¡Hola! Vengo con un nuevo fic para la sección kakahina que tiene muy pocos para mi gusto, así que vine a aportar mi granito de arena para apoyar.

He tenido muchos problemas para escribir el final, de hecho aún no lo tengo y me he estado quebrando la cabeza hasta que pensé: "Lu, primero checa si en verdad les gustará el fanfic..." y bueno, eso hago ahora.

Bueno, Dios me ampare con este fanfic. Espero que les guste.

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"Nunca desapareceré

siempre estaré aquí...

susurrando"


Capítulo 1: En mi mundo

Gritos de muerte…

Los vecinos asustados llaman a la policía rápido, saben que algo muy malo está ocurriendo en la casa de los Hyuga porque han escuchado varios disparos intermitentes.

La policía no tarda en llegar, son rápidos, eso es algo bueno que tiene la ciudad de Lobo.

— ¡Abra la puerta! –gritan los encargados.

No se escucha nada dentro de la gran casona blanca. Solo hay un perturbador silencio. Derriban la puerta, están decididos a encontrar al causante que corrompe la paz en Lobo. Lo que encuentran los deja atónitos. Son tres cadáveres mutilados con los rostros desencajados, sangre por todo el piso y en las paredes, un inmundo olor a muerte… sea lo que haya pasado seguramente los pobres sufrieron mucho y, al lado de los tres cadáveres… estaba una chica viva.

— ¡He, tú! ¡Las manos donde pueda verlas! –exclama el policía pero la sospechosa no parece estar en este mundo. Al menos no su mente.

La chica está vestida con una bata blanca, de rodillas, sentada sobre sus pies al lado de una pequeña niña parecida a ella. Tiene la bata manchada de sangre, al igual que las manos y las mejillas. Con una mano detiene una pistola y con la otra un cuchillo lleno de sangre que aún gotea. Mira con sus ojos vacíos -como si no estuviera ahí realmente- algún punto específico de la pared blanca que contrasta con la sangre roja.

— ¡Suelta tu arma! –le gritan, pero ella está como en trance. Ella está perdida entre sus propias memorias que reviven una y otra vez, recordándole lo que pasó con crueldad.

Aquella tarde la noticia se esparció por toda la ciudad de Lobo. Una chica de aproximadamente 18 años de edad que identificaron como Hinata Hyuga, que iba a la preparatoria, había sido encontrada en su casa donde presuntamente tuvo un episodio de locura en el que asesino a sangre fría a su padre, su pequeña hermana y a su primo. La sospechosa ya se hallaba arrestada por la policía local, pero al parecer no había salido del trance desde hace cinco días, por lo que una serie de psicólogos del condado la declararon mentalmente enferma y la internaron en el sanatorio a las afueras de la ciudad.

Nadie podía olvidar esa noticia; era la primera vez que ocurría algo así en una ciudad tan tranquila como esa, los habitantes estaban alterados.


¡Mierda!

¡Ya eran las 7:00am, llegaría tarde a su primer día de trabajo! ¿Cuál era su hora de entrada…?

— ¡A las siete! –recordó Kakashi mientras se duchaba a toda prisa. – ¡OUCH! –y para colmo se dio un tremendo golpazo al resbalarse con el jabón.

Con un moretón en el trasero que le dolía como los mil demonios, se vistió rápidamente en tiempo record, acomodándose bien algunos mechones de su cabello plateado para que misteriosamente le tapara el ojo izquierdo y colocándose con cuidado el cubre bocas blanco que siempre usaba.

Salió sin desayunar, conduciendo como un completo demente hasta llegar al imponente edificio que era el sanatorio Kuroshinzou. El hospital psiquiátrico de la ciudad era de piedras grises y sobresalientes como decorativo de las paredes frontales, grandes ventanas de cristal con protectores y algunos bonitos balcones con enredaderas verdes en los barandales.

