Despertar

Me tambaleé por un instante al sentir como una flecha me atravesaba el abdomen, pero eso no sería suficiente para acabar conmigo. Aun tenía fuerzas para luchar y matar unos cuantos orcos más. Aun no era mi hora. Una segunda flecha, una flecha de Morgul, esta vez en el pecho. Parece que mi verdugo había dado en el blanco más rápidamente de lo que hubiese deseado. Me apoyé en la espada unos segundos, sabiendo que eso era todo lo que me aguantarían las piernas antes de desplomarme en el suelo. Pude ver a mi asesino en la distancia. Un orco de piel ceniza y armadura negra como la noche. Tensó su arco dispuesto a lanzar una última flecha que acabase lo que había empezado pero, antes de que pudiera si quiera darse cuenta, una flecha certera le atravesó la cabeza, haciendo que cayese al suelo a los pocos segundos.

Mis piernas no pudieron aguantarme mucho más y el dolor hacía que, las pocas fuerzas que me quedaban, me impidiesen seguir manteniéndome en pie, así que me dejé caer mientras la vista se me empezaba a nublar.

Se acabó. Había luchado lo mejor que había podido, pero al final no había sido suficiente. Solo había una cosa que lamentaba: No volver a verla.

De repente, sentí la calidez de una mano tomando la mía. Pude entreabrir los ojos y sonreí. Era resplandeciente, como un sol de primavera. Tan hermosa que las estrellas habrían podido sentir celos de ella. Su sola presencia hacía que cualquier dolor que sintiera desapareciese. Si tan solo pudiese quedarme con ella un poco más.

- Tauriel.

Mi voz sonó ronca y débil, pero las fuerzas no me daban para más. Ella sonrió al escucharme llamarla por su nombre, pero fue una sonrisa triste y llena de dolor. Supongo que ella conocía mi destino tan bien como yo y una flecha en el pecho no tiene cura. Ni con todos los conocimientos de medicina élfica que pudiese tener... Mi destino ya estaba escrito.

- Lo siento mucho, Kili. No he llegado a tiempo.

Algo húmedo rozó mi mejilla y yo forcé la vista para intentar ver con más claridad ¿Lágrimas? ¿Tauriel estaba llorando por mi? Una parte de mi se alegró por ello. Solo lloras la muerte de la gente que te importa y eso significaba que había llegado a ser alguien importante para ella, aunque fuese un poco. Otra, la menos egoísta, se dolía por cada una de las lágrimas que derramaba. No quería verla llorar. No quería verla triste. Las estrellas no lloran la muerte de los seres de la tierra.

- Llegaste a tiempo.- le respondí, tomando su mano con firmeza.- Necesito que me hagas un favor.- le dije mientras, con la otra mano que me quedaba libre, le daba algo que había tenido aferrado entre las manos desde que caí al suelo. La piedra que me dio mi madre.- Llévaselo a mi madre y dile que siento no haber podido cumplir mi promesa.

Tauriel miró la piedra mientras sus lágrimas se volvían más y más abundantes. Su mano se aferró con más fuerza aun a la mía, como temiendo lo que estaba por venir. Lo que no sabía es que yo lo temía aun más, porque tendría que separarme de su lado para siempre.

- ¿Crees que podrías haberme amado?

Era una pregunta directa, que recordaba haber hecho en un sueño días atrás, pero que nunca recibió respuesta. Una pregunta cuya respuesta temía ¿Un enano y una elfa? ¿Donde demonios se había visto eso? Nunca sería real. Nunca habría tenido futuro y, sin embargo, ahora, a las puertas de la muerte, decidí que no quería irme de este mundo sin saber la respuesta.

Tauriel pareció sorprendida por aquella pregunta y me miró perpleja apenas unos segundo, pero, finalmente, una sonrisa tierna se dibujó en su rostro. Me acarició el rostro con dulzura y se inclinó sobre mi para luego besarme. Fue un beso lento y suave y, mientras me besaba, sentí como sus lágrimas mojaban mis mejillas.

Cuando finalmente se separó, a penas lo hizo unos centímetros y murmuró.

- Si realmente me amas igual que yo a ti, entonces volveremos a encontrarnos.

Fue maravilloso que los últimos latidos de mi corazón fuesen de dicha y felicidad al saberme correspondido. Después de eso, a penas recuerdo nada más. Solo oscuridad.

