¡Hola, gente! Alguien ya me preguntaba cuando caería en esto. ¿Qué es esto? Sí, ahá, una tabla.

Está es la tabla Hybrid Heaven, que creó una amiga para mí, nació del aburrimiento. "Oh, sí. Dime unas palabras" Y anoté. Acá está el resultado.

Ya estoy escribiendo el capítulo número 17 de mi fic. Procuraré no demorarme.

¡Disfruten!


Roto

Levantó la mirada sorprendido, incrédulo y asustado. Ella, en un principio, lo miró con incredulidad, pero luego esa marca se reemplazó lentamente por pequeños haces de dolor y desesperación. Él se acercó rápidamente, tomó su varita y trató de arreglar lo que por accidente había hecho. En vano, claro. La muchacha se deslizó al suelo con lentitud y tomó entre sus delicadas manos, la delicada flor, aquel hermoso prendedor, aquel atesorado regalo. Con una delicadeza casi inexistente en su manera de actuar, lo guardó en su mochila, lo envolvió en su pañuelo y dejó que la hermosa flor marchitara sola. No había nada que hacer cuando algo tan valioso como aquello rompía. No había nada que hacer cuando esa flor se rompía apropósito. La muchacha estaba segura, apostaría el homólogo de aquella flor, James Potter lo había roto, lo había hecho pedazos.

- Lily, yo... Fue un accidente. – habló torpemente. Lily lo ignoró por completo. - ¡Hey, Lils! Yo no sabía que era importante para ti...

- Potter – suspiró ella. – De seguro ni siquiera sabías que era mío. – La muchacha lo leyó en su rostro, en su mirada; tenía razón. Sonrió tristemente. - ¿Lo ves? Tus disculpas no tienen sentido alguno.

- Toda disculpa tiene sentido – aclaró. – Te compraré uno nuevo.

- ¿De qué serviría? – preguntó alzando la voz. Ninguno de los dos lo había notado, pero el silencio que había reinado en la Sala Común, cuando el ruido de la porcelana los despertó a todos, estaba siendo reemplazado con la soledad. De uno o en pares iban saliendo de ella o subiendo a sus habitaciones; todos aburridos, todos cansados. Era siempre lo mismo, todo el mundo lo sabía. Algo se había quebrado en ellos, hasta ellos lo habían notado.

Sus discusiones no iban a ningún lado, no tenían sentido, eran aburridas de observar. Los gritos de Lily se habían roto semanas atrás cuando el merodeador tuvo una discusión con Severus. El orgullo de Potter se había quebrado al día siguiente por una inusual jugarreta de la muchacha. Era monótono, estaba quebrado.

- No, no lo sé – susurró James.

- Si tú me dieras uno, no tendría significado. No tendría el sentido inicial. No me recordaría nada... No, me recordaría este momento – se corrigió. – Cuando lo rompiste; no era una simple flor, tampoco un simple prendedor. Pero eso a ti no te importa – terminó susurrando con desprecio.

- Hey, pelirroja – susurró él, la tomó del brazo y la atrajo a él. Ella trató de soltarse, alejarse de él, pero él se lo impidió. – Lo siento, lo siento de verdad.

- No te creo – susurró ella. – Suéltame

Te compraré uno nuevo, te prometo que tendrá significado.

- ¿Qué rayos te pasa, James Potter? – exclamó. Él la miró sorprendido. Gracias a eso, Lily consiguió escapar de aquel forzado abrazo. - ¡No te entiendo! – gritó. El merodeador la miró más sorprendido aún. – Cambiaste – susurró. – Ya no me gusta, Potter. Rompiste las reglas. No, no, ¡No me gusta!

- Es complicado... – comenzó el chico de lentes.

- ¡No quiero saberlo, Potter! Y ni se te ocurra comprar otro. No era el único, ¿sabes? Era más que un prendedor, era mi esperanza, Potter. Y la rompiste, ¡La rompiste! – le gritó. Tomó con delicadeza su mochila y huyó, corriendo, escaleras arriba. James se quedó mirando a la nada por unos segundos. Luego, se acercó a la escalera y gritó el nombre de la muchacha.


¿Te gustó? ¿No lo hizo? Una escritora se debe a sus lectores. Si te animas, dime qué tal.

Ante todo, gracias por leer.

Suerte.