Era un bonito lugar a las afueras de la ciudad donde todo era cubierto por una verde naturaleza que transmitía mucha paz. Supuso que era un buen lugar para las personas que necesitaban aliviar su mente.

Aparcó su auto en el estacionamiento retirado y le enseñó su identificación al guardia que custodiaba el portón de rejas negras. Tuvo que irse por las piedras que estaban sobre el césped que servían como caminito para llegar a la puerta de entrada al hospital mental. Tocó el timbre un par de veces y esperó un rato para que le abrieran.

— Buenos días. –saludó Kakashi a quien le abría la puerta.

— Usted debe ser Kakashi Hatake, ¿verdad? Pase, lo estábamos esperando. –decía una rubia de pelo corto y ojos azules sin siquiera dejar que Kakashi hablara más. –Llega media hora tarde, espero que no se le haga costumbre, Hatake. –declaró la mujer con tono frío, caminando a paso veloz dejando oír por los pasillos el sonido de sus tacones. –Por cierto, soy Samui, psiquiatra. Lo llevaré a que conozca al doctor Senju.

Caminaron zigzagueando algunos pasillos llenos de blanco hasta que Samui se detuvo frente a una puerta, tocó un par de veces y luego escuchó una voz masculina que gritaba "adelante".

Tras su escritorio ordenado había un hombre de largo y liso cabello castaño con bata blanca de doctor, camisa azul con corbata de rayas. El hombre estaba terminando de escribir algunas cosas, se quitó los lentes y observo a quien acompañaba a Samui.

— ¿Sí, Samu-chan? –le sonrió.

— Doctor Senju, el nuevo médico psiquiatra ha llegado; Kakashi Hatake. –lo presentó la rubia haciendo caso omiso a la forma tan amistosa con la que le hablaba su jefe. No era que Hashirama quisiera algo con ella, sino que él tenía la mala costumbre de tratar como niños a todos.

— Gusto en conocerlo, doctor Senju. –dijo Kakashi. –Gracias por darme el trabajo, daré mi mayor esfuerzo para no defraudarlo.

— Bien, bien, Kakashi-chan. –sonrió con felicidad. –Siéntate.

— Yo me retiro. –anunció Samui saliendo del consultorio, dejándolos solos.

— Déjame te explico tu trabajo aquí, Kakashi-chan.

Una venita saltante estaba en la frente de Kakashi, harto de que aquél director del hospital tan importante lo tratara como un pequeño, casi explicándole las cosas con manzanitas. No sabía si podría controlarse la próxima vez que lo torturara con esa vocecita cuando decía Kakashi-chan.

— Cada paciente tiene su psicólogo y psiquiatra, sus horarios de comida, una hora indicada para leer, para salir al sol, para ejercitarse… en fin, no todo es rutinario, hay veces que se dan clases de arte… aunque tratamos de no hacerlo a menudo porque el hospital siempre termina pintado de arcoíris por todas partes… -rió al recordar aquello. – también a veces hay clases de música, de canto… intentamos que no se acostumbren. Todos siguen las reglas con excepción de la última chica que ingreso hace dos semanas. Quiero que ella sea tu primer trabajo. Todos los psiquiatras de aquí ya la han interrogado y no han logrado que hable, sigue sumida en su mundo… y como ya se ha acostumbrado a todos, pues quiero que tú, el nuevo, se encargue de ella. Tengo entendido que tienes mucha facilidad para hablar con los jóvenes. Toma. –Hashirama le pasó una carpeta azul que contenía un expediente.

— Hinata Hyuga. –leyó Kakashi viendo una foto anexada. Era una joven con el rostro cabizbajo, de ojos color lila pálidos y cabello color berenjena oscuro.

— Así es. Puedes llevarte su expediente para que lo leas. Tú serás su psiquiatra, a ver si puedes hacer que diga al menos una palabra… por cierto, su psicóloga es Shiho, es una buena chica, ella también te puede dar información de Hinata-chan.

