INSENSIBLE

Web no sabía qué pensar. ¿Sería posible que no se hubieran dado cuenta? Él podía ser, a veces, un bocazas que se creía el rey del mundo pero era un buen tipo. Era uno de ellos y no se merecía el trato que se le había dispensado ni el desprecio a sus sentimientos. Nunca hubiera creído que vería llorar al irascible Joseph Liebgott.

Pero, ¿porqué se lo habían pedido a Joe y no a él? ¿Acaso...? David sacudió la cabeza frustrado y tomó una decisión. Había oído historias, él mismo las había vivido con Sobel, de malos modos y comportamientos de los mandos para con sus tropas pero él también había experimentado todo lo contrario. Los superiores que había estado con ellos a lo largo de ese infierno siempre se habían mostrado cercanos, accesibles. Era por eso, entre otras cosas, que quería creer que lo sucedido había sido fruto de la propia situación. Ellos mismos se encontraban sobrepasados por lo que les rodeaba.

Con gesto firme se detuvo delante de la puerta del despacho del mayor Winters. Oyó voces en su interior y creó distinguir las del jefe superior de la compañía y la del capitán Nixon. Le hubiera gustado que sólo estuviera el primero pero tampoco estaba mal que el oficial de inteligencia oyera sus "reproches". Llamó al quicio de la cancela y espero que se le diera permiso para entrar. Cuando lo obtuvo y pasó se encontró con los dos hombres mirándole con gesto inquisitivo.

- Soldado Webster, ¿en qué podemos ayudarle? ¿Qué desea? -David se quedó un momento parado sintiéndose de repente un poco estúpido. Finalmente carraspeó y empezó a hablar.

- Señor, aún a riesgo de que lo que diga aquí se pueda malinterpretar, he decidido venir aquí para que, si lo desean, me puedan explicar una cosa que ha sucedido hoy y que no acabo de entender. -Vio que ambos fruncían el ceño.

- ¿A qué se refiere, soldado? -intervino Nixon.

- ¿Permiso para hablar con total libertad, señor?

- Permiso concedido. -Winters apoyó el peso de su cuerpo en la pared y le miró fijamente.

- ¿Ustedes saber que en la compañía hay dos traductores, Liebgott y yo? -ellos asintieron. - En la prisión, después de que supiéramos porqué estaban allí esas personas, ¿cómo no han pensado en mi para decirles a esos pobres hombres que debían volver al interior de ese infierno para ser atendidos adecuadamente? ¿Porqué Joe? ¿No se daban cuenta del dolor que eso le iba a provocar? ¿No le vieron llorar? -Con gesto adusto Nixon le volvió a hablar.

- Todos estamos sobrecogidos por ese lugar, soldado. El sargento Liebgott sabe alemán y por eso se lo pedimos. Sabemos que no era un encargo fácil pero las cosas complicadas también hay que cumplirlas, sobretodo si son órdenes.

- Aún así, señor, deberían haber hecho que me localizase... yo lo habría hecho sin mayores problemas.

- ¿Por? -inquirió Winters.

- Lieb no lloraba apenado como pudiéramos estarlo cualquiera de nosotros, mayor. Joe es judío, señor... es judío. -la mano de Lewis Nixon se detuvo en el aire sosteniendo el vaso de whisky que acababa de llenarse. Winters se separó de su apoyo y le miró incrédulo.

- ¡Santo cielo...! -exclamó el pelirrojo mando tragando saliva.. Tras unos minutos de silencio se volvió a dirigir a él. - David... créeme cuando te digo que no éramos conscientes de ello. Sí, se que Joe es judío y ahora me doy cuenta de que... -se mordió los labios indeciso, buscando las palabras adecuadas.

- Déjalo, Dick. Web gracias por venir, por preocuparte por tu compañero y hacer que nos diéramos cuenta de lo que hemos hecho tan terriblemente mal. No ha sido intencionado. -David asintió aliviado ante las palabras del capitán y con una suave sonrisa respondió.

- Era mi deber, señor.

- Bien... David, ¿dónde se encuentra Joe?

- En la cantina, mayor Winters. Creo que pretende beberse todo el alcohol hasta perder el sentido. ¿Quieren que vaya a por él?

- No ya has hecho suficiente por hoy, Web. Iremos nosotros. Te reitero las gracias en mi nombre y en las del capitán Nixon. Buen trabajo, David.

- De nada, señor, gracias a ustedes.

- Puedes retirarte. -Haciendo el saludo protocolario, Webster se dio media vuelta no sin antes oír al salir como Nixon se dirigía a su amigo Winters en tono sarcástico.

- Dick hoy hemos sido los mejores en cuanto a empatía y delicadeza con nuestra tropa. -oyó al mayor suspirar.

- Sí, nos darán una medalla por ello.

Web volvió a sonreír. Estaba convencido de que aquello dos granes hombres harían lo que debían hacer. Se sintió afortunado de poder servir bajo sus órdenes. Muy afortunado.