¡Hola, linduritas! Espero que estén muy bien. Nuevamente yo con un delicioso y largo fanfic.
Bueno, algunos sabrán que ya casi termino (queda un capítulo) mi fanfic de The Walking Dead llamado Querido diario. Aquello me dio mucha nostalgia porque, en tanto tiempo de subir cosas, llegué a conocerlos y apreciarlos mucho.
Dudo que los que hayan leído ese fic lean este, pues son fandoms muy diferentes, pero bueno. La cosa es que, desde ese fic, me agrada subir cosas largas... No sé, estoy algo cansada de subir, simplemente, drables.
Así que, simplemente, decirles que va a tener bastantes capítulos, aún no sé cuántos pero todo está planeado perfectamente en mi cabeza, no se preocupen. Además, tengo que superar el horroroso final que tuvo el manga de Naruto y, qué mejor manera de hacerlo que escribiendo un final alternativo.
Es un fic NaruSaku, por lo que si no les gusta, no lo lean, por favor. Y bueno, no hay mucho más para acotar, simplemente que espero que les guste.
¡Vamos a las formalidades!
Disclaimer: Los personajes & Lugares son propiedad de Masashi Kishimoto. No es mío y no lucro con ésto. El fic, sin embargo, sí es de mi autoría.
Summary: Porque Naruto había enterrado sus sentimientos en lo más profundo de su corazón y había construido una nueva vida. Pero ahora, con una simple carta, aquél amor salía a la luz.
Advertencia: Es un fic largo, consta de más de un capítulo. Y aclararles que está inspirado en el final (horroroso) del manga de Masashi. Osea, la historia se dá después del final canon.
Recordá que podés seguirme en mis redes sociales, las cuales están en mi perfil de Fanfiction. Allí subo cosas, también, fotos, escritura, dibujos... De todo un poco, además, te enterás cuándo subo algo nuevo.
Sin más que decir, espero disfruten el primer capítulo. Los quiero mucho.
No fue su final.
By: Belencitah.
~Capítulo uno: La carta.~
Él había pasado muchas cosas en su vida, la mayoría negativas. Desde su comienzo, el destino de Naruto había estado sellado por la mala suerte. Desde pequeño había estado sólo, empezando por el abandono de sus padres, algo que ellos no desearon pero el destino así lo quiso, los separó desde el comienzo. Luego, el desprecio de cada uno de los integrantes de Konoga, quienes no parecían comprender que él no tenía culpa alguna de ser un demonio. Él no había elegido nacer así, maldito, sellado, pero así era y debía hacer lo mejor que podía con lo que tenía.
Hacía unos pocos años, nadie hubiera dado una moneda por él. Nadie hubiera apostado por el futuro de Naruto, pues creían que no lo tenía, al menos no con el Shikaku en su interior. Pero él les había demostrado de lo que estaba hecho, que él no era, simplemente, un demonio, sino el demonio que habían hecho de él. Demostró, al principio a base de bromas molestas, pero luego con genuino esfuerzo, que era capas de todo y que cualquier cosa que se propusiera podía cumplirla.
Y es que si deseaba aceptación por parte de los demás, él tenía que aceptarse primero. Eso hizo, se aceptó, se amó, y así fue como su vida, la vida de Naruto, comenzó a ir cuesta arriba. Porque comenzó a lograr el reconocimiento de los demás. Primero de sus pares, Sasuke, por ejemplo, quien siempre lo había tratado como basura, comenzó a verlo con otros ojos, comenzó a verlo como una amenaza. Sakura, la chica a la que siempre amó, comenzó a notarlo, comenzó a darse cuenta de que en verdad aquél rubio era valioso.
Luego, decidió aumentar la apuesta al ser reconocido por sus superiores. Maestros, por ejemplo, incluso el mismísimo hokage, quien antes lo veía como un bromista, lo vio luego como un Ninja con un futuro prometedor.