El pitido constante que escuchaba junto a mi fue una de las primeras cosas que me hizo recobrar el sentido. No tenía fuerzas a penas para abrir los ojos. Las pocas que tenía las empleaba en intentar reconocer el lugar que me rodeaba. Olía a limpio, pero mezclado con un olor algo fuerte y desagradable que no lograba identificar. Permanecí un instante allí, tumbado donde fuera que estuviese, pero no lograba identifica el lugar, así que, cuando reuní fuerzas suficientes, abrí los ojos. Estaba en una cama, tal como sospechaba, pero seguía sin ser capaz de reconocer aquel lugar. No llevaba ropa, al menos de cintura para arriba y tenía el pecho vendado, además de varios parches con cables que se conectaban a la máquina que había sobre mi cama. Sentí una punzada en la cabeza, como si algo me la atravesara de lado a lado ¿Cables? ¿Una máquina? ¿Que demonios era todo eso y porque una parte de mi parecía conocerlo perfectamente?

- ¿Kili?

Una voz familiar me llamó por mi nombre, me volví hacia uno de los lados de la cama y me encontré con mi hermano, solo que no parecía él. Sí, era su cara, eso lo reconocía, pero tenía el pelo más corto, peinado hacia atrás y su barba ya no era como siempre, si no que parecía que le había empezado a salir. Eso por no hablar de sus ropas. Nada de eso encajaba en mi mente y, cuando intentaba hacerlo encajar, solo lograba sentir que la cabeza me iba a explotar.

- ¿Te encuentras bien, Kili?- me preguntó preocupado mientras se acercaba a mi cama.

- Mi cabeza. Siento como si me fuese a estallar.

- Llamaré a una enfermera.- dijo dándose media vuelta en dirección a la puerta.

- No.- le detuve.- Ya se me está pasando.

Mentí, aun sentía punzadas en la cabeza, algo más leves, pero seguían ahí. Le mentí solo porque no quería quedarme solo en aquella habitación desconocida.

- Menudo susto nos has dado.- me dijo Fili dejando escapar una sonrisa.- Nuestro tío ha estado muy preocupado.

- ¿Nuestro tío?

Fruncí el ceño ante aquel comentario he hice el amago de incorporarme, pero un punzante dolor en el pecho y otro en el abdomen me hizo volver a tumbarme en la cama ante la mirada preocupada de mi hermano.

- ¿Thorin está bien?- le pregunté preocupado.

- ¿Thorin? ¿Quién es Thorin?- me preguntó extrañado.

- Nuestro tío.

- Nuestro tío se llama Thomas.- dijo Fili con tono preocupado.- Kili, has estado en coma un mes entero.

¿Un mes entero en coma?

Otra nueva punzada en la cabeza. Miré a mi alrededor y me di cuenta por un momento que la persona a la que más deseaba ver, no estaba aquí.

- ¿Donde está Tauriel?

- ¿Quién?- preguntó dejando ver como la expresión de extrañeza se sustituía por una de preocupación.

- Tauriel. Estaba conmigo antes de caer inconsciente.

- Kili, cuando te encontraron en la calle estabas solo. Volvías de tu estudio y te asaltaron en mitad de la calle.

- ¿De qué hablas?

De nuevo sentí como si la cabeza fuese a estallarme. Todos los recuerdos que tenía estaban revueltos en mi cabeza y, cada vez que intentaba ponerlos en orden, era como si algo me lo impidiese y solo sentía dolor. Lo último que conseguía recordar con suma claridad eran los últimos días. La misión de la compañía de recuperar Erebor. Lo demás estaba ahí, escondido en algún rincón de mi cabeza, pero no quería salir.

- ¿Como me llamo?- me preguntó repentinamente mi hermano con cara de preocupación.

- Fili.- respondí rápidamente.

- No, mi nombre completo.

- Fili, hijo de Filion. Del linaje de Durin.

- Me llamo Finley. Finley Durnin.- dijo mi hermano preocupado.- Y tú te llamas Kilian Durnin.

Aquella frase solo hizo que mi cabeza me doliese más. Me lleve las manos a la sienes, cerrando los ojos con fuerza, pero el dolor no parecía irse.

- Me duele.- me quejé mientras el dolor se hacía más insoportable.

- ¿Qué te pasa, Kili?- preguntó mi hermano claramente preocupado.

- ¡Rasup ogamut men!- me seguí quejando.

- ¿Que estás diciendo?

- ¡Bunduh!- grité

- No te entiendo.

- ¡BUNDUH!

Sentí a mi hermano salir corriendo de la habitación mientras llamaba a gritos a un médico, pero no recuerdo nada más. En cierta manera, agradecí que el dolor me hiciera perder la consciencia, porque resultaba insoportable como para soportarlo despierto.

