Capítulo 1 : La escotilla
No puedo ponerme de pie. Estoy sentada en el suelo y las piernas me tiemblan mientras las abrazo. Todavía estoy congelada por la brisa gélida que me envolvió mientras se cerraba la escotilla. Pero comparado con la frialdad de su mirada, la brisa era cálida. Un par de ojos negros enfurecidos y heridos, son la sombra de la que siento no podré escapar jamás, no importa a qué rincón de la galaxia vaya.
Pude ver el carbón quemándose allí dentro, y la humareda no me permitió ver nada más. Cualquiera fuera la tormenta que se librara en su interior yo estaba fuera.
Pero había estado dentro. Y no podía olvidar.
Esa extraña conexión, que nos permitía hablar incluso a años luz de distancia, fue creada por la oscuridad. Pero, si el líder supremo había muerto, ¿por qué lo vi mientras cerraba la escotilla? ¿No debería todo haber terminado?
Sacudí la cabeza. Tal vez lo imaginé…llegué a acostumbrarme tanto a aquella conexión que mi mente me jugaba una mala pasada haciéndome pensar que aún se mantenía. Si…seguramente era eso.
-¡Hey, Rey! ¿Qué haces aquí abajo? ¿no deberías estar descansando?- la voz de Finn interrumpió mis pensamientos. Me sentí avergonzada de que supiera lo que pasaba por mi mente.
Uno momentos antes había estado con Finn y el resto del grupo, pero me había retirado para descansar. Y por alguna razón que no acabo de comprender, bajé hasta la puerta de la escotilla y me dejé caer en el suelo. Sentía ganas de llorar…y ahora que apareció Finn, agradezco no haberlo hecho.
-Creo que aún estoy con la adrenalina alta…por la batalla y todo eso. Necesito calmarme. Aquí es silencioso.
-Dímelo a mí- Admitió, sentándose junto a mí- Estuve a punto de sacrificar mi vida por la causa.
-¿A qué te refieres?
-Iba directo a estrellarme contra el ariete, era la única forma de detenerlo- dijo el encogiéndose de hombros.
-¡Finn!- exclamé horrorizada, incorporándome. La sola idea de perderlos en los brazos de una muerte tan terrible me puso los pelos de punta.
-Era la única forma- Remarcó Finn, de tal forma que se notaba que ese era su único argumento, y el final. No había nada más que discutir. – Pero Rose me salvó.
-La chica que estabas cuidando- asentí esbozando una sonrisa. Apenas los había visto hace unos momentos juntos, y a pesar que ella estaba inconsciente, podía notar que algo estaba sucediendo allí.
-Así es, ella es…especial.
-Espero que se recupere pronto- Alargué mi brazo, tomando la mano de Finn con firmeza.- Estoy en deuda con ella por haberte salvado la vida.
Acto seguido Finn se inclinó hacia mí y yo hice lo mismo para fundirnos en un abrazo. Lo que había hecho, la idea de perderlo, me exaltó, pero luego recordé ¿no hubiese yo hecho lo mismo en su lugar? Después de todo, me había dado cuenta que la causa por la que peleamos es más grande que nuestros deseos y sentimientos. Incluso más grande que nuestras propias vidas
A las pocas horas, estaba en el sistema Hurr. Al contrario de lo que pensé, aquí no habían bases militares, simpatizantes de la resistencia ni ningún tipo de vestigio de guerra. Tampoco existía aquí la Primera Orden. Según escuché, éste planeta era uno de los rincones más alejados de la galaxia y muchos desconocían su existencia. Era el lugar perfecto para ocultarse y renacer…para reconstruir todo lo perdido.
Apenas arribamos, la general ordenó transmitir un mensaje a todos aquellos simpatizantes de la antigua república, los mismos a quienes envió el llamado de auxilio mientras estaban en Crait. Esta vez el mensaje era diferente. A todos quienes se sintieran llamados a formar parte de esta resistencia, este era el momento para hacerlo.
