DISCLAIMER... los personajes pertenecen a G. Roddenberry, solo los tomé prestados para jugar un ratito, Cat y otros personajes menores son de mi creación.

Y este McCoy es el que caracterizó el precioso Karl Urban.

Leonard huye de su pasado, tras unos cuantos años de un mal matrimonio, un divorcio tormentoso y nada que perder en la tierra ha decidido cambiar, literalmente, de aires.

Sin nada más en el bolsillo que las llaves de una vieja motocicleta, una mochila con sus mínimas pertenencias y algunos créditos en su cuenta; tiene como meta llegar al astillero donde se enlistará como cadete en la Flota Estelar, el único sitio que se le ocurre para acudir.

Y no es que Leonard sea fanático de la tecnología, de hecho su carrera la ha desempeñado de manera eficiente, sin llegar a lo excepcional gracias a ella, pero el hecho de salir del planeta no va con él, sin embargo... ¡qué más da! El espacio... la frontera final... donde su pasado no pueda darle alcance tan fácilmente.

Cansado, lleno de polvo y sol de la carretera llega a un típico bar a las afueras de un pueblo típico de Iowa; motocicletas aparcadas, automóviles clásicos; tal vez el sitio le guste. Aunque un gruñido en su estomago no le deja otra opción y entra al ruidoso lugar.

El sitio está repleto, sobre todo en la barra donde unas chicas bailan sobre ella al ritmo de vieja música del siglo 20, un sitio vintage, casi prehistórico, Leonard sonríe discretamente ¿y si mejor se queda aquí para siempre? ver a algunos jóvenes con uniforme de cadete de la Academia le recuerda el por qué ha viajado tantos kilómetros en su motocicleta.

Logra conseguir una mesa al momento en que una camarera se le acerca, pide una hamburguesa con papas y una cerveza, en diez minutos llega con su pedido ¡nada mejor que una comida casera, nada que ver con el asqueroso sabor de un replicador!

Observa en silencio a la concurrencia, la música sigue sonando y las muchachas han bajado de la barra, ríen y charlan entre ellas, algunos parroquianos se les acercan y las sacan a bailar; la simpleza de un lugar sencillo, sus mujeres fáciles y los hombres ignorantes, solo dos de ellas se mantienen al margen de la actitud desfachatada de sus compañeras.

Para él la gente ya no es lo que era, las mujeres son fáciles, destructoras de vidas además de hienas hambrientas de joyas, ropa cara, pent-houses en edificios incosteables y una línea de créditos interminables... y los hombres son solo bestias que por un poco de sexo caen en sus redes.

No deja de observar a las chicas de las que tres de ellas ahora bailan de una manera descaradamente sensual adhiriendo sus delgados y bronceados cuerpos a los inexpertos muchachos que casi llegan al éxtasis solo con un baile, sin dejar de sentir lástima por esos incautos termina su hamburguesa, sus papas y da un último trago a su cerveza, se levanta en busca de los servicios, los cuales están hasta el fondo del local por lo que debe que atravesar a codazos y empujones por la pista de baile.

Al salir la música ha cambiado, unas pocas parejas bailan, o fingen bailar prodigándose caricias y besos en un ambiente más oscuro e intimo, el resto de los asistentes charlan en sus mesas o en la barra, dos de las chicas que hacían el sensual baile en la barra han ocupado su mesa.

—Lo siento, esta mesa está ocupada— gruño a las jovencitas que lo miraron algo contrariadas.

—¿una mesa para ti solo?— contesto una de melena castaña y maquillaje elaborado —¡somos solo dos! ¿No puedes compartir dos lugares?— la otra joven, una rubia apenas maquillada, de bonito rostro infantil lo miró con cierto malestar.

—no— fue su respuesta cortante, las chicas no le dijeron nada más y lo dejaron de nuevo solo; satisfecho por haber impuesto su territoriedad, hizo una señal a la camarera para pedir otra cerveza, pero la rubia que le viera mal fue quien llevó su bebida.

—que te atragantes— le susurró con la mirada fija en sus ojos azules, él sonrió tomándola con cierta brusquedad de la muñeca.

—gracias por tus buenos deseos— le arrebató la botella que apuró de un solo trago —trae algo más fuerte— ordenó y la muchacha volvió en dos minutos con una botella que dejó en la mesa, depositó dos vasos y se sentó frente a él.

—¿soportarás un buen tequila?— abrió la botella sirviéndole el líquido ambarino.

