(Nota: Idea original por 'Kristtyflower'. Los primeros quince capítulos están redactados por ella, aunque he realizado varias modificaciones. La historia, bajo su autorización, la continuaré desde el capítulo 16. Tanto 'Kristtyflower' como yo, ¡deseamos que disfrutéis de la historia al completo!)
CAPÍTULO 001
Richard Castle, escritor de novelas de misterio y maestro de lo macabro, se encontraba sentado en la cómoda butaca de su estudio. El portátil en las piernas. Estas, encima de su mesa de caoba. Intentaba escribir una nueva historia del que, por ahora, era su personaje principal, Derrick Storm. Lo intentaba. Sin éxito alguno. Lo único que veía era el cursor parpadeando en la pantalla en blanco de su documento de Word.
Una voz lo saco de su concentración. Su pequeña calabaza bajaba corriendo, por las escaleras, buscándolo. Hoy, su pequeña Alexis, cumplía 5 años y estaba de lo más emocionada. Por primera vez su padre le dejaría celebrarlo con sus amigas, terminando con una fiesta de pijamas.
- ¡Dad! ¡Dad! ¿Dónde estás? - gritaba emocionada.
- En el estudio, calabaza. - le contestó su padre.
- ¡Vámonos ya! ¡O llegaremos tarde a casa para preparar la fiesta! - le recordó.
- Voy, dame un segundo Alexis...
Alexis no se lo pensó dos veces y entró corriendo al estudio de su padre. Se abalanzo sobre él, con la intención de hacerle cosquillas. Lo que ella no esperó es que su padre, al verla entrar como un rayo pelirrojo, se pusiese en posición de guerra para contratacar a sus cosquillas. Y, de ese modo, empezó una guerra en la que los dos se atacaron mutuamente, riéndose a carcajadas, faltándoles el aire. Incluso, dándoles hipo.
Cuando ya consiguieron reponerse y recuperar el aliento, padre e hija, se pusieron las chaquetas y los zapatos para dirigirse a la calle e ir a la tienda donde comprarían todo lo necesario para la tan esperada fiesta de pijamas.
Eran cerca de las 12 del mediodía. Habían decidido pasar primero por el parque. Después comerían en el restaurante que tanto le gustaba a Alexis. Hoy era su día. Por lo tanto, podía escoger el lugar y su comida preferida. 'Como una niña mayor', le había dicho su padre. Para, más tarde, acercarse a la tienda y comprar todo lo necesario para la fiesta.
Se adentraron, en el parque favorito de Alexis, en dirección a los columpios. Donde la niña, desde la distancia, pudo ver algunas de sus compañeras de clase. Entre ellas, su mejor amiga, Johanna Nicole. A la que todos llamaban cariñosamente NaNi. Se soltó de la mano de su padre, no sin antes mirarlo, esperando un gesto de aprobación. Así sucedió, dándole a entender que la esperaría en uno de los bancos. Cerca de las niñas, para así vigilar a su hija en el caso de que pasara alguna cosa.
Alexis salió corriendo, acercándose a las demás niñas, mientras Castle se sentaba en uno de los bancos ya ocupado por un señor. Lo saludó con educación.
- ¡Buenos días! ¿Puedo? - preguntó Richard, refiriéndose a si el banco estaba ocupado.
- Claro... - le respondió el hombre, mientras saludaba a una de las niñas que hablaba con Alexis - ¿Su hija? - preguntó el hombre refiriéndose a Alexis.
- Sí... Disculpe, no me he presentado. Soy Richard. - le tendió la mano y el hombre, cortésmente, se la estrecho.
- Beckett, Jim Beckett. - se presentó - Y aquella de allí es mi nieta Johanna. - indicó a la niña que jugaba con Alexis, mientras Richard sonreía.
- La que esta con su nieta, es mi calabaza, Alexis. ¡Parece q se conocen! - se alegró.
- ¡Eso parece! - le contesto Jim Beckett sonriendo.
No hablaron de nada más en un rato. Solo observaban como nieta e hija jugaban, se empujaban la una a la otra en el columpio y corrían juntas cogidas de la mano, en dirección a la fuente. Alexis, nunca le había hablado a su padre de aquella niña. Bueno, de ninguna niña en particular. Porque Alexis se llevaba bien con todo el mundo. Pero daba la sensación que, con Johanna Nicole, tenía una conexión especial. Como si algo les uniese. Sin saber el qué, exactamente.
- ¿Dad? - llegó Alexis a su lado.
- ¿Si, calabaza? - la miró expectante.
- Puede venirse NaNi con nosotros. Así, después, puede estar en la fiesta y ayudarme a escoger el pastel y las películas para nuestra reunión de pijamas.
- Cariño, no depende de mí. Eso se lo tendrías que preguntar al señor Beckett.
Jim Beckett sonrió cuando observó el rostro de los tres. Tanto las niñas como Richard le pedían su aprobación final. - Nani, ¿sabe mama lo de la fiesta? - le preguntó a su nieta.
- Mama me iba a llevar después. Pero me gustaría ir con Alexis ahora, abuelo. Y, así, poder ayudarla a escoger todo. - le explicó Nani con detalle.
- Primero tendrías que pedirle permiso a tu madre. Sabes cómo se pone cuando le cambias los planes. - le alzó las cejas a modo de advertencia.
- Abuelo, ¿por qué no la llamas? ¡Seguro que no dirá que no! ¡Venga! ¡Porfa!
- ¡Porfaaaaaaaaaaaaaa! - Alexis y Nani a la vez.
