** PUEDO CAMBIAR **

Por. JulyPotter31


Disclaimer: Los personajes de Captain Tsubasa son propiedad de Yoichi Takahashi y SHEISHUA. Esta historia es solo por entretener.


=1. Ojo morado y mejilla escarlata=

=París, Francia=

=Bar Le Fumoir=

Las luces bajaron, de repente el lugar se quedó en penumbra. Y entonces, el espectáculo comenzó. Rojas, verdes, amarillas, azules, moradas, rosas, lentas, rápidas, a la par, aleatoriamente, izquierda, derecha, todo un show de luces que se acoplo con el gran ambiente que llenaba el lugar. Los clientes comenzaron a bailar, las bebidas siguieron desfilando por las charolas de las meseras y en la mesa del fondo, una nueva ronda fue ordenada.

Como desde hacía mucho tiempo, varios miembros del equipo local de futbol soccer, se habían reunido en aquel bar, para celebrar, pasar el rato o fuera cual fuera su excusa. En el centro de la mesa, el dúo dorado se había presentado, haciendo notoria la ausencia del miembro que formaba el trío (Taro Misaki), pero con el mismo ánimo alegre y la consigna de beber una o dos rondas. Pierre Le Blanc y Louis Napoleón, llevaban ya un buen rato en el bar y aquella era la 5 ronda de caballitos de tequila que los jóvenes ordenaban. La mesera a cargo tenía órdenes de dejarles beber cuanto desearan, pero vigilar que no se volvieran un problema.

Justo en esos momentos, el reloj marcó las 12 de la noche y el espectáculo de luces, tomó por completo el lugar, incluso más de lo que ya lo había hecho. Pierre se levantó a duras penas, dispuesto a visitar el sanitario. Sus cabellos rubios volaron un poco y su voz se perdió entre el bullicio, cuando le hubo anunciando a un Napoleón muy ebrio su destino.

Le bastaron solo un par de minutos para llegar al sanitario, realizar sus necesidades y finalmente lavarse las manos y echarse un poco de agua en el rostro para controlar los efectos del alcohol. Le costaba mantenerse derecho y tardaba un poco en enfocar la mirada, pero fuera de ello, era perfectamente capaz de andar. Al parecer, napoleón y él tendrían que montarse en un taxi que les llevara a casa. ¡Bendito Misaki! Ojalá lo estuviera pasando en grande con su chica, porque de otra manera, no podría excusarse por no haber ido al bar con el dúo de oro.

Cuando salió del sanitario, se dirigió a la barra para pedir algo más leve que los caballitos y fue entonces que sus ojos se posaron en una preciosa pelinegra de ojos azules y un vestido azul oscuro de infarto que cubría solo lo necesario de sus piernas y dejaba al descubierto buena parte de su espalda. Ni tardo ni perezoso, se acercó a ella y ordenó desde el asiento de al lado:

—Dos Millonario— la pelinegra se giró hacia él y le sonrió, sus labios estaban pintados de un tono carmesí y su piel blanca brillaba por el glitter el su crema corporal.

—Pierre Le Blanc, ¿cierto?— le preguntó ella en una sonrisa.

—El mismo. ¿Y tú eres?— respondió el futbolista, radiante.

—Me llamo Camille— espetó ella, extendiendo una mano. Pierre la tomó y la jaló hacia sí, depositando en el acto un beso en su mejilla. Camille se sonrojó y cuando ambos volvieron la vista a la barra, descubrieron que los Millonarios les esperaban. Bebieron y charlaron, Camille se dedicaba al modelaje y por lo poco que Pierre logró escuchar en medio del ruido y el alcohol que comenzaba a afectarle, se enteró de que la chica llevaba un rato esperando a alguien luego de cambiarle el lugar de reunión y que comenzaba a aburrirse. No esperó demasiado y tras dos Millonarios más, termino sacando a aquella hermosa pelinegra a bailar.

