¡Hola! No he escrito en mucho tiempo. En realidad, pensé en no volver a escribir un fanfic.

Pero Sandra, una amiga me pidió que le escribiera un fanfic de esta pareja y aquí estoy, intentándolo. Tendrá ocho capítulos, espero que sean de su agrado.

Disclaimer: Kuroko no Basket no me pertenece, ni los personajes ni nada. Solamente la idea, que quizás ya este muy usada, pero me gusta así que ni modo.


Capítulo 1. La chica rara de la última fila

Sus padres acababan de mudarse a la ciudad. Al padre de Kazunari le habían ofrecido un mejor puesto y ese era el motivo del traslado. Al principio, el hijo mayor estaba molesto porque tenía muchísimos amigos en su ciudad con los que jugaba baloncesto y sospechaba que podrían convertirse en los mejores, pero luego decidió dejar atrás su egoísmo y estar feliz porque su calidad de vida sería mejor. Además, su hermana menor podría dejar de utilizar su ropa vieja y vivir la vida, quizás ahí podría tener amigas o algo así, dejar de ser vista como si fuera rara. Eso fue lo que hizo a Kazunari seguir a sus padres hasta donde pudieran guiarle. Y en su nuevo instituto, podría formar parte del equipo de basketball, sabía que el equipo era muy popular, por lo que solamente aceptaban como titulares a los que eran muy buenos, él sabía que era muy bueno. Era "excelente" para Shutoku. Quizás no debía confiarse tanto, pero esa era su forma de ser, confiado hasta la médula, algo que había heredado de su padre.

Y ahí estaba, finalmente esperando a que el director de la escuela le atendiera, usando su uniforme tradicional japonés, no le gustaba ese estilo de uniforme, pero el uniforme femenino valía la pena, hacía que se vieran tan tiernas. Estaba jugando con el celular, sin saber cómo perder el tiempo en lo que esperaba cuando un adulto se acercó a él y le tocó el hombro, guardó el aparato en el bolsillo trasero de su pantalón. Era su turno de entrar a la oficina del director para que se le fuera entregado su horario de la semana y le entregaran su credencial de estudiante junto con una información general de la escuela. También le acompañaría un profesor hasta su salón para comenzar con su día.

Kazunari siempre fue un chico social, pero la persona que le estaba acompañando a su aula. Era bastante aburrido, no sabía en que perder el tiempo mientras caminaba. Quizás pensando en los compañeros de clases que tendría. Quizás conocería a algunos que formaran parte del equipo de basketball, aunque era extraño que los de primero entraran a los clubs como titulares, no importaba él era suficientemente bueno para hacerlo. Estaba nervioso, nunca le había pasado pero esos chicos eran brillantes, demasiado inteligentes. Tomó una respiración profunda cuando vio al profesor detenerse frente a una puerta y tocar un par de veces. Era una ridiculez, Kazunari nunca había sido nervioso y mucho menos había tenido miedo de presentarse frente a un grupo, ni siquiera cuando era nuevo. Pero ahora sentía como si fuera juzgado tan pronto entrara. Todos ellos eran niños ricos, quizás ese era el motivo por el que sentía tanto miedo. Él nunca había sido de ese rango social.

—¿Es este el estudiante nuevo? — Se escuchó una voz amable. Takao pensó que era debido a que era una mujer la que hablaba. Aunque siempre había entendido que las mujeres por más japonesas y respetuosas que fueran no eran precisamente "calmadas" siempre daban miedo de una u otra forma.— ¿Takao Kazunari? — Se apresuró a asentir, sintiendo un flechazo por la preciosa profesora que podía ver. Ante la seña de ella para que entrara al aula, ingresó.

Se quedó mirando su clase, había muchos hombres y algunas cuantas mujeres. Estaban dispersas por toda el aula, pero hubo una que atrajo su atención. Estaba en la última del aula, con la mirada fija en la pizarra, el uniforme perfectamente colocado. De vez en cuando escribía notas en su libreta y en ocasiones le lanzaba miradas curiosas, era del tipo de chica que no le agradaba, pero desde el instante en que puso su mirada en ella, se quedó completamente enganchado. No se había dado cuenta siquiera de que la profesora le había pedido presentarse ante el aula. Vislumbró una sonrisa en el rostro pálido de la chica y él también sonrió. En definitiva, había hecho bien en ir ahí. Ahora no podría sacarse la mirada esmeralda de la chica y su poco peculiar cabello de un color similar. ¿Sería natural?

—Mi nombre es Takao Kazunari, viví en un pueblo cercano pero mi padre consiguió un mejor puesto en su empleo, así que nos transfirieron. —Comenzó lentamente. Sin dejar de observar a la peliverde que había dejado de verle, para fijar su atención en un punto en la pizarra, quizás estaba nerviosa.— Me encanta el basketball, así que intentaré entrar en el equipo. —La mirada de la chica misteriosa volvió hacia Kazunari, que se sintió un poco intimidado por los ojos que se reflejaban en los cristales de las gafas de ella.

Se le fue indicado que se sentara frente al asiento vacío al de la peliverde y vio como algunas personas rodaban los ojos y hacían comentarios extraños. La chica ni siquiera se inmutó, volvió la vista a la clase y se quedó mirando la pizarra como si no sintiera nada a su alrededor. En cuanto sonó el timbre todo su mochila y salió de clases. Takao habría querido seguirle con la mirada, preguntarle su nombre, cualquier cosa. Pero un grupo de gente se había lanzado hacia él y le habían preguntado tantas preguntas como podía contestar. Entonces, alguien hizo un comentario que Takao encontró extraño.

