Los juegos del hambre no son de mi propiedad, y no es mi finalidad lucrar con ellos. Contiene una diminuta escena donde se describe alguno que otro golpe, nada serio. Aun así favor de tomar esto como un aviso.
La misma vieja canción
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Por: Yumi Inuzuka
Tic Toc … Tic Toc…
Posó la mirada en el reloj de pared.
4:20
Suspiró de mala gana.
Sólo a ella la podía mantener desvelada un mal presentimiento. Sorbió de su taza un poco de té helado. Ahí estaba ella, acurrucada en el sillón de su sala, bebiendo algo para refrescarse en aquella sofocante madrugada de verano, con Buttercup panza arriba en el sillón, con un chongo mal hecho para mitigar un poco el calor, descalza y en camisón de tirantes. Golpeando con los dedos la fina porcelana. Tenía un cuarto de hora más o menos desde que había decidido bajar a la cocina a prepararse algo frío de beber, pues desde que tocó la cama no había podido pegar el ojo para nada.
Así que harta y agobiada por la temperatura optó por levantarse.
No sabía muy bien porqué, pero un presentimiento extraño la había perseguido todo el día, cómo si se le oprimiera el pecho, como si estuviera nostálgica. Incluso Dandelion se había preocupado por su madre, preparándole un té de hiervas que (muy a su pesar) tuvo que beberse para no romper el corazón de su pequeña. Sí, definitivamente estaba inquieta, pues confiar en su instinto había sido siempre vital, así que no podía ignorar lo que sentía así como así. Se acomodó en los cojines del sofá y resopló ya enfadada, ¿Qué significaba esta clase de molestias en su sentir? La angustia la había tenido muy al pendiente de Dan todo el día, confirmándole gratamente que no se trataba de ella. Después pensó que podría tratarse de Haymitch, así que un tanto horrorizada fue a donde el viejo ebrio vivía, encontrándoselo dormido a sus anchas en su polvoriento sofá, tenía que aceptar que verlo bien la tranquilizaba, así que decidió dejar un poco de comida caliente para cuando se despertara, obviamente ella podría lavarse las manos de eso argumentando que había sido
Peeta…
Bebió lo último que pudo de la taza, dejando el asiento al fondo, y se dispuso a entrar de nuevo en la cama. Tal vez, después de todo, sólo eran sus nervios. Así que se estiró perezosamente y se despidió rudamente del felino apretujándole la barriga. Pero justo forcejeaba con él cuando un leve sonido se escuchó.
Con los nervios aún no muy compuestos se alertó, dejando al gato en paz y quedándose tiesa como estatua para poder deducir el origen del ruido. Miró a todos lados despacio, esperando a que volviera a aparecer aquel sonido, que bien habían parecido golpeteos, sin embargo no halló ó el ceño… ¿Se lo habría imaginado?
Un arañazo en la mano la hizo reaccionar. Buttercup había salido corriendo de ahí al verse liberado de sus cariñitos no sin antes dejar en claro que no gustaba de ellos. Soltó un gemido de sorpresa y dolor, maldijo por lo bajo y rápidamente comenzó a hacerse presión en las líneas rojas…
-Me las pagarás.
Por un segundo estuvo muy convencida de eso, el ardor que sentía sólo le hacía pensar en cómo se las pagaría esa bola de pelos gruñona. Pero en seguida su humor bajó por los suelos, derrotada, al recordar que no podría hacerle absolutamente nada...
Dandelion
Nuevamente suspiró derrotada y, con sus nuevas marcas punzando en sus pálidos brazos, se dispuso a volver a la habitación en silencio.
Toc ...Toc ... Toc ...Toc
Por reflejo dio un salto.
Ahora sí que había oído claramente ese suave sonido, y si no se equivocaba era la puerta. Se le erizaron los bellos de los brazos y la nuca. Miró con preocupación el reloj.
¿Quién podría ser a esas horas?