—si, sobre todo si lo bebo solo— replicó tomando de golpe el fuerte contenido, haciéndolo toser, la muchacha sonrió imitándolo pero sin toser en lo absoluto.

—hmm un resentido con la sociedad— ronroneo la muchacha con burla —¿estas de paso?—

—es obvio— contestó mirándola fijamente rellenando ambos vasos —supongo conoces a todos por aquí—

—en un pueblo pequeño todos nos conocemos—

—supongo— dio un tono de burlona obviedad a su respuesta —y ¿que hacen aquí para divertirse?—

—¿divertirnos?— la muchacha levantó la ceja con un bonito gesto de incredulidad —realmente creo que esto es lo único que hacemos— suspiró —estamos lejos de los lugares emocionantes—

—entonces es un buen sitio para vivir— Leonard dio un trago lento a su vaso, ya no le quemó la garganta.

—¿quieres vivir en un sitio así?— ahora abría los ojos sorprendida —no creo que soportes un solo día, estamos a tres minutos de "la nada"—

—¿te gustaría apostar algo?—

—¿apostar?— dio un respingo —¿que?—

—no lo sé, ya veremos si soporto o no un día aquí—

—tres botellas de esto si pierdo ¿vale?, pero estoy segura que mañana en la mañana saldrás corriendo del pueblo, en cuanto sientas que tu vida comienza a paralizarse— sonriendo le acercó la botella haciéndolo a su vez sonreír asintiendo divertido —a dos kilómetros de aquí hay una casa de huéspedes —revisó su reloj —es buena hora para que llegues y te des un baño— él se sirvió otro trago que desapareció en un segundo.

—¿un baño?— burlón revisó su ropa, aunque si, tres días en la carretera bajo el fuerte sol lo hacían apestar —tienes razón— sonrió —¿dos kilómetros?—

La joven asintió, Leonard buscó su cartera para sacar la tarjeta y pagar, mas la chica ya se había levantado.

—déjalo, yo invito— y sin más le dio la espalda llevándose en la charola la botella y los vasos.

Salió del lugar un tanto consternado, en su estado natal se creía que los sureños eran los más cálidos y humanos al recibir visitantes, sin embargo en este pueblo ubicado en una zona perdida del medio oeste, esta jovencita lo trataba bien.

—¡idiota!— se dijo en voz alta mientras arrancaba su motocicleta, tal vez la muchacha se llevaría una comisión por los huéspedes que se quedaran en esa casa, era seguro, sobre todo si no le había cobrado la bebida, sí, eso tenía que ser, su experiencia de vida le dejó muy claro, nadie hace nada por otros sin esperar algo a cambio.

Avanzó los dos kilómetros buscando la casa de huéspedes, y efectivamente, una casa bonita, muy clásica (tal vez ya tendría sus trescientos años) con un letrero pintado a mano anunciaba que había habitaciones disponibles, todas con baño, agua caliente y comidas incluidas por una módica cantidad de créditos ¡por fin le sonreía la suerte!

Lo recibió una mujer ya entrada en años, sonriendo lo registró y lo llevó a una habitación en la primera planta, limpia, fresca y lo más importante, con una enorme y mullida cama, cuando le menciono a la jovencita, la casera sonrió con gesto de gratitud

—Cat es una niña muy dulce, sabe que el negocio andaba mal—le entregó su llave —solo por la referencia de esa recomendación le haré un buen desayuno los días que se hospede— y dio media vuelta dejándolo pensativo.

De inmediato entró a la ducha, el agua caliente relajó sus tensos músculos, quitó lo que sentía como toneladas de tierra que se le habían adherido por el camino recorrido y envolvió en su cintura una toalla, aún escurriendo limpio el espejo del vapor y vio su reflejo después de casi una semana de no hacerlo.

La barba había crecido tupida y cubría abundantemente sus mejillas y mandíbula, sus ojos estaban rodeados de una marca violácea, roja e irritada por la falta de descanso y un poco delgadas sus mejillas.

Coment.

Gracias por leer este primer capitulo, la historia se desarrollará según mis planes hasta lo que conocemos como "Into the Darkness" es un universo alterno, si de por si nos lo cambio Nerón... yo vengo a cambiarlo más jajaja.

Caterina es algo más que una simple Mary Sue... les invito a seguir leyendo para que la conozcan y sean testigos de su evolución.

Espero sea de su agrado.