El llamado de Hurr surtió efecto, y durante los días siguientes llegaron delegaciones completas trayendo consigo naves, tropas y armas. Muchos de ellos habían recibido el llamado de Crait, pero no habían alcanzado a llegar a tiempo. Por supuesto, comparado en número con lo que había sido la resistencia no era más que un puñado de gente, pero lo suficiente para comenzar de nuevo.
Caminaba entre el caos del desembarco más reciente cuando percibí algo distinto. Eran un par de ojos. Varios de ellos. Miraban directo hacia mí, y después se desviaban, antes de que pudiera reconocerlo. Mantuve esa sensación toda la tarde, hasta que me reuní con Finn. Venía alterado, me cogió de un brazo y rápidamente me llevó a uno de los contenedores que servían de refugio, cerrando la puerta tras de él. Adentro estaba en penumbras, pues sólo había un agujero en el techo por el cual se colaba un haz de luz.
-Ok, Rey, así que ahora vas a decirme...- comenzó a disparar, atropellando una palabra con otra.
-¿Decirte qué? – exclamé, desconcertada. A la vez, sentí miedo…como si Finn hubiera descubierto algo de mí. Algo malo. Pero si yo no tengo nada que ocultar, ¿por qué sentía que algo muy valioso estaba en peligro de ser descubierto?
-¡Que mataste a Snoke!- susurró Finn con premura. Mi cuerpo se relajó.
-¿Qué? Yo no he asesinado a nadie- me defendí
-Eso no es lo que todos están contando. La Primera Orden lo ha hecho oficial, todos lo saben: mataste a Snoke. Se te acusa de conspirar en contra de la orden y de terrorismo.
-Yo no he asesinado a nadie- insistí con vehemencia. No podía tolerar que los demás pensaran eso de mí.
-¡Vamos, Rey! ¿no fue por eso que pudiste escapar? …Incluso la general está al tanto
-Te estoy diciendo, no fui yo. Yo no maté a Snoke.
-¿Entonces, quién?
-Ben lo hizo
-¿Quién?- exclamó Finn con una genuina expresión de interrogación en su rostro. Él no reconocía ese nombre, y para ese entonces, yo tampoco. Debía dejar de usarlo.
-Kylo…Kylo Ren lo hizo. Él asesinó a Snoke.
Mi amigo se quedó quieto por un momento, y podrí a apostar a que su rostro palideció.
-¿Hablas enserio? – balbuceó- ¿Por qué….por qué haría algo como eso?
Sólo pude encogerme de hombros. La verdad es que ni yo misma podía dar una respuesta. Supongo que fue un dilema de un camino u otro, y gracias a su elección conservo mi cuello, pero…había algo más. Algo que para Finn fue obvio.
-No lo puedo entender a menos…- chasqueó los dedos- a menos que lo asesinara para convertirse en el líder supremo, y gobernar él mismo. Y luego, para limpiar sus manos te incriminó a ti….jamás sería aceptado como un líder legitimo si se sabe que es él el asesino de Snoke. – Finn se detuvo un momento, para mirarme directamente a los ojos, con una expresión que sólo tenía un significado; miedo- Él es peor de lo que imaginé…esto sólo confirma lo peligroso que puede ser.
-Estoy de acuerdo- Y de verdad lo estaba – Él está consumido por el lado oscuro.
-Entonces nadie puede saber lo que en verdad sucedió - dijo Finn, tras hacer una pausa, deteniéndose a pensar.
-¿Por qué no?
-Todo el mundo cree que tú mataste a Snoke. La gente está hablando, eres una especie de símbolo ahora- me contó el. En sus ojos había una extraña mezcla de conflicto y entusiasmo.
-Pero no lo hice – la idea de ser reconocida como una asesina no era algo que me entusiasmara.
-Pero eso no es lo que dice la Primera Orden- protestó él, como si lo que ellos dijesen estuviera escrito en piedra- Rey, ¿no lo ves?
Negué con la cabeza. Finn se acercó a mí, me cogió del brazo suavemente y me miró directamente a los ojos.
-¡Esto es justo lo que necesitamos!