La música electrónica se había terminado hacia un rato y cuando ellos ocuparon la pista, un tipo de música pop se había apoderado del lugar. Bailaron dos piezas y volvieron a la barra por dos cocteles bien cargados, luego, se dieron el gusto de bailar algo tipo rock y decidieron salir del bar para obtener un poco de aire. Caminaron durante un rato, hasta que llegaron al puente Alejandro y entonces, Pierre notó que su acompañante temblaba de frío, su vestido no le cubría lo necesario y presa de los nervios y le calor interior que le provocaba el alcohol, terminó quitándose el saco para ponérselo a ella.

—Gracias, Pierre— le dijo Camille.

—No puedo dejarte temblando de frío, ¿verdad?— respondió el rubio, apoyándose en la barandilla del puente para mantenerse de pie. Estaba mareado y comenzaba a ver doble, cuando Camille se recargó contra él y le paso los brazos por el cuello.

—Y bien… ¿qué hace el famoso Artista del Campo solo en un bar?—

—Esperaba a que una bella mujer apareciera para acompañarme y has aparecido tú— espetó el futbolista con su mejor sonrisa y guiñando un ojo a la chica. Camille soltó una risita y besó su mejilla.

—Me alegro de haber aparecido. Comenzaba a aburrirme demasiado, gracias por sacarme de ahí—

—No agradezcas… ¿quién puede hacerte esperar?— comentó el Artista del campo al aire, más concentrado en el hecho de que Camille parecía acercarse cada vez más a él y que su cuerpo comenzaba a adormecerse. Quizás era hora de volver al bar, buscar a Napoleón y largarse a casa.

—Oh, mi novio. Vuelve hoy de Chantilly y se hace del rogar… ¡Me cito en un aburrido restaurante italiano! Por suerte, logre convencerlo de cambiar el lugar. Creo que no vendrá… pero ¿qué importa? Estoy con el increíble, Pierre Le Blanc— expresó la chica, a escasos centímetros de sus labios, Pierre trató de girarse, se sentía mal, muy muy mal, era hora de largarse de ahí. Tomó a Camille por la cintura y la hizo girar para quedar ella contra la barandilla, necesitaba emprender el camino de vuelta, pero primero, ubicarse en dónde estaba…

—Cami…— comenzó a decir, justo en el momento en que alguien jalaba su camisa y lo hacía girar. Lo único que sintió, fue un tremendo golpe en el ojo izquierdo y luego, su cuerpo cayendo al suelo, mientras se golpeaba contra el suelo, de nuevo en el ojo.

—Que… ¡Julián!— exclamó Camille, enfadada. Una voz gruesa surgió de la nada para Pierre y pronto, el escenario comenzó a tornarse negro, sus ojos azules se concentraron en el par de zapatos negros que relucían de limpios y en los jeans oscuros. No podía alzar la vista, estaba tirado a medio puente y con un golpe en el ojo, escucho un par de gritos y luego, a Camille, espetando algo como:

—Suéltame eres un idiota. ¡Y un pepino con tu paciencia!—

Lo que siguió se volvió borroso. Recordaba dos caídas, un golpe en la espinilla, una señora ofreciéndole ayuda y un machucón con la puerta de un carro, luego de aquello, nada.

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=Por la mañana… (06:00 AM)=

=Estacionamiento del Le Fumoir=

Primero era un guitarra, luego el acompañamiento de un batería, más guitarras, quizás un bajo, un golpeteo y un ritmo muy rockero. Metallica en todo su esplendor comenzó a reproducir Enter Sandman, primero con el intervalo musical y luego con la letra. Pierre se removió intranquilo, porque no sabía de dónde provenía aquella melodía, no se quejaba, adoraba esa canción, pero justo en ese momento, no deseaba escuchar nada. Una extraña vibración en su bolsillo, le hizo abrir los ojos, o al menos el derecho, puesto cuando su ojo izquierdo trató de abrirse de par en par junto al derecho, un tremendo dolor se lo impidió.

—Mierda… ¿dónde estoy?— se preguntó. De poco en poco, trató de levantarse, pues yacía tirado en el asiento trasero de un auto. Cuando logró sentarse, notó que se trataba de su más reciente adquisición. Su Acura Convertible rojo, que había comprado hacía menos de dos meses, luego del estreno de los Vengadores de Marvel, donde Iron Man, había lucido el mismo modelo. La música de Metallica seguía sonando en su bolsillo y pronto descubrió que se trataba de una llamada del entrenador, pero optó por no responder. Según el reloj, era hora de despertarse, meterse a duchar y salir rumbo al campo de entrenamiento. Pero no tenía ni tantitas ganas de hacer aquello.

