¿Dónde estoy? ¿Y Lily? James abrió los ojos y no pudo evitar ahogar un grito. Estaba en un prado enorme, lleno de lagos pequeños, con carteles delante. Se acerco a uno de ellos, y al leer lo que ponía en el letrero el corazón se le paró. ¡Lily Evans! ¿Que demonios está pasando aquí? Miró dentro del lago, esperando ver su reflejo, pero no. En vez de ver sus ojos color chocolate vio la habitación de Harry, y a las dos personas más importantes de su vida en ella. Y de golpe sucedió. Con horror, vio como Voldemort entraba destruyendo la puerta y como Lily suplicaba por la vida de su pequeño, pero Lord Voldemort no es alguien que se compadezca de los demás, y en menos de cinco segundos el cuerpo de Lily Evans yacía sin vida en el suelo. James no tubo tiempo de llorar, acababa de recordarlo: estaba muerto. Y Lily acababa de morir también. Harry lo iba a hacer, no tenía ninguna posibilidad. Gritó desesperado cuando la varita del mago tenebroso apuntó a su hijo, suplicó, se concentró intentando contactar con Sirius, o con Remus, o con Peter de alguna manera, porque no recordaba que el último los había traicionado. Solo quería que alguien sacara de ahí a su bebé, que lo salvaran. Y se salvó. James suspiró aliviado cuando, después del estallido de luz verde, escucho el llanto de su hijo. Está vivo. ¡Mi niño está vivo! Y no pudo evitar sonreír, levantarse y saltar, gritar ¡si! y moverse. Necesitaba correr, se transformó en ciervo, dio varias vueltas alrededor de los lagos, sin fijarse si quiera en que ponía en sus respectivos carteles, y mientras saltaba y brincaba, su hocico captó un aroma que lo hizo parar. Lily.Volvió a su forma humana, y dio varios tumbos por aquí y por allí hasta que la vio, tendida en el suelo, dormida. Corrió hacia ella y se lanzo sobre el cuerpo blanco y puro de la pelirroja, despertandola.

-¡James! ¡Voldemort! ¡Harry! -Chilló, poniéndose de pie con nerviosismo y mirando a su alrededor.

-Tranquila, amor... Está bien. ¡ESTÁ BIEN! -Gritó James feliz, abrazando a su mujer con todas sus fuerzas. El corazón se le iba a salir del pecho de tanta felicidad.

-¿Cómo que está bien? ¿Qué es esto, James? ¿Dónde estamos? -Preguntó ella confundida.

-No sé donde estamos, pero sé que estamos muertos. -Le respondió con una chispa de tristeza en la voz.- Pero lo importante es que Harry está bien, lo he visto, esos lagos... No sé que es esto, pero podemos ver a Harry, ¿no lo oyes? Está llorando, pero ha matado a Voldemort, vivirá, Lily. Será un niño normal aunque no estemos con él.

-Oh, James... Hemos muerto. ¿Quién cuidará de Harry? -Preguntó Lily con un nudo en la garganta.

-¿Tú que crees? Sirius, Remus y Peter lo tratarán como si fueran sus padres. Estará bien, cariño.

-Peter... -susurró ella con la mirada perdida.- ¡PETER! ¡NOS HA TRAICIONADO, JAMES!La cara del moreno hizo una mueca de incomprensión, pero pronto puso expresión de sorpresa.

-Tienes razón, Lily... ¡Maldita rata! Espero que Sirius y Remus lo busquen y lo maten, y cuando llegue aquí ¡LO REMATARÉ YO!

Pero Lily ya no lo escuchaba. Se acercó al lago que tenía más cerca y miró dentro. Lo que vio la dejó demasiado sorprendida, y inconscientemente cayó de rodillas sobre el césped y se fijó en el cartel que tenía al lado. Lo que imaginaba, era el lago de su hermana. Volvió la vista abajo y vio que Petunia tenía a Harry entre los brazos, aunque no lo acunaba con amor, ni con ternura... Solo lo aguantaba con una mueca de desagrado en boca.

-James... -Dijo en un susurro. Él se aproximó a ella y abrió mucho los ojos al ver la escena.- Le han dado Harry a Petunia, James... -le explicó paralizada, como si el chico no lo estuviera viendo.

-Ya lo veo... ¡¿Pero por que no se lo han dejado a Sirius?! -Y a modo de respuesta el lago mostró a Petunia abrir la carta del profesor Dumbledore.- ¡Voy a asesinar a Albus! ¡Dije claramente que si algo nos pasaba, Sirius pasaría a ser el tutor legal de Harry directamente!

Pero Lily volvía a ignorarlo. Buscaba con la mirada, desesperada, y lo encontró. James fijó la vista en el objeto que su mujer miraba. Sirius Black. ¡SIRIUS! ¡Puedo ver lo que está haciendo Canuto! y corrió hasta el lago, casi lanzándose en él. Y sonrió al verlo. Sirius tenía acorralado a Peter, y James esperó el momento ansioso, quería venganza. Mátalo, hermano. Mata al traidor. Pero eso no pasó. Peter exclamó "¡A Lily y a James, Sirius! ¿Como has podido?", lanzó un hechizo que mató a varias personas y en mitad de la confusión se transformó en rata, no sin antes cortarse un dedo para fingir su propia muerte. A James se le derrumbó el mundo, y se aferró a las rodillas de Lily, que había caminado hasta su marido y había visto la escena espantada. James lloraba como un niño, le dolía demasiado ver a Sirius de esa forma, desquiciado. Había empezado a reír, pero su risa solo detonaba locura y tristeza, y eso hacía que a James se le cayera el mundo a los pies. Vio como llegaban los aurores, como cogían a Sirius y lo culpaban de la traición, de la muerte de los muggles y la de Peter. James gritó, negó, pataleó, pero no sirvió de nada.

Sirius Black acababa de empezar lo que serían los doce peores años de su vida.