Clase de Pociones
El pequeño unicornio sangraba profusamente, mientras aquel ser lo seguía hiriendo con sus garras.
Las gotas de sangre del blanco potrillo formaban pequeños charcos que poco a poco se filtraban a través de la tierra. Justo cuando el dolor parecía a punto de matar al pequeño animal, se escuchó un grito de pánico procedente de la bestia que partió en dos el silencio circundante a tan dantesca escena.
El animal observó como aquel extraño¿un humano tal vez? Se acercaba a él y, de cuclillas, tocaba con su mano pálida las zonas en las que las que el monstruo le había dañado. De repente el dolor desapareció el animal sintió como una agradable calidez envolvía su cuerpo.
Todavía temblando el unicornio volvió su cabeza hacia aquel hombre, y sus ojos verdes se toparon con otros de color turquesa que desprendían una cegadora bondad. Supo entonces que estaba a salvo y, con un estremecimiento casi imperceptible, entró en un profundo sueño.
El hombre, que vestía unos ropajes negros como la noche, alzó ambas manos sobre la esbelta figura del animal, y este apareció protegido por una benévola aura azul. El extraño rozó con su mano el cuerno del animal y acarició sus crines con una ternura infinita, la luna alumbraba con su tenue luz aquel claro del bosque. La sombra alzó la vista, desde allí podía ver una de las torres del imponente castillo...
-.Harry, si continuas haciéndote el remolón tendré que sacarte a patadas de la cama¡ya se han ido todos y son más de las 8¿Acaso quieres que Snape nos mate?
Ante la sola mención de Snape un resorte mental impulsó a Harry a levantarse de su cama, y a mirar con una mezcla de asombro y disgusto a su amigo Ron.
Ya voy, ya voy, solo intentaba descansar un poco, discúlpame por ser humano –Dijo él apresurándose a vestirse.
Siento haber sido tan brusco Harry, pero será ya la tercera vez que lleguemos tarde a su clase esta semana, y no tengo el menor interés de observar como nos humilla delante de toda la clase.
Con un gesto de hastío Harry dio por terminada la conversación, siempre había tenido muy mal despertar, y, todavía a medio vestir, dirigió sus pasos escaleras abajo seguido de cerca por el prefecto.
Como bien le había dicho Ron la sala común estaba vacía, así que ambos comenzaron a correr hacia el cuadro de la señora gorda. " Forzalias" gritó cuando se encontró frente al retrato, que se abrió presto a dejar pasar a aquel presuroso alumno.
En el momento en el que llegaban a las mazmorras todavía estaba entrando la gente, de modo que, ya más relajado, Harry entró en aquel lugar. Se dirigío hacia su mesa en el fondo del aula, en la que Hermione esperaba con una mueca de impaciencia a que llegasen sus compañeros.
Aquel día la Grifyndor apareció ante Harry más bella que nunca, con su pelo leonado cayendo graciosamente sobre sus hombros, y con aquellos ojos de color avellana reluciendo con un brillo de ilusión que siempre reflejaban cuando empezaba una clase. Harry tardó un momento en reprimir todos aquellos sentimientos, y se reprendió a sí mismo con firmeza por haber olvidado que aquello no podía ser, y que debía conformarse con el cariño de su amiga.
Buenos días Harry, hola Ron, ya creía que llegaríais tarde... otra vez – esto último lo dijo con un tinte de reprobación en la voz que hizo que Harry esbozase una tímida sonrisa.
Ya bueno, últimamente tengo bastantes problemas de insomnio
¿Pesadillas otra vez?
No, no, no tiene nada que ver con eso, supongo que será simplemente estrés y además...
