Lean esta historia que trata sobre peleas, desencuentros, que tiene mucho amor... no siempre correspondido... Muchas reapariciones... y una en especial que traerá consecuencias... Sin spoilers ni nada del sexto libro.
ATHELEIA
Capítulo 1
Melancolía
«Me he perdido en un sendero oscuro
Ni siquiera al fin de él veo luz.
Un nombre extraviado cruza mi mente
Y de a poco se enciende mi corazón.
No sé si tal vez un día
Mi alma logrará despertar
Sólo sé que ahora quiero tener un sueño sin soñar,
Y que ese nombre crezca y venga a mi…
Porque siento en el alma que sólo él me podrá despertar»
"Cuando recuerdo mi pasado"- Hermione Granger
La lluvia cae fuertemente sobre mi ventana, y la nostalgia me invade al recordar algunos felices momentos que ya han quedado en el pasado. Y qué ha pasado con ese tiempo? A dónde se han ido esos momentos de aventuras, de magia, de… profunda amistad?
Se han ido…
Se han ido y para siempre.
Pero qué ha pasado conmigo? No lo sé… Dejé de ser la de antes, la chica con espíritu, con valentía y que brillaba. Dejé de ser "yo" cuando nos separamos, cuando lo que consideraba incondicional comenzó a decaer, cuando finalmente no pudimos hacer nada por mantenerla, cuidarla…
Pero a pesar de todo no puedo evitar seguir queriéndolos tanto como antes, a pesar de todo… a pesar de todo lo que sufrí…
Los extraño tanto…
… Tanto…
A menudo recuerdo la mejor época… En Hogwarts, donde hicimos muchas y grandes hazañas, como cuando en Séptimo año Harry hizo desaparecer a Voldemort, momento vivido que fue el más glorioso de nuestras vidas. También cuando hicimos un pacto de amistad que juramos no romper… pero que lo hicimos¿Y cómo pudimos¿Cómo lo pudimos hacer desaparecer tan así, de repente, sin miramientos¿A decir verdad… como pudieron…
Como…
Como poder evitar recordar el día en que simplemente dijimos «GRACIAS» y ya nada nos separó…
Hasta ahora.
Los necesito, a pesar de todo los necesito y mucho. Y si sólo supiera que esto tiene una segunda oportunidad no dejaría que terminara… haría algo. Pasara lo que pasara yo lo intentaría, no dejaría que nuestra amistad se terminara, fuera cual fuera la razón.
Yo hubiese luchado por ellos por sobre todo.
Pero no puedo…
Porque ellos no lucharían por mí.
• • •
—Hermione…—susurró. Ese nombre salió de su boca involuntariamente y de repente, en medio de la oscuridad.
—Hermione?—preguntó irritada una voz a su lado—Por qué dices ese nombre? Te refieres a la misma Hermione que yo conozco…?
—Hermione? No he dicho «Hermione», Parvati—repuso Ron, mirando a su novia— yo sólo dije…—intentó inventar algo, aunque no era ni nunca había sido muy bueno en inventar rápidamente excusas buenas… «Harry era el que siempre se encargaba de eso¿te acuerdas?»… le susurró una voz impertinente en su cabeza, pero no le hizo caso—La verdad es que no he dicho nada, a lo mejor lo soñaste o algo así, Pero no he dicho ese nombre, te lo… juro.
—Oh—murmuró la joven, sonriendo algo avergonzada—lo siento Ron, no es por ser celosa, sólo que…
—No importa—la tranquilizó Ron, negando con la cabeza—da lo mismo, no te preocupes.
—Está bien, entonces… buenas noches—dijo Parvati, despidiéndose y dándole un beso de buenas noches, para luego voltearse y quedarse dormida apaciblemente.
—Buenas noches—le susurró Ron.
Cerró los ojos con fuerza e intentó quedarse dormido, pero a él todavía le daba algo vueltas en la cabeza…
—Hermione…—murmuró como en un suspiro, sin darse cuenta, el joven pelirrojo… antes de caer dormido en un sueño intranquilo.
• • •
El color verde esmeralda de los ojos del joven que recién despertaba, relucieron al sentir la luz del sol que atravesaba los visillos de su ventana.
Fue—todavía algo dormido— al baño.
—Buenos días—, se saludó con buen humor, despejándose un poco la cara con la refrescante agua fría y colocándose las gafas, mientras se observaba críticamente en el espejo que había sobre el lavabo.
—Qué cara tienes, no?—dijo el espejo con voz burlona y riéndose por lo bajo, pero no le hizo caso, ya que en ese momento no tenía ganas de discutir ni irritarse vanamente por un simple "espejo parlanchín".