— Entendido, doctor Senju. ¿Hay algo más que deba saber?

— El postre se sirve a las seis. –sonrió Hashirama.

Kakashi empezó a preguntarse por qué una persona tan extraña como él -y ridícula también- dirigía un hospital mental tan importante.

— De acuerdo. –dijo el peli-plateado. –Entonces, con su permiso, me retiro.

Mientras caminaba por el pasillo sin saber a dónde ir realmente, hojeaba el expediente de su primera paciente, leyéndolo con concentración…

"Pasiva… esquizofrenia, mutismo, psicosis… esta chica debió pasar por algo muy malo si nunca antes fue detectada con estas enfermedades" pensaba Kakashi mientras mantenía toda su atención en el expediente, aún más cuando empezó a leer por qué la chica había sido ingresada al hospital, cuando de pronto chocó contra alguien. El gemido de una chica se escuchó y un segundo después Kakashi visualizó a una doctora rubia con el cabello desordenado, casi como si acabara de levantarse, con unos lentes de fondo de botella; circulares y muy gruesos.

— ¡Perdóneme, no le vi! –se inclinó rápidamente la joven a modo de reverencia.

— No, no, fue mi culpa, iba distraído. –insistió él.

— ¿Ah? Disculpe usted, ¿es nuevo? –preguntó mirándolo con curiosidad, intentando recordarlo.

— Sí, soy Kakashi Hatake, el nuevo psiquiatra. –se presentó extendiéndole una mano a la chica que al escucharlo, lo vio con la boca abierta, como si ante ella se presentara un dios divino.

— ¿S-se-se-sempai?

— ¿Sempai? –Kakashi arqueó una ceja.

— Quiero decir… mucho gusto, yo soy Shiho; psicóloga. –le tomo la mano, saludándolo efusivamente sin darse cuenta. –Trabajaremos juntos con algunos pacientes… espero poder serte de ayuda.

— Igualmente, Shiho… ¿ehm, podrías soltar mi mano?

— ¿Eh? ¡Ah, perdón! –se sonrojó la chica ya de por sí nerviosa. –Disculpe, es que no puedo creer que alguien como usted vaya a trabajar conmigo… he escuchado que todos los pacientes a los que ha tratado se han curado. Siempre me pregunté si tendría alguna técnica o…

— Nada de eso. –negó Kakashi. –Lo único que hago es escucharlos y tratarlos como humanos, no hay truco, señorita.

— Ah… sí, perdone mi indiscreción. –rió nerviosamente. – ¡Ah! Se me olvidaba, ¿quiere pasear un momento por el hospital para que lo conozca o prefiere que…?

— Quisiera ver a mi paciente, por favor. Se llama Hinata.

— ¡Hinata! –se sorprendió. – De acuerdo, vamos, sígame, por favor.

Mientras caminaban por un laberinto de pasillos y subían escaleras de vez en cuando, Kakashi quería preguntarle a Shiho sobre su paciente, pero antes de que siquiera abriera la boca, Shiho empezó a hablar.

— Nuestra paciente se llama Hinata Hyuga y es generalmente una chica pasiva, Kakashi-san.

— Solo Kakashi. –le corrigió amablemente.

— Bueno, Kakashi entonces. La primera semana tuvimos que darle de comer por medio de un tubo… ahora come un poco… no mucho, pero al menos lo hace. He intentado hablar con ella, desviarla del tema un poquito para distraerla y que me diga cualquier cosa, lo que sea, pero ella sigue en ese estado tan… ido. Es como si estuviera siempre en otro mundo.

"Sigue sumida en su mundo" había dicho Hashirama, casi al igual que Shiho.

