Esclavitud ante lo Efímero

Desde que tuvo conciencia estuvo buscando alcanzar el punto álgido de arte efímero sin llegar a alcanzarlo nunca ante sí, su arte, su propio arte, era tan efímero como había deseado alcanzar y, sin embargo, aquello con lo que siempre había soñado de fogoso modo permanecía escondido de él.

A sus veintidós años su mala suerte quiso que los dos últimos entrase obligadamente a cumplir órdenes, aquella clase de órdenes que lo habían llevado a separarse de su tierra y su madre conduciéndolo a buscar la permanencia de la existencia temporal de su arte perpetuándolo en muerte y sangre. Fueron aquellas órdenes las que le condujeron a aquellos parajes atrapándolo en su efimeridad. Toda su existencia se vio esclavizado por esa limitación que le daba una vida efímera que hacia algunos años ya no deseaba, pues, aquello que anhelaba se escondía de él y, siendo así, no había razón alguna para continuar la búsqueda y sin buscarla su vida carecía ya de razón.

De aquel modo, perdido en aquellas tierras se encontró con la que soñaba y su corazón anhelaba convirtiéndolo en creyente de las palabras que su madre en su niñez le dijo, "No hay nadie que nazca solo, y tú, Deidara, no eres una excepción. Cuando más perdido te encuentres, cuando tu arte la vida intente arrebatarte, Deidara, entonces, encontrarás aquella persona traída al mundo sólo para ti, un ser tan temporal como aquello que plasmas convirtiéndolo en una personificación eterna. No permitas que la arrebaten de tu lado cuando aparezca ante ti".

Aquellas palabras acudieron a su mente con tan solo verla, agradeció interiormente a su madre por otorgarle un camino para hallarla…