- Si quiere puede venirse a comer con nosotros. Un par de manos no me vendrían mal para cargar las bolsas. Así no se metería en problemas con su hija. - le sugirió Castle.
- Está bien. Me habéis convencido pero si tu madre dice que no, es que no, ¿de acuerdo NaNi?
- ¡Está bien, abuelo!
Jim Beckett sacó su teléfono móvil y llamo a su hija, que estaba trabajando. - ¿Papa? ¿Le ha pasado algo a NaNi?
- No, descuida cariño, pero quiere preguntarte algo...
- Bien, pásamela... - esperó hasta que escuchó el aliento de su hija al otro lado del teléfono - ¡Hola cielo!
- ¡Hola mami¡¿Puedo ir con el abuelo, Alexis y su papa a comer y después a su fiesta de cumpleaños? ¿Recuerdas que era hoy? - le dijo atropelladamente.
- Cielo, por mí, no hay problema, mientras esté el abuelo contigo, en todo momento, hasta la hora de la fiesta, que estaré yo. Pero, ¿y tú pijama?
- ¿Me lo puedes traer mami? ¡porfaaa! - NaNi melosa. Alexis también se sumó a la petición - ¡Porfaaa!
- De acuerdo cariño, dile al papa de Alexis que le de la dirección al abuelo y que me la mande por SMS. - le indicó.
- Mami, en la invitación ponía la dirección y la hora, ¿lo recuerdas? - le preguntó sonriente.
- Perdona cielo, es que estoy muy liada y tengo la cabeza en otra parte. Dile al abuelo que se ponga. Un beso, mi vida.
NaNi le pasó el teléfono a su abuelo, como su madre le había pedido. Nada más cogérselo, la niña, le dio las manos a Alexis y empezaron a dar saltitos de alegría las dos, con grititos de victoria.
- Dime Katie...
- No la dejes sola papa. No hasta que yo vaya a la fiesta y le lleve sus cosas. Te lo pido, por favor.
- Descuida cariño. No me separare de ella, ni un momento. - le aseguró.
- Gracias, papa. Dale un beso a NaNi y otro para ti. Nos vemos en un rato.
- Adiós tesoro. - se despidió Jim de su hija.
Castle observó toda la conversación con una sonrisa en los labios. Y es que, si su hija Alexis era feliz, él era feliz.
Tras finalizar la llamada, los 4 se dirigieron a la salida del parque. Cada uno cogiendo la mano de su pequeña. Las cuales no se soltaron en todo el camino hasta que llegaron al restaurante. Una vez allí, el Antígona, se adentraron los cuatro, precedidos por el metre que los acompañó a la mesa reservada de Castle. Añadió dos cubiertos más.
- Este sitio es fantástico, Richard. - valoró Jim en cuanto se sentaron.
- ¡Lo sé! - dijo emocionado - Es el sitio preferido de Alexis desde los 3 años. Nuestro sitio especial, por así decirlo. Además la propietaria es muy buena amiga de la familia y siempre nos guarda la mejor mesa del local.
- Espero que NaNi no ponga muchas objeciones con la comida es un poco especial con las verduras. - le comentó a Richard, advirtiéndole.
- ¡Abuelo! - se quejó NaNi. Los dos adultos rieron por el reproche de la niña.
- ¿Dad? ¿Puedo pedir pasta? - preguntó Alexis.
- Calabaza pide lo que te apetezca. Y tú, también, NaNi. Lo mismo le digo, señor Beckett. Sería un honor invitarlos.
- ¡Oh! ¡No puedo permitirlo! Es demasiado. Además, nos acabamos de conocer.
- Insisto. Por favor.
- Está bien, si insistes... - asintió Jim.
La comida ocurrió con normalidad. Sin complicación alguna. Los adultos comieron solomillo a la pimienta, acompañado de unas patatas pochadas con cebolla y ensalada, aderezada con frutos del bosque. Las pequeñas, pasta a la carbonara, seguida de un postre de helado de coco con delicioso chocolate fundido. Todo acompañado de un buen vino y agua.
Los adultos decidieron acompañar a las niñas con postres distintos a los de ellas, para que, así, pudieran probar algo diferente, unas natillas caseras y una macedonia de fruta fresca, seguido de un buen café.
Cuando terminó la comida y Castle pagó la cuenta, con su tarjeta, se dirigieron a la tienda para comprar todo lo necesario para la fiesta de Alexis. La variedad era asombrosa, las niñas estaban en un mundo de fantasía, rodeadas de sus personajes ficticios preferidos: Minnie, Hello Kitty y, como no, las Monster High. No sabían hacia dónde mirar. Todo las tenía embelesadas, hasta que Castle las sacó de su ensoñación.
- Bien calabaza, ¿de qué quieres la decoración? - le preguntó.
- ¡Monster high! - respondieron las dos niñas a la vez.
Tanto Richard como Jim rieron por la contestación de las niñas. Eran tan parecidas que hubieran podido pasar por mellizas. Los mismos personajes de animación. Los mismos gustos para la comida. E, incluso, a la hora de vestir eran como 2 gotas de agua.
Al final, se decidieron por la decoración de Monster High: globos, gorritos e incluso el pastel. Un pastel un poco extraño, en forma de calavera. Pero si a su calabaza le gustaba, Richard no ponía reparo. Un pastel diferente nunca venia mal. Además, no podían faltar los refrescos, los helados, sándwiches, palomitas y todo tipo de dulces para la fiesta pijama. Cuando terminaron las compras, se dirigieron a la calle en busca de un taxi. Se subieron los 4, cargados con las bolsas, en dirección al loft de Castle, a preparar la fiesta.