— No es violenta, siempre se deja revisar muy bien… casi no se mueve, por lo general está acostada por lo que los enfermeros tienen que cargarla para sacarla afuera y que le dé el sol, entra en un estado catatónico que le impide moverse. Mnn, ¿qué más? –intentaba recordar Shiho. – Sugeriría que no empiece por intentar sacarle información de lo que le pasó, sería bueno que mejor…

— ¿Eso es lo que han hecho estas dos semanas? –preguntó Kakashi, interrumpiéndola. – ¿Solo le han sacado la vuelta al problema?

— No es eso, Kakashi. –negó Shiho enseguida. –Es solo que no queremos alterarla y que pase de ser una paciente pasiva a una agresiva.

— Por lo que sé de esa chica y lo que hizo con su familia, ella debe tener todas sus emociones y sentimientos guardados, los reprime, y si sigue haciendo eso, explotara… y estará de nuevo en el estado por el que la trajeron aquí.

— Kakashi… -se detuvo Shiho, preocupada de lo que pudiera hacer el hombre.

— Tranquila, Shiho, no seré muy duro. Ante todo, primero tengo que ganarme su confianza… no te asustes, es el primer día en el que nos conoceremos y todo será tranquilo.

Con inseguridad, Shiho siguió avanzando hasta llegar a una puerta en especial con pequeños números. Era el cuarto 31. Shiho sacó la llave de su bata y abrió la puerta.

— Tome la llave, yo iré a que me den otra copia después.

— Gracias, Shiho.

La psicóloga muy a su pesar, caminó para alejarse y darle su espacio al nuevo psiquiatra y su paciente. Ella apreciaba mucho a todos sus pacientes, tenía la debilidad de encariñarse demasiado rápido así que no podía evitar sentirse preocupada cuando Kakashi dijo aquellas cosas.

Por otro lado, Kakashi respiró hondo y luego soltó el aire en menos de dos segundos. Tenía que relajarse, abrir su mente, era una nueva paciente, una chica de 18 años, tenía que tratar que hablara.

Guardándose la llave dorada en su bolsillo de la bata blanca, empujó la puerta sin ver nada realmente y después se giró para cerrarla. Cuando volvió a voltear, observo un cuarto pequeño que tenía una cama de sábanas blancas que estaba pegada a la pared de unos de los laterales, y a un lado, una silla media alta, con respaldo y de color blanco, del mismo color que las paredes y el piso… todo era estresantemente blanco. A veces Kakashi bromeaba mentalmente diciéndose que él se volvería más loco viendo ese jodido color todo el tiempo. ¿Por qué tenía que ser blanco? ¿Por qué no celeste, naranja, verde? Algún color mas vivo.

Sobre la cama estaba la chica, acostada de lado, dándole la espalda. Su largo cabello estaba recién cepillado… tal vez alguna de las enfermeras le habría ayudado, era lo más seguro ya que como le habían dicho, aquella chica apenas se movía. Por lo que veía, era delgada y su piel de color casi blanco. Tenía puesto un vestido que le llegaba a la mitad del muslo y de manga larga de color… blanco… y bajo el vestido un pequeño short… blanco.

Kakashi suspiró con pesadez, algún día de estos definitivamente no iba a poder soportar ver otra cosa de color blanco.

El psiquiatra se sentó en la silla con el expediente de ella en mano. Carraspeó un par de veces para ver si la chica lo volteaba a ver, pero ella ni siquiera se inmuto.

— Hinata Hyuga, 18 años, pasiva, mutismo, blablablá… -cerró el expediente. – ¿No es gracioso? No eres nada de eso, ¿verdad?

Esperó un momento. No ocurrió nada más que el pasar del silencio.

— Soy Kakashi Hatake, tu psiquiatra. Gusto en conocerte, Hinata. –volvió a esperar y luego dejó escapar un suspiro de cansancio. – Comienzo a preguntarme por qué estudie esto, es demasiado aburrido… supongo que porque era un flojo y solo me gustaba estar leyendo todo el día sin hacer nada más que eso. No has hablado en dos semanas así que no espero que lo hagas tan fácilmente conmigo…

La chica siguió sin responder nada, sin siquiera moverse de su lugar. Respiraba pausadamente, así que Kakashi supuso que estaba tranquila… o posiblemente dormida, o tal vez estaba en estado catatónico.