Se plantó justo frente a la entrada tratando de visualizar mentalmente a quien estuviera del otro lado, impaciente y con el corazón intranquilo. Sabía que cualquiera que tocara su puerta a esas horas debía ser por algún tipo de emergencia, pero lo que no sabía era por qué no la atendía como tal. Las manos le temblaban ligeramente y la piel no dejaba de erizársele.
Entonces creyó escuchar un rechinido en las habitaciones de arriba, ¿Se habría despertado Dandelion?
Miró las escaleras esperando que en cualquier momento se apareciera su pequeña hija, pero… Clink… Toc… Toc.
Su atención volvió a la entrada al oír lo que parecía ser una botella, y unos golpes un tono más arriba que los anteriores. Entonces la imagen de un Haymitch alcohólico al otro lado le hizo soltar un soplido de enfado.
¿Tanto para eso?
De mala gana tomó su abrigo del perchero, en busca de las llaves. Pero el susurro casi tétrico y ebrio que atravesó el umbral la dejó paralizada.
-Katniss.
Esa voz.
El aire se le escapó, su corazón dio un salto doloroso en su pecho y las manos empezaron a temblarle.
Dandelion… Peeta…
Automáticamente retrocedió un par de pasos. Tragó saliva con dificultad y frunció el ceño. La frase 'no puede ser' se repetía en su arremolinada mente. Con pasos vacilantes se acercó sigilosa a la puerta, recostando de lado el rostro en la madera para poder escuchar mejor lo que ocurría al otro lado.
-Katniss, ssé que ahí esstass- Un bufido -Abre la puerta... Por favor.
Y la impresión de esa voz ebria susurrándole como si pudiera verla fue demasiada, se despegó bruscamente y se echó para atrás, tratando de alejarse de lo que estaba ocurriendo. Tuvo que taparse la boca con una mano para evitar una expresión de asombro.
No puede ser cierto.
Con los nervios a flor de piel se detuvo un instante a pensar. ¿Qué debía hacer? No podía abrirle la puerta así porque sí, no después de lo que ocurrió, no estas condiciones, no así…
No ahora.
Toc… Toc… Toc… Los golpes se escucharon más fuertes esta vez.
-Katniss, abre.
-¡Cállate, Gale!- Pero de inmediato ella también se calló.
Su instinto le había hecho querer callarlo para que no despertara a nadie, pero en su intento ella había hablado demasiado alto. ¿Pero es que como no reaccionar de esa manera? ¿Cómo rayos se le ocurría venir como si nada? ¡¿A estas horas?! ¡¿En aquel maldito estado?!- Miró preocupada hacia las escaleras agudizando sus sentidos, cerciorándose de que su tono de voz no hubiera ocasionado nada.
Un suave crujido se escuchó en la puerta, haciéndola volver. Sus ojos color gris se entrecerraron fijos en la entrada. Podía asegurar que había apoyado su cabeza en la madera blanca.
-Katnissss.
-Cállate, Gale- Susurró ahora a penas lo suficientemente ato como para que él la escuchara -Dandelion duerme
-Perdoname, Katnissss. Por favor, perdóname… yo...
-Gale, es de madrugada. ¿Qué quieres aquí a estas horas?
Aunque susurraba lo más bajo que podía, no dejaba de revisar las escaleras para comprobar que no hacía mucho ruido. ¿Le había pedido perdón? ¡¿Gale?! Por un instante creyó que estaba soñando, y así lo hubiera preferido, nunca se imaginó oír en esas condiciones al Hawthorne, tan… ¿Abatido?
Mientras afuera sólo se escuchaba la respiración alcohólica del moreno acompañada de uno que otro 'clink' que hacía su botella. Un bufido.
-Abre, por favor. Katnissss, te extraño, perdón. Yo…
-Vete, Gale… Por…- La garganta se le cerró.
La voz de él se oía tan arrepentida. Quería decir por favor, pero de pronto algo le hizo reaccionar… No tenía que rogar que se fuera, ella NO se rebajaría a pedirle nada a él por favor, NO se lo merecía.