—Lástima que te haya tocado sentarte frente a Midorima. —El joven lo murmuró con sorna.

—¿Por qué? ¿Qué pasa con ella? —La curiosidad se hizo presente en la boca del joven, como si quisiera revelar todos los misterios del horizonte.— ¿Qué tiene que puede resultar tan desagradable?

—Bueno, ella es muy amargada. —Mencionó una joven que oía la conversación.— Y es muy extraña.— Suspiro con pesadez.

—¡Cierto! Dicen que invoca espíritus. —Murmura otra chica de cabellos castaños.— Si Takao-kun quiere pasarlo bien, es mejor que no se junte con ella. Esta loca.

Se escucharon muchas risas en el aula, algunas incluso de Takao. Las cuales acallaron en el momento en que Midorima entraba de nuevo en el salón acompañada de una lata de jugo de frijoles rojos y una botella de jugo de naranja. Camino en silencio por el aula, hasta llegar a su asiento que había estado siendo ocupado por una chica de las que hablaba con Takao. «Luce triste.» Pensó Takao para sus adentros. «¿Nos habrá escuchado?» Sacudió la cabeza mientras veía a todos alejarse como si la chica tuviera la peste. Esta solamente se dedicó a comer su almuerzo hasta que la hora terminaba. Takao fue al baño y cuando volvió no había rastro de la chica, ni de su mochila. Quizás debido al cambio de hora. Pero, en su mesa pudo ver una botella de jugo muy familiar acompañada de una nota.

"Bienvenido a Shuutoku, Takao-san. Espero puedas hacer muchos amigos.

Midorima Shiho"

Eso sin duda conmovió el corazón de Kazunari, quien no pensó que una chica que dejaba ese tipo de notas fuera considerada como extraña. Era claramente diferente a lo que le habían dicho, una chica de dulce corazón algo tímida. Aunque claro, aquellas ideas de Takao fueron bateadas cuando en la siguiente clase se sentó a su lado y comenzó una conversación con ella.

—Shiho-chan… Gracias por la bebida. —Su voz fue cariñosa y calmada intentando tranquilizar el supuesto nerviosismo de aquella nerviosa chica.— Me preguntaba si…— Pero se vio interrumpido por la chica.

—¿Por qué estás tomando tantas confianzas conmigo? —Cuestiono con cierta molestia. No le gustaba que le hablaran como si le conocieran, nadie le conocía. Solamente se burlaban de ella.— Que seas el chico nuevo no significa que puedas hacer lo que quieras.— Su tono era de molestia.— ¿Piensas que puedes burlarte de mi e intentar ser mi amigo? ¡Aléjate, idiota! —El tono de su voz fue lo que alertó al chico.

—Yo no…

—No me interesa. —Cuando el timbre sonó, se apresuró a irse.

El joven se quedó en silencio por un rato, incapaz de entender porque aquella tímida chica se estaba refiriendo a él como si fuera de alguna clase de matón. No sabía que era lo que había pasado. Pero no le dio importancia, había muchas chicas locas por cualquier motivo y no dudaba que la chica tuviera algún problema mensual, quizás era de eso de lo que estaban hablando los chicos de su clase y aquellas chicas tan guapas que le habían dicho que se alejara de Midorima Shiho. Era tan rara. Así que cuando salió de clases se fue directo a los vestidores para ir a la práctica de basket y unirse en el equipo.

Cuando entró al gimnasio, se sorprendió de ver sentada en las gradas a Midorima Shiho con ropas deportivas. El capitán del equipo le dio la bienvenida y le invitó a formar parte del entrenamiento. Le presentó a los miembros del equipo y consiguiente a la chica que estaba sentada en la banquilla.

—Esta es Midorima Shiho-san, es la manager del equipo. Trátala bien. —La chica le mostró una mirada cálida y bajo la mirada al libro que estaba leyendo.— Es una buena chica. —Comentó cuando se alejó un poco de ella.— Tiene una situación delicada, pero solo trátala bien.

Aquello último, picó la curiosidad de Takao. Pero pensaba que se refería a su aparente mal humor y lo grosera que era. Mientras jugaba con el equipo, miraba furtivo a la chica. Ella estaba concentrada en la lectura pero giraba la cabeza para ver el partido y tomar notas. ¿Es que nunca dejaba de tomar notas? Cuando se acercó a ella para tomar la toalla que le ofrecía al equipo se la arrojó al rostro velozmente.

—Entonces, Shiho-chan… — Comenzó.— ¿Cuál es el secretito que te guardas?

—¡No me llames por mi nombre! —Escupió.— No somos amigos, solo somos compañeros. No te dirijas a mi… Déjame sola. —Le dejo con las palabras en la boca cuando solamente se despidió con un "Hasta pronto".

Y por segunda vez ese día, Midorima salió por la puerta con velocidad, cargando su maleta con ropa y su mochila. Esta vez, estaba seguro de que lo que habían dicho los compañeros de clase era verdad. Ella era insoportable, una doble cara. Solamente quedaba bien con los senpai… La iba a destrozar en su propio juego, aquella chica que solo fingía ser agradable… No volvería a caer en su juego.

Takao Kazunari había aceptado el reto.