Se levantó de la silla y se sentó en la cama, a un lado de ella.

— ¿Estás despierta? –preguntó y esperó un momento, sin embargo, la chica parecía seguir siendo solo un maniquí sin vida. Entonces, Kakashi se levantó de ahí y luego la estiró del brazo para voltearla. Sin mucho esfuerzo, Hinata quedó acostada boca arriba, movida por el hombre. –Ah, estás despierta. –miró Kakashi los ojos pálidos de ella que veían algún punto en específico del techo blanco. –Es la hora de desayunar, ¿tienes hambre? ¿Qué tan buena es la comida de este lugar?

De repente la puerta del cuarto se abrió.

— Ah, lo siento. –dijo un hombre joven de cabello castaño de pelo medio largo que le llegaba a la barbilla.

— Descuida. Soy Kakashi Hatake…

— El psiquiatra nuevo, lo sé. –asintió. –Samui ya nos contó de ti. Soy Genma Shiranui, uno de los enfermeros… iba a llevar a Hinata al comedor, pero si estás ocupado con ella, supongo que volveré más tarde.

— No te preocupes, yo la llevaré al comedor.

— Ah… bueno. –dijo Genma un poco desconcertado. –Pero, ¿cómo la llevarás si no conoces el lugar?

— Ya había estado aquí antes. –le sonrió Kakashi.

— Ah… claro, entonces me voy. Gusto en conocerte, Kakashi. –se despidió Genma saliendo de allí.

"Ya había estado aquí antes" pensó Genma en lo que había dicho Kakashi…

— Seguramente por cuestiones de trabajo. –se encogió de hombros y continuó con su trabajo, dejando el asunto de lado.

Mientras tanto, Kakashi seguía preguntándose si alargar la conversación con Hinata o llevarla directamente al comedor.

— Tal vez la comida de aquí no te gusta, por eso casi no comes.

Esperó y luego, más silencio.

— Bien, Hinata. –se acercó a la cama. –Te llevaré al comedor. –musitó harto del mutismo de la joven.

Kakashi abrió la puerta del cuarto, luego se acercó a Hinata, le pasó un brazo debajo de las rodillas y otro por debajo de la espalda, luego la elevó para cargarla. Tenía un peso regular, no estaba muy pesada pero tampoco era el peso de una pluma. Para poder cerrar la puerta con llave, depositó a Hinata en el suelo. Sin detenerse ni nada, Hinata parecía una muñeca abandonada en el suelo, con la cabeza agachada… lánguida, en una ausencia que ni ella se daba cuenta.

Al terminar de cerrar la puerta volvió a cargar a su paciente.

— Bien, Hinata-chan… es un buen momento para socializar, ¿no crees? Estamos muy cerca… -decía para ver si ella al menos le miraba, pero no. – Eres muy linda, me gustaría darte un beso, ¿me permitirías hacer eso? –le preguntó, mirándola. Claro que no le faltaría al respeto con eso, solo intentaba ver si funcionaba para hacerle hablar. –Vaya, vaya, tenemos aquí a una chica difícil, ¿eh? Conmigo vas a hablar, Hinata. –dijo lo último con un tono más serio a como había estado hablando hace rato. –Yo te haré hablar, déjame decirte que no suelo ser como tus otros médicos, yo no soy gentil, si algo no me gusta lo resuelvo. Eres una señorita, no una niña de 5 años, vas a tener que enfrentar tu miedo para poder seguir viviendo, tarde o temprano te haré subir a la superficie. A mí no me gusta jugar al médico bueno como todos aquí, así que te recomiendo que te metas a la cabeza la idea de que vas a hablar, Hinata.

