Se acerca la Navidad y Prentiss la odia un poco más cada día que pasa. El ambiente en la central debería ayudar a que le gustara algo más, pero tanto entusiasmo la pone aún más nerviosa.
Morgan se
pasea por la central cantando villancicos casi a gritos, Hotch
siempre sonríe con indulgencia y menea un poco la cabeza, al final
siempre le hace callar, pero cuando pasa un rato se sorprende a sí
mismo tarareando.
Reid dice odiar la Navidad, pero lleva un jersey
con abetos y una bufanda con copos de nieve y a veces le marca el
ritmo a Morgan del villancico que sea que esté cantando y cuando
ponen el árbol con luces junto a la puerta, sus ojos se iluminan.
García celebra la Navidad desde hace tanto tiempo que a Prentiss
no le sorprendería encontrarla el año que viene celebrando la
Navidad en tirantes. Lleva más de un mes deseando Felices
fiestas
cada vez que se despide y repartiendo caramelos y chocolatinas. No es
que Emily se queje, de esto último, pero. En el fondo, a Prentiss le
hace esbozar una sonrisa cada vez que entra a su guarida y la
encuentra llena de luces y adornos de Santa Claus. (Claro que
Prentiss no puede evitar sonreír cada vez que va allí sea cual sea
la época del año).
Y Emily pensaba que Hotch y Rossi no eran del
tipo navideño, pero les sorprende un día planeando la lista de
regalos de Navidad como si tuvieran cinco años, así que ya no está
tan segura.
(Prefiere no pensar demasiado en porqué esa lista la
hacen entre los dos y porqué hablan tan cerca y con tanta
familiaridad, la verdad)
Todos hacen planes para pasar la Navidad
con sus seres queridos y a Prentiss le parece un poco triste eso de
no tener nadie. Sabe que podría ir a visitar a sus padres, pero no
le apetece tener que coger dos aviones para ir a la otra punta del
mundo y pasar la Navidad con miles de invitados de los que sólo sabe
el país que representan en un hotel exclusivo en el que luego
acabará durmiendo sola.
Lo más triste de todo no es que no
tenga nadie con quien pasar las navidades, sino que la persona con
quien le apetece hacerlo las celebrará con un hijo en brazos y ella
no será la que esté a su lado.
Cada
día odia más las navidades.
Lo
dice un día en voz alta en la central y se arrepiente de haberlo
hecho, porque en serio, nadie debería recibir esa clase de miradas.
La que le lanzan Morgan y Reid, la que recibe luego de García cuando
Todd lo comenta en la comida. Esa clase de mirada compasiva.
No
quiere recibirla de nadie más.
Excepto que horas después, la de
Todd está acompañada de algo más.
Interés.
Eso
no le molesta tanto.
(Aunque no le hace especial gracia que Morgan
le cuente a Todd lo que sea que le haya contado)
***
De
vez en cuando lo nota. O no la nota, que es un poco lo mismo.
Levanta
la mirada y en vez de una cabellera rubia tonteando con ella se
encuentra con una morena tonteando con Morgan.
No le agrada el
cambio. (Aunque más bien es que no le agrada la pérdida).
Al
menos Todd parece odiar la Navidad tanto como ella.
No
como JJ.
Están
en casa de Prentiss y JJ ha comprado un disco de Diana Krall.
Prentiss insiste en que de verdad, de verdad, de verdad, odia los
villancicos.
-¡Pero es Diana Krall!
A Prentiss es argumento no
parece convencerla, así que JJ hace lo que toda manipuladora como
ella haría en su situación, la ignora y pone el disco.
La
primera canción no está mal y Prentiss se ve obligada a reconocer
que canta bien y que:
-No parecen villancicos.
-Te lo dije.
Se
quedan calladas y sentadas en el sofá, con JJ ligeramente apoyada
sobre Prentiss, que tiene una mano sobre el pelo rubio y lo peina
distraídamente.
Entonces suena White Christmas.
-Es mi
villancico favorito.
-Es bonito-. Le da la razón Prentiss.
Cuando
acaba, JJ se levanta y lo vuelve a poner.
-Cuando era pequeña,
siempre quise bailarlo con alguien.
Se queda ahí de pie,
mirándola de esa forma, y claro, no puede decir que no.
Prentiss
se levanta y se acerca a ella torpemente, coloca sus manos alrededor
de la cintura de JJ y ésta le enreda los brazos en el
cuello.
-¿Bailas?
Es consciente de estar colorada, pero aun
así, saca fuerzas para susurrárselo al oído a JJ, la cual sonríe
y junta la mejilla con el hombro de Prentiss balanceándose un
poco.
Bailan apenas sin moverse, sólo tocándose y notando a la
otra respirar; dan pasos pequeñitos y cuando la canción acaba se
quedan un rato más abrazadas y paradas en medio del salón.
Cuando
Prentiss recuerda ese tipo de cosas odia incluso más la Navidad.
De
hecho, le dan ganas de coger la Navidad y darle patadas hasta que
sangre y deje de ser tan brillante y tan… navideña.
Realmente
odia esos días.
Claro
que entonces Todd la invita a tomar una copa después del trabajo
"para idear nuevas estrategias de interrogatorio" y el día
mejora un poco, es bastante menos odiable y en general se le olvida
todo (JJ) un poco.
Al menos hasta el día siguiente.