"No iré. Me iré a casa, me tiraré en la cama y dormiré…" pensó, entonces. Con muchos esfuerzos, logró salir del auto, pues le dolían las piernas, las costillas y la cara entera. La cabeza estaba por explotarle y si no tomaba pronto una aspirina, acabaría por arrancarse unos cuantos de sus preciosos cabellos. Se pasó al asiento del piloto y encendió el auto. Para su suerte, los anteojos oscuros que siempre usaba estaban en el tablero y le bastó ponérselos para poder mirar un poco más, al menos del lado derecho. No sabía porque, pero no deseaba mirarse ni por el espejo retrovisor ni en ninguna otra superficie.

Condujo lo más deprisa que podía y dio gracias porque el sol aún no saliera, cuando llegó a su mansión, el mayordomo se ofreció a guardar su auto en el garaje, dado que lo había dejado en la entrada. Pierre asintió con la cabeza y le dio las llaves, subiendo a su habitación en la planta alta de la enorme casa, deseoso de dormir.

Apenas estuvo en su recámara, se sacó el saco que llevaba y aventó las gafas a la mesita de noche, dejó el celular en la cama y se tumbó, cerrando los ojos. Finalmente cómodo en su cama y listo para dormir…

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=07:40 AM…=

Una vez más, la música inconfundible de Enter Sandman, llegó hasta sus oídos. De poco en poco, extendió la mano para buscar el teléfono y sin abrir los ojos, lo tomó. Con un solo toque, logró responder la llamada:

Pierre…— aquella, la voz inconfundible del entrenador.

—Se puede decir que sí…— suspiró, adormilado.

Vaya, lamento interrumpirte, debes estar camino al campo… verás, es que necesito que hoy, dirijas la práctica…

—Este… ¿qué? ¿Yo porque?— preguntó de poco en poco despertando. Si tenía que dirigir la práctica de aquel viernes, eso significaría, no poder dormir.

Pues porque tú eres el capitán y porque hoy no puedo ir, debo acudir a un seminario de… ¡bueno y qué! Lleva tu trasero al campo y dirige la práctica. Nos vemos mañana— terminó el entrenador, momentos antes de colgar. Pierre dejó caer el celular en la cama y suspiró. Iría al campo, cancelaría la práctica y regresaría a dormir. Le pediría al mayordomo que le consiguiera medicamentos y a la cocinera un remedio para la resaca. Dormiría y estaría completo para la práctica del sábado.

Con mucho esfuerzo, volvió a ponerse de pie y comenzó a desabotonarse la camisa. Se dirigió a la ducha y una vez dentro, sintió sus músculos relajarse. Desnudo como estaba, notó varios moratones en los costados de su torso y un pequeño golpe en el muslo de su pierna. ¿Cómo se había hecho aquello? Restándole importancia, salió de la ducha y se secó, se pasó la toalla por el cabello y salió envuelto de cintura solamente para vestirse. Tomó ropa interior de su cajón, rebuscó en su armario unos jeans y una camisa, se dirigió al espejo para mirarse y no puedo evitar dar un respingo.

Su párpado izquierdo no se abría bien, no miraba mucho de aquel ojo y no era por el sueño. Desde la punta de su ceja hasta el relieve de pómulo, su piel estaba morada, casi negra por el golpe, tenía el ojo izquierdo sumamente hinchado y le temblaba al intentar abrirlo. No importaba si intentaba pasarse un maquillaje o algo, nada le cubriría aquel moratón. Estaba golpeado.

Cerró ambos ojos intentando hacer memoria y cómo un flash, varias escenas pasaron por su mente. Camille, el puente, el novio, el golpe, el suelo, el viaje, la señora ofreciéndole ayuda, sus dedos atorándose en la puerta del Acura cuando intentaba cerrar. Su cuerpo cayendo sobre el asiento…

—Me niego a dar prácticas hasta el mes siguiente— se dijo a sí mismo, buscando como loco, una gafas lo suficientemente amplias y oscuras cómo para ocultar aquello. Cuando dio con ella, tomó su saco y salió de la recámara. Pidió sus llaves al mayordomo y abandonó la mansión Le Blanc, observando el mundo por el lado derecho.