— Hola otra vez, Kakashi. –lo saludó Shiho uniéndose a él en el trayecto. – ¿Cómo le fue con Hinata? –preguntó con un tono de preocupación que no supo esconder.

— Como me lo advirtieron, no habló nada, ni siquiera se movió.

— Ah, y… ¿cómo empezó a hablarte usted?

— Shiho. –se detuvo Kakashi. –Por el bien de nuestra paciente, debes confiar en mí.

— S-si confío. –tartamudeó nerviosa por lo serio que se había puesto su compañero mayor.

— Muy bien. –le sonrió y siguieron caminando rumbo al comedor.

Al entrar al lugar, observaron una cafetería común y corriente, con mesas largas, gente comiendo, algunos enfermeros y enfermeras ayudando a dar de comer a los pacientes, y en una mesa aparte, estaban todos los médicos, incluyendo a Hashirama.

— Puede dejar a Hinata con Genma, él le ayuda a comer. –le sugirió Shiho.

— No, comeré con Hinata, si no te molesta. –sonrió. –Nos vemos Shiho. –se despidió momentáneamente dejándola confundida, yendo hacia una de las mesas de fondo. Algunos de los pacientes vieron aquello como una rareza; el que un médico estuviera desayunando con su paciente, y para la mesa de los médicos fue todo un shock.

Kakashi había traído dos platos de fruta con yogurt y dos botellas de agua. Acomodó bien a Hinata en la silla, asegurándose que no se cayera.

— ¡A comer! –anunció Kakashi feliz. Apenas iba a quitarse el cubre bocas cuando vio que la mano de Hinata se movía lentamente, con toda la calma del mundo, para tomar la pequeña cuchara, o eso pensó Kakashi, porque lo que la chica hizo fue tirar el plato al suelo, regando el desayuno, menos mal que el plato era de plástico. –Ahh, muy mal Hinata-chan. Has tirado tu desayuno, ahora no comerás hasta la tarde. –lamentó Kakashi limpiando el desorden con un par de toallas, reuniendo la comida en el plato y volviéndolo a poner en la mesa.

Rápidamente Genma llegó con otro plato de frutas para Hinata.

— No, Genma, si ella no lo pide, no se lo des. –anuncio Kakashi.

— Pero… si no come…

— Yo soy el médico de esta chica, sé lo que tengo qué hacer. –le aseguró Kakashi severamente.

Genma parecía contrariado, por un lado, no quería desobedecer a su superior, pero por otro, no quería que Hinata se malpasara.

— Genma-chan, por favor confía en Kakashi-chan. –sonrió Hashirama desde su mesa, levantado.

—… como diga, doctor. –preocupado, Genma volvió a donde estaba sin dejar de mirar a Kakashi con un poco de molestia.

— ¿De verdad va a dejarlo hacer eso, doctor Senju? –le pregunto Shiho a un lado de él.

— ¿Por qué no? Él sabe lo que hace, además, ya intentamos ser lo más pacientes y amables con Hinata-chan, quien sabe si un poco de rudeza le venga bien. –musitó encogiéndose de hombros. –Tranquilícense, no se alarmen, tampoco es como si Kakashi la estuviera dejando muerta de hambre.

"Parece una persona muy dura"

"No es un buen psiquiatra"

"Pobre chica, él es muy malo con ella"

Eran algunos de los pensamientos del personal.

Sabiendo que le daba la espalda a todos por estar en la última mesa, Kakashi se bajó el cubre bocas y empezó a comer.

— Dicen que mi rostro es muy sexy, ¿tú qué piensas, Hinata-chan? –se señaló Kakashi a sí mismo, pero Hinata siguió con la mirada perdida. Kakashi continuó comiendo hasta terminar, volviéndose a cubrir la mitad del rostro. –Listo. ¿Cuál es tu siguiente actividad, Hinata-chan?