-Vete, no tienes nada que hacer aquí- Terminó ordenando.
Silencio.
Katniss creyó por un momento que había entendido y que, ingenuamente, había decidido no rogar más.
Obviamente, Gale era así: orgulloso. Él nunca rogaba, de hecho aquello estaba fuera de todo lugar en ese momento. ¿Que le hubiera pedido perdón?
Aunque entendía el porque lo hacía.
Culpa.
-Catnip, esscúchame. Por favor.
-No, Gale. Tú escúchame a mí. Hace mucho que no haces falta en esta casa- Los nervios amenazaban con dejarla sin palabras. Las manos le sudaban por los nervios y la voz casi le temblaba. Pero ella era Katniss Everdeen, la orgullosa mujer que había sobrevivido de lo inesperado, la mujer que había salido con vida de dos rondas de los Juegos del Hambre, la mujer que había rechazado al que fuera el amor de su vida sólo por no querer atarlo a la miseria que los juegos habían dejado en ella, la mujer capaz de renunciar a su propia felicidad por intentar dejar conformes a todos -Y no me digas Catnip.
La mujer que había salido adelante cuando él las abandonó.
-Catnip… Katniss… Te nezcessito… Nezcesito a la niña… Las nezcesito a ambass de vuelta conmigo… Por favor…
El coraje tiñó su voz. ¿A caso se burlaba? -¿Qué te hace creer que nosotras te necesitamos a ti?
-Vamos Catnip, abre. Hace frío aquí, ¿Podemos hablar adentro?
-¿Y para qué querría hablar yo contigo?
De nuevo silencio. Su respiración se había vuelto entrecortada, aunque no tenía bien definido si era por rabia o por el esfuerzo de no alzar la voz. Se frotó los brazos desnudos, ¿Eran sus nervios o empezaba a hacer frío? Descalza comenzó a marcar los pasos hacia la puerta y de regreso, nerviosa y un poco alterada. Aun no cabía de la sorpresa, ¿Qué debía hacer?
De pronto escuchó un bufido y unos ligeros 'gluc gluc'
-Vete de aquí, Gale. Vete.
-No me pidas eso, porque sabes que no lo haré hasta que me perdones y abras a puerta.
Se mordió el labio. Se tomó el pelo con desesperación pero no emitió ningún sonido. Aspiró profundamente. Debía hallar las palabras exactas para que aquel hombre se fuera, debía ser cuidadosa, debía intentar doblegar su espíritu necio y orgulloso; porque si es que hiciera más ruido…
-¡Katniss!
Como reflejo se recostó completamente en la tabla de madera. Como si con su cuerpo pudiera evitar que la puerta se derrumbara ante ella. Y es que no era para menos, parecía que Gale la había querido tirar de un solo golpe. No supo si había sido una patada o un puñetazo, pero la puerta vibró peligrosamente.
-Shhhh… Cielos,Gale- Refunfuñó asustada. Los ojos se le llenaron de agua por la sorpresa y los sentimientos arremolinados en ella. Miró con pánico las escaleras nuevamente.
-¡Carajjo, Katniss! Déjame entrar.
-Que te calles, Gale. Esta ya no es tu casa para que vengas a darme órdenes.
La respiración de Gale también se podía escuchar desde donde se encontraba aun acostada en la puerta. Su corazón comenzó a latir descontroladoem. Esto debe ser una pesadilla. Algunos mechones se habían salido de su chongo por la brusquedad de su acto, empezando a acalorarla ahora. Pero no le daría gusto al ojigris, ¡No señor! Ella no le demostraría que estaba asustada.
-Lo ssiento, Catnip. Yo…
-Que no me digas así. ¿Qué haces aquí, Gale? Deja ya el cuento de que estás arrepentido que hace mucho tiempo dejé de creer en tus palabras. ¿Te dejó? ¿Por eso vienes aquí? ¿Te hicieron lo mismo, Gale?-Justo cuando dejó de hablar un nudo se formó en su garganta.
Vaya que dolía remontarse al pasado.