Hoy en día, el rubio apenas podía creer todo lo que había logrado. Era el Hokage, su mayor sueño, aquél que tuvo desde que, prácticamente, nació, hoy era su realidad. Se había casado con una bonita chica, Hinata Hyuga, y vivía muy feliz en una linda casa, no era muy lujosa, porque no le gustaba ser ostentoso, pero sí era acogedora y, lo mejor, era compartirla con su esposa.
Se podría decir que su vida era perfecta, pero no existe la perfección. En verdad echaba de menos algunas cosas de su pasado, más concretamente, algunas personas.
Sasuke y Sakura, por ejemplo. Aquellos chicos que se habían hecho un lugar en su corazón, hoy no estaban. Porque, luego de terminar con aquella guerra que tantas almas les había costado, el Uchiha había decidido irse y, cómo no, Sakura se había ido con él, no sin antes despedirse cariñosamente de Uzumaki. Pero todo había sucedido tan rápido, simplemente un abrazo y un adiós, que el pobre rubio jamás pudo decirle lo que en verdad sentía por ella. Aquél secreto –o no tan secreto- aún rondaba por su mente, aún estaba en su corazón.
Eventualmente dejó de esperar por ella, él sabía que jamás volvería, que ella era feliz con la persona a la que siempre amó y él no era quién para perturbar aquella paz.
Conoció mejor a Hinata y se dio cuenta de que era una chica buena, amorosa, y muy bonita. No era Sakura, pero tampoco debía serlo. Él la quería, o quizá quería llenar su corazón… Aún no lo sabía.
Pero lo cierto es que, con genuino amor o simple enamoramiento, Hinata se había convertido en su esposa y no se podía decir que fueran infelices, de hecho, vivían muy bien juntos y, aunque la personalidad de la chica en ocasiones lo fastidiaba, así era ella y Naruto la aceptaba.
De cualquier forma, tampoco es que estuviera mucho tiempo en su casa. Ser Hokage no era, simplemente, sentarse a beber Sake –como lo hacía parecer la vieja Tsunade-. Debía tener orden con los papeles, firmar cosas, elegir Ninjas de acuerdo a la misión en cuestión y mucho más.
Por eso ahora la expresión de Naruto era tragicómica. Observaba con pesar aquella pila de papeles sobre su escritorio y suspiraba con cansancio.
—¿Debo leer todo esto? —preguntó Naruto, acomodándose en su silla. Ninguna posición le parecía cómoda, lo único que deseaba era pararse.
—Sí, debes leerlo todo. Para mañana deben estar listos —Contestó Shikamaru con su típica mirada de cansancio. Todo le parecía aburrido, pero ver a su viejo amigo sufrir hizo que, sin preverlo, una sonrisa maliciosa se formara en sus labios.
—¿¡Y tú de qué te ríes, idiota!? —gritó Naruto, de pronto, poniéndose de pie. Shikamaru extendió sus manos, intentando tranquilizarlo.
—Nada… Nada. Recordé que tengo que ver a Ino en la casa de té —comentó para cambiar el tema, aunque lo cierto era que debería estar ya en camino, probablemente, la rubia lo asesinaría si se retrasaba. A ella nadie la hacía esperar— Debo irme, suerte con eso.
Y, sin mediar palabra más o esperar alguna respuesta, salió del despacho de Naruto con la mirada fija al suelo, las manos en los bolsillos. Y arrastraba los pies con cansancio, como siempre.
—¡Demonios! —gritó Naruto con molestia. Lo que menos le gustaba de su trabajo era, precisamente, la gran cantidad de papeles que debía inspeccionar por día. ¿¡No podía contratar a alguien que lo hiciera por él!?
Observó la hora con ganas de poder adelantar el tiempo, en vano, claro, no poseía ese poder. Eran las seis de la tarde, seguramente Hinata estaba haciendo la cena, Ramen, posiblemente. A decir verdad, aquella comida comenzaba a cansarlo, no porque no le gustase, ¡por todos los cielos, amaba el Ramen! Pero justamente por eso lo odiaba. Porque Hinata sabía de su amor por el Ramen y parecía no querer cocinar otra cosa.
