Se que tengo cuatro de diez capítulos de "Ella", pero no puede evitarlo. Empecé a escribir y todo surgió. Con este nuevo proyecto, que no esta del todo planeado como "Ella", tengo planeado explorar varios temas más allá del erotismo, estará incluido pero voy a tratar de no dejar de lado el factor emocional, especialmente del lado de Raven, me es más sencillo entender lo complicado de las mujeres, soy una y los hombres son un misterio para mi, aunque quizás haya un futuro proyecto para él, pero nada confirmado por ahora.
Así que aquí esta mi creación.
Horns
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Prólogo
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Despertó sintiendo a todos y cada uno de los vellos de su cuerpo estar erizados con la piel terriblemente sensible, percibiendo cada una de las fibras de las sabanas. Y ni que decir del repentino calor entre sus piernas. En medio de su estado de éxtasis sensitivo, Raven comenzó a sentirse extraña, aún más, su cabeza se sentía pesada, poco a poco comenzó a percibir un dolor agudo, como si algo tratará de romper su cráneo con el objetivo de salir de su encierro.
Ella recordó el mito del nacimiento de Atenea, y con su característico humor pensó en que clase de engendro podía salir de ella, considerando su historia familiar.
Cerró sus ojos, tratando de que de esa forma pudiera aliviar un poco el dolor que la hacia desear acurrucarse hasta que todo pasará.
Este dolor no era normal.
Por su biología, Raven sabía que el dolor causado por factores externos era menor al que sentiría un ser humano normal, pero el provocado por su propio cuerpo, algo como un dolor de estómago o dolor de espalda por no recargarse bien, era mucho, mucho peor que heridas sangrantes. Cómo si su propio cuerpo la torturase. Trataba de no demostrarlo, pero esta vez deseaba que fuera más tarde para poder gritar sin molestar a sus compañeros.
Se mordió los labios, tratando de distraerse, mientras sentía como una pequeña lagrima producto del dolor se le escapaba.
¿Cómo era posible que esto pasará? ¿De un simple sueño a un monumental dolor de cabeza?
Entonces recordó que ese no era un simple sueño, y un pequeño, sutil sonrojo se había apoderado de sus mejillas. Los sueños no significan nada, no lo hacían. Si pudiera hacerlo lo repetiría una y otra vez, con el objetivo de olvidarlo, pero la verdad es que no podría. Era imposible olvidar la manera en que las manos de él se sentían, cómo tocaba su cuerpo con una maestría envidiable, esos ojos llenos de deseo.
Raven sintió un escalofrío al recordar como en ese sueño se sentía tan real la manera en que él movía sus caderas contra las suyas, como llenaba su interior haciendo que sus piernas se retorcieran mientras le abrazaba como si le fuera la vida en ello, todo mientras él le brindaba un placer que jamás habría imaginado.
Se abrazo a si misma, el dolor de repente había desaparecido. Todo se sentía tan real, como si el sueño dejara rastros en su cuerpo.
Probablemente no le importaría mucho si no fuera por un pequeño detalle: Su amante en sueños no era nada más y nada menos que Chico Bestia.
Dejo salir un suspiro, no era la primera vez que tenía un sueño de esa índole, no ocurrían con mucha frecuencia, pero normalmente el sujeto en cuestión no tenía un rostro que ella pudiera recordar, así que no le significaba nada ¿Pero soñar con Chico Bestia? ¿De todos los hombres? Él ni siquiera le gustaba.
Bueno.
Quizás un poco.
Pero ese no era el punto, sus sueños, independientemente de lo que fueran no tenían consecuencias en el medio físico, a diferencia de sus emociones, por lo tanto era totalmente nuevo para Raven esas nuevas e intensas sensaciones. Aunque si lo pensaba fríamente, era más mortificante el dolor que cualquier otra cosa.
—Creo que voy a necesitar algo de meditación extra, no creo poder soportar volver a tener un dolor de cabeza así.
Siguió reposando en su cama, respirando lentamente, un ejercicio similar a la meditación, siendo consciente de cada una de las partes de su cuerpo, buscando alguna señal de si aún había rastros de sensibilidad o de dolor. No encontró nada.
Se decidió a por fin comenzar su rutina matutina con aproximadamente media hora de retraso. Sintió el frío del suelo gracias a sus pies descalzos, esperando que el día tomará un mejor rumbo.
Y así sería, pero no estaba garantizado que las siguientes semanas lo fueran.
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Para aquellos que no sepan el mito del nacimiento de Atenea, los griegos decían que ella había nacido gracias a que Hefesto le dio un hachazo a Zeus en la cabeza, partiendole el cráneo para que de allí saliera Atenea, armada y dando un grito de guerra.
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