Luego de asearse y ponerse ropa salió a la terraza del departamento y observó a la ciudad que recién estaba despertando, cerró los ojos y sintió el aire fresco en la cara, la templada mañana… pero de repente, al abrirlos, se sintió raro, extraño… algo olvidaba…
Pero no se le ocurría que podía ser…
«Reunión en el Ministerio de Magia Español por el nuevo Sistema de Seguridad», se acordó de repente. Si, eso era lo que había olvidado, tendría que apurarse, o si no llegaría tarde… Gruñó. Aunque no le gustaran mucho las reuniones ministeriales tenía que ir a ellas igual, ya que era él el que había creado ese sistema de seguridad anti-Artes Oscuras que los españoles utilizarían.
Sacó una túnica azul de su baúl, tratándose de asegurar que no fuera tan informal para la ocasión, luego tomó su varita de la mesita de noche que había a un costado de la cómoda cama del hotel en que se estaba quedando e hizo aparecer un café y un par de tostadas que comió rápidamente, ya que estaba algo retrasado.
Abrió la puerta.
Se iría caminando, el departamento quedaba, como máximo, sólo a cinco o siete calles, se volvió un momento para tomar una bufanda que había sido un antiguo regalo de Navidad de Dobby —el elfo doméstico amigo suyo se había perfeccionado en las cosas que tejía y ahora incluso le quedaban demasiado bien— y cuando salió vio algo que se le había caído de un antiguo chaleco que hacía mucho tiempo que no ocupaba y se agachó para recogerlo.
Algo raro ocurrió en el momento en que vio lo que era lo que se le había caído.
Era una antigua fotografía, y en ella salían tres personas: una de ellas era él mismo, y las otras dos… eran sus antiguos amigos del colegio: Ron Weasley y Hermione Granger. Algo parecido a una sonrisa quiso aparecer en sus labios, pero se congeló antes de nacer. Recordaba que Hermione le había pedido esa fotografía a Colin Creevey y las había copiado para luego dárselas como un regalo en la última Navidad que habían estado juntos.
Ahora sonrió, pero amargamente. Seguramente ellos no tendrían ya esa fotografía, si ni siquiera sabía porqué aún la conservaba si era obvio que ellos tal vez ni se acordaban de lo que había sido él dentro de sus vidas… y lo que habían significado ellos en la vida de él.
A pesar de todo lo que estaba pensando no pudo evitar sentir una gran tristeza y nostalgia al verse los tres tan unidos, tan felices, tan seguros de que los tres eran invencibles, que nunca nadie los lograría separar jamás…
Que ironía, ellos mismos se habían arruinado, aunque todavía se preguntaba el cómo, y, sobre todo, el porqué…
Porqué…
Por ser en el fondo egoístas, injustos, por pensar sólo en cada uno y no en la amistad que se les iba entre los dedos?
Pero a pesar de que lo negaba, en el fondo de su ser los seguía queriendo y necesitando tanto como antes.
• • •
—Te demoraste un poco, no?—dijo Ginny, mirando la hora, mientras apartaba un segundo la vista del libro que leía sobre el cómodo sofá, a la persona que recién había entrado por la puerta.
—Si, este… lo siento Ginny, pero tu sabes como me gusta el quidditch, y no pude evitar quedarme mirando la última escoba profesional que salió a la venta en el Callejón Diagon—se disculpó Draco—perdóname por hacerte esperar.
—No tiene importancia—lo tranquilizó la joven, levantándose del sillón con el libro en una mano y dándole un beso en los labios a su novio—, pero ahora tendrás que cocinar tú, porque quiero terminar de leer este libro ahora… lo harías?
—Está bien—rezongó el chico de cabello rubio platino y ojos de un gris glacial. Se dirigió a la cocina y tomó la manija para abrir la puerta, pero al girarla se detuvo en seco y se tomó con fuerza, haciendo una mueca de dolor, el antebrazo izquierdo.
—Te ocurre algo?—preguntó la chica, girando su cabeza, haciendo que su cabello ondulado y pelirrojo cayera por su espalda.
—No… n-no es nada… no es nada… sólo…
—Haber… qué ocurre, Draco?—preguntó Ginny frunciendo el entrecejo y mirándolo con atención.
—Es que… se me acaba de… Me acordé recién de que, eh… de que tengo que hacer algo urgente en la oficina. Lo siento muchísimo, cariño, pero tengo que irme ahora mismo—se excusó Draco, yendo hacia la habitación y sacando algo que la joven no pudo ver aparte de una capa negra.
—Pero, Draco… como… no me vas a dejar sola aquí, no?—exclamó la chica, indignadísima y levantándose para colocarse frente a él antes de que pudiera salir por la puerta.
—No puedo hacer nada para evitarlo, Ginny, me tengo que ir, adiós.
Abrió la puerta y se fue rápidamente, mimetizándose pronto con la oscuridad profunda de la noche.
—Maldita sea!—exclamó Ginny Weasley, tirando lejos el libro que aún tenía en la mano y observando con amargura y rabia los dos puestos que había arreglado en la mesa para ella y el hombre que recién había salido por la puerta.