Aunque…
Para ser sincera, ya no sabía qué le dolía.
-No. Ella nunca me interessó realmente. He regressado aquí por ti, por usstedes. Esstaba preocupado...
-¿Después de tres años? Vaya preocupado que debiste estar ¿cierto?
-Claro que lo esstuve, aunque te burless. Me preocupé mucho, ssabess que ssiempre he querido a Dan como mi hija…
-Pero NO lo es, Gale. Afortunadamente no lo es.
-No sseass tan cruel conmigo, ¿Qué no merezzco una oportunidad?
-No.
El sonido del bosque se podía escuchar perfectamente en el ambiente. Katniss estaba furiosa. ¿Quién rayos se pensaba para venir a hablarle de amor? ¡¿Después de lo que había hecho?!
Suspiró al borde de rendirse, recargó la frente en la madera y carraspeó.
-Vamoss Catnip, yo ssé que aún me amass.
-Tú no sabes nada, Gale. No tienes idea de nada.
-¿No vess que no pueden estar ssolass usstedes doss? Yo esstuve ahí para cuidarlass a ambass.
-¿Eso es lo que significa para ti cuidar de alguien? Por suerte Danny no te recuerda. Además nosot...
-Oh, Dioss Katniss. ¿Pero, por qué? ¿Por qué hass dejjado que me olvide? Yo esstuve para ti, y para ella cuando ssu padre lass dejjó.
Una sonrisa cargada de ternura se dibujó en su rostro, doblegándose ante lo que eso significaba ahora para ella… Familia.
-Necesitas saber que esta familia ya tiene a alguien que cuide de ella.
Y en ese instante la puerta comenzó a vibrar descontrolada por los golpes que recibía desde afuera. Katniss detenía la gran tabla de madera blanca con todas sus fuerzas, casi empujándola con todo su cuerpo.
-¡¿Hay alguien contigo Katniss?! ¡¿Esstáss con otro hombre aquí?! ¿Qué clase de mujer eress trayendo a hombress a esta cassa? ¡Aquí, con Dan!
-No te atrevas a reclamar nada, Gale. Yo a él lo amo, y siempre lo he amado. Así que mejor cállate y vete, ¡Lárgate o los despertarás!
Pero un manotazo en la puerta, justo al lado de su rostro, la hizo callar. La impresión se disipó al segundo de saber qué sucedía.
Precisamente lo que había querido evitar...
-Peeta…- Susurró.
El rubio mantenía la palma en la puerta, encrespado, con el pecho inflado de coraje, el ceño fruncido y el rostro rojo de ira. Aunque su cabello estaba desordenado se veía bien despierto, ¿Hacía cuanto que se había levantado? Traía puesto un pantalón de dormir y unas botas, pero no camiseta. Enterada de lo que sabía que significaba que Peeta se quitara la camiseta lo abrazó por el torso, intentando tranquilizarlo.
-No, por favor, no vale la pena.
Pero los ojos azules que tanto adoraba ni si quiera la miraban, sólo escrutaban la entrada, como esperando a que la madera se cayera y ver al fin al moreno.
Mientras tanto, la puerta seguía siendo presa de la rabia de un Gale ebrio -Abre la maldita puerta, Katnisss. Déjame entrar. Dandelion no puede vivir assí, contigo. Eress una mal agradecida, ¿Cómo ess que metess a MI cassa a otro hombre? Eress una perdida, eress una cualquiera, eress una…
Pero lo último que distinguió Gale, fue que la puerta se abrió y un manchón acaparó toda su visión. Pronto se encontró tirado en el suelo con la nariz escurriéndole sangre, mareado por todo el alcohol y el golpe que había recibido. De inmediato se intentó poner en pie, pero algo duro chocó de llenó en su estómago, volviéndolo a tirar al suelo sin aire.
-¡Peeta!
El chico de la veta escuchó el grito preocupado de Katniss y por reflejo aquel nombre le hizo sentir más furia. Se incorporó como pudo, abrazándose el abdomen por el dolor. Tambaleante intentó enfocar su borrosa visión en el hombre que tenía erguido frente a él.
