la de una chica de dieciocho años. Algo que no era raro, dado que su madre había prometido dejar todo exactamente igual para que así lo encontrara cuando ella regresara.

Se tiró en la cama y cerró los ojos durante unos momentos mientras aspiraba el rico aroma a flores de la colchoneta, seguramente su mamá había ordenado limpiar muy bien el cuarto para su llegada. Era agradable estar en casa de nuevo, pero también sentía que había algo ahí que no la hacía sentirse bien, a decir verdad, estaba harta, harta de tener todo pero sentir que no tenía nada a la vez. Los últimos años su vida de había resumido a ir a la escuela por las mañanas, por las tardes trabajar en cualquier lado que pudiera conseguir, aunque el dinero le sobrara, ella prefería ser independiente de sus padres, por lo que pagaba sus propias cosas y en la noche… ¿Cómo olvidar las desveladas acompañadas de café, libros y mucho estudio? Esa solía ser su vida, aburrida, sí. Las vacaciones no eran tan diferentes, aun cuando las había pasado en la escuela, eran trabajo y en el tiempo libre que tenía lo pasaba recostada leyendo libros, ya no textos descolares, novelas, pero libros a fin de cuentas. Escuchaba música o pasaba tiempo en el gimnasio, muy rara vez salió con algunos de sus compañeros o compañeras de instituto, pero eso no era lo que la tenía estresada o mal, lo que realmente la desesperaba, era que serían unas vacaciones iguales a las de siempre, aunque estuviera en casa, seria básicamente libros música y café, tal vez una que otra salida cortesía obligada de su hermana o alguna voluntaria, ya que estando en casa definitivamente conocía muchas más personas que en la escuela.

Estaba tan aburrida, ella quería mucho más que solo unas simples vacaciones llenas de alcohol, música fuerte, fiestas y sexo, de esas de las que los chicos de su edad querían, de eso ella no estaba buscando nada. Definitivamente esas cosas no iban con ella. Ella buscaba más bien algo tranquilo pero divertido, peligroso pero no tan común, entretenido pero con cierto encanto en especial… Suspiró y se paró de la cama cuando se dio cuenta de que llevaba vario tiempo deseando eso y no había pasado, así que no tenía por qué ser diferente ahora, sabía perfectamente que no lo sería.

Se dirigió al cuarto de baño, el cual estaba perfectamente limpio y ordenado y se dispuso a llenar la tina para darse un baño, agrego algunas sales y burbujas y alcabo de unos cuantos minutos el agua estuvo perfectamente lista. Se deshizo de su ropa y se metió en la tina. No supo el tiempo que paso ahí, y tampoco le interesó mucho contarlo, no tenía nada mejor que hacer. Finalmente decidió salir cuando se dio cuenta de que ya estaba toda arrugada como una pasa*.

Se envolvió en una toalla y salió a su cuarto nuevamente, tomo un coordinado de ropa interior y un camisón que había en uno de los cajones del closet y se vistió para luego recostarse en su cama, no sin antes cepillarse el cabello. Alcabo de unos minutos, estaba perfectamente dormida.

En el sueño ella estaba arriba de una plataforma en la playa Cocoyashi, estaba utilizando un micrófono para que su voz se escuchara mucho más fuerte y animaba a todo el público que no paraba de cantar junto con ella y dar saltos… Gritos… ¡Nami! Todos bailaban junto con la luces de colores que iluminaban la delicada arena que pisaban las personas presentes, gritos… ¡Nami! La imagen en su mente poco a poco comenzaba a parecer más nítida… Mas gritos… ¡Nami! Fue en el último que se dio cuenta de que los gritos no venían de su sueño, sino de alguien que estaba en su cuarto…

Se despertó muy sobresaltada cuando se di cuenta de que alguien literalmente le estaba saltando encima de la cama para que se despertara, la persona que estaba ahí no solo brincaba, sino que gritaba demasiado fuerte, en efecto, había conseguido despertarla y se había metido a su cuarto sin permiso, tal vez seguramente sin siquiera tocar la puerta de su habitación. Se encontraba un poco molesta, pero se le paso el coraje cuando vio de quien se trataba.

—¡Nami!—Exclamó la chica con largo cabello azulada recogido en una coleta—¡Que gusto verte! ¡En cuanto me entere de que estabas aquí quise pasar a verte!—dejo de saltar en la cama y le dio un fuerte abrazo a su amiga—Tenía muchas ganas de saludarte.

