Huésped

Introducción

Con un ágil movimiento Yoh retiró los tallarines del fuego y los vertió en la fuente que tenía especialmente preparada cerca de él.

- Ah! – Exclamó el shaman con satisfacción – Estuvieron al fuego el tiempo exacto, parece que esta vez si me van a quedar ricos ¿no crees Amidamaru? –

El espíritu samurai había estado con él en la cocina tratando de ayudarlo en todo lo que le era posible. Miró al reloj y le devolvió a Yoh un gesto de preocupación

- Amo Yoh, será mejor que se de prisa. Mire la hora, la novela que la señora Anna ve al mediodía terminará en cualquier momento y entonces ella querrá almorzar… –

- Lo se. Si para entonces no encuentra el almuerzo hecho nos va a ir mal- Interrumpió el joven shaman con calma – Pero no te preocupes, esto ya casi está –

En ese preciso instante la se escucharon los pasos de Anna bajando la escalera, desde el comedor un grito.

- Más te vale que el almuerzo ya esté listo porque tengo hambre –

- Dame un minuto Annita, ya voy –

- Tienes 45 segundos – Repuso la itako – Y no me digas Annita –

Yoh esbozó su ya característica sonrisa y se apresuró llevando la fuente hacia donde estaba su prometida. Apoyó el almuerzo en la mesa y se quedó al lado de ella esperando el veredicto, sabía que ante el menor defecto en lo que había preparado tendría que salir corriendo a la cocina para hacer todo de nuevo.

- Vaya, pues ha decir verdad si esta sabroso – sentenció Anna, el shaman exhalo aliviado – ¡Pero te tardaste 46 segundos en traer la comida! –

- Pero Annita… -

- ¡Que no me digas Annita! Siéntate ¿Qué esperas? Tu comida enfría –

- ¿No vas a castigarme? –

- No si te encargas de lavar la loza–

- ¿ No has escuchado que en algunas familias quién cocina nunca lava? – Suspiró Yoh resignado

- ¿Qué dijiste? –

- Nada …- Yoh se alistó para lo inevitable, en circunstancias normales el golpe habría sido ineludible… al ver que el castigo no llegaba volvió a abrir los ojos, la itako lo miraba curiosa pero sin enojo. Yoh supo que algo raro le estaba pasando a su prometida pero juzgo poco prudente tentar aun más su suerte, sin decir una palabra avanzó hacia su plato y almorzó en silencio.

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El shaman tarareaba una canción mientras lavaba la loza en la cocina, había despachado a Amidamaru para que le llevara un mensaje a Manta: y es que en la mañana había recibido la confirmación, los Shamanes se reunirían aquél día en la Casa Asakura. Esta novedad tenía a todos muy contentos, exceptuando claro a Anna que seguía siendo un poco intolerante cuando algo o alguien llegaba a perturbar su tranquilidad.

La itako avanzó hacia la puerta de la cocina mientras se acomodaba la pañoleta en su cabello.

- Voy a salir –

- Vaya ¿justo hoy? –

- Si ¿tienes algún problema con eso? –

- No, pero trata de volver antes de la hora de cenar. Todos van a venir, no será lo mismo si no estás –

- Volveré a tiempo- Aseguro inexpresiva - Sin mi aquí para controlarlos la pensión quedará hecha un desastre. Y ya lo sabes, ellos pueden venir con la condición de que todo quede en perfecto estado. Si se produce un destrozo, de cualquier tipo, tu serás el responsable y deberás rendirme cuentas –

- No te preocupes – dijo el shaman sonriéndole a su prometida – Todo va a salir bien -

- Bien, entonces ya me voy. No rompas nada mientras no estoy y si rompes algo no lo escondas, me enteraré de todas formas -.

Habiendo dicho eso la itako caminó en silencio hacia la salida, allí se puso sus sandalias y caminó en silencio por la calle.