Prologo
Draco se encontró en un lugar extraño, para sus ojos de un niño de 7 años ese mundo era sumamente fascinante; no recordaba como había llegado allí. Su abuelo le había dado un medallón y había aparecido en ese lugar, una luz cálida lo había envuelto, arrastrándolo desde el pecho a ese mundo sin suelo… Lo primero que vio fue que el suelo era de estrellas, como si pisara un tablón trasparente que le permitía ver ese inmenso universo; se extendía más allá de sus infantiles ojos iluminados. Levanto la vista hacia arriba curioso por ver el cielo, pero lo que observo lo desconcertó, podía ver la hierba mecerse por el viento arriba de su cabeza, lejana como si estuviera viendo el sol.
Dio unos pasos en el suelo de estrellas brillantes, hipnotizado por la belleza de ese mundo tan ajeno, tratando de encontrar algo más que estrellas y hierba; fue así como encontró a la niña. Parecía mas grande que el, de unos 11 años, su cabello era rubio y largo, esparciendo sus mechones dorados por el suelo invisible de astros donde se encontraba sentada, sus ojos lo miraban de forma vacía eran azules y grandes, opacos y dolorosos. Su rostro si bien infantil, parecía contener la sabiduría de un anciano, inexpresivo y serio; su pequeña boca sellada parecía no conocer la sonrisa. Vestía un vestido de época rococó, blanco con hermosos lazos del color de la sangre. En sus manos sostenía un gran libro negro con un árbol dorado en la tapa.
Tendría que estar en Hogwarts pensó, mientras se acercaba a ella, su abuelo siempre le dijo que tenia que sociabilizar con jovencitas de alta sociedad de los brujos, y ella parecía serlo.
_ Hola…_ dijo el pequeño niño sonriendo, sus ojos grises brillaban ansioso; de repente recordó que así no se debía saludar, no un Malfoy a si que hizo una pequeña reverencia a la niña que le había parecido la cosa mas hermosa que haya visto en sus pocos 7 años.
La niña no contesto, Draco se molesto, como caprichoso que era, se sintió herido. Se dio la vuelta y se cruzo de brazos, si no le hablaría entonces él tampoco pensó y se sentó decidido, observando hacia la otra dirección. Esperaría a que su abuelo lo sacara de allí, no conocía ese lugar y tenía miedo así que no se aventuro a caminar más, ya se había alejado bastante y ese mundo no tenía puntos de referencia.
El niño con algo de miedo y curiosidad miro de reojo a la niña, seguía leyendo detenidamente el libro. Molesto ante que lo ignoraran se dio la vuelta.
_ ¡Oye! ¿Sabes quien soy? ¡Soy un Malfoy! ¡Deberías prestarme atención tonta!_ grito el pequeño rubio. La niña lo observo sin expresión, no sonreía y aun así era tan bonita. Las mejillas de Draco se colorearon y miro hacia sus zapatos negros nuevos, aquellos que solo usaba para visitar a su abuelo.
_ Lo siento…_ dijo la niña en una voz suave y dulce_ No recordaba como se hablaba._
Draco la miro confundido, ¿No recordaba como hablar? La niña debía ser mas tonta que Crabbe y Goyle, esos amigos que su padre les obligaba tener, debía reconocer, eran buenos ayudándoles a molestar a los otros niños del instituto, pero aun así a él ningún compañero le agradaba en realidad. Tal vez, Nott y Blaise, pero era muy presumidos y Pansy era una niña gritona y molesta, con eso de obligarlo a ser su novio… no quería ser novio de nadie, las niñas eran chillonas y malas.
Un sonido a platos romperse lo asusto.
_ ¿Dónde estamos?_ Pregunto Draco nervioso.
_ Este mundo no tiene nombre…_ dijo la niña pasando otra hoja del libro que leía.
_ No tiene nombre… Que cosa mas rara, y ¿Qué lees?_ pregunto estirando la cabeza para ver si llegaba a leer un titulo.
_ Es el libro de Fios…_ Draco la miro confundido
_ ¿Que es eso? ¿Es sobre magia?_ pregunto emocionado.
_ Un libro que tiene las verdades del mundo, el conocimiento infinito. Tiene la sabiduría de todo…_
_ ¿Te sirve para saberlo todo? Vaya… ¿Cómo te llamas? ¿Por qué estas acá?_
_ No recuerdo mi nombre, vivo aquí desde hace mucho tiempo…_
_ Solo eres una niña… No creo que sea tanto tiempo, no te creo. A parte no saber tu propio nombre… ¡Me estas mintiendo! ¡Te exijo la verdad!_ dijo Draco molesto. La niña lo miro inexpresiva pero con mirada titubeante.
_ Aquí no hay tiempo… ninguno crece aquí. Y he vivido tantos años sola y sin escuchar mi nombre que simplemente lo he olvidado. No ocurre nada, no dejas de ser lo que eres simplemente por no tener nombre. _
Draco la observo detenidamente, creyó que estaba loca, que ese mundo la hacia tener patas para arriba sus ideas, pero sabia aun siendo pequeño, que hasta el mundo de la magia podía tener sorpresas.
_ ¿Estas sola todo el tiempo?_ pregunto mientras se sentaba junto a ella.
_ ¿Sola? Eso creo… no cualquiera puede entrar aquí…_
Draco la miro nervioso ¿Y si su abuelo no podía ir a buscarlo?