—A mí también me da mucho gusto verte Vivi—correspondió al abrazo con una gran sonrisa—Pero no vuelvas a despertarme de esa manera.

—Tan aburrida como siempre Nami—se paró de donde estaba y se dirigió al closet—Te la vives durmiendo.

—Bueno…—dijo mientras bostezaba—Es que no tengo nada mejor que hacer

—Lo sé, lo sé—dijo mientras empezaba a sacar varios vestidos de closet—Es por eso que estoy aquí.

Nami ignoro lo que dijo por completo y volvió a recostarse en su cama, esta vez tapándose con la colcha hasta la cabeza, ya que Vivi había prendido la luz de la recamara, pues ya se había anochecido y la habitación estaba oscura. Mientras Nami permanecía en la cama, Vivi continuaba sacando ropa del closet. Saco una falda larga de color azul claro, hizo una mueca y la lanzo al piso. Tomo después un vestido rosa varios dedos debajo de la rodilla, lo observo por unos momentos y luego lo tiro al piso igual que la prenda anterior. Los siguientes en ir al piso fueron unos jeans que estaban un poco rotos de las rodillas, luego le siguieron una falda no tan larga, pero que tenía una delicada decoración de flores en el borde. Vivi literalmente estaba sacando la ropa de Nami, la juzgaba, y si no le agradaba la prenda, esta tenía un paso directamente al suelo de la habitación. Pasaron un par de minutos.

—¿Es que no tienes nada de ropa decente en este closet?—preguntó mientras seguía arrojando ropa al piso.

Nami seguía debajo de la colchoneta, pero aun así respondió a la pregunta.

—Probablemente no, la mayoría de la ropa que está ahí es de cuando Nojiko tenía mi edad… Ya Hace un rato de eso.

—Bueno, perfecto—sonrió—Entonces después tendremos que ir de compras…—pareció agradarle mucho la idea—¡Oh! ¡Estos son perfectos, nunca pasan de moda! Y… Con el calor que ha estado haciendo últimamente….—Nami se destapo para ver de lo que hablaba su amiga.

—¿Qué haces?—pregunto con suma curiosidad.

—Ya solo necesito encontrar…—Con la mano que tenía libre estaba revolviendo los ganchos de la ropa.

—Dime que haces—exigió saber Nami.

—¡Listo!—exclamo con un tono de voz en el que se reflejaba su felicidad—Esta también es perfecta—No presto atención alguna a la pregunta de la pelinaranja.

—¿Por qué me ignoras?—Volvió a hacer un intento por preguntar, esta vez sí obtuvo una respuesta.

—No te ignoro—le sonrió y se dirigió a la cama—Ahora por favor cámbiate porque vamos a salir—luego de eso se dirigió a la puerta de la habitación—Mi carro esta estacionado afuera un tu patio, te espero ahí.

Nami se quedó un poco desconcertada pero aun así decidió salir de su cama, no era que tuviera muchas ganas de salir, pero sabía que si no salía por su propia voluntad, tarde o temprano Vivi entraría a buscarla, así que, como dice el dicho… Flojito y cooperando.

Nami salió de la cama y observo la ropa que su amiga le había dejado, no era nada formal o elegante, más bien era demasiado simple, eran unos simples shorts de mezclilla que estaban carios dedos arriba de la rodilla y una sencilla blusa negra que sobre la tela tenía un pequeño velito que formaban pequeños tablones y que le quedaba suelta, además dejaba ver una parte de su ombligo. La ropa de su hermana no era tan fea después de todo. Se puso un poco de perfume, se aliso el pelo y salió de su habitación.

El carro de Vivi era realmente bonito, o más bien hermoso. Bueno, realmente un lamborghini murciélago color gris plata no era nada despreciable o feo.

—Muy bien—dijo Nami mientras se ponía el cinturón de seguridad—Voy a ir contigo si me dices exactamente a donde iremos.

—No te diré a donde iremos pero… Sí vas a venir conmigo—le sonrió de manera sínica, para luego pisar el acelerador.