En fin, si quería comer, fuera lo que fuera, debería terminar de leer aquellos veinte papeles que, a decir verdad, si lo decía así no parecía ser mucho… Pero, ¿y todo lo que ya había leído? Aquél trabajo lo mataría, él estaba seguro, pero sí que valía la pena.
—Veamos… —susurraba para sí mientras abría el primer sobre de la columna de papel— ¡Oh, es de Gaara!
Leyó con mucha atención la petición del Kazekage de la aldea de la arena. Su muy viejo y querido amigo. Bueno, a decir verdad, tener veintidós años no era ser viejo, pero Naruto sentía conocerlo de toda la vida.
En ella, Gaara explicaba su necesidad inmediata de un médico de la aldea. Konoha, gracias a su rosada amiga, se había hecho conocida por poseer los mejores ninjas médico que podía haber. Al parecer no era nada grave, Kankurou se había envenenado accidentalmente con una de sus marionetas nuevas y necesitaba ayuda. Una tontería, realmente, pero el Kazekage no le confiaba la salud de sus allegados a cualquiera y Naruto lo entendía a la perfección.
Le contestó lo más rápido que pudo, con una letra un tanto chueca, y colocó en su lista de pendientes enviarle a Ino Yamanaka, una de las mejores médicas de la aldea.
—Muy bien, sólo quedan diecinueve… —se dio fuerza a sí mismo, y tomó con cuidado el siguiente sobre.
Sus ojos se abrieron como platos al notar el remitente. "Sakura Haruno"… ¿Sakura? ¿Su Sakura? La boca se le secó de pronto y el cansancio fue remplazado por la euforia. ¿Era su Sakura, realmente? Después de cuatro años sin saber nada de ella, por fin se hacía ver.
Su corazón palpitó con fuerza… En verdad temía abrir aquél sobre, en realidad no había sabido nada de ella, ¿por qué, de pronto, le escribía? ¿Había pasado algo malo con ella, quizá? ¿Algo con Sasuke? Las posibilidades eran muchas y ninguna le terminaba de agradar.
Decidió terminar con aquél martirio y, lentamente, abrió el sobre.
Hokage de la Aldea de la Hoja:
En verdad se me hace extraño llamarte así, ¿sabes? Aún eres Naruto Uzumaki, el tonto hiperactivo, para mí.
Naruto sonrió ante aquél comentario. Al parecer, Sakura no había cambiado y aquello no podía sino alegrarle.
Sé que te parecerá extraño que, luego de tanto tiempo, te haya, por fin, escrito. Sólo quería informarte que estaré volviendo a Konoga en los próximos días. Necesito ir, pensar… Extraño a mi madre, a mis amigos, a ti.
Ante eso último, el corazón de Naruto dejó de latir. ¿Lo extrañaba? Así que era recíproco, porque él en verdad la necesitaba allí, con él.
Pronto, su rostro palideció… ¿Acaso pasaba algo? ¿Por qué no hablaba de Sasuke? ¿Por qué volver ahora? Al volver a su lectura, sonrió nuevamente. Al parecer, su amiga le leía la mente incluso luego de tanto tiempo.
Tranquilo, nada malo sucede, simplemente necesito volver a mis raíces. Hablaremos mejor cuando llegue.
Sakura.
Era una carta corta y concisa, tal y como lo era la rosada, aunque había plantado mil y una dudas en el rubio.
¿Qué le diría al volverla a ver? ¿Cómo sería? Porque el verdaderamente había cambiado, ahora era muy alto, su cabello era más corto… Aunque, en verdad, nada de eso importaba. En esencia, él seguía siendo Naruto, aquél niño de doce y, por eso, esperaba que Sakura siguiera igual. No físicamente, claro que no, la gente crece, pero esperaba que aquél fuego que la chica siempre tuvo y lo que, verdaderamente, lo enamoró de ella, siguiera allí, ardiendo.