_ ¿A que te refieres? ¿Mi abuelito no va a poder entrar aquí?_
_ Eres el primero que entras desde hace mucho tiempo… Nunca antes había entrado un Malfoy ni nada parecido_ Draco se asusto, no viviría allí miles de años siendo un chiquillo de 7 años, quería crecer e ir al colegio de magia, ver otras personas que no sean los sangre pura de etiqueta. Quería hacer amigos verdaderos.
_ ¿Cómo salgo de aquí? Pregunto cada vez más nervioso
_ ¿Quieres salir?_ pregunto la niña, se levanto torpemente como si no recordaba como ponerse en pie._ Yo te ayudare… si me cumples un deseo.
_ ¿Un deseo?_ pregunto el niño_ yo no tengo varita aun._
_ No es eso… quisiera que me dieras un abrazo._
_ ¿Un abrazo?_ el niño se sonrojo y dio un paso atrás.
_ Solo así te liberare…_ dijo la niña lentamente mientras lo observaba determinante. Draco trago sonoramente y tomo la decisión, no quería vivir allí, sin sus juguetes ni su mama con él, no era justo. Se acercó a la niña solo una frente mas alta que el y la abrazo, sus ropas eran sumamente suaves pensó, mientras deseaba irse a comer pastel con su mama mientras ella tomaba té de rosas. De pronto sintió como su camisa se mojaba, y la niña hacia pequeños espasmos. Estaba llorando.
_ ¿Estas bien?_ pregunto Draco preocupado_ no quise lastimarte, ¿te abrace muy fuerte? ¿Te hice daño?_ Quiso soltarse pero la niña lo abrazo mas fuerte.
_ ¿Volverás?_ pregunto la niña seguía llorando, no podía ver su rostro.
_ No lo se…_
_ ¡No te dejare ir si no vuelves!_
_ Eso no es lo que dijiste en un comienzo…_ dijo molesto pero la niña lo abrazo mas fuerte y sintió ganas de llorar el también.
_ ¡Promételo!
_ Esta bien volveré… lo prometo_ Draco suspiro y sintió como de la niña una calidez se expandía. Una luz blanca lo cegó mientras dejaba de sentir su cuerpo.
_ Es una promesa, Draco._
El pequeño niño cerró los ojos, esperando estar en su hogar cuando los abriera.
Abrió los ojos porque sintió el frio suelo en su cuerpo, los abrió lentamente, mientras un olor horrible se impregnaba en sus fosas nasales, no olían a galletas ni al perfume de su abuelo. Era desagradable. Se incorporo despacio, se sentía mareado, en su cuello colgaba el medallón de plata que le había entregado su abuelo en la biblioteca antes de marcharse. Se encontraba allí, las grandes estanterías contra la pared reflejaban sus sombras sobre la alfombra esmeralda gracias a la luz persistente de la luna, ya era de noche, no había luces y eso le dio mucho miedo. ¿Dónde estaba su abuelo?
-Iré a buscarlo- pensó mientras se levantaba.
Cruzo la sala y abrió la puerta, el olor se hizo mas intenso y quiso no salir, pero le daba más miedo estar solo.
_ Abuelo…_ llamo Draco mientras caminaba despacio por los pasillos. Pensó que tal vez estaría en la sala principal, le había dicho que tenia que charlar con un socio, y él siempre lo hacia, a diferencia de su padre que trataba todo en su estudio, en la sala junto a la hoguera, solía decirle que el estudio era de su padre, pero Draco creía ver que algo le desagradaba a su abuelo de ese lugar.
Camino despacio viendo el umbral de la salida hacia la sala, corrió al ver luz alegre por ver a su abuelo y decirle donde había estado, pero lo que vio lo dejo horrorizado. Las paredes con tapiz italiano de color verde, las ventanas, las alfombras todo estaban cubiertas de sangre. No podía caminar, no podía reaccionar, su mente estaba en blanco. Tal punto estaba disociado del medio que no vio venirse a el una bestia, tan grande como un hombre lobo.
La sangre se derramo en el suelo, Draco vio como una espada atravesaba a la bestia, haciéndola caer a sus pequeños pies enfundados en zapatos negros llenos de sangre. Miro al dueño de la espada, ese hombre se parecía a su abuelo, alto con cabellos rubio y sus facciones eran idénticas, pero era mas joven. Estaba vestido de negro, ocultando las manchas de sangre en su ropa, pero no en su rostro pálido ni su cabello rubio, sus ojos eran penetrantemente grises, como los de su abuelo, como los de su padre, como él. No podía moverse aun, vio como el hombre lo apuntaba con la espada.
_ Lo siento Draco… pero debo llevarme ese medallón._ sin poder articular palabra un hilo de luz salió de la espada del hombre. Draco se desmayo, y cuando despertó, no recordaba nada, solo recordaba haber comido pastel de fresa con su mama en la sala de té.
Ese día le dijeron que su abuelo había muerto, de Viruela de Dragón, Draco no entendió porque, porque no recordaba a su abuelo enfermo; no entendió porque después de ese día su padre dejo de sonreírle y comenzó a ser estricto, ni porque su madre lloraba todas las noches, ni porque sentía un vacío en su corazón. No seria después de diez años que entendería las consecuencias de un medallón, de una niña y una codicia.
