Capítulo 1: Una fiesta que montar

Como cualquier otro día, Cuddy y House no podían evitar discutir sobre la impuntualidad y desorganización de este último, al haber llegado una vez más, más de media hora tarde.

Cuddy: ¡Imagínate como sería el mundo si todos llegásemos tarde a nuestras citas!

House: Pues que las personas listas convocarían las reuniones media hora antes de lo que deberían ser, así todos llegarían al tiempo deseado.

Cuddy: ¿Entonces qué quieres que haga? ¿Programar tus horarios media hora más temprano?

House: No, llegaría a la misma hora.

Cuddy: Mira House, mañana tenemos una fiesta con los del ministerio y lo único que me importa en este momento es darles una buena impresión a esos cabrones, y quizás ellos nos donen una cantidad bastante importante de dinero.

House: No creo que te donen ni cinco céntimos si continúas llamándoles cabrones. De todas formas, una fiesta no daría la mejor impresión para un hospital.

Cuddy: Es una fiesta formal, así que te pido que como tal, tú tambien estés formal.

House: ¿Con traje?

Cuddy: Duchadito y con el traje como los chorros del oro.

House ya iba a abrir la boca para contestarla, decidido a que no daría su brazo a torcer. Así era House, y así sería para siempre.

Cuddy: Y no me discutas, es una noche muy importante para el hospital y todo tiene que salir perfecto.

House: No, si estaba pensando en no ir.

Cuddy: Y yo en no avisarte para que no fueras, pero te ibas a enterar de todas formas y además... Quieren conocerte.

House: ¡Ni de coña! ¡Paso de ser un mono de feria! Siempre pasa lo mismo: cuando viene alguien nuevo tienes que exponerme en un pedestal rodeado de una vitrina mientras les explicas mis logros médicos como si esto fuera un Zoo y tú la guía. Paso.

Cuddy le necesitaba, como en muchas otras ocasiones, o incluso más que nunca. Necesitaba ese dinero, el hospital lo necesitaba.

Cuddy: No... Te prometo que no será igual. Te presentaré, "Hola, este es el Dr. House, experto en enfermedades infecciosas y nefrología y este es su grupo de diagnosis" Y ya está. Te preguntarán algo de tus más famosos casos...

House: Unos veintitantos...

Cuddy: ...y ya está. Luego podrás jugar una partida de Póquer, emborracharte (con suerte sin que te vean los del ministerio de sanidad), llamar a una puta y acostarte con ella. Eso último ya en tu casa, si no te importa.

House: Ni hablar.

Cuddy: Una semana libre de consultas.

House: ¿Sabes qué? Comienzo a adorar las consultas. Contacto humano, sentimientos... ya sabes.

Cuddy: Dos.

House: Imito fatal a los monos, no me gustan los plátanos.

Cuddy: Un mes.

House: Hecho. Si con practicar seguro que me sale.

Cuddy acelera el paso, alejándose de House en dirección a su despacho. Una vez más había conseguido convencerle, si en realidad House era más blando de lo que parecía.

Cuddy había dado el día libre a la mayoría de los médicos para poder tenerlo todo listo para el día siguiente, además, en esos últimos días habían bajado mucho los accidentes de tráfico y los laborales que ocupaban más de un 40% de los ingresos del hospital. House se había pasado todo el día en las consultas, bajo la ley de Cuddy de que "Hasta que no le des una buena impresión al ministerio, te explotaré pasando consulta hasta 12 horas seguidas". Había conocido a un hombre de 72 años que tenía gonorrea, una niña de 10 que había confesado tomar drogas y a un profesor de física al que le habían tirado por la ventana unos alumnos. Total, que había sido un día horriblemente aburrido. No estaba ni Foreman ni Chase para pincharles, ni Cameron para lanzarle miraditas, ni Wilson para confesarle sus problemas. Cuddy le había dado el día libre a todos, solo para torturarle y que no pudiese a hablar con nadie.

Así que, bajo toda la presión, decidió irse antes sin decirle nada a su jefa. Al fin y al cabo, ella no le podría decir nada hasta que acabase la fiesta del día siguiente. Tenía tiempo para hacer lo que le apeteciera y luego un mes de libertad.

Al día siguiente no faltó la reprimenda diaria de Cuddy, que llegaba a ser igual siempre. Día a día la misma bronca, aunque con diferente intensidad. Utilizaba las mismas palabras y él siempre le respondía igual.

Cuddy: Que yo te necesite para esta noche no te da derecho a...

House: Me has estado explotando durante un día. Suficiente.

Cuddy: Solo te he hecho cumplir un uno por ciento de las consultas que me debías.

House: Diste el día libre a Wilson solo para que...

Cuddy: ...no te distrajeses e hicieses bien tu trabajo. Y funcionó si no hubiese sido porque te fuiste tres horas antes de lo que debías.

El silencio le indicó a Cuddy que House no tenía ganas de discutir, así que decidió cambiar a un tema más ameno.

Cuddy: Los preparativos para la fiesta están casi listos. Y... te he comprado un traje y una camisa. La camisa azul que tienes es parecida a la que te he comprado, pero creo que la mía te quedará aún mejor.

House: No... No hacía falta.

House se sentía agradecido, pero al mismo tiempo avergonzado y abochornado. Si la gente se enteraba de que su jefa le había tenido que comprar un traje para la fiesta. ¡Se arruinaría su reputación para siempre!

Cuddy: Te he dejado la ropa en tu taquilla.

Y sin decir una palabra más, Cuddy se da media vuelta, dejando a House pensativo.