Salieron de la casa de Nami y fue entonces cuando la pelinaranja comenzó a animarse un poco más. La estaba poniendo de muy buen humor volver a ver la ciudad de noche, recordaba lo mucho que la había extrañado cuando recién se había ido a estudiar fuera, pero al final había logrado acostumbrarse. Durante el camino Nami le estaba platicando a Nami de Londres y de cómo le había ido en sus clases, Vivi también le comentaba de cómo le estaba yendo a ella en la escuela, no era tan estudiosa como su amiga, pero si le gustaba la escuela, muy pronto las dos reían a carcajadas. Varios minutos después, Nami por fin se dio cuenta de que estaban prácticamente a las afueras de la ciudad, así que tuvo que preguntar…

—Emmm… ¿Vamos a la playa?

—Em… No exactamente—pensó por un momento, pero si vamos a pasar por el muelle.

Realmente a Nami no le desagradaba la idea de ir a la playa, pero le había interesado preguntar por qué había recordado el sueño tan descabellado que había tenido.

Fueron solo otros diez minutos más de camino, en los cuales ya había pasado por el muelle. Vivi comenzó a alejarse cada vez más, hasta que Nami finalmente entendió a donde iban, no sabía exactamente que era, pero por lo poco que podía ver, estaba segura de que se dirigían hacia el montón de gente, luces, autos, comida y bebidas que estaban enfrente. Estacionaron el auto algo lejos, pero no pudieron acercarse más porque ya había muchos carros, por lo que tuvieron que caminar.

Para sorpresa de Nami, aquello le resultaba diferente, no mucho pero lo era. No parecía ser una simple fiesta de playa, y definitivamente no habían personas de su ''clase''. Todos vestían de manera sencilla y parecían estar ahí por un objetivo en común. Varias personas estaban tomando alcohol, otras comiendo y otras más simplemente tomándose una soda y riendo a carcajadas. Algo que le llamo la atención, fue que había carros por doquier, la mayoría eran deportivos-convertibles bastante nuevos y en muy buenas condiciones.

—Vivi ¿Qué es esto?—pregunto con suma curiosidad.

—Te lo explicare en cuanto encuentre a unos amigos que estoy buscando—le sonrió mientras caminaban—Oh, por cierto, no te separes mucho de mí, puede que en cualquier momento necesitemos correr.

—¿Correr? ¿Por qué?—pregunto un poco exaltada.

—Por nada—Vivi parecía completamente despreocupada—Es solo porque hay gente muy amargada que no le gusta esto…—dijo mientras se volvía para ver sí podía encontrar a sus amigos—¡Sí! ¡ Ya vi a dos!—exclamó—¡Usopp! ¡Franky!—gritó mientras agitaba los brazos y salía corriendo hacia ellos. Nami la siguió.

—Por fin los encuentro ¿Por qué no me esperaron donde quedamos?

—Te tardaste mucho Vivi—contesto un chico moreno con larga nariz y cabello rizado.

—Sí—lo apoyo el otro que tenia cabellos azulado— faltan diez minutos para la competencia, los demás chicos ya están en la línea de siempre y Luffy ya está en su lugar junto con el carro—explico mientras observaba a Nami.—¿Quién es ella?

—Ella, es la razón de que llegara tarde y también es mi mejor amiga, Nami—sonrió—Nami, estos son algunos de mis amigos, Usopp y Franky.

—Hola—sonrió—Es un gusto conocerlos.

—El gusto es nuestro, pequeña—dijo Franky.

—Bueno, hay que irnos ya que se nos hace tarde, tenemos justo el tiempo para llegar a línea y apoyar a Luffy.

—Tienes razón—dijo Vivi—Vayámonos ya… Oigan—dijo mientras todos empezaban a caminar—¿En qué ronda le toca a Luffy?

—Creo que en la quinta o sexta… No estoy seguro—Dijo Franky.

—Bueno, entonces será mejor que nos apuremos.

¡Hola!

Le dejo este primer capítulo de mi nuevo fic que la verdad espero les guste. Estaré subiendo capítulos probablemente cada semana, depende de cómo me trate el trabajo y que tan cansada ande, pero como son vacaciones y estoy libre de la escuela, pues… TENGO MUCHO MÁS TIEMPO LIBRE

Muchas gracias a las personas que se tomaron la molestia en leerlo y que espero lo sigan haciendo, me animarían mucho si me dejaran un review :D

Cuídense mucho, los quieroooooo!

Atte
Hikari no moon