-¡Tú!- Fue lo único que pudo articular. Jadeó e intentó hablar, pero el aire aun no era suficiente.
-No vuelvas a hablar así de ella ¿Me oyes? Ni si quiera vuelvas a dirigirle la palabra ¡Nunca! Esta no es tu casa, esta no es tu familia, Dandelion NO tu hija… Y ¡Katniss NO es tuya!
Hawthorne escupió sangre. -Yo hablo como sse me dé en gana.
El rubio se dio la vuelta con la furia aun atravesada en su -Estás ebrio, Gale. Cuando estés sobrio terminamos de arreglar esto.
Peeta llegó hasta el pórtico con la adrenalina tensándole los músculos aun, donde lo esperaba una angustiada Katniss. Dejando atrás los gritos y quejas del ojigris. La miró, con los ojos cristalinos y la respiración agitada, sintiéndose una rata por haber actuado así frente a ella. Pero es que no se había podido controlar, en verdad no pudo.
El corazón de ella dío dio un vuelco cuando lo observó acercarse, con la cara aun roja y los puños contraídos. La presión se le aceleró dramáticamente, y a lo lejos seguía oyendo la voz del que fuera su gran amigo y pareja. En cuanto tuvo a Peeta lo suficientemente cerca lo abrazó. La piel se le congeló cuando lo sintió rígido, pero no le importó. Quiso revisarlo para comprobar que no tenía daño, pero cayó en cuenta que era estúpido hacerlo, pues el único que había golpeado había sido él.
Él le envolvió el cuello delicadamente con un brazo y le besó la frente.
-Hace frío, entremos- Y fue todo lo que su enojo le permitió decir. Atrayendo consigo a Katniss adentro.
-¡Quédatela! Te la obsequio. No me sirve una mujer así.
El rubio sintió un peso enorme un uno de sus brazos cuando quiso regresar a terminar con Gale. Katniss se había abrazado con fuerza a él, no permitiendo que se separara de ella.
-Demandelion duerme- Susurró con los ojos cerrados, suplicándole.
Su corazón se estrujó y decidió hacerle caso, entró en la casa con su mujer y cerró despacio la puerta. Abrazó por la cintura a Katniss y se dejó abrazar igualmente. Había aprendido con el pasar del tiempo, que lo único que le podía tranquilizar después de un ataque eran los abrazos de ella.
Su Katniss.
Pasaron varios minutos en lo que la respiración de ambos se tranquilizó. Su corazón latía un poco más tranquilo y sus nervios habían disminuido considerablemente. Pero aun así, había algo que no la dejaba estar completamente tranquila.
-Peeta, yo no quería…
-Perdón. Perdóname Katniss, por favor.
Se separó bruscamente de él, buscando su rostro que se rehusaba a ¿Por qué se disculpaba? Intentó hablar, decir que si era porque había hecho pleito ella lo entendía perfectamente, que no tenía que disculparse por defenderla.
Pero los brazos masculinos la volvieron a apretujar contra él, y en un ademán de arrepentimiento apoyó la frente en su menudito hombro.
-Fui un estúpido al dejarte… Al dejarlas.
Su corazón se enterneció ante sus palabras, e inmediatamente le correspondió a abrazo. La manera en la que se sentía segura cerca de su pecho y custodiada por su aroma era increíble.
-Tú no lo sabías.
-Eso no importa, nunca debí dejarte. NUNCA.
La culpa se hizo presente ahora en ella. Tragó saliva con dificultad. Hacía tanto tiempo que temía una charla como esta. Desde que se había enterado que esperaba a la pequeña Dandelion se empeñó en hacer que el rubio se fuera de aquel lugar. Sabía que Peeta no pertenecía a ese lugar, sabía que él debía volar de ahí, ser algo más que un simple habitante de lo que alguna vez fue el distrito doce. Así que renunció al que fuera su otra mitad para sacarlo de ese infierno, al que ella sabía que lo condenaría si se enteraba de su estado.