Enseguida la cargó en brazos, sacándola del comedor siendo observado por todos. Hinata sentía cómo su cuerpo se movía en sincronía con el de Kakashi, su mente de repente se dio cuenta de que estaba sintiendo un extraño sentimiento de estar acompañada, quiso regresar a la realidad por un microsegundo, iba a hacerlo, estuvo a punto de despertar del ensimismamiento en el que estaba metida, pero los recuerdos retornaron… la sangre… las heridas… los gritos… y entonces, Hinata volvió a sumergirse en su mundo, esta vez más hondo.

Kakashi la llevó afuera, con cuidado la sentó en una de las tantas bancas del jardín y posteriormente él se sentó también.

— Vamos a leer, Hinata-chan. –sonrió sumamente divertido. –Tengo un pequeño libro en el bolsillo. –musitó sacando un libro verde de la bata. –Se llama Icha Icha, ya veremos si de verdad no estás en este mundo. –exclamó abriendo el libro en donde se había quedado, empezando a leer para Hinata.

Después de aquellas dos horas leyendo, la garganta de Kakashi cesó… sentía que si leía una palabra más su garganta explotaría, así que guardó el libro. Era hora de que Hinata asistiera a su sesión con Shiho, pero Kakashi ni siquiera hizo el intento por levantarse y llevar a Hinata. Al paso de veinte minutos Shiho apareció en el jardín, caminando a grandes zancadas hacia Kakashi.

— Kakashi, creo que se olvidó que Hinata tiene sesión conmigo desde hace veinte minutos.

— No, no lo olvidé.

Shiho parpadeó un par de veces.

— ¿Qué ha dicho?

— Que no lo olvide, Shiho. –contestó con actitud despreocupada, cruzado de brazos.

— Si no lo olvido, entonces, ¿por qué no llamó a uno de los enfermeros para que la llevara? –Shiho intentaba tratar de entender la actitud tan desesperadamente tranquila que tenía aquél hombre, pero sentía que si seguía intentándolo, acabaría por propinarle un golpe.

— Porque estaba leyéndole un libro.

— Ah… ¿y qué clase de libro?

— Shiho. –la llamó sin mirarla.

— ¿Sí?

— Está asfixiándome. –le dijo, haciendo que la pobre rubia se sobresaltase.

— ¿Perdone? –Shiho no podía creer lo que estaba escuchando.

— Una de las cosas por la que esta chica no habla es usted. –exclamó directamente viendo a la rubia de anteojos. – ¿No ha notado como la trata? Para usted esta chica es como una Barbie de cristal que tiene miedo de romper. Pero, ¿le digo algo? La gente se rompe muchas veces en la vida y no les pasa nada si se quiebran, vuelven a reconstruirse para volver a caminar, así es la vida. No puedes estar protegiéndola todo el tiempo. ¿Tienes un vínculo con ella, verdad? ¿Es tu amiga? ¿Algún familiar?

— ¡Kakashi-san! –grito Shiho entre enojada y ofendida.

— Esta chica era tu amiga, ¿me equivoco? No, claro que no, tu expresión lo dice todo. –se levantó. –Hablaré con el doctor Hashirama para que Hinata cambie de psicólogo.

— ¡No! Por favor, no lo haga, me desprestigiara. Tiene razón. –agachó la mirada, cabizbaja. –Ella era amiga mía en la escuela primaria, pero, debido a que a mí me adelantaron unos años dejé de verla. No era mi intención hacerle daño a Hinata-chan. –exclamó con la voz ahogada, a punto de llorar.

— Está bien, no le diré nada al doctor con una condición.

— ¿Eh? ¿Qué condición? –se quedó perpleja.

— Déjame a Hinata todo el día de hoy, es mi única condición.

— Pero… ¿para qué la querría usted todo el día?

— Necesito terminar de conocerla.

Shiho se quedó callada por unos segundos sin saber qué pensar o decir.

