Disclaimer: Banana Fish no me pertenece, es propiedad de Akimi Yoshida.

Vive

La primera estrella tras el ocaso de un intenso anaranjado podía vislumbrarse en el horizonte, bañando el ambiente con la calma que antecedía a una tragedia; como era usual cuando había algo relacionado con Banana Fish. Así que procuraban distraerse, pensando que podrían tener momentos de paz y normalidad, realizando actividades cotidianas, olvidando por segundos la constante persecución que los acechaba hasta en sueños.

—Te mencioné que nunca nadie me había ayudado sin buscar algo a cambio, ¿verdad?

Eiji dio un respingo al escuchar la voz suave y calculadora de Ash. Mientras ajustaba su agarre en un plato que estuvo a punto de rompérsele, cerró el grifo y enjabonó lo que aún le faltaba por lavar. Asintió vagamente, sin querer pensar en el tema que había dado pie a ese estamento.

—Bien. —Ash se armó con una de sus sonrisas—. Me causó curiosidad saber qué pedirías a cambio si no fueras tan ridículamente noble.

Eiji se sintió sofocado por unos instantes, las mejillas encendiéndosele ante la atenta mirada de Lynx. Y es que ese tono lo hacía cuestionarse si lo estaba halagando o se estaba burlando tan sutilmente como siempre hacía.

Al verlo descolocado y claramente perturbado por la pregunta, Ash amplió un poco más su sonrisa, acercándose a él como un felino a punto de dar el golpe de gracia; lento, seguro y tan elegante como solo él podía serlo.

—Si… —La voz de Eiji tembló un poco, carraspeó y enderezó la espalda—. Si te pidiera algo a cambio; entonces, vive.

Ash separó los labios y se conformó con formar esa sonrisa de sabelotodo que embelesaba a las personas y delataba todo lo que había vivido. Eiji tenía la impresión de que su amigo había experimentado más de lo que cualquier persona habría podido en toda una vida; era como si tuviera siglos de astucia acumulada para arreglárselas en un mundo que resultaba tan injusto. A pesar de ser mayor por dos años, sentía que era tan pueril como un niño, pero creía fervientemente que la pureza de su alma servía para sobrellevar la amargura y la putrefacción de la despiadada situación en la que se había visto envuelto.

—Vive —repitió en voz baja para clavar sus pupilas en las estupefactas de Ash—. Vive, para que puedas volar.

Por un segundo, recordó que era Aslan y no Ash. Se sintió completamente desarmado y expuesto ante su amigo japonés, aunque si era él, no le importaba mostrar sus flaquezas. Deseó con ahínco equiparable al de Eiji que los deseos ajenos pudieran ser realidad.

—No sé qué esperaba. Eiji siempre será Eiji, sin importar lo que ocurra.

—¿Dije algo malo? —Parpadeó, perdiendo el atisbo de seriedad y madurez reflejada en su mirada.

—No. —Ash guardó las manos en los bolsillos, incapaz de hallarles el sitio adecuado para ocultar la agradable conmoción—. Suena tan correcto, que duele…


¡Muchas gracias por leer!

El contraste entre las reacciones de Eiji y Ash ante un mismo acontecimiento son tan paradójicas que me encanta buscar lo que los hace tan distintos y a la vez tan iguales; así que, sin tener que pensarlo demasiado, me di cuenta que es la protección y el bienestar del otro lo que los une tanto.

No sé cómo catalogar su relación, pero es ciertamente preciosa, así que quería dedicarles un pequeño drabble y compartirlo antes de que siga avanzando más en el manga y me azoten las emociones.

Espero que les haya gustado.

¡Hasta otra ocasión!