Cuando volví a despertarme la cabeza no me dolía, pero me encontraba con los sentidos embotados, aun así fui capaz de diferenciar unas voces en mi habitación.

- Se llama síndrome del acento extranjero.- dijo una voz que no identifiqué.- A penas hay un puñado de casos documentados, pero los pocos que hay se suelen dar en pacientes que salen de un coma, que han sufrido algún tipo de lesión cerebral, como es el caso de su sobrino. Clínicamente estuvo muerto cinco minutos y eso pudo afectar a su cerebro de maneras como esta. Por suerte, los daños no fueron graves y pudieron reanimarlo a tiempo. El síndrome del acento extranjero no es nada comparado con lo que podría haberle sucedido.

- Pero, ¿Tiene cura?- dijo una voz que reconocí como la de mi tío.

- Mientras no muestre otros síntomas graves, no deberían preocuparse.

- ¿Y que hay de todo lo demás?- preguntó mi hermano.- Nos llamó a mi tío y a mi por otro nombre que parecían sacados de la edad media.

- Estando en coma pudo haber soñado con esas personas y, al despertar, le resultaría difícil diferenciar el mundo real con el que él vivió durante el coma. Puede que tarde un tiempo en poner en orden todos sus recuerdos.

- ¿Eso significa que olvidaré todo lo que dice que viví durante el coma?

Mi voz sonó áspera y algo más débil, pero captó la atención de las tres personas que había allí. Mi hermano fue el primero en acercarse, seguido de mi tío. Él, al igual que Fili, tenía el pelo mucho más corto y nada de barba en la cara. Tras él había un hombre de pelo canoso y vestido de blanco que se acercó a mi cama con una sonrisa tranquilizadora.

- ¿Cómo se encuentra, señor Durnin?- me preguntó el hombre de blanco.

- Agotado.

- ¿Recuerda algo antes del ataque?

Por toda respuesta, negué con la cabeza, incapaz de pensar en nada en ese momento.

- Sus heridas están casi curadas, pero el haber estado clínicamente muerto durante unos cinco minutos pudo haber ocasionado algún tipo de daño cerebral. En un principio no parece tener nada grave, pero deberá seguir ingresado al menos una semana más para asegurarnos de que no hay más secuelas. Además, le recomendaría asistir a un psicólogo que le ayude con su pérdida de memoria.

- Entonces, ¿todo fue un sueño?- pregunté casi preocupado.

- Eso parece, pero su psicólogo le ayudará con eso mejor que yo.- respondió aquel hombre.- No se preocupe, señor Durnin. Saldrá adelante.- añadió antes de salir

- Muchas gracias por todo, doctor Miller.- le agradeció mi tío, dándole un apretón de mano antes de salir.

Suspiré con resignación mientras aquel hombre salía de la habitación. Tal vez fuese solo un sueño, pero a mi me había parecido tan real... Siendo aquello lo único que recordaba, más bien sentía que aquello era la realidad y esto el sueño, el mundo que no conocía y en el que el destino me había obligado vivir, lejos de todo lo que conozco. Lejos de ella.


Como veis, este fic será un AU y es que viendo un vídeo Kiliel se me ocurrió una idea para este fic y un amigo me animó a escribirlo.

La muerte de Kili me la he tenido que inventar, más que nada porque me la leí hace mil años y no tengo el libro para asegurarme de como fue, espero que nadie me odie por ello ^^U

Respecto a los personajes, los que pertenezcan a la historia original de El Hobbit, tendrán los nombres cambiados, como ya habéis visto con Kili, Fili y Thorin, aunque intentaré que sus nombres sean lo más similares posible a los originales, además, en el caso de Kili y Fili, seguiré usando ese nombre como un apodo de cada uno. También si os habéis dado cuenta, tanto Kili como Thomas comparten apellidos pese a que Thorin/Thomas es solo su tio por parte de la madre de este y que en Inglaterra (donde transcurrirá la historia) sea costumbre que la esposa tome el apellido del marido, pero he decidido que como la familia materna de Kili es mucho más importante que la paterna, sea su padre el que tome el apellido de la familia de su esposa (cosa que he visto yo más de una vez).

Respecto a todos los comentarios/datos médicos que salgan en el fic, serán una mezcla de cosas que he visto u oído por la tele, cosa que busqué por internet e invención mía para que lo que sucede encaje en el fic, pero si os puedo decir que el síndrome del acento extranjero es real aunque a penas hay un puñado de persona que lo han tenido.

Por último, las frases que dice Kili están en Khuzdûl, un idioma que hablan los enanos en las novelas de Tolkien.

Rasup ogamut men - No me encuentro bien

Bunduh - Mi cabeza