— Déjanos solos, Shiho. –le ordenó Kakashi volviéndose a sentar en la banca con Hinata.

La psicóloga solo atino a asentir y retirarse de allí.

— Estaremos aquí un buen rato, Hinata-chan. –dijo Kakashi con voz despreocupada, sacando de nuevo su preciado libro, esta vez leyéndolo mentalmente solo para él.

La hora de comida llegó. Kakashi le pidió de favor a una de las enfermeras que trajera un poco de comida para Hinata y para él.

El psiquiatra le puso la charola plateada de comida a Hinata en las piernas. Luego, él se dispuso a comer sin voltear a verla. Algunos segundos después escucho que la charola caía al césped. Él sonrió de medio lado, a fin de cuentas, era la acción que esperaba de ella.

— Muy mal hecho, Hinata-chan. –la reprendió Kakashi de una forma dulce… ¿o burlándose de ella?

De repente, sin darse cuenta, el atardecer llegó en un abrir y cerrar de ojos. Kakashi había dejado de leer y solo se dedicaba a mirar al sol que estaba a punto de meterse completamente tras las montañas, con los brazos tras la cabeza disfrutaba de la mágica puesta de sol al tiempo que escuchaba un rugido proveniente del estómago de su joven paciente.

Kakashi no la miro siquiera. Si tenía hambre tendría que hablar o al menos moverse, indicarle con la mano, lo que fuera.

Un ardor infernal se desató en el estómago de ella, un ardor que posiblemente le haría volver de su mundo, un mundo donde no había cuchillos, pistolas ni sangre, un mundo que había creado donde solo existían Hiashi, Hanabi, Neji y ella, un mundo donde nadie más podía entrar, un mundo donde ella y los suyos estaban a salvo pero… de repente aquél mundo se quemaba… ardía en llamas… ya no era seguro… tenía miedo… quería gritar…

Hinata se removió un poco, incómoda.

Kakashi volvió el rostro hacia ella, esperándola…

— Vas a salir de allí. –le dijo Kakashi susurrándole en el oído con su voz gruesa mientras su aliento chocaba contra el oído de ella. –Saldrás de allí y nada va a pasarte, porque yo estoy aquí para protegerte.

Aquellas palabras fueron como un click en la mente de Hinata. Aquella voz fue como agua que apagó el dolor de Hinata, la voz que apagó el fuego en su mundo mental. ¿A quién pertenecía esa voz? Quería saberlo…

Decidida a satisfacer su curiosidad, Hinata subió a la superficie para conocer aquella voz tan hechizante que había logrado traspasar su mundo personal.

De repente parpadeó dos veces seguidas y se encontró sentada en un jardín que no conocía con un cielo nocturno lleno de estrellas sobre ella y un hombre de cabello plateado a un lado suyo. Lo vio aterrada…

— Bienvenida a la realidad, Hinata-chan. –le sonrió el desconocido.

Hinata vio todo aquello con terror… ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? ¿Quién demonios era ese hombre que no respetaba su espacio privado? Sus ojos pálidos no podían soportar tanta presión… quería llorar, tenía mucho miedo.


Hice un playlist de canciones que me inspiraban a escribir, si les gustó el fanfic y quieren saber qué canciones son con gusto se las paso, aunque dejenme advertirles que algunas están medio locochonas, jaja. Por cierto, la frase del principio no es mía, sino de Fever Ray(Keep the streets empty for me), que es parte del playlist.

Tomé inspiración de esas canciones y también de la película de Sucker Punch de Zack Snyder y del libro Veronica decide morir de Paulo Coelho, recomiendo tanto la película como el libro.

¿Qué mas? Ah, sí, verán, sé que resultó algo cruel (si no es que ridículo) que Kakashi matara de hambre a Hinata, pero es que no se me ocurrió otra cosa... XD

Creo que es todo, de antemano gracias por si lo leen. Y si dejan review ya saben que las/os adoro!