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=08:15 AM=

=Campo de entrenamiento del PSG=

Aparcó el auto y bajó, lo apagó y puso seguros. Se dio la media vuelta, justo cuando Taro y su chica, la doctora suplente, Jaqueline Balizari, tomados de la mano se acercaban a él. Lo miraban extrañados y Pierre estaba al tanto de que era porque era tarde y él nunca se retrasaba en un entrenamiento.

—Hey ¿qué te paso?— le preguntó Taro. La voz de su amigo le caló hasta el cerebro, comprobando los seguros, respondió:

—Sh… no me grites. ¿Qué? ¿Ya es oficial?— inquirió al ver las manos unidas de los otros dos. Taro sonrió y miró a Jaqueline, que también sonreía.

—Claro— le dijo el castaño— Pero venga, dinos que pasó…Te ves mutilado— bromeó el japonés. Pierre se llevó una mano a la cabeza

—Así es cómo me siento— admitió— Hoy no hay práctica, vine a avisarles, el entrenador llamó y dijo algo de un asunto repentino o qué se yo…

—Repito… ¿qué le pasó?— cuestionó Jaqueline, segura de que el capitán francés, nunca actuaba así. Pierre la miró y comenzó a andar, guiándolos a la enfermería, donde podrían hablar.

—Verán… ayer, Napoleón y yo fuimos al bar…— comenzó a narrar. En su explicación, dio detalles sobre la chica y sobre sus actos, anunció que estaba por besarla o largarse o algo de lo que recordaba y llegado al punto del ojo, se quitó las gafas. Por suerte, se hallaban ya bien acomodados en la enfermería, porque Jaqueline dio un pequeño salto en su silla al ver el rostro del capitán.

—Joven Pierre… ¡eso está horrible!— exclamó la chica poniéndose de pie y buscando en sus cosas, una compresa de hielos. Mientras Pierre seguía explicando, Jaqueline le puso la compresa sobre el ojo, esperando bajara la hinchazón. Bastó que narrara su historia, para que Taro le relevara y fuera él mismo a correr al equipo, cancelando la práctica. Mientras el nipón se hallaba fuera de la enfermería, Pierre se pasó la compresa por el ojo hinchado, notando la mirada penetrante que los ojos avellana de la chica de Misaki, le lanzaban.

—Sé que soy guapo…— bromeó en una sonrisa— Pero ¿y si Misaki se encela?—

—Al parecer, no está tan mal si puede bromear. Y no lo miro porque sea guapo… a decir verdad, ni siquiera pienso eso— aclaró la doctora— Me estoy formando una imagen de usted… es un mujeriego— le aseguró. Pierre sonrió y se quitó la compresa, mirando a Jaqueline.

—Sería una mentira decir que no… Soy un verdadero mujeriego…— aseguró. Jaqueline no miró y escuchó sus argumentos, justo hasta que Misaki salió a colación. Entre frases, Pierre se encargó de cambiar su primera impresión, puesto que aunque arrogante y mujeriego, el rubio parecía tener sentido de la amistad y la lealtad. Aquello sin duda, conmovió a Jaqueline.

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=Por la tarde…=

=Mansión Le Blanc=

—Joven Pierre, le esperan en la sala— anunció el mayordomo en cuanto Pierre hubo cruzado la puerta y se hubo quitado el saco. Dejando una vez más, las llaves en manos del mayordomo y de paso su saco, Pierre miró a su empleado y negó con la cabeza.

Había pasado un buen rato en casa de Misaki, habiendo sido invitado a comer, pero seguía con resaca y deseaba dormir, ¿quién osaba molestarle?

—Quiero dormir. Dile a quién sea que vuelva luego…— espetó. Pasó de largo del mayordomo y estaba por subir las escaleras, cuando la voz de su empleado se escuchó de nuevo.