-No puedes culparte, fui yo la que insistió en que te fueras.
-De hecho, me corriste- Corrige.
El tinte juguetón de aquella frase la hizo captar que él entendía muy bien que esa plática era un poco espinosa para ella. Le besó el cuello y sonrió.
-Entonces discúlpame tú a mí.
Peeta se tensó y de inmediato la tomó por los hombros con cuidado. Bajando su altura un poco para estar al ras de la de ella. Con molestia en el rostro. La ojigris se encogió por reflejo.
-Nunca vuelvas a decir eso. Nunca vuelvas a pedirme perdón, nunca. Fue mi culpa dejarte aquí y fue mi culpa que por eso buscaras refugio en Gale.
Ella negó despacio, casi con miedo de contradecirle. Y como lo esperaba, él la interrumpió incluso antes de abrir la boca.
-Katniss, por favor.
-Nunca pensé que él regresaría.
-Y no es tu culpa que esto pasara.
Silencio.
-Ambos se miraron por unos instantes más, Peeta relajando sus facciones de nuevo, Katniss disfrutando de tener la conciencia tranquila. Los ojos azules que hacía un rato no la querían mirar ahora la admiraban con vehemencia, haciéndola sentir la mujer más dichosa del mundo.
Por un instante imaginó su vida si Peeta no hubiera regresado, si Haymitch no hubiera metido las narices en donde (palabras de ella) no le importaba. Se recordó a sí misma el día que encontró el papel sobre su lado de la cama, a Dandelion llorando en su cuna mientras ella desgarraba las pocas cosas que él había 'No puedo con esto' Se excusaba en la hoja de papel. 'Necesito empezar desde cero mi propia familia, con ella…'
Ciertamente no podía decir que lo amaba, o que le dolía perder a su 'pareja' Lo que realmente le había dolido era sentirse decepcionada por su amigo, sentirse abandonada cuando él había insistido tanto en que estuvieran juntos, en haber creído que ellas estarían a salvo con él.
-¿Cuándo te despertaste?
-Cuando tocó por primera vez.
Las orbes grises de Katniss se abrieron de asombro. Él pareció apenado, y tras meditarlo con una mueca dubitativa suspiró.
-Lo siento. Por un momento pensé que tal vez el que volvía a sobrar aquí era yo.
Y los ojitos de Katniss se llenaron de lágrimas, las cuales retuvo con mucho esfuerzo. -Nunca has sobrado aquí.
-En cuanto dijiste que me amabas y que siempre lo habías hecho, lo supe.
Ella sonrió y él pasó sus pulgares por sus pestañas, limpiando las salinas gotas que sabía que ella (por orgullo y dignidad) no derramaría de otra manera. La besó en los labios. Un beso rápido pero tierno. Le acomodó los mechones salidos de su lugar y le sonrió ampliamente.
Katniss se deslumbró con la felicidad que él irradiaba. Y se sonrojó al entender orgullosa que era por ella… Ellas.
-Dandelion.
El negó despreocupado.
-Ella está bien. No se ha despertado.
-Vaya que tiene el sueño pesado esa niña.
Subieron las escaleras tomados de las manos.
-Buenos genes- Le guiñó un ojo.
Y la soltó para correr escaleras arriba, como si estuvieran en algún tipo de carrera. Ella rodó los ojos fingidamente fastidiada. La verdad era que no la fastidiaba, para nada. La realidad de las cosas era no le había mentido a Gale, ella amaba a su Peeta…
Y mucho.
-Por cierto- Se asomó por el barandal de las escaleras cual niño pequeño. -Yo también te amo, y siempre te he amado- Y volvió a desaparecer.
Y para ella, eso era lo único que importaba.
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O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_O_
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Espero que les haya gustado. ¿Me merezco un review? (: Pan de azúcar y chocolate caliente para dormir a todas y todos. Obvio no de Peeta, él es mío grrr ;)