Pero la conversación no pudo continuar porque el ruido de la puerta al cerrarse hizo que los alumnos dirigiesen sus miradas hacia ella, y, en lugar de encontrarse con la aterradora figura de Snape, vieron como Dumbledore entraba en la sala seguida por un hombre de cabello negro y ojos de un profundo color turquesa. Era más alto que Dumbledore y vestía una capa de color negro que parecía otorgarle un aura de autoridad. Sin embargo su rostro estaba adornado por una sonrisa tan bella que incluso Hermione pareció deleitarse en contemplar sus rasgos dejando rodearse, por vez primera desde Lockart, por aquel aire de bobalicona contemplación,
"Bueno, comenzó Dumbledore, supongo que todos os preguntareis el porqué de que el profesor Snape no venga a dar hoy la clase, la verdad es que sufre un pequeño problema de salud y por ello se ha visto obligado a visitar el hospital de "San Mungo".y se verá obligado a ausentarse durante unos meses"
Harry clavó sus ojos en los del director esperando encontrar algún signo externo que le revelase que Snape estaba en una misión para la orden del Fénix, pero el tono de su voz y sus gestos no permitían translucir nada acerca de la veracidad o mentira que se ocultase tras sus palabras.
"Mientras tanto Aldur será vuestro profesor de pociones, aclaró Dumbledore en clara referencia al hombre que le acompañaba. Bueno, una vez hechas las presentaciones os dejo con él, es un excelente profesor y amigo mío, espero que él os ayude a avanzar en el mundo de las pociones.
Seguidamente Dumbledore abandonó la estancia.
Aldur le acompaño hasta la puerta, se despidió del director, y la cerró con delicadeza.
"Bien, bueno, como Dumbledore ya me ha presentado, será conveniente que pasemos a la lección de hoy- su voz sonaba dulce, y Harry se sorprendió a sí mismo relajándose en clase de pociones, algo que jamás se le habría ocurrido estando Snape allí -. ¿Quién puede decirme algo acerca de la poción relajante?"
Como siempre la mano de Hermione fue la única que apareció levantada.
"¿Sí señorita...?"
"Herminone Granger – contestó ella velozmente"
"¿Y bien señorita Granger? Contestó él con una afable sonrisa"
"La poción relajante se compone de raíz de cicuta y esencia de mandrágora como componentes principales, y sirve para tratar a personas en estado de histeria – contestó ella –"
" Muy bien, excelente ¿a qué casa pertenece usted?"
" A Grifyndor – respondió con orgullo-"
"Pues acaba de obtener 5 puntos para Grifyndor"
Hermione esbozó una sonrisa, complacida como estaba porque por primera vez conseguía puntos para su casa en la clase de pociones.
" En fin – prosiguió Aldur – ahora que la señorita Granger nos ha dicho lo más importante sobre la poción, podrán ustedes elaborarla siguiendo las instrucciones que tienen en la pizarra."
Harry comenzó a preparar el brebaje, que, según las instrucciones debería adquirir un color parduzco y un suave aroma a lilas, pero como siempre, en algún momento debió de equivocarse y su poción se volvió de un gris oscuro, casi negro.
Cuando el profesor comenzó a pasear entre las mesas para ver si sus alumnos conseguían el resultado deseado, observó como Harry tenía problemas con las suya, y se acercó a él.
" ¿Usted se llama...?"
"Harry Potter, señor"
"Muy bien señor Potter¿Qué cree usted que ha hecho mal? – dijo con un tono neutro que relajó visiblemente a su alumno""
"Pues creo que he cortado mal raíz de cicuta"
"Bien señor Potter, entonces inténtelo de nuevo"
Y sin más alzó la mano y fue como si la poción se encogiese, comenzó a dar vueltas en el sentido contrario en el que lo hacía, y todos observaron con asombro como los ingredientes que había arrojado a la mezcla comenzaban a salir del caldero depositándose en el pupitre de Harry, hasta que salió la raíz de cicuta intacta.
Ante el general asombro Aldur tuvo que llamar al orden a la clase.
Cuando la campana sonó Harry, Hermione y Ron se encaminaron hacia el aula de defensa contra las artes oscuras cuando algo los retuvo.
Aldur se encontraba a sus espaldas sonriente como siempre.
"Disculpen, señor Potter, señorita Granger, Señor Weasley, el director y yo hemos de hablar de un asunto con ustedes tres"
Y todavía asombrados los dirigió al despacho del director.