—Es una señorita. Bastante bonita, debo decir…— el rubio se detuvo. ¡Pero qué mayordomo! Conociendo su tendencia a coquetear, le decía quién y cómo era la chica, seguro que con ello, no desearía, subir las escaleras.

—La… ¿la conozco?— preguntó el francés, dándose la media vuelta.

—Dudo que personalmente, pero es una modelo muy reconocida…— le dijo su empleado.

—Bien. Pero si me aburro, tú me harás el remedio para la resaca— advirtió Pierre dirigiéndose a la sala. En efecto, apenas entró, se encontró con una señorita de casi sus 25 años, alta, delgada, de piel blanca y tersa, de cabellos castaños oscuros como el chocolate y largos hasta la cintura. Sus ojos eran azul zafiro y apenas se posaron en él, lo dejaron boquiabierto.

—Buenas tardes, joven Pierre— saludó la chica seriamente, poniéndose de pie y dándole alcance.

—Buenas tarde… señorita Aston— repuso Pierre en una sonrisa, extendiendo la mano.

—Veo que me conoce— espetó la chica, sin tomar su mano y mirándolo con rencor.

—Bastante. La modelo más hermosa de todo París, me atrevo a decir, de Francia. Clary Aston… un gusto conocerle— expuso el francés. Clary lo miró ceñuda y lo siguió por la sala, hasta que Pierre se detuvo junto a la ventana, claramente en una pose que resaltaba su posición, elegancia y atractivo.

—No puedo decir lo mismo… Estoy aquí, porque…— comenzó la chica a decir, pero entonces Pierre se giró y sonrió, a unos cuantos pasos de ella, habló.

—Es porque no te he dado más tiempo en mi compañía, una vez que me conozcas bien, quedarás encantada, muñeca— le aseguró. Clary se coloró roja, pero contrario a lo que el francés, pensó, se debía al coraje.

—Estoy aquí, cómo iba diciendo, porque…— trató de proseguir. Pierre, alzó una mano y deposito un dedo sobre los labios de ella.

—Mañana, lo prometo. Pasaré por ti a las 7, dime a dónde. Hubiera bastado una llamada, pero dado que has venido hasta aquí para pedirme personalmente una cita…— comenzó a decir. Lo siguiente que lo dejó callado, no fue un buen argumento, ni una sonrisa amable de parte de ella, sino, una tremenda bofetada que marcó la delgada pero fuerte mano de Clary sobre su mejilla. Tan pronto como recibió el golpe, su mejilla se tornó rojiza, casi escarlata y el escozor le ardió.

—Creo que hace una bonita combinación, con su ojos morado…—le dijo ella, antes de darse la media vuelta y salir de la sala. Lo único que Pierre escuchó, fue la puerta principal cerrándose. Se pasó una mano por la mejilla, con la boca abierta y la otra por el rostro, sus gafas seguían ahí… ¿Cómo había sabido Clary que llevaba un ojo morado?

Continuará…

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Notas del Fic (N/F):

*Puedo Cambiar es la tercera entrega del sub apartado Europa de Amor que pertenece a la colección Mundial de Locos. (Para más detalles consulta mi perfil)

*Camille Baker es un personaje propiedad de JulyPotter31.

*Clary Aston es un personaje propiedad de JulyPotter31.

*Jaqueline Balizari es un personaje propiedad de JulietaG.28 (JulyPotter31)

*Para conocer a la chica de Misaki y enterarte de su relación, te invito a leer **NOCHE DE COPAS** primera entrega oficial de la colección Mundial de Locos.

*Todos los personajes de CT, son propiedad de Yoichi y SHEISHUA.

*Millonario, es un coctel a base de whisky, granadina, claras de huevo y Grand Marnier.

*La canción que abre el espectáculo de luces, se llama Hanging tree de Da Tweekaz.


N/A:

¡Buenas noches! Es un placer llegar con esta nueva entrega de Europa de Amor, que espero hayan ansiado leer y que sobre todo logre robarles una o más sonrisas. Como siempre, no duden en hacerme llegar sus sugerencias, quejas, sus lindas palabras o sus regaños. (Eviten balonazos virtuales)

¡Nos estamos leyendo!

Con cariño, JulyPotter31.


¡El balón es nuestro amigo!—