Bueno aca les traigo una loca idea salida de... vaya uno a saber. Una historia cortita que intenta ser graciosa y que fue parte de un concurso.
Espero que les guste y que me lo hagan saber!
Y ya saben: ni soy rubia, ni millonaria, ni soy la creadora de este maravilloso mundo mágico. Solo me meto en el para divertirme antes de volver a las torturas de mi vida muggle...
Si había algo en este mundo que le gustara a Albus Dumbledore eran los caramelos de limón. Por eso el puesto de Ministro le había durado 3 minutos y medio. Hasta que una extraña secretaria tuvo el atrevimiento de traerle caramelos de menta. ¿Caramelos de menta? ¿A Albus Dumbledore? Una locura, y de las bien locas!
No, a él le gustaban los caramelos de limón. Tanto que tenía la habilidad de reconocer un caramelo de limón en una bolsa sólo por medio de su olfato (y eso que no tenía la nariz de cierto profesor de pociones). Algunos decían que podía olerlos aun estando en tus bolsillos, como un perro un trozo de carne. Incluso, los que lo conocían de verdad, sabían que solía hacer torneos de rastreo con Canuto. Solo hacía falta esconder un caramelo de limón en cualquier parte del Bosque Prohibido y llegaba hasta el antes de que Canuto llegara a un generoso trozo de carne sazonada.
Pero desde hacía un tiempo, Albus tenía un grave, gravísimo problema. Pero que digo gravísimo… estaba al borde de la desesperación! Estaba en un cuadro y ya se había comido todos los caramelos que tenía en el bolsillo. Severus Snape, el nuevo director, ya no lo soportaba.
-Vamos! Severus mi querido y adorado amigo- comenzaba a alabarlo
-Ni lo intentes. Ya me tienes hasta las orejas con tus caramelos. No sé qué tanto les ves. Chúpate un limón y asunto arreglado.
-Pero no es lo mismo!- gimoteaba –Es como si… mmm… digamos… te cambiara las túnicas negras por las mías azules con estrellitas… Podría mandar a alguien a hacerlo…
-¡No te atreverías viejo loco y ridículo! –contestó medio enfadado Severus, aunque en el fondo estaba divertido. Siempre tenía estas peleas con el antiguo director.
-Pruébame- le respondió con una sonrisa retadora-Pero si pintaras algunos en esa mesita de allá- insistió con cara de cachorrito apaleado de esas que sabía usar a la perfección con él
-Está bien. Solo para que no molestes.- Severus hizo aparecer una paleta de pintor y en un pispas había una fuente de caramelos en el cuadro de Albus- Y que te duren al menos hasta que yo me largue de aquí!
Albus casi se tiró como desesperado a la fuente y se llevó uno de los deliciosos dulces a la boca casi antes de terminar de quitarle el papel.
-Puajjj!- exclamó- Tienen gusto a pintura!
-Te dije que no iba a funcionar, viejo fastidioso- respondió el actual director sin lograr esconder del todo la sonrisa de su rostro.
-Podrías utilizar aquella poción que usábamos para dar buen sabor a las espinacas que tanto odiamos. Tal vez podrías modificarla para que…
-En serio piensas que voy a ponerme a modificar una poción para que tus caramelos de limón sepan a limón?
-Emmmm si?- dudó Albus poniendo esa carita de abuelito tierno.- o que otra manera se te ocurre de que esos caramelos lleguen a mi?
-No te preocupes, sigues molestándome que moriré de fastidio y te llévate tus tontos caramelos yo mismo.
Y salió dando un portazo. Albus estaba seguro que rumbo a su laboratorio…