Y, justamente, a ese punto quería llegar. ¿Qué haría ahora? Porque él había tardado un largo tiempo en enterrar en lo más profundo de su ser el sentimiento de amor que tenía por la rosada, lo había escondido con todas sus fuerzas y, luego de mucho, había vuelto a confiar en el amor. Y ahora, el fantasma del pasado volvía para remover, pala en mano, aquél sentimiento que tanto quiso olvidar.
La puerta sonó de golpe con un leve golpeteo y lo distrajo de sus pensamientos. Se alegró de sobremanera, realmente necesitaba un aliciente.
—¡Pase! —gritó con fuerza y se acomodó mejor en su silla. Abrió un cajón de su escritorio y guardó la carta de Sakura con sumo cuidado.
La puerta se abrió, dejando entrever la figura delicada de su esposa. Llevaba un kimono largo en color celeste y gris, que hacía juego perfectamente con sus ojos. El cabello, largo y suelto, le daba un aire de ternura muy propio de ella.
Realmente se veía hermosa y aquello sólo le provocó más dolor al rubio. Nadie más que ella merecía su amor, y él lo único que le podía dar eran dudas respecto a un amor de su pasado.
—Na- Naruto-Kun —susurró ella caminando hasta él quien, al verla caminar, se levantó de la silla y caminó hacia ella.
—¿Cómo estás hoy? —le preguntó él de manera tierna aunque sin muchos ánimos. Realmente no se encontraba cómodo frente a ella en ese momento.
—¡Bien! Ya es tarde, pensé q- que podía venir a buscarte —contestó ella y, dicho aquello, besó suavemente los labios de su esposo— Te extrañé.
Para Naruto, ningún beso se había sentido más frío. Sakura comenzaba a perturbarlo aún sin siquiera haber vuelto. De todas formas no podía dejar de correspoderla, después de todo, en verdad la quería.
—¡También yo, de veras! —le dijo, poniendo algo de entusiasmo. Debía despejar su mente y no había mejor manera de hacerlo que en la comodidad de su hogar. El hombre observó las hojas en su escritorio. Se supone que debía leerlas en el día pero… ¡Qué más daba! Lo haría mañana, a primera hora. Necesitaba descansar y pensar con claridad. Aquella carta había movido su mundo por completo— Vamos.
Y comenzaron a caminar hacia la salida. Naruto cerró muy bien la puerta y, hecho aquello, comenzó a caminar junto con Hinata por el pasillo, dispuesto a salir de allí.
—¿Qué cenaremos hoy? —preguntó tiernamente Naruto, mientras pasaba su brazo por los hombros de Hinata. Se sentía culpable sin saber bien por qué.
—O- oh… Ramen —contestó ella tartamudeando un poco. Lo cierto era que la chica hablaba perfectamente, pero en ocasiones su lado tímido salía a la luz, incluso con su propio esposo.
—Lo imaginé… —susurró Naruto con pesar. En verdad no quería decir aquello, simplemente no pudo evitarlo.
—¿U- Uh? —cuestionó la chica, observándolo a su lado.
Naruto se maldijo mentalmente. ¡No se suponía que dijera eso al lado de su esposa! Soltó los hombros de la chica y se llevó las manos a la cabeza, sonriendo con nerviosismo.
—¡Nada! —gritó por fin, sudando en cantidades y con algo de pena— ¡Decía que qué delicia!
Sí, no soy idiota. Sé que Naruto está con Hinata y yo dije, anteriormente, que sería un NaruSaku. Lo sé, simplemente, tengan paciencia. Espero que lo hayan disfrutado mucho y sepan que pueden dejarme un review, son gratis y a mí, realmente, me hacen el día.
Los amo